Eduardo Amézaga
Óleo sobre lienzo, 1943 - 1947.
Eduardo Amézaga nació en
Montevideo el 17 de septiembre de 1911. Hijo de padres desconocidos.
Cuando nació, fue entregado a las
monjas con una medalla de oro, que tenía inscrito su nombre Eduardo Amézaga.
Primero residió en el asilo “Buen
Pastor”.
A los ocho años lo mandaron a
vivir a una finca en Solís de Mataojo. Allí lo hacían levantarse a las tres de
la mañana para hacer trabajo de campo.
Su vocación decía que nació con él.
Empezó haciendo garabatos como todos los niños de su edad, pero cuando otros
niños dejaron sus lápices y comenzaron a hacer cosas diferentes, siguió
dibujando y pintando.
Dibujaba con fiebre ardiente todo
el cartón y el papel que le caían las manos. No sabía por qué, ni para qué
dibujaba, pero su vocación escondida y poderosa permaneció en él. Lo expresa
diciendo: "El fuego devora a los recién nacidos, pero empuja a los
elegidos, a propagar sus chispas creadoras".
Fue así, entre el trabajo de
campo y los garabatos, que conoció a un molinero vecino. A él le gustaba mucho
charlar con el molinero, y fue él quien le habló del concurso de niños que
convocaba la revista Mundo Uruguayo. Con tan solo ocho años, Amézaga se
presentó y ganó el primer premio del concurso y de su carrera.
Posteriormente regresa a
Montevideo, residiendo en el barrio Sur.
Hacia los veinte años ingresa en
el Círculo de Bellas Artes, bajo la dirección de Domingo Bazurro, un maestro
que propugnaba la economía de recursos pictóricos dentro del apego a la
fisonomía naturalista y la austeridad en la planificación del uso del color.
Estuvo allí sólo tres años, eso
le bastó para saber que tenía una gran necesidad de “estar solo”, lo dijo sin
eufemismos. Como pintor, había aprendido lo que era necesario.
Posteriormente se involucró con
Prevosti quien lo aconsejó y orientó en su carrera.
Siguió siendo autodidacta,
admirando a Carlos Federico Sáez y siguiendo de cerca la obra de Pedro Figari y
Alfredo de Simone.
Al principio trabajó en diferentes
oficios ya que no podía vivir de su pintura.
El 23 de diciembre de 1937 se
casó con Renée Acuña.
Ella vino de París después de
haber vivido allí durante muchos años. Venía de una familia muy rica. Cuando
conoció a Eduardo Amézaga y su pintura, decidió apoyarlo. Ella lo obligó a
dejar de trabajar y dedicarse a la pintura, ella era quien pagaba los gastos de
la casa.
Entonces Amézaga empezó a dar
clases de dibujo en el hogar de mujeres n.º 1 (calle Yaguarón).
Usó principalmente tierra
y goma arábiga
como materiales.
También enseñó en la Colonia
Berro, en el Consejo del Niño, en el liceo N° 13 de Maroñas, que fundó con su
esposa.
Al mismo tiempo, continuó
pintando en su estudio ubicado en su propia casa en Calle Mar Ártico 1230.
Le gustaba mucho el óleo y solía
pintar: retratos, casas, figuras de niños y niñas, siendo la maternidad uno de
sus temas principales.
En la
época en que Eduardo Amézaga era
alumno del Círculo de Bellas Artes,
mantuvo su postura de no seguir ninguna corriente artística . Se basó en el proceso del pintor y su
madurez. Pensó que si vivía a merced de las corrientes, éstas podrían frustrar
la carrera de un pintor.
Amézaga expresó su mundo interior
en el arte. “Es el sentimiento de lo que quiero comunicar lo que guía mi mano y
mi pincel”.
Amézaga no negó la posible
influencia de otros pintores en su obra.
Habiendo conocido y experimentado
todo, dominando el medio expresivo, sus manos trabajaron solas. Manteniéndose
así libre de modas y tendencias. Al no pertenecer a ninguna corriente, mantuvo
el arte siempre fresco.
"Estoy solo y algo limitado
físicamente", dice una voz al otro lado del teléfono. “He vendido mucho,
ahora tengo poco trabajo. Dentro de la naturaleza, la figura y el paisaje son
los temas que me siguen emocionando. Desde el sentido más profundo de la
pintura... mi único objetivo es expresarme en la más absoluta libertad. No,
nunca pinto para preparar una exposición. Nunca lo hice porque tendría que
juntar de quince a veinte buenos cuadros para ello; de gran calidad Que me
conformen a mí, y no a los demás. Esto es difícil. Por eso no hago exposiciones
individuales. ¿Qué, qué, sustento teórico?
No soy esclavo de ninguna
tendencia. Ni arte moderno ni arte antiguo.
"Pinto como siento y
deseo". Amézaga no habla de sus triunfos. De esos que quizás los jóvenes
no conocen.
Sus cuadros históricos ganaron en concurso:
"La Declaratoria de la Independencia" y el cuadro a José Pedro
Varela...
Sus grandes y primeros premios en
el Salón Nacional, y sus bellas obras, en las que la figura tuvo en él, quizás
en un momento determinado, al más representativo de los pintores nacionales.
Eduardo Amézaga murió el 27 de
abril de 1977, a causa de una enfermedad que lo aquejaba desde hacía muchos
años.
En su honor, la Intendencia de
Montevideo dio su nombre a una calle del Cerrito de la Victoria.
2 comentarios:
Holaaa,gracias por toda la informacion....besossss
Gracias.
Publicar un comentario