una vida moldeada por
la poesía y la pasión
Fue una poetisa, traductora , compositora , conferencista
ensayista y crítica literaria uruguaya
Perteneció al grupo de intelectuales conocido como "
Generación del 45 ".
En esta generación se encuentran varios escritores como Juan
Carlos Onetti , Mario Benedetti , Sarandy Cabrera, Carlos Martínez Moreno ,
Ángel Rama , Carlos Real de Azúa , Carlos Maggi , Alfredo Gravina, Mario
Arregui, Amanda Berenguer , Humberto Megget , Emir Rodríguez Monegal , Gladys
Castelvecchi y José Pedro Díaz entre otros.
Vilariño nació en el seno de una familia culta, de clase
media, donde la música y la literatura siempre estuvieron presentes. Su padre,
Leandro Vilariño, fue un poeta cuyas obras no fueron publicadas en vida. Su
madre estaba muy bien educada en literatura europea.
Su padre un anarquista fue quien eligió su nombre raro y poético como el de sus hermanos: Alma, Poema, Azul, y Numen.
Al igual que sus hermanos, Idea estudió música.
Vivían en una casa de la calle Inca, con patio, plantas,
animales. Vivió una infancia protegida en ese hogar donde se alentaban las inclinaciones artísticas y musicales de
los hijos y que fue ensombrecido pronto por la enfermedad larga de la madre.
Después, por problemas económicos, debieron mudarse a
Justicia 2275, a una vivienda chica que se alzaba junto a la Calera Oriente
–“Cal en piedra, en polvo y en pasta, mezclas, arenas, pedregullos, portland,
ladrillos, tejuelas, servicio esmerado para la ciudad y la campaña”– que
manejaba su padre.
La casa de la calle Inca tenía un patio con jardín y un
fondo mágico con patitos en un estanque, también había una higuera.
Todos hacían música. Idea tocaba el violín, Numa el piano, el
padre era poeta y les recitaba poemas después de cenar, de Darío, de
Almafuerte.
Idea recordaba con felicidad la música, los versos, pero no
la infancia. Aunque extrañaba las rosas fragantes y el árbol de magnolias en el
que se escondía para leer (Tolstoi, Dostoievsky, Gorki, la poesía) aquellos
años resultaron tristes, con su madre enferma, con la blancura fantasma de la
cal, con Alma postrada por una luxación en la cadera. “Cuando yo nací, mi
hermana ya estaba enyesada”, les decía a Rosario Peyrou y Pablo Rocca. “Era una
pequeña sufriente (…) Ella era la princesita y nosotros, en fin, los otros
hijos”.
Y pasaron de la calle Inca, con música y plantas y animales,
a la calle Justicia, apretados, con el polvo de la cal que los enfermó a todos.
Idea Vilariño, a los 15 años, en 1935 • © tomada del libro
Idea Vilariño: vida escrita
Escribía desde siempre según decía “desde antes de saber
escribir”, poemas armados con palabras que muchas veces no entendía pero cuyo
sonido le resultaba fascinante.
A los doce años ya estaba enamorada el enamorado fue Ruben Cosito, de catorce años. Ella lo recuerda como “precioso, elegante, bonito, con los ojos azules rasgados y una cabeza bien puesta que era una maravilla de ver”. Su romance con él duró dos años, a pesar de la persecución de la familia.
Idea lo quería mucho pero eran chicos. Ella siempre se iba a
la esquina con su noviecito, y siempre estaba como queriendo tener una libertad
para la que no tenía ni edad ni experiencia. Quería romper esos límites. Era
una marcha acelerada, una evolución sin medir las consecuencias.
Idea Vilariño a sus catorce años. Fotografía del archivo de
la Biblioteca Nacional de Uruguay
No fue una marcha acelerada ni una evolución sin medir las
consecuencias lo que la llevó a irse de casa, sino el asma. A los 16 tenía
episodios muy graves.
Idea comenzó a escribir desde muy joven, y sus primeros
poemas de madurez los escribió entre los 17 y los 21 años.
Su madre murió en el año 1940, Idea tenía 20 años.
En 1940, a una edad en que las señoritas se iban vírgenes y casadas del hogar ella se mudó sola. Tuvo que irse, el médico le recomendó salir lejos del polvo de cal.
Así fue como Idea Vilariño dejó su casa y no volvió a tener una familia nunca, nunca, nunca más.
Idea además del asma sufría de un problema de piel muy grave. Ella contaba -“La piel se me necrosaba todos los días. Entonces me metían en una bañera llena de agua con no sé qué producto hasta que la piel se ablandaba. Esa piel caía y yo quedaba con una piel tan frágil que si me movía se rompía”, le decía Idea Vilariño a María Esther Gilio.
En el año 1942, a los 22 años, escribió estos versos que
dicen en lenguaje poético la abrumadora idea de Heidegger de que el hombre es
un ser para la muerte:
TOdo el cuerpo hacia
qué
Todo el cuerpo hacia qué
como un ramo de lilas,
como una rosa roja,
como un jazmín sediento.
Todo el cuerpo hacia qué.
Lluvia como ceniza
los días, aunque, a veces,
cenizas en el viento.
Y hacia quién se sostiene
la noche, como un arco
sin flechas, como un arco
sin flechas pero tenso.
Hacia qué o hacia quién
estas noches de barco
sin destino, de barco
sin destino y sin puerto.
Los ojos sólo ven
lluvia sobre ceniza,
los días, y las noches,
vacíos arcos tensos.
Pero el cuerpo hacia quién
como un ramo de lilas,
como una rosa roja,
como un jazmín sediento.
La paradoja está en que junto a ese escepticismo raigal
coexiste «un desgarrado amor por el mundo» Y una inaudita sed de amor.
«Todo en Idea rezuma nostalgia del paraíso», escribió
Rosario Peyrou, y esa nostalgia guarda un impulso vital que contraría la
certeza del sinsentido y del fin.
Su padre, Leandro Vilariño, murió en el año 1944, Idea tenía
24 años.
Al año siguiente, en 1945, se dio nombre a su generación, y publicó su primer libro: La suplicante.
Muy pronto se integró
al grupo más cosmopolita de la generación crítica.
Reunión de la revista Número en casa de Emir Rodríguez
Monegal. De pie: Emir, Zoraida Mébot, Manolo Claps, Idea Vilariño, Luz López,
Baíta Sureda. Agachados: Sarandy Cabrera y Mario Benedetti.
Fundó junto a Emir
Rodríguez Monegal y Manuel Claps la revista Número, y allí conoció a Mario
Benedetti.
También Se integró al equipo de Marcha, el semanario de
Quijano.
En los años siguientes sería reconocida internacionalmente y
galardonada con diversos premios.
Sus poemas estuvieron marcados por una experiencia íntima,
intensa y angustiosa, pero siempre muy coherente.
Publica Cielo Cielo en el año 1947.
Publicó el ensayo Grupos simétricos en la poesía de Antonio Machado (1951).
Idea Vilariño comenzó una relación amorosa con Juan Carlos Onetti en 1954, cuando ella era una treintañera.
Fue en el barrio de Malvín, Montevideo, un bar. Manuel Claps –que ya no era su pareja– le anunció que habría un encuentro con Juan Carlos Onetti, que por entonces vivía en Buenos Aires y acababa de publicar La vida breve .
Del encuentro se dice- “Cuando Manuel Claps le avisó a Idea que en la noche se encontrarían con Onetti, ella dijo que con ese cretino no quería saber nada…
Onetti tenía entonces una versión de Idea, por lo menos, estrafalaria”. “Él esperaba que yo era una mujer gorda –decía Idea Vilariño –, vestida con colores fuertes y a la pesca de un hombre con quien pasar la noche. Él estaba esperando conocer a una persona bastante horrible, bastante barata. Entonces dice que se sintió sorprendido de ver a un ser delicado con una sonrisa giocondina.
Y a mí me pasó lo mismo. Yo iba a ver un
tipo medio despreciable y me encontré con un tipo seductor y muy inteligente”.
“Esa misma noche me enamoré de él. Me enamoré, me enamoré, me enamoré”.
Onetti volvió dos días después a Buenos Aires, y empezó una abrumadora correspondencia.
“Si se encuentra con Idea –escribía él–, pídale que me escriba, dígale que ella y yo estuvimos o estamos histéricos, que mi última carta era asombrosamente imbécil”.
Idea le
enviaba fotos de sí misma con frases como “estoy sola, dónde estás tú”. Él no
ocultó esas cartas a su mujer,
Vilariño y Onetti se juntaban se separaban por días y
durante años. Se quisieron y odiaron a partes iguales. Rompieron y se
reconciliaron muchas veces. Les dio igual estar casados, con pareja o en países
distintos. Les dio igual no ser felices.
Vilariño pensaba que Onetti no la quería, mientras que él,
pese a todos los poemas, creía que el amor de ella era solo
"intelectual"
Vilariño fue también profesora de Literatura de Enseñanza Secundaria desde 1952 hasta 1973.
En ese Uruguay especialmente culto y democrático se formó
Idea bajo la influencia rigurosa de Torres García, de Real de Azúa, del mismo
Quijano.
El escritor dejó a Idea por Dorothea Muhr, con quien se casó
en 1955.
En el año 1955 Idea publica Nocturnos siendo el quinto libro de Idea Vilariño. Era una recopilación de treinta y cuatro poemas, y tradicionalmente se entiende que con este libro, Vilariño adquiere su voz original.
Desde siempre estuvo alineada en la izquierda, pero cuando
en 1959 triunfa la revolución cubana, adopta una militancia radical que
mantendrá sin fisuras ciegamente hasta su muerte.
En la década de los sesenta, en plena efervescencia de la música popular uruguaya, compuso algunas letras de canciones que fueron popularizadas por cantautores.
Así contaba su encuentro con Alfredo Zitarrosa en el año 1972. "Una noche cayó en mi casa de Las Toscas, allá a medianoche. Yo estaba pintando la pared (ríe), estábamos en arreglos y él posiblemente esperaría encontrar una persona poética y nocturna. Venía a pedirme la canción que él tituló malamente 'La canción y el poema'. Se llamaba 'La canción' y punto".
Efectivamente, de aquella noctámbula reunión nació "La canción y el poema", un himno de amor escrito por ella y musicalizado por él e incluido en su disco "Adagio en mi país" (1978).
La canción y el poema
Hoy que el tiempo ya pasó,
hoy que ya pasó la vida,
hoy que me río si pienso,
hoy que olvidé aquellos días,
no sé por qué me despierto
algunas noches vacías
oyendo una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.
Quisiera morir –ahora– de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería,
quisiera morir, quisiera… de amor,
para que supieras…
Algunas noches de paz,
–si es que las hay todavía–
pasando como sin mí
por esas calles vacías,
entre la sombra acechante
y un triste olor de glicinas,
escucho una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.
Quisiera morir –ahora– de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería;
quisiera morir, quisiera… de amor,
para que supieras…
En el año 1973 Idea Vilariño escribió la canción Los orientales para el dúo Los Olimareños.
En Los Orientales destaca un énfasis militante vinculado con la irrupción política del MLN, pero también una retórica que toma elementos criollos vinculados al imaginario gauchesco, independentista.
Mediante una
sincronía de temporalidades, la canción ensambla las caballerías del ejército
artiguista armadas con lanzas y sables con la presencia inminente de la
guerrilla urbana situada en las “esquinas”; Idea Vilariño se vale del
imaginario “foquista” expresando la aparición de grupos revolucionarios
diseminados en una geografía nacional extendida por cuchillas, montes y campos.
El dinamismo en
la versificación y un ritmo de “irrupción” subrayan el imaginario de los “focos
guerrilleros” vinculado con una retórica heroica y nacionalista de tradición gauchesca.
Por tanto, Los Orientales
fue considerada un himno de resistencia e identidad nacional que conecta dos
momentos emancipatorios: la primera independencia nacional y el presente de la revolución.
El tono épico que no tuvo presencia en la poesía de Vilariño, se expresó en el género de la canción comprometida y modificó su lugar de enunciación.
Los orientales
De todas partes vienen,
sangre y coraje,
para salvar su suelo
los orientales;
vienen de las colinas
con lanza y sable,
entre las hierbas brotan
los orientales.
Salen de los poblados,
del monte salen,
en cada esquina esperan
los orientales.
Porque dejaron sus vidas,
sus amigos y sus bienes,
porque les es más querida
la libertad que no tienen,
porque es ajena la tierra,
y la libertad, ajena,
y porque siempre los pueblos
saben romper las cadenas.
Eran diez, eran veinte,
eran cincuenta,
eran mil, eran miles,
ya no se cuentan.
Rebeldes y valientes
se van marchando,
las cosas que más quieren
abandonando.
Como un viento que arrasa
van arrasando,
como un agua que limpia
vienen limpiando.
Ya me voy pa' la guerrilla
Publicó el ensayo Las letras de tango en el año 1965.
Jorge Liberati, circa 1968 cuando conoció a Idea. (Colección
I. V. Iconografía).
Mario Benedetti, cuando ambos eran aún jóvenes escritores
que irrumpían en la vida literaria, al comentar uno de sus poemarios dijo que
la temprana muerte de su padre y su madre, la pérdida de su hermano, habían
marcado la poesía de Idea de amargura y dolor.
Idea respondió a este comentario, que no, que su desencanto
era anterior a esa experiencia. y así parece haber sido si atendemos a poemas
que escribió en sus diecisiete y veinte años, antes de publicar su primer
libro, y que fueron recogidos bajo el título de
«Poemas anteriores» en su Poesía completa.
Son poemas que han asombrado a la crítica, porque revelan
que no hubo aprendizaje visible, sino que desde el vamos la misma
desesperanzada visión encontró su contundente forma.
Idea Vilariño dijo que sólo podía escribir en momentos de
extrema emoción, «en el colmo del Dolor o la desesperanza». Dijo que sus poemas
eran un pedazo de su vida.
Extrañamente sus lectores sienten que esos poemas les
pertenecen, que al leerlos, pueden sentir más profundamente. Leyendo a Idea, ha
dicho Luis Gregorich,” nos hemos enamorado y desena morado. También hemos querido
sublevar el corazón y encontrar consuelo no en una promesa de esperanza, sino
en la perturbada belleza con que ella nombra la herida que es vivir y el
sinsentido de estar en el mundo. En sus poemas se escucha siempre una voz
cercana, audible.
Casi podemos percibir cómo articula cada palabra. Cuando se
atreve a enumerar la vida:
Mi cansancio…Idea Vilariño
Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.
Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.
Cuando llama al amor:
«Un pájaro me canta/
y yo le canto/
me gorjea al oído/
y le gorjeo/
me hiere y yo le sangro/
me destroza/
lo quiebro/
me deshace/
lo rompo/
me ayuda/
lo levanto/
lleno todo de paz/
todo de guerra/
todo de odio de amor/
y desatado/
gime su voz y gimo/
río y ríe/
y me mira y lo miro/
me dice y yo le digo/
y me ama y lo amo/
—no se trata de amor/
damos la vida—».
VEN
Si fuera un ángel negro
o una madre
si se pudiera hablarle
convocarla
como hacían los poetas
–ven muerte ven que espero–
si fuera un dios voraz
alguien que oyera alguien
que comprendiera
toda esta noche
toda
estaría invitando
estaría ofreciendo
estaría clamando
rompiendo el aire el techo el cielo
con mi voz
ven muerte ven
que espero.
Toda esta noche
toda
hasta que al fin
oyera.
«Idea contó que una vez, en Cuba, se puso a leer sus poemas «para saber quién era».
Por eso, tal vez, la forma de esos poemas recuerda la de la
literatura autobiográfica: a las memorias y a las cartas, quien habla es
un sujeto femenino que casi siempre
—siempre en los poemas de amor— se dirige a un «tú» que es el amado y el tono
es ése que entre el diálogo y el ensimismado soliloquio es marca de la
escritura epistolar.
Idea, que amaba leer las
memorias y la correspondencia de otros escritores, llevó desde su más temprana
juventud un diario íntimo y fue una exquisita corresponsal.
Hay poemas suyos que tienen la forma y aun el título de
«Cartas» y otros que, según ha
confesado, fueron enviados y usados como cartas aunque formalmente no lo
fueran. La suya, que por todos esos rasgos fue una poesía del «yo», también lo
fue del «no».
Se trata de una poesía nocturna y sensual que vive la
contradicción de negarlo todo y al mismo tiempo hacer poesía de esa negación.
En una entrevista de 1971, una de las pocas que concedió en
su vida, explicaba a Benedetti que tal vez fuera precisamente la certeza de
saber que vamos a morir lo que hace más poderoso al amor: «ver a los otros y a
uno mismo caminando hacia la muerte, vivir el amor a término, tal vez hagan el
amor y la vida más terribles y amargos, pero, tal vez también, más intensos,
más hondos».
Es la idea de absoluto la que rinde su poesía a esas experiencias
límite que hacen posible una entrega total capaz de burlar la condena del
tiempo y de la incomunicación. Uno de sus más bellos y tremendos poemas muestra ese deseo de
plenitud en la disolución:
Amor
desde la sombra
desde el dolor
amor
te estoy llamando
desde el pozo asfixiante del recuerdo
sin nada que me sirva ni te espere.
Te estoy llamando
amor
como al destino
como al sueño
a la paz
te estoy llamando
con la voz
con el cuerpo
con la vida
con todo lo que tengo
y que no tengo
con desesperación
con sed
con llanto
como si fueras aire
y yo me ahogara
como si fueras luz
y me muriera.
Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
como a la muerte
amor
como a la muerte.
Eros y Thánatos, un tema clásico, un motivo peligrosamente
remanido pero que se hace contemporáneo, urgente a través de un decir
reconocible, el español rioplatense, el sobrio idioma que a veces usa el tango,
esa entonación un poco melancólica, lacónica y virilmente pudorosa. Idea fue
despojando su poesía de figuras, de sensaciones, hasta desnudarla en su
esencia.
Tuvo el coraje
imperturbable para nombrar las grandes emociones como si la poesía fuese sobre
todo un asunto ético, con la obligación de no mentir.
Decir «dolor» porque no hay otra palabra, decir «amor» sin
recurrir a la treta de una metáfora. Sin temor a lo tremendo, con audacia por
lo simple. y al mismo tiempo, la calculada estrategia del ritmo, la estructura
musical del verso, que dispone palabras y sonidos en complejas figuras
paralelas, en movimientos que avanzan y se retraen, en anáforas que percuten,
en fraseos que regresan, insisten, en rimas internas, en versos medidos tras la
apariencia equívoca del verso libre, en reflejos exactos o levemente asimétricos
que a veces culminan en una eclosión sonora y otras se repliegan sutilmente
como un murmullo o un secreto.
Trabajó por años en el estudio de los ritmos en poesía, un
tema al que dedicó sostenidos afanes; también al tango, que la apasionaba, le
dedicó lúcidos ensayos.
Acaso sorprenda que Idea, capaz de escribir una poesía tan
desoladora, fue asimismo una vital sentidora de la vida: que gustaba de tocar
el piano, de cultivar su jardín, que amaba a sus perros y sus gatos, que
adoraba la vida al aire libre, el sol y la playa de Las Toscas. y, también, una
mujer libre que vivió con independencia sus amores.
Idea y Juan Carlos Onetti se vieron por última vez el 15 de
marzo de 1974. Onetti estaba en el hospital acompañado por su mujer, Dorothea
Muhr, la misma que había tenido que soportar que un año después de su boda
Vilariño le dedicase a su marido un poemario.
Idea entró en la habitación y Dorothea les dejó solos.
Pensaron que se moría. “Me levanté y quise tocarlo, tocar su
mejilla con la mía. Apenas llegaba a él cuando me agarró con un vigor
desesperado y me besó con el beso más grande, más tremendo que me hayan dado,
que me vayan a dar nunca, y apenas comenzó su beso, sollozó, empezó a sollozar
por detrás de aquel beso, después del cual debí morirme”, recordaría.
Luego Onetti se fue a España y no volvieron a verse. A ella
le preguntaron siempre por él, y a él siempre por ella. Los dos siempre
aseguraron quererse y no sentirse queridos.
En 1975 se casó sólo una vez, tarde, cuando ya nadie pensaba que lo haría, con el joven
profesor Jorge Liberatti. Pero antes y después vivió sola.
Idea y Jorge en Las Toscas, 1982. (Colección I.V. Iconografía).
Luego de reinstaurado el sistema democrático, en 1985 obtuvo la Cátedra de Literatura
Uruguaya en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la
Universidad de la República.
En 1994 recibió la medalla Haydée Santamaría por lo que se convirtió en la primera mujer en recibir tal distinción.
Idea y Mario Benedetti
En 1997, accedió a ser entrevistada por Rosario Peyrou y Pablo Rocca, para el documental "Idea", con dirección de Mario Jacob y estrenado en mayo de 1998.
Su obra ha sido traducida a varios idiomas, como el italiano, alemán y portugués.
En la madrugada del 28 de abril de 2009 murió a los 89 años en un hospital de Montevideo tras ser intervenida de urgencia por una obstrucción intestinal.
Sólo pidió que no colocasen ninguna cruz en su ataúd y que tirasen sus cenizas en el mar de Las Toscas.
No previó ningún epitafio, pero lectores jóvenes escriben sus versos en los muros de las ciudades o los derraman con fervor en ese otro mar virtual de la Internet que ella no conoció.
FUENTES
https://www.biografiasyvidas.com/
https://www.escritores.org/biografias/
Almanaque del Banco de Seguros del Estado 2010
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