Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

domingo, 18 de agosto de 2024

EL 18 DE AGOSTO DE 1920 NACÍA IDEA VILARIÑO

 

una vida moldeada por la poesía y la pasión



Idea Vilariño Romani nació el 18 de agosto de 1920 en Montevideo, Uruguay.

Fue una poetisa, traductora , compositora , conferencista ensayista y crítica literaria uruguaya

Perteneció al grupo de intelectuales conocido como " Generación del 45 ".

En esta generación se encuentran varios escritores como Juan Carlos Onetti , Mario Benedetti , Sarandy Cabrera, Carlos Martínez Moreno , Ángel Rama , Carlos Real de Azúa , Carlos Maggi , Alfredo Gravina, Mario Arregui, Amanda Berenguer , Humberto Megget , Emir Rodríguez Monegal , Gladys Castelvecchi y José Pedro Díaz entre otros.

Vilariño nació en el seno de una familia culta, de clase media, donde la música y la literatura siempre estuvieron presentes. Su padre, Leandro Vilariño, fue un poeta cuyas obras no fueron publicadas en vida. Su madre estaba muy bien educada en literatura europea.



Su padre un anarquista fue quien eligió su nombre  raro y poético como el de sus hermanos: Alma, Poema, Azul, y Numen.

Al igual que sus hermanos, Idea estudió música.


Ida y su hermana Poema

Vivían en una casa de la calle Inca, con patio, plantas, animales. Vivió una infancia protegida en ese hogar donde se alentaban  las inclinaciones artísticas y musicales de los hijos y que fue ensombrecido pronto por la enfermedad larga de la madre.

Después, por problemas económicos, debieron mudarse a Justicia 2275, a una vivienda chica que se alzaba junto a la Calera Oriente –“Cal en piedra, en polvo y en pasta, mezclas, arenas, pedregullos, portland, ladrillos, tejuelas, servicio esmerado para la ciudad y la campaña”– que manejaba su padre.

La casa de la calle Inca tenía un patio con jardín y un fondo mágico con patitos en un estanque, también había una higuera.

Todos hacían música. Idea tocaba el violín, Numa el piano, el padre era poeta y les recitaba poemas después de cenar, de Darío, de Almafuerte.


Idea en Florida1934

Idea recordaba con felicidad la música, los versos, pero no la infancia. Aunque extrañaba las rosas fragantes y el árbol de magnolias en el que se escondía para leer (Tolstoi, Dostoievsky, Gorki, la poesía) aquellos años resultaron tristes, con su madre enferma, con la blancura fantasma de la cal, con Alma postrada por una luxación en la cadera. “Cuando yo nací, mi hermana ya estaba enyesada”, les decía a Rosario Peyrou y Pablo Rocca. “Era una pequeña sufriente (…) Ella era la princesita y nosotros, en fin, los otros hijos”.

Y pasaron de la calle Inca, con música y plantas y animales, a la calle Justicia, apretados, con el polvo de la cal que los enfermó a todos.

Idea Vilariño, a los 15 años, en 1935 • © tomada del libro Idea Vilariño: vida escrita


Escribía desde siempre según decía “desde antes de saber escribir”, poemas armados con palabras que muchas veces no entendía pero cuyo sonido le resultaba fascinante.

A los doce años ya estaba enamorada el enamorado fue  Ruben Cosito, de catorce años. Ella lo recuerda como “precioso, elegante, bonito, con los ojos azules rasgados y una cabeza bien puesta que era una maravilla de ver”. Su romance con él duró dos años, a pesar de la persecución de la familia.

Idea lo quería mucho pero eran chicos. Ella siempre se iba a la esquina con su noviecito, y siempre estaba como queriendo tener una libertad para la que no tenía ni edad ni experiencia. Quería romper esos límites. Era una marcha acelerada, una evolución sin medir las consecuencias.

Idea Vilariño a sus catorce años. Fotografía del archivo de la Biblioteca Nacional de Uruguay

No fue una marcha acelerada ni una evolución sin medir las consecuencias lo que la llevó a irse de casa, sino el asma. A los 16 tenía episodios muy graves.



Idea Vilariño 19 o 20 años

Idea comenzó a escribir desde muy joven, y sus primeros poemas de madurez los escribió entre los 17 y los 21 años.

Su madre murió en el año 1940, Idea tenía 20 años.

En 1940, a una edad en que las señoritas se iban vírgenes y casadas del hogar ella se mudó sola. Tuvo que irse, el médico le recomendó salir lejos del polvo de cal.

Así fue como Idea Vilariño dejó su casa y no volvió a tener una familia nunca, nunca, nunca más.

Idea además del asma sufría de un problema de piel muy grave. Ella contaba -“La piel se me necrosaba todos los días. Entonces me metían  en una bañera llena de agua con no sé qué producto hasta  que la piel se ablandaba. Esa piel caía y yo quedaba con una  piel tan frágil que si me movía se rompía”, le decía Idea  Vilariño a María Esther Gilio.

En el año 1942, a los 22 años, escribió estos versos que dicen en lenguaje poético la abrumadora idea de Heidegger de que el hombre es un ser para la muerte:

TOdo el cuerpo hacia qué

Todo el cuerpo hacia qué

como un ramo de lilas,

como una rosa roja,

como un jazmín sediento.

Todo el cuerpo hacia qué.

Lluvia como ceniza

los días, aunque, a veces,

cenizas en el viento.

Y hacia quién se sostiene

la noche, como un arco

sin flechas, como un arco

sin flechas pero tenso.

Hacia qué o hacia quién

estas noches de barco

sin destino, de barco

sin destino y sin puerto.

Los ojos sólo ven

lluvia sobre ceniza,

los días, y las noches,

vacíos arcos tensos.

Pero el cuerpo hacia quién

como un ramo de lilas,

como una rosa roja,

como un jazmín sediento.

La paradoja está en que junto a ese escepticismo raigal coexiste «un desgarrado amor por el mundo» Y una inaudita sed de amor.

«Todo en Idea rezuma nostalgia del paraíso», escribió Rosario Peyrou, y esa nostalgia guarda un impulso vital que contraría la certeza del sinsentido y del fin.

Su padre, Leandro Vilariño, murió en el año 1944, Idea tenía 24 años.

Al año siguiente, en 1945, se dio nombre a su generación, y publicó su primer  libro: La suplicante.

 Muy pronto se integró al grupo más cosmopolita de la generación crítica.

Reunión de la revista Número en casa de Emir Rodríguez Monegal. De pie: Emir, Zoraida Mébot, Manolo Claps, Idea Vilariño, Luz López, Baíta Sureda. Agachados: Sarandy Cabrera y Mario Benedetti.




 Fundó junto a Emir Rodríguez Monegal y Manuel Claps la revista Número, y allí conoció a Mario Benedetti.

También Se integró al equipo de Marcha, el semanario de Quijano.

En los años siguientes sería reconocida internacionalmente y galardonada con diversos premios.

Sus poemas estuvieron marcados por una experiencia íntima, intensa y angustiosa, pero siempre muy coherente.

Publica Cielo Cielo en el año 1947.



En el año 1949 publica Paraíso perdido.


En el año 1950 publica Por aire sucio 

Publicó el ensayo Grupos simétricos en la poesía de Antonio Machado (1951).

Idea Vilariño comenzó una relación amorosa con Juan Carlos Onetti en 1954, cuando ella era una treintañera.

Onetti y Vilariño se conocieron durante una reunión de la revista Número, y aunque su relación fue difícil, su amor fue trascendental.

Fue en el barrio de Malvín, Montevideo, un bar. Manuel Claps –que ya no era su pareja– le anunció que habría un encuentro con Juan Carlos Onetti, que por entonces vivía en Buenos Aires y acababa de publicar La vida breve . 

Del encuentro se dice- “Cuando Manuel Claps le avisó a Idea que en la noche se encontrarían con Onetti, ella dijo que con ese cretino no quería saber nada… 

Onetti tenía entonces una versión de Idea, por lo menos, estrafalaria”. “Él esperaba que yo era una mujer gorda –decía Idea Vilariño –, vestida con colores fuertes y a la pesca de un hombre con quien pasar la noche. Él estaba esperando conocer a una persona bastante horrible, bastante barata. Entonces dice que se sintió sorprendido de ver a un ser delicado con una sonrisa giocondina.

Y a mí me pasó lo mismo. Yo iba a ver un tipo medio despreciable y me encontré con un tipo seductor y muy inteligente”.


“Esa misma noche me enamoré de él. Me enamoré, me enamoré, me enamoré”. 

Onetti volvió dos días después a Buenos Aires, y empezó una abrumadora correspondencia. 

“Si se encuentra con Idea –escribía él–, pídale que me escriba, dígale que ella y yo estuvimos o estamos histéricos, que mi última carta era asombrosamente imbécil”. 

Idea le enviaba fotos de sí misma con frases como “estoy sola, dónde estás tú”. Él no ocultó esas cartas a su mujer,


Su relación fue tormentosa y atormentada, y aunque se encontraron, se amaron y se separaron, el tiempo no logró aplacar su amor

Vilariño y Onetti se juntaban se separaban por días y durante años. Se quisieron y odiaron a partes iguales. Rompieron y se reconciliaron muchas veces. Les dio igual estar casados, con pareja o en países distintos. Les dio igual no ser felices.

Vilariño pensaba que Onetti no la quería, mientras que él, pese a todos los poemas, creía que el amor de ella era solo "intelectual"

Vilariño fue también profesora de Literatura de Enseñanza Secundaria desde 1952 hasta 1973. 

En ese Uruguay especialmente culto y democrático se formó Idea bajo la influencia rigurosa de Torres García, de Real de Azúa, del mismo Quijano.

El escritor dejó a Idea por Dorothea Muhr, con quien se casó en 1955.




En el año 1955 Idea publica Nocturnos siendo el quinto libro de  Idea Vilariño. Era una recopilación de treinta y cuatro poemas, y tradicionalmente se entiende que con este libro, Vilariño adquiere su voz original.



En el año 1955 publicó el ensayo La rima en Herrera y Reissig .



En el año 1957 publicó Poemas de amor . Este libro se lo dedicó a Onetti.



En el año 1958 publica el ensayo Grupos simétricos en poesía.

Desde siempre estuvo alineada en la izquierda, pero cuando en 1959 triunfa la revolución cubana, adopta una militancia radical que mantendrá sin fisuras ciegamente hasta su muerte.

En la década de los sesenta, en plena efervescencia de la música popular uruguaya, compuso algunas letras de canciones que fueron popularizadas por cantautores.

Así contaba su encuentro con Alfredo Zitarrosa en el año 1972"Una noche cayó en mi casa de Las Toscas, allá a medianoche. Yo estaba pintando la pared (ríe), estábamos en arreglos y él posiblemente esperaría encontrar una persona poética y nocturna. Venía a pedirme la canción que él tituló malamente 'La canción y el poema'. Se llamaba 'La canción' y punto".

Efectivamente, de aquella noctámbula reunión nació "La canción y el poema", un himno de amor escrito por ella y musicalizado por él e incluido en su disco "Adagio en mi país" (1978).

La canción y el poema

Hoy que el tiempo ya pasó,

hoy que ya pasó la vida,

hoy que me río si pienso,

hoy que olvidé aquellos días,

no sé por qué me despierto

algunas noches vacías

oyendo una voz que canta

y que, tal vez, es la mía.

 

Quisiera morir –ahora– de amor,

para que supieras

cómo y cuánto te quería,

quisiera morir, quisiera… de amor,

para que supieras…

 

Algunas noches de paz,

–si es que las hay todavía–

pasando como sin mí

por esas calles vacías,

entre la sombra acechante

y un triste olor de glicinas,

escucho una voz que canta

y que, tal vez, es la mía.

 

Quisiera morir –ahora– de amor,

para que supieras

cómo y cuánto te quería;

quisiera morir, quisiera… de amor,

para que supieras…


En el año 1973 Idea Vilariño escribió la canción Los orientales para el dúo Los Olimareños.

En Los Orientales destaca un énfasis militante vinculado con la irrupción política del MLN, pero también una retórica que toma elementos criollos vinculados al imaginario gauchesco, independentista. 

Mediante una sincronía de temporalidades, la canción ensambla las caballerías del ejército artiguista armadas con lanzas y sables con la presencia inminente de la guerrilla urbana situada en las “esquinas”; Idea Vilariño se vale del imaginario “foquista” expresando la aparición de grupos revolucionarios diseminados en una geografía nacional extendida por cuchillas, montes y campos.

El dinamismo en la versificación y un ritmo de “irrupción” subrayan el imaginario de los “focos guerrilleros” vinculado con una retórica heroica y nacionalista de tradición gauchesca.

Por tanto, Los Orientales fue considerada un himno de resistencia e identidad nacional que conecta dos momentos emancipatorios: la primera independencia nacional y el presente de la revolución.

El tono épico que no tuvo presencia en la poesía de Vilariño, se expresó en el género de la canción comprometida y modificó su lugar de enunciación.

Los orientales

De todas partes vienen,
sangre y coraje,
para salvar su suelo
los orientales;
vienen de las colinas
con lanza y sable,
entre las hierbas brotan
los orientales.
Salen de los poblados,
del monte salen,
en cada esquina esperan
los orientales.

Porque dejaron sus vidas,
sus amigos y sus bienes,
porque les es más querida
la libertad que no tienen,
porque es ajena la tierra,
y la libertad, ajena,
y porque siempre los pueblos
saben romper las cadenas.


Eran diez, eran veinte,
eran cincuenta,
eran mil, eran miles,
ya no se cuentan.
Rebeldes y valientes
se van marchando,
las cosas que más quieren
abandonando.
Como un viento que arrasa
van arrasando,
como un agua que limpia
vienen limpiando.

Ya me voy pa' la guerrilla




Publicó el ensayo Las letras de tango en el año 1965.


Jorge Liberati, circa 1968 cuando conoció a Idea. (Colección I. V. Iconografía).

Mario Benedetti, cuando ambos eran aún jóvenes escritores que irrumpían en la vida literaria, al comentar uno de sus poemarios dijo que la temprana muerte de su padre y su madre, la pérdida de su hermano, habían marcado la poesía de Idea de amargura y dolor.

Idea respondió a este comentario, que no, que su desencanto era anterior a esa experiencia. y así parece haber sido si atendemos a poemas que escribió en sus diecisiete y veinte años, antes de publicar su primer libro, y que fueron recogidos bajo el título de  «Poemas anteriores» en su Poesía completa.

Son poemas que han asombrado a la crítica, porque revelan que no hubo aprendizaje visible, sino que desde el vamos la misma desesperanzada visión encontró su contundente forma.

Idea Vilariño dijo que sólo podía escribir en momentos de extrema emoción, «en el colmo del Dolor o la desesperanza». Dijo que sus poemas eran un pedazo de su vida.

Extrañamente sus lectores sienten que esos poemas les pertenecen, que al leerlos, pueden sentir más profundamente. Leyendo a Idea, ha dicho Luis Gregorich,” nos hemos enamorado y desena morado. También hemos querido sublevar el corazón y encontrar consuelo no en una promesa de esperanza, sino en la perturbada belleza con que ella nombra la herida que es vivir y el sinsentido de estar en el mundo. En sus poemas se escucha siempre una voz cercana, audible.

Casi podemos percibir cómo articula cada palabra. Cuando se atreve a enumerar la vida:

 Mi cansancio…Idea Vilariño

Mi cansancio

mi angustia

mi alegría

mi pavor

mi humildad

mis noches todas

mi nostalgia del año

mil novecientos treinta

mi sentido común

mi rebeldía.

 

Mi desdén

mi crueldad y mi congoja

mi abandono

mi llanto

mi agonía

mi herencia irrenunciable y dolorosa

mi sufrimiento

en fin

mi pobre vida.


Cuando llama al amor:

«Un pájaro me canta/

y yo le canto/

me gorjea al oído/

 y le gorjeo/

me hiere y yo le sangro/

me destroza/

lo quiebro/

me deshace/

lo rompo/

me ayuda/

lo levanto/

lleno todo de paz/

todo de guerra/

todo de odio de amor/

y desatado/

gime su voz y gimo/

río y ríe/

y me mira y lo miro/

me dice y yo le digo/

y me ama y lo amo/

—no se trata de amor/

 damos la vida—».

VEN

Si fuera un ángel negro

o una madre

si se pudiera hablarle

convocarla

como hacían los poetas

–ven muerte ven que espero–

si fuera un dios voraz

alguien que oyera alguien

que comprendiera

toda esta noche

toda

estaría invitando

estaría ofreciendo

estaría clamando

rompiendo el aire el techo el cielo

con mi voz

ven muerte ven

que espero.

Toda esta noche

toda

hasta que al fin

oyera.

«Idea contó que una vez, en Cuba, se puso a leer sus poemas «para saber quién era».

Por eso, tal vez, la forma de esos poemas recuerda la de la literatura autobiográfica: a las memorias y a las cartas, quien habla es un  sujeto femenino que casi siempre —siempre en los poemas de amor— se dirige a un «tú» que es el amado y el tono es ése que entre el diálogo y el ensimismado soliloquio es marca de la escritura epistolar.

 Idea, que amaba leer las memorias y la correspondencia de otros escritores, llevó desde su más temprana juventud un diario íntimo y fue una exquisita corresponsal.

Hay poemas suyos que tienen la forma y aun el título de «Cartas»  y otros que, según ha confesado, fueron enviados y usados como cartas aunque formalmente no lo fueran. La suya, que por todos esos rasgos fue una poesía del «yo», también lo fue del «no».

Se trata de una poesía nocturna y sensual que vive la contradicción de negarlo todo y al mismo tiempo hacer poesía de esa negación.

En una entrevista de 1971, una de las pocas que concedió en su vida, explicaba a Benedetti que tal vez fuera precisamente la certeza de saber que vamos a morir lo que hace más poderoso al amor: «ver a los otros y a uno mismo caminando hacia la muerte, vivir el amor a término, tal vez hagan el amor y la vida más terribles y amargos, pero, tal vez también, más intensos, más hondos».

Es la idea de absoluto la que rinde su poesía a esas experiencias límite que hacen posible una entrega total capaz de burlar la condena del tiempo y de la incomunicación. Uno de sus más bellos y  tremendos poemas muestra ese deseo de plenitud en la disolución:

Amor

desde la sombra

desde el dolor

amor

te estoy llamando

desde el pozo asfixiante del recuerdo

sin nada que me sirva ni te espere.

Te estoy llamando

amor

como al destino

como al sueño

a la paz

te estoy llamando

con la voz

con el cuerpo

con la vida

con todo lo que tengo

y que no tengo

con desesperación

con sed

con llanto

como si fueras aire

y yo me ahogara

como si fueras luz

y me muriera.

Desde una noche ciega

desde olvido

desde horas cerradas

en lo solo

sin lágrimas ni amor

te estoy llamando

como a la muerte

amor

como a la muerte.

Eros y Thánatos, un tema clásico, un motivo peligrosamente remanido pero que se hace contemporáneo, urgente a través de un decir reconocible, el español rioplatense, el sobrio idioma que a veces usa el tango, esa entonación un poco melancólica, lacónica y virilmente pudorosa. Idea fue despojando su poesía de figuras, de sensaciones, hasta desnudarla en su esencia.

 Tuvo el coraje imperturbable para nombrar las grandes emociones como si la poesía fuese sobre todo un asunto ético, con la obligación de no mentir.

Decir «dolor» porque no hay otra palabra, decir «amor» sin recurrir a la treta de una metáfora. Sin temor a lo tremendo, con audacia por lo simple. y al mismo tiempo, la calculada estrategia del ritmo, la estructura musical del verso, que dispone palabras y sonidos en complejas figuras paralelas, en movimientos que avanzan y se retraen, en anáforas que percuten, en fraseos que regresan, insisten, en rimas internas, en versos medidos tras la apariencia equívoca del verso libre, en reflejos exactos o levemente asimétricos que a veces culminan en una eclosión sonora y otras se repliegan sutilmente como un murmullo o un secreto.

Trabajó por años en el estudio de los ritmos en poesía, un tema al que dedicó sostenidos afanes; también al tango, que la apasionaba, le dedicó lúcidos ensayos.

Acaso sorprenda que Idea, capaz de escribir una poesía tan desoladora, fue asimismo una vital sentidora de la vida: que gustaba de tocar el piano, de cultivar su jardín, que amaba a sus perros y sus gatos, que adoraba la vida al aire libre, el sol y la playa de Las Toscas. y, también, una mujer libre que vivió con independencia sus amores.

Idea y Juan Carlos Onetti se vieron por última vez el 15 de marzo de 1974. Onetti estaba en el hospital acompañado por su mujer, Dorothea Muhr, la misma que había tenido que soportar que un año después de su boda Vilariño le dedicase a su marido un poemario.

Idea entró en la habitación y Dorothea les dejó solos.

Pensaron que se moría. “Me levanté y quise tocarlo, tocar su mejilla con la mía. Apenas llegaba a él cuando me agarró con un vigor desesperado y me besó con el beso más grande, más tremendo que me hayan dado, que me vayan a dar nunca, y apenas comenzó su beso, sollozó, empezó a sollozar por detrás de aquel beso, después del cual debí morirme”, recordaría.

Luego Onetti se fue a España y no volvieron a verse. A ella le preguntaron siempre por él, y a él siempre por ella. Los dos siempre aseguraron quererse y no sentirse queridos.


En 1975 se casó sólo una vez, tarde, cuando  ya nadie pensaba que lo haría, con el joven profesor Jorge Liberatti. Pero antes y después vivió sola.


Idea y Jorge en Las Toscas, 1982.  (Colección I.V. Iconografía).


Luego de reinstaurado el sistema democrático,  en 1985 obtuvo la Cátedra de Literatura Uruguaya en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.

Idea-Vilariño y Juan Carlos Onetti en Madrid 1987

La Universidad Complutense de Madrid la becó durante un mes en 1993. Asimismo rechazó en dos ocasiones la Beca Gugennheim.

En 1994 recibió la medalla Haydée Santamaría por lo que se convirtió en la primera mujer en recibir tal distinción. 

Idea y Mario Benedetti

En 1997, accedió a ser entrevistada por Rosario Peyrou y Pablo Rocca, para el documental "Idea", con dirección de Mario Jacob y estrenado en mayo de 1998.

Su obra ha sido traducida a varios idiomas, como el italiano, alemán y portugués.


En la madrugada del 28 de abril de 2009 murió a los 89 años en un hospital de Montevideo tras ser intervenida de urgencia por una obstrucción intestinal.

Sólo pidió que no colocasen ninguna cruz en su ataúd y que tirasen sus cenizas en el mar de Las Toscas.

No previó ningún epitafio, pero lectores jóvenes escriben sus versos en los muros de las ciudades o los derraman con fervor en ese otro mar virtual de la Internet que ella no conoció. 

FUENTES

https://en.wikipedia.org/

https://www.biografiasyvidas.com/

https://www.escritores.org/biografias/

https://lamalincheblog.com/

Almanaque del Banco de Seguros del Estado 2010

 

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