Blog de Arinda

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domingo, 29 de septiembre de 2024

29 DE SETIEMBREDE 1864 NACÍA MIGUEL DE UNAMUNO

  

UNAMUNO y La Búsqueda de la

 Identidad



Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao, el 29 de septiembre de 1864.

Fue un escritor y filósofo español perteneciente a la llamada generación del 98 como el mayor de sus integrantes y, en cierta medida, su maestro. Cultivó todos los géneros literarios: ensayo, novela, poesía, periodismo y teatro.

 

Casa natal de Unamuno en Bilbao.

Unamuno nació en el número 16 de la calle Ronda de Bilbao, en el barrio de las Siete Calles.

Sus padres fueron el comerciante Félix María de Unamuno Larraza y su madre, María Salomé Crispina Jugo Unamuno, sobrina carnal de Félix, diecisiete años más joven.

Por parte de padre, el filósofo era primo del científico, naturalista y antropólogo Telesforo Aranzadi Unamuno (1860-1945), con quien preparó diversas oposiciones.

Su padre, nacido en 1823, hijo de un confitero de Vergara​ emigró joven a la ciudad mexicana de Tepic.

A su regreso, en 1859, gracias al capital acumulado, solicitó licencia municipal para que su horno panadero de Achuri pudiera utilizar agua del manantial Uzcorta.

En 1866, cuando contaba cuarenta y tres años, pidió permiso para establecer un despacho de pan en los porches de la plaza Vieja.

Se presentó a las elecciones municipales celebradas tras la Gloriosa, saliendo elegido por el distrito de San Juan con 120 votos.

El 1 de enero de 1869 juró su cargo de concejal en la sesión constitutiva del nuevo ayuntamiento. ​

Antes que Félix, en 1835 y debido a la guerra carlista, habían llegado a la capital vizcaína dos de sus hermanas: Benita, nacida en 1811, y Valentina, quince años menor que ella.

Benita, acabada la guerra, contrajo matrimonio con José Antonio de Jugo y Erezcano, ​ pequeño rentista natural de Ceberio, ​ dueño con su esposa de la confitería «La Vergaresa».

La más joven, Valentina, casó en 1856 con Félix Aranzadi Aramburu, quizá un antiguo trabajador de la pastelería de su padre​ que abrió una chocolatería en Bilbao con el mismo nombre que había tenido el negocio de sus cuñados.

 Félix y Valentina fueron los padrinos en el bautismo de Miguel.

Su madre, Salomé, hija única, fue bautizada en Bilbao el 25 de octubre de 1840.

 Poco después de los cuatro años murió su padre​ y su madre volvió a casarse en 1847, esta vez con José Narbaiza.

Miguel de Unamuno fue el tercer hijo y primer varón, tras María Felisa, nacida en 1861, y María Jesús, fallecida en 1863, 

Más tarde nacieron Félix Gabriel José, Susana Presentación Felisa y María Mercedes Higinia. 

​A los pocos meses de nacer, los padres de Unamuno cambiaron de domicilio y se instalaron en el segundo piso derecha de la calle de la Cruz número 7.

En los bajos se hallaba la chocolatería de sus tíos, que vivían en el primer piso.

 No había cumplido todavía los seis años cuando quedó huérfano de padre.

Félix de Unamuno falleció el 14 de julio de 1870 en el balneario de Urberuaga, en Marquina, «de enfermedad de tisis pulmonar».

Aprendió sus primeras letras con don Higinio en el colegio privado de San Nicolás, situado en una buhardilla de la calle del Correo.

 En las catequesis preparatorias para la primera comunión, en la iglesia de San Juan, conoció a quien, andando el tiempo, sería su novia y esposa: Concepción Lizárraga, Concha.

Desde niño, fue un gran aficionado a la papiroflexia, siendo uno de sus máximos impulsores durante el siglo XX.

Al acabar sus primeros estudios en el colegio de San Nicolás y a punto de entrar en el instituto, asistió como testigo al asedio de su ciudad durante la Tercera Guerra Carlista, lo que luego reflejará en su primera novela, Paz en la guerra.

La villa quedó sitiada por las tropas carlistas bajo el mando del general Elío, desde el 28 de diciembre de 1873.

A partir de febrero de 1874, la situación se agravó al quedar interrumpido cualquier abastecimiento a través de la ría y, por último, el día 21 del mismo mes comenzó el bombardeo de Bilbao.

El sitio finalizó el 2 de mayo de 1874 con la entrada de las tropas liberales al mando del general Gutiérrez de la Concha.

Esta experiencia de la guerra civil marcó su tránsito de la infancia a la adolescencia.

La siguiente etapa en la vida académica de Unamuno comenzó el 11 de septiembre de 1875, fecha en la que realizó su examen de ingreso en el Instituto Vizcaíno​ para cursar el Bachillerato, prueba en la que obtuvo la calificación de «Aprobado», y no se presentó al examen de premio.

​ Tanto el examen de ingreso como el primer curso tuvo que realizarlos en el antiguo colegio de la calle del Correo,​ ya que el Instituto, durante la guerra, había sido convertido en hospital militar.

​ Santos Barrón fue su profesor de Latín y Castellano, y Genaro Carreño de Geografía universal. Obtuvo la calificación de notable en las tres asignaturas.

Unamuno describió con gran viveza este periodo formativo de su vida en sus Recuerdos de niñez y de mocedad (1908), de que hay distintas versiones publicadas, pues el autor refundió diversos artículos publicados sobre el tema entre 1891 y 1892.

Los restantes cuatro cursos los realizó en el instituto. En general, le disgustaba el método de aprendizaje memorístico que se aplicaba en casi todas las asignaturas y le aburrían, en particular, las clases de Latín, Historia, Geografía y Retórica, aunque le encantaba memorizar los ejemplos de figuras de esta última.

No tuvo ningún problema con la Aritmética, la Física, la Geometría o la Trigonometría, y disfrutaba con el Álgebra. También le agradó la Filosofía, que figuraba entonces en una asignatura de cuarto curso: "Fundamentos de Psicología, Lógica y Ética", a pesar de que no apreciaba la didáctica de su profesor, el sacerdote Félix Azcuénaga.

En sus Recuerdos de niñez y de mocedad, Unamuno cuenta que empezó a sentir curiosidad por la filosofía leyendo las únicas obras de esa materia que había en la biblioteca paterna, que eran de Jaime Balmes ("una especie de escocés de quinta mano") y de Donoso Cortés.

En esas clases podía hacer gala de su talento de orador, rivalizando a menudo con su compañero Andrés Oñate. Por último, en las asignaturas impartidas por Fernando Mieg, Historia Natural, Fisiología e Higiene, logró sendos sobresalientes, probable consecuencia del sistema pedagógico utilizado por el catedrático que sabía despertar la curiosidad y el interés de sus alumnos.

Como dice, literalmente, su expediente, «con fecha 19 y 21 de junio de 1880 fue aprobado en los ejercicios del grado de Bachiller en Artes, en 17 de agosto del mismo se le expidió el título por el Sr. Rector de este distrito y en 30 del mismo mes recibió el dicho título».​

 

Buen dibujante, estudió en el taller bilbaíno de Antonio Lecuona, ​ pero, como él mismo confesó, la falta de dominio sobre el color le hizo desistir de una carrera artística.

En septiembre de 1880 se traslada a la Universidad de Madrid para estudiar Filosofía y Letras. En ese año precisamente acababa de publicar Marcelino Menéndez Pelayo el primer volumen de su Historia de los heterodoxos españoles (1880-1882), que le impresionó no poco, en especial en lo que tocaba al protestante José María Blanco White, con el que se identificaba en lo esencial, como señaló el conde de Motrico.

El 21 de junio de 1883, a sus diecinueve años, finaliza sus estudios y realiza el examen de Grado de dicha licenciatura obteniendo la calificación de sobresaliente.

Un año después, el 20 de junio de 1884, se doctora con una tesis sobre la lengua vasca: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca.

​ En ella anticipa su idea sobre el origen de los vascos, idea contraria a la que en los años venideros irá gestando el nacionalismo vasco, recién fundado por los hermanos Arana Goiri, que propugnará una raza vasca no contaminada por otras razas.

En 1884 comienza a trabajar en un colegio como profesor de latín y psicología, publica un artículo titulado «Del elemento alienígena en el idioma vasco» y otro costumbrista, «Guernica», aumentando su colaboración en 1886 con El Noticiero Bilbaíno.

En 1888, oposita en Madrid a la cátedra de Psicología, Lógica y Ética vacante en el Instituto de Bilbao y, mientras se halla en la capital por este motivo, la Diputación de Vizcaya convoca una plaza de profesor interino de lengua vascongada en el mismo instituto con «asignación anual de mil quinientas pesetas».

Se presenta a esta última junto con Pedro Alberdi, Eustaquio Madina, Sabino Arana y el novelista y folclorista Resurrección María de Azkue, adjudicándose la plaza a este último.

El primer informe presentado por el secretario de la Diputación hizo constar que, de los cinco candidatos, solo Unamuno y Azkue contaban con título profesional.

El primero, doctor en Filosofía y Letras y el segundo, Bachiller en Teología. Según Sabino Arana, la adjudicación se debió al «Diputado Larrazabal, amigo de Azkue y amigo de mi difunto padre, (que) me escribió suplicándome retirara la solicitud, para que el nombramiento recayera en Azkue, joven clérigo despejado que tenía que sostener a su madre y hermanas y al efecto y para desplegar sus facultades deseaba establecerse en Bilbao».​

Polemizó con Sabino Arana, que iniciaba su actividad nacionalista, ya que consideraba a Unamuno como un vasco «españolista» porque, aunque ya había escrito algunas obras en euskera, consideraba a este idioma próximo a desaparecer y que además el bilingüismo no era posible. «El vascuence y el castellano son incompatibles, dígase lo que se quiera, y, si caben individuos, no caben pueblos bilingües. Es este de la bilingüidad un estado transitorio».

En 1889 prepara otras oposiciones y viaja a Suiza, Italia y Francia, donde se celebra la Exposición Universal y se inaugura la torre Eiffel.

 

Concepción Lizárraga Ecenarro,

El 31 de enero de 1891, se casa en Guernica con , Concepción Lizárraga Ecenarro, de la que estaba enamorado desde niño y con quien tuvo nueve hijos: Fernando, Pablo, Raimundo, Salomé, Felisa, José, María, Rafael y Ramón. Salomé se casó más tarde con el poeta José María Quiroga Plá.

Concepción Lizárraga Ecenarro y sus hijos

Unamuno pasa los meses invernales de ese año dedicado a la preparación de las oposiciones para una cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, una materia menos controvertida, la cual obtiene de un tribunal donde figuraba entre otros Juan Valera.

​ En junio de 1891 aprueba las oposiciones y en julio toma posesión de la cátedra de Lengua Griega, regresando a Bilbao.

Con el comienzo del curso el 1 de octubre se traslada definitivamente a Salamanca. Con motivo de estas oposiciones, entabla amistad con el granadino Ángel Ganivet, amistad que se irá intensificando hasta el suicidio de aquel en 1898.

También estudia el Cantar de Mio Cid entre octubre de 1892 y abril de 1893 para optar al premio que la Real Academia de la Lengua ofrecía al mejor trabajo sobre el léxico y la gramática del mismo.

 ​ Quedó finalista, pues el premio lo obtuvo Ramón Menéndez Pidal; el estudio de Unamuno recién llegó a publicarse en 1977.

El 11 de octubre de 1894 ingresa en la Agrupación Socialista de Bilbao y colabora en el semanario La Lucha de Clases de esta ciudad.

En 1895 aparece su primera colección de ensayos, En torno al casticismo, que tendrá segunda edición en 1916.

La ejecución del líder y escritor filipino José Rizal en 1896, a instigación de las órdenes religiosas establecidas en la isla, lo conmueve profundamente.

Abandona el partido socialista en 1897 sufriendo una gran depresión: su tercer hijo enfermó de una meningitis que degeneró en hidrocefalia, se cree a las puertas de la muerte al sufrir una neurosis de angustia.

El materialismo dialéctico no puede explicar sus dudas existenciales y sus preocupaciones religiosas, que empiezan a dominar su pensamiento. Publica también en ese año su única novela histórica, Paz en la guerra, sobre la tercera carlistada en Bilbao, pero que no le deja satisfecho por ser demasiado pensada y estructurada.

Refleja algo de su crisis espiritual en su tragedia La esfinge, compuesta en 1897 pero estrenada en 1909, donde cuenta la historia de Ángel (¿un eco de su amigo Ángel Ganivet, acaso?), quien, empujado por su entorno para adentrarse en el mundo de la política, sufre una crisis espiritual y de valores que le empuja a dejarse matar.

Además, concluye en 1898 la guerra hispano-estadounidense en la que España pierde sus colonias y se hace evidente que el país no es lo que se creía que era.

El corrupto sistema canovista está en crisis y cunden las preocupaciones patrióticas: el pensamiento regeneracionista está en el aire: Joaquín Costa publica Reconstitución y europeización de España (1898).

De esta coyuntura surge el grupo de "los tres" (Azorín, Baroja y Unamuno) y la llamada generación del 98, que ofrecerá una visión subjetiva (artística: narrativa y poética) de la decadencia inspirada en los estudios objetivos del regeneracionismo, buscando en diversos viajes por el país la España real, lo que Unamuno llamará en los ensayos de 1895 tradición eterna o intrahistoria, una historia de los pequeños grupos humanos frente a la de la España oficial, metahistórica, falsa y meramente epifenoménica.

Unamuno tiene en 1898 ya cinco hijos y multiplica su esfuerzo y sus colaboraciones periodísticas para poder sostener a su familia.

Desde los inicios de su estancia en Salamanca, participó activamente en su vida cultural, y se hizo habitual su presencia en la terraza del Café literario Novelty, ​ al lado del ayuntamiento, costumbre que mantuvo hasta 1936.

Desde aquella terraza, cuando a Unamuno, refiriéndose a la Plaza Mayor de Salamanca, le preguntaban si era un cuadrado perfecto o no, él afirmaba: «Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico».

En 1900​ el ministro lo nombra, con solo treinta y seis años de edad, rector de la Universidad de Salamanca por primera vez, cargo que llegó a ostentar tres veces.

Creó una cátedra de Filología comparada que terminó rigiendo él.

En 1901 empieza a leer a su filósofo predilecto, Sören Kierkegaard; incluso aprende danés para comprenderlo mejor, y se recrudece su enfrentamiento con el obispo de Salamanca Tomás Cámara.


Autorretrato de Unamuno, en «Auto-retrato» (Revista Ibérica, 30 de septiembre de 1902).

 

En 1902 publica la novela Amor y pedagogía, una crítica severa al pensamiento educativo del positivismo y a la represión de todo impulso natural. Sostiene en esta obra, como en otras, la dicotomía esencial entre la vida y el pensamiento. Le nombran mantenedor de diversos juegos florales.

Con motivo del tricentenario de la publicación del Quijote (1905), publica su poco ortodoxo ensayo Vida de don Quijote y Sancho sobre el heroísmo y el erostratismo y recibe la Gran Cruz de Alfonso XII.

En 1906 le acomete otra vez la neurosis de angustia.

En agosto de 1909, durante la Guerra de Melilla y después del Desastre del Barranco del Lobo, escribió su polémico poema "Salutación a los rifeños", donde se pone de parte de ellos frente a las ambiciones mineras de los occidentales, representadas por España.

 Polemiza con Ramiro de Maeztu y José Ortega y Gasset y sus artículos se publican por toda España y América. En 1909 logra estrenar en Las Palmas su tragedia La esfinge. Viaja por España y Portugal.

En 1911 publica Rosario de sonetos líricos, Por tierras de Portugal y España, Soliloquios y conversaciones y Una historia de amor.

En el año 1912 aparece una colección de ensayos, Contra esto y aquello.

En 1913 aparece la primera de sus obras filosóficas importantes, Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, así como su primera obra dramática, La venda.

En 1913 viaja por Las Hurdes con Maurice Legendre y Jacques Chevalier buscando la mísera España real (Alfonso XIII lo hará ocho años después, junto al doctor Gregorio Marañón, en 1922).

Desde 1895 hasta su muerte, mantuvo una intensa relación epistolar con diversos intelectuales, políticos, artistas y escritores latinoamericanos como Rubén Darío, Rufino Blanco Fombona, Rómulo Betancourt, José Rafael Pocaterra o Pedro Emilio Coll.

 En 1914 publica su nivola / novela más importante, Niebla, escrita en 1907, donde se refleja la insustancialidad existencial de la vida y el problema de la identidad y la pervivencia a través de un personaje "irreal", Augusto Pérez, anticipando el uso de la metaficción; el peso de la filosofía irracionalista europea en esta creación es notable (Schopenhauer y Kierkegaard, principalmente), pero también el de la clásica (Spinoza, Kant, Hegel, Spencer).

En agosto de 1914 el ministro de Instrucción Pública lo destituye del rectorado por razones políticas, aunque el pretexto oficial es una anómala convalidación del título de bachiller a un colombiano; las reacciones adversas a esa decisión gubernamental son no solo de escala nacional, sino internacional.

  


«Don Miguel el agorero». Caricaturizado por Bagaría en La Esfera (1916)


Unamuno en un mitin en la antigua plaza de toros de Madrid (1917)

En 1917 publica su novela Abel Sánchez. Una historia de pasión, donde ejemplifica como elemento esencial del carácter español la envidia, que él llama cainismo, en forma de ninguneo de todo lo elevado, honesto y esforzado, de la "superioridad natural", como expone en el prólogo a la segunda edición; por ejemplo, el protagonista no es el que da el título a la obra, sino el doctor Joaquín Monegro, que ve despreciados todos sus esfuerzos por hacer el bien a los demás y al final mata a Abel cuando le roba el amor de su nieto.

Al año siguiente (1918) es elegido concejal del ayuntamiento salmantino y estrena sin éxito en el Ateneo su tragedia Fedra, acaso demasiado densa y escasa de acción para el gusto popular.

 En 1920 es elegido por sus compañeros decano de la Facultad de Filosofía y Letras y publica su poema religioso El Cristo de Velázquez, un intento de desagraviarse por su descreído poema "El Cristo yacente de Santa Clara" que publicó el 26 de mayo de 1913 en Los Lunes del Imparcial y que suscitó reacciones adversas en los círculos católicos, que lo consideraban blasfemo​ y Tres novelas ejemplares y un prólogo. En ese mismo año es condenado a dieciséis años de prisión por injurias al rey en un artículo de opinión, pero la sentencia no llegó a cumplirse.

[...] ese aventurero de mala fe, rapaz, mendaz e incapaz que es Primo de Rivera, a quien he de aplastar como Sarmiento a Rosas. ​

En 1921 es nombrado vicerrector. Sus constantes ataques al rey y al dictador Primo de Rivera hacen que este lo destituya nuevamente y lo destierre a Fuerteventura en febrero de 1924.

El 9 de julio es indultado, pero él se exilia voluntariamente a Francia; primero a París, donde fue muy bien acogido por el hispanista Jean Cassou, quien le presentó al escritor mexicano Alfonso Reyes y al poeta checo-alemán Rainer Maria Rilke, y, al poco tiempo, a Hendaya.

Se queda allí hasta que en 1930 cae el régimen de Primo de Rivera, y a su vuelta a Salamanca entra en la ciudad con un recibimiento apoteósico.

Miguel de Unamuno se presenta candidato a concejal por la Conjunción Republicano-Socialista para las elecciones del 12 de abril de 1931, resultando elegido.

El 14 de abril, es él quien proclama la República en Salamanca: desde el balcón del ayuntamiento, el filósofo declara que comienza «una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido».

 

Conferencia de Unamuno en 1932

La República lo repone en el cargo de rector de la Universidad salmantina. Se presenta a las elecciones a Cortes y es elegido diputado como independiente por la candidatura de la conjunción republicano-socialista en Salamanca, ejerciendo su cargo entre el 12 de julio de 1931 y el 9 de octubre de 1933.

 Sin embargo, el escritor e intelectual, que en 1931 había dicho que él había contribuido más que ningún otro español —con su pluma, con su oposición al rey y al dictador, con su exilio...— al advenimiento de la República, empieza a desencantarse, como otros intelectuales que lo habían acompañado en su pulso a favor de la República, como José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala.

En 1933 decide no presentarse a la reelección. Por demás, había reñido también con muchos otros famosos intelectuales, que, sin embargo, lo admiraban, como el propio Ortega, quien no podía soportar su subjetivismo ya al menos desde 1909, cuando se entrevistó con él en Salamanca; Ramón Gómez de la Serna advirtió que, cuando Unamuno entraba en la Revista de Occidente, Ortega se levantaba y se iba, a lo que añadió maliciosamente: "Nunca notaba su ausencia";60​ o Pío Baroja, al que su intransigencia lo ponía incomodísimo (escribió que «Unamuno se creía todo.

 Era, sin proponérselo, filósofo, matemático, geógrafo, filólogo, naturalista, arquitecto, además de vidente y de profeta» y no «hubiera dejado hablar por gusto a nadie. No escuchaba»), aunque apercibió que sus novelas parecían escritas "para incomodar al lector". 

No caía tampoco demasiado bien a Valle-Inclán ni a Fernando Pessoa, quien sufrió sus ninguneos y advirtió el absurdo de sus contradicciones.

 Imbuido de lo que él llamaba, con esos neologismos que caracterizan su estilo, su alterutralidad o neutralidad activa, el gran filólogo Ernst Robert Curtius llegó a definirlo como excitator Hispaniae.

 En 1934 se jubiló de su actividad docente y fue nombrado rector vitalicio, a título honorífico, de la Universidad de Salamanca, que creó una cátedra con su nombre.

Ese mismo año fue designado miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, por nominación de Pedro Emilio Coll, con quien había mantenido una relación epistolar desde 1895.

Sin embargo, a pesar de que el diploma fechado el 23 de noviembre de 1934 llegó a las manos de Unamuno, este nunca aceptó la distinción de aquel país, gobernado por el dictador Juan Vicente Gómez.

En 1935 fue nombrado ciudadano de honor de la República. Fruto de su desencanto, expresó públicamente sus críticas a la reforma agraria, la política religiosa, la clase política, el gobierno y a Manuel Azaña.

​ El 10 de febrero de 1935 recibió la visita de José Antonio Primo de Rivera y otros falangistas en su casa y asistió al acto de presentación de la Falange en Salamanca, según su correspondencia con la escritora Concha Espina.

Según una controvertida afirmación de Manuel Menchón, en 1935 el premio Nobel de literatura quedó desierto. Un informe del «Ministerio para la formación y la propaganda” del Tercer Reich dirigido a la Fundación Nobel solicitaba que no se concediera el premio a Miguel de Unamuno ya que “Tras el cambio político ocurrido desde 1933, Unamuno ha tomado una actitud tan clara contra nosotros que se pueda considerar como el portavoz espiritual de la lucha contra Alemania en los círculos intelectuales de España. Por esta actitud no apoyamos su solicitud para el Nobel».

 Al iniciarse la guerra civil, Unamuno apoyó al bando nacional: quiere ver en los militares alzados a un conjunto de regeneracionistas autoritarios dispuestos a encauzar la deriva del país.

Cuando el 19 de julio la práctica totalidad del consistorio salmantino fue destituida por las nuevas autoridades y sustituida por personas adeptas, Unamuno aceptó el acta de concejal que le ofreció el nuevo alcalde, el comandante Del Valle.

En el verano de 1936, hizo un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyasen a los sublevados, declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana, lo que causó tristeza y horror en el mundo, según el historiador Fernando García de Cortázar. ​ Azaña lo destituyó, pero el gobierno de Burgos lo repuso de nuevo en el cargo.

Sin embargo, el entusiasmo por la sublevación pronto se tornó en decepción, especialmente ante el cariz que tomó la represión en Salamanca. Según el historiador Francisco Blanco Nieto, Unamuno ya mostró su desacuerdo con varios hechos represivos de los días 19 y 20 de julio, aunque también donó 5000 pesetas al ejército sublevado, quizá por temor.

 En los bolsillos de Unamuno se amontonaban las cartas de mujeres de amigos, de conocidos y de desconocidos, que le pedían que intercediese por sus maridos encarcelados, torturados y fusilados. 

A finales de julio, sus amigos salmantinos Prieto Carrasco (alcalde republicano de Salamanca) y José Andrés y Manso (diputado socialista) fueron asesinados, y su alumno predilecto y rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila Hernández, detenido el 7 de octubre.

 En la cárcel se hallaban también recluidos sus íntimos amigos el doctor Filiberto Villalobos y el periodista José Sánchez Gómez, este a la espera de ser fusilado. Su también amigo, el pastor de la Iglesia anglicana y masón Atilano Coco, estaba amenazado de muerte (será fusilado en diciembre de 1936). 

A principios de octubre, Unamuno visitó a Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos.

 Salvador Vila fue ejecutado el 22 de octubre, el mismo día en que Unamuno fue destituido como rector por orden de Franco.

El escritor vasco, ya desencantado de las consecuencias del pronunciamiento militar, llegaría a atribuir (en comunicación privada a un amigo) el origen del «estúpido régimen de terror» que imperaba en la zona nacionalista a «el maridaje de la mentalidad de cuartel con la de sacristía».

Miguel de Unamuno también se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación. El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, durante el acto de apertura del curso académico que se celebraba tradicionalmente en la misma fecha que el Día de la Raza, el rector se enfrentó públicamente al general Millán-Astray, que había pronunciado unas soflamas contra la inteligencia y exaltadoras de la muerte. 

Los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa, en un estado, en palabras de Fernando García de Cortázar, de resignada desolación, desesperación y soledad.

Casa del Regidor Ovalle Prieto, en la calle Bordadores de Salamanca, en la cual vivió y murió Unamuno.


 Miguel de Unamuno murió repentinamente en su domicilio salmantino de la calle Bordadores, la tarde del 31 de diciembre de 1936, durante la visita que le hizo el falangista Bartolomé Aragón, profesor auxiliar de la Facultad de Derecho.

Se ha postulado como causa de la muerte la inhalación de gases de un brasero, aunque también se ha apuntado la hipótesis —"altamente improbable", ​— de que fue envenenado por su visitante.

A pesar de su virtual reclusión, en su funeral fue exaltado como un héroe falangista.

 A su muerte, Antonio Machado escribió: «Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso también, aunque muchos no lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su pueblo. ¿Contra el pueblo mismo? No lo he creído nunca y no lo creeré jamás».




Sus restos reposan junto a los de su hija mayor, Salomé (casada con su secretario y poeta José María Quiroga Plá y fallecida tres años antes), en un nicho del cementerio de San Carlos Borromeo de Salamanca, tras este epitafio: «Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar».​

 

Obra

Narrativa

 Desde 1886 escribió un total de 87 cuentos y relatos cortos[cita requerida]. De ellos, en 1913 seleccionó solo veintiséis para su libro El espejo de la muerte. Destacan el que da título al libro o Revolución en la biblioteca de Ciudámuerta.

Paz en la guerra (1897), obra en la cual utiliza el contexto de la tercera guerra carlista (que conoció en su niñez) para plantear la relación del yo con el mundo, condicionado por el conocimiento de la muerte.

Amor y pedagogía (1902), que une lo cómico y lo trágico en una reducción a lo absurdo de la sociología positivista.

Recuerdos de niñez y mocedad (1908) es una obra autobiográfica. En ella el autor vasco reflexiona sobre los primeros años de su vida en Bilbao.

El espejo de la muerte (1913), libro de cuentos.

Niebla (1914), obra clave de Unamuno, que él caracteriza con el nombre «nivola» para separarla de la supuesta forma fija de la novela.

En 1917 escribe Abel Sánchez, donde invierte el tema bíblico de Caín y Abel para presentar la anatomía de la envidia.

Tulio Montalbán (1920) es una novela corta sobre el problema íntimo de la derrota de la personalidad verdadera por la imagen pública del mismo hombre.

También en 1920 se publican tres novelas cortas con un prólogo de gran importancia: Tres novelas ejemplares y un prólogo.

La última narración extensa es La tía Tula (1921), donde se presenta el anhelo de maternidad ya esbozado en Amor y pedagogía y en Dos madres.

Teresa (1924) es un cuadro narrativo que contiene rimas becquerianas, logrando en idea y en realidad la recreación de la amada.

Cómo se hace una novela (1927) es la autopsia de la novela unamuniana.

San Manuel Bueno, mártir (1930), en la que habla de un sacerdote que predica algo en lo que él no logra creer.

Don Sandalio, jugador de ajedrez (1930).

Diario íntimo (póstumo), escrito hacia 1897, publicado en 1970.

Obras teatrales

La esfinge (1898)

La venda (1899)

La princesa doña Lambra (1909)

La difunta (1909)

El pasado que vuelve (1910)

Fedra (1910)

Soledad (1921)

Raquel encadenada (1921)

Sombras de sueño (1926)

El otro (1926)

El hermano Juan o el mundo es teatro (1929)

Razón y fe

 

Andanzas y visiones españolas (1922)

 

Libros de viajes

 

Monumento a Miguel de Unamuno en la plaza bilbaína que lleva su nombre.

Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza (1889, impreso en 2017)

Paisajes (1902)

De mi país (1903).

Por tierras de Portugal y España (1911)

Andanzas y visiones españolas (1922)

Paisajes del Alma (1944)

Madrid, Castilla (2001)

 

HOMENAJES

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