UNAMUNO y La Búsqueda de la
Identidad
Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao, el 29 de septiembre de 1864.
Fue un escritor y filósofo
español perteneciente a la llamada generación del 98 como el mayor de sus
integrantes y, en cierta medida, su maestro. Cultivó todos los géneros
literarios: ensayo, novela, poesía, periodismo y teatro.
Casa natal de Unamuno
en Bilbao.
Unamuno nació en el número 16 de
la calle Ronda de Bilbao, en el barrio de las Siete Calles.
Sus padres fueron el comerciante
Félix María de Unamuno Larraza y su madre, María Salomé Crispina Jugo Unamuno, sobrina
carnal de Félix, diecisiete años más joven.
Por parte de padre, el filósofo
era primo del científico, naturalista y antropólogo Telesforo Aranzadi Unamuno
(1860-1945), con quien preparó diversas oposiciones.
Su padre, nacido en 1823, hijo de
un confitero de Vergara emigró joven a la ciudad mexicana de Tepic.
A su regreso, en 1859, gracias al
capital acumulado, solicitó licencia municipal para que su horno panadero de
Achuri pudiera utilizar agua del manantial Uzcorta.
En 1866, cuando contaba cuarenta
y tres años, pidió permiso para establecer un despacho de pan en los porches de
la plaza Vieja.
Se presentó a las elecciones
municipales celebradas tras la Gloriosa, saliendo elegido por el distrito de
San Juan con 120 votos.
El 1 de enero de 1869 juró su
cargo de concejal en la sesión constitutiva del nuevo ayuntamiento.
Antes que Félix, en 1835 y debido
a la guerra carlista, habían llegado a la capital vizcaína dos de sus hermanas:
Benita, nacida en 1811, y Valentina, quince años menor que ella.
Benita, acabada la guerra,
contrajo matrimonio con José Antonio de Jugo y Erezcano, pequeño rentista
natural de Ceberio, dueño con su esposa de la confitería «La Vergaresa».
La más joven, Valentina, casó en
1856 con Félix Aranzadi Aramburu, quizá un antiguo trabajador de la pastelería
de su padre que abrió una chocolatería en Bilbao con el mismo nombre que había
tenido el negocio de sus cuñados.
Félix y Valentina fueron los padrinos en el
bautismo de Miguel.
Su madre, Salomé, hija única, fue
bautizada en Bilbao el 25 de octubre de 1840.
Poco después de los cuatro años murió su padre
y su madre volvió a casarse en 1847, esta vez con José Narbaiza.
Miguel de Unamuno fue el tercer
hijo y primer varón, tras María Felisa, nacida en 1861, y María Jesús,
fallecida en 1863,
Más tarde nacieron Félix Gabriel
José, Susana Presentación Felisa y María Mercedes Higinia.
A los pocos meses de nacer, los
padres de Unamuno cambiaron de domicilio y se instalaron en el segundo piso
derecha de la calle de la Cruz número 7.
En los bajos se hallaba la chocolatería
de sus tíos, que vivían en el primer piso.
No había cumplido todavía los seis años cuando
quedó huérfano de padre.
Félix de Unamuno falleció el 14
de julio de 1870 en el balneario de Urberuaga, en Marquina, «de enfermedad de
tisis pulmonar».
Aprendió sus primeras letras con
don Higinio en el colegio privado de San Nicolás, situado en una buhardilla de
la calle del Correo.
En las catequesis preparatorias para la
primera comunión, en la iglesia de San Juan, conoció a quien, andando el tiempo,
sería su novia y esposa: Concepción Lizárraga, Concha.
Desde niño, fue un gran
aficionado a la papiroflexia, siendo uno de sus máximos impulsores durante el
siglo XX.
Al acabar sus primeros estudios
en el colegio de San Nicolás y a punto de entrar en el instituto, asistió como
testigo al asedio de su ciudad durante la Tercera Guerra Carlista, lo que luego
reflejará en su primera novela, Paz en la guerra.
La villa quedó sitiada por las
tropas carlistas bajo el mando del general Elío, desde el 28 de diciembre de
1873.
A partir de febrero de 1874, la
situación se agravó al quedar interrumpido cualquier abastecimiento a través de
la ría y, por último, el día 21 del mismo mes comenzó el bombardeo de Bilbao.
El sitio finalizó el 2 de mayo de
1874 con la entrada de las tropas liberales al mando del general Gutiérrez de
la Concha.
Esta experiencia de la guerra
civil marcó su tránsito de la infancia a la adolescencia.
La siguiente etapa en la vida
académica de Unamuno comenzó el 11 de septiembre de 1875, fecha en la que
realizó su examen de ingreso en el Instituto Vizcaíno para cursar el
Bachillerato, prueba en la que obtuvo la calificación de «Aprobado», y no se
presentó al examen de premio.
Tanto el examen de ingreso como
el primer curso tuvo que realizarlos en el antiguo colegio de la calle del
Correo, ya que el Instituto, durante la guerra, había sido convertido en
hospital militar.
Santos Barrón fue su profesor
de Latín y Castellano, y Genaro Carreño de Geografía universal. Obtuvo la
calificación de notable en las tres asignaturas.
Unamuno describió con gran viveza
este periodo formativo de su vida en sus Recuerdos de niñez y de mocedad
(1908), de que hay distintas versiones publicadas, pues el autor refundió
diversos artículos publicados sobre el tema entre 1891 y 1892.
Los restantes cuatro cursos los
realizó en el instituto. En general, le disgustaba el método de aprendizaje
memorístico que se aplicaba en casi todas las asignaturas y le aburrían, en
particular, las clases de Latín, Historia, Geografía y Retórica, aunque le
encantaba memorizar los ejemplos de figuras de esta última.
No tuvo ningún problema con la
Aritmética, la Física, la Geometría o la Trigonometría, y disfrutaba con el
Álgebra. También le agradó la Filosofía, que figuraba entonces en una
asignatura de cuarto curso: "Fundamentos de Psicología, Lógica y
Ética", a pesar de que no apreciaba la didáctica de su profesor, el
sacerdote Félix Azcuénaga.
En sus Recuerdos de niñez y de
mocedad, Unamuno cuenta que empezó a sentir curiosidad por la filosofía leyendo
las únicas obras de esa materia que había en la biblioteca paterna, que eran de
Jaime Balmes ("una especie de escocés de quinta mano") y de Donoso
Cortés.
En esas clases podía hacer gala
de su talento de orador, rivalizando a menudo con su compañero Andrés Oñate.
Por último, en las asignaturas impartidas por Fernando Mieg, Historia Natural,
Fisiología e Higiene, logró sendos sobresalientes, probable consecuencia del
sistema pedagógico utilizado por el catedrático que sabía despertar la
curiosidad y el interés de sus alumnos.
Como dice, literalmente, su
expediente, «con fecha 19 y 21 de junio de 1880 fue aprobado en los ejercicios
del grado de Bachiller en Artes, en 17 de agosto del mismo se le expidió el
título por el Sr. Rector de este distrito y en 30 del mismo mes recibió el
dicho título».
Buen dibujante, estudió en el
taller bilbaíno de Antonio Lecuona, pero, como él mismo confesó, la falta de
dominio sobre el color le hizo desistir de una carrera artística.
En septiembre de 1880 se traslada
a la Universidad de Madrid para estudiar Filosofía y Letras. En ese año
precisamente acababa de publicar Marcelino Menéndez Pelayo el primer volumen de
su Historia de los heterodoxos españoles (1880-1882), que le impresionó no
poco, en especial en lo que tocaba al protestante José María Blanco White, con
el que se identificaba en lo esencial, como señaló el conde de Motrico.
El 21 de junio de 1883, a sus
diecinueve años, finaliza sus estudios y realiza el examen de Grado de dicha
licenciatura obteniendo la calificación de sobresaliente.
Un año después, el 20 de junio de
1884, se doctora con una tesis sobre la lengua vasca: Crítica del problema
sobre el origen y prehistoria de la raza vasca.
En ella anticipa su idea sobre
el origen de los vascos, idea contraria a la que en los años venideros irá
gestando el nacionalismo vasco, recién fundado por los hermanos Arana Goiri,
que propugnará una raza vasca no contaminada por otras razas.
En 1884 comienza a trabajar en un
colegio como profesor de latín y psicología, publica un artículo titulado «Del
elemento alienígena en el idioma vasco» y otro costumbrista, «Guernica»,
aumentando su colaboración en 1886 con El Noticiero Bilbaíno.
En 1888, oposita en Madrid a la
cátedra de Psicología, Lógica y Ética vacante en el Instituto de Bilbao y,
mientras se halla en la capital por este motivo, la Diputación de Vizcaya
convoca una plaza de profesor interino de lengua vascongada en el mismo
instituto con «asignación anual de mil quinientas pesetas».
Se presenta a esta última junto
con Pedro Alberdi, Eustaquio Madina, Sabino Arana y el novelista y folclorista
Resurrección María de Azkue, adjudicándose la plaza a este último.
El primer informe presentado por
el secretario de la Diputación hizo constar que, de los cinco candidatos, solo
Unamuno y Azkue contaban con título profesional.
El primero, doctor en Filosofía y
Letras y el segundo, Bachiller en Teología. Según Sabino Arana, la adjudicación
se debió al «Diputado Larrazabal, amigo de Azkue y amigo de mi difunto padre,
(que) me escribió suplicándome retirara la solicitud, para que el nombramiento
recayera en Azkue, joven clérigo despejado que tenía que sostener a su madre y
hermanas y al efecto y para desplegar sus facultades deseaba establecerse en
Bilbao».
Polemizó con Sabino Arana, que
iniciaba su actividad nacionalista, ya que consideraba a Unamuno como un vasco
«españolista» porque, aunque ya había escrito algunas obras en euskera,
consideraba a este idioma próximo a desaparecer y que además el bilingüismo no
era posible. «El vascuence y el castellano son incompatibles, dígase lo que se
quiera, y, si caben individuos, no caben pueblos bilingües. Es este de la
bilingüidad un estado transitorio».
En 1889 prepara otras oposiciones
y viaja a Suiza, Italia y Francia, donde se celebra la Exposición Universal y
se inaugura la torre Eiffel.
El 31 de enero de 1891, se casa
en Guernica con , Concepción Lizárraga Ecenarro, de la que estaba enamorado
desde niño y con quien tuvo nueve hijos: Fernando, Pablo, Raimundo, Salomé,
Felisa, José, María, Rafael y Ramón. Salomé se casó más tarde con el poeta José
María Quiroga Plá.
Unamuno pasa los meses invernales
de ese año dedicado a la preparación de las oposiciones para una cátedra de
griego en la Universidad de Salamanca, una materia menos controvertida, la cual
obtiene de un tribunal donde figuraba entre otros Juan Valera.
En junio de 1891 aprueba las
oposiciones y en julio toma posesión de la cátedra de Lengua Griega, regresando
a Bilbao.
Con el comienzo del curso el 1 de
octubre se traslada definitivamente a Salamanca. Con motivo de estas
oposiciones, entabla amistad con el granadino Ángel Ganivet, amistad que se irá
intensificando hasta el suicidio de aquel en 1898.
También estudia el Cantar de Mio
Cid entre octubre de 1892 y abril de 1893 para optar al premio que la Real
Academia de la Lengua ofrecía al mejor trabajo sobre el léxico y la gramática
del mismo.
Quedó finalista, pues el premio lo obtuvo
Ramón Menéndez Pidal; el estudio de Unamuno recién llegó a publicarse en 1977.
El 11 de octubre de 1894 ingresa en la Agrupación Socialista de Bilbao y colabora en el semanario La Lucha de Clases de esta ciudad.
En 1895 aparece su primera
colección de ensayos, En torno al casticismo, que tendrá segunda edición en
1916.
La ejecución del líder y escritor
filipino José Rizal en 1896, a instigación de las órdenes religiosas
establecidas en la isla, lo conmueve profundamente.
Abandona el partido socialista en
1897 sufriendo una gran depresión: su tercer hijo enfermó de una meningitis que
degeneró en hidrocefalia, se cree a las puertas de la muerte al sufrir una
neurosis de angustia.
El materialismo dialéctico no
puede explicar sus dudas existenciales y sus preocupaciones religiosas, que
empiezan a dominar su pensamiento. Publica también en ese año su única novela
histórica, Paz en la guerra, sobre la tercera carlistada en Bilbao, pero que no
le deja satisfecho por ser demasiado pensada y estructurada.
Refleja algo de su crisis
espiritual en su tragedia La esfinge, compuesta en 1897 pero estrenada
en 1909, donde cuenta la historia de Ángel (¿un eco de su amigo Ángel Ganivet,
acaso?), quien, empujado por su entorno para adentrarse en el mundo de la
política, sufre una crisis espiritual y de valores que le empuja a dejarse
matar.
Además, concluye en 1898 la
guerra hispano-estadounidense en la que España pierde sus colonias y se hace
evidente que el país no es lo que se creía que era.
El corrupto sistema canovista
está en crisis y cunden las preocupaciones patrióticas: el pensamiento
regeneracionista está en el aire: Joaquín Costa publica Reconstitución y
europeización de España (1898).
De esta coyuntura surge el grupo
de "los tres" (Azorín, Baroja y Unamuno) y la llamada generación del
98, que ofrecerá una visión subjetiva (artística: narrativa y poética) de la
decadencia inspirada en los estudios objetivos del regeneracionismo, buscando
en diversos viajes por el país la España real, lo que Unamuno llamará en los
ensayos de 1895 tradición eterna o intrahistoria, una historia de los pequeños
grupos humanos frente a la de la España oficial, metahistórica, falsa y
meramente epifenoménica.
Unamuno tiene en 1898 ya cinco
hijos y multiplica su esfuerzo y sus colaboraciones periodísticas para poder
sostener a su familia.
Desde los inicios de su estancia
en Salamanca, participó activamente en su vida cultural, y se hizo habitual su
presencia en la terraza del Café literario Novelty, al lado del ayuntamiento,
costumbre que mantuvo hasta 1936.
Desde aquella terraza, cuando a
Unamuno, refiriéndose a la Plaza Mayor de Salamanca, le preguntaban si era un
cuadrado perfecto o no, él afirmaba: «Es un cuadrilátero. Irregular, pero
asombrosamente armónico».
En 1900 el ministro lo nombra,
con solo treinta y seis años de edad, rector de la Universidad de Salamanca por
primera vez, cargo que llegó a ostentar tres veces.
Creó una cátedra de Filología
comparada que terminó rigiendo él.
En 1901 empieza a leer a su
filósofo predilecto, Sören Kierkegaard; incluso aprende danés para comprenderlo
mejor, y se recrudece su enfrentamiento con el obispo de Salamanca Tomás
Cámara.
En 1902 publica la novela Amor y
pedagogía, una crítica severa al pensamiento educativo del positivismo y a la
represión de todo impulso natural. Sostiene en esta obra, como en otras, la
dicotomía esencial entre la vida y el pensamiento. Le nombran mantenedor de
diversos juegos florales.
Con motivo del tricentenario de
la publicación del Quijote (1905), publica su poco ortodoxo ensayo Vida de don
Quijote y Sancho sobre el heroísmo y el erostratismo y recibe la Gran Cruz de
Alfonso XII.
En 1906 le acomete otra vez la
neurosis de angustia.
En agosto de 1909, durante la
Guerra de Melilla y después del Desastre del Barranco del Lobo, escribió su
polémico poema "Salutación a los rifeños", donde se pone de parte de
ellos frente a las ambiciones mineras de los occidentales, representadas por
España.
Polemiza con Ramiro de Maeztu y José Ortega y
Gasset y sus artículos se publican por toda España y América. En 1909 logra
estrenar en Las Palmas su tragedia La esfinge. Viaja por España y Portugal.
En 1911 publica Rosario de
sonetos líricos, Por tierras de Portugal y España, Soliloquios y conversaciones
y Una historia de amor.
En el año 1912 aparece una
colección de ensayos, Contra esto y aquello.
En 1913 aparece la primera de sus
obras filosóficas importantes, Del sentimiento trágico de la vida en los
hombres y en los pueblos, así como su primera obra dramática, La venda.
En 1913 viaja por Las Hurdes con
Maurice Legendre y Jacques Chevalier buscando la mísera España real (Alfonso
XIII lo hará ocho años después, junto al doctor Gregorio Marañón, en 1922).
Desde 1895 hasta su muerte,
mantuvo una intensa relación epistolar con diversos intelectuales, políticos,
artistas y escritores latinoamericanos como Rubén Darío, Rufino Blanco Fombona,
Rómulo Betancourt, José Rafael Pocaterra o Pedro Emilio Coll.
En agosto de 1914 el ministro de
Instrucción Pública lo destituye del rectorado por razones políticas, aunque el
pretexto oficial es una anómala convalidación del título de bachiller a un
colombiano; las reacciones adversas a esa decisión gubernamental son no solo de
escala nacional, sino internacional.
«Don Miguel el
agorero». Caricaturizado por Bagaría en La Esfera (1916)
Unamuno en un mitin en la antigua plaza de toros de Madrid (1917)
En 1917 publica su novela Abel
Sánchez. Una historia de pasión, donde ejemplifica como elemento esencial del
carácter español la envidia, que él llama cainismo, en forma de ninguneo de
todo lo elevado, honesto y esforzado, de la "superioridad natural",
como expone en el prólogo a la segunda edición; por ejemplo, el protagonista no
es el que da el título a la obra, sino el doctor Joaquín Monegro, que ve
despreciados todos sus esfuerzos por hacer el bien a los demás y al final mata
a Abel cuando le roba el amor de su nieto.
Al año siguiente (1918) es
elegido concejal del ayuntamiento salmantino y estrena sin éxito en el Ateneo
su tragedia Fedra, acaso demasiado densa y escasa de acción para el gusto
popular.
En 1920 es elegido por sus compañeros decano de
la Facultad de Filosofía y Letras y publica su poema religioso El Cristo de
Velázquez, un intento de desagraviarse por su descreído poema "El Cristo
yacente de Santa Clara" que publicó el 26 de mayo de 1913 en Los Lunes del
Imparcial y que suscitó reacciones adversas en los círculos católicos, que lo
consideraban blasfemo y Tres novelas ejemplares y un prólogo. En ese mismo año
es condenado a dieciséis años de prisión por injurias al rey en un artículo de
opinión, pero la sentencia no llegó a cumplirse.
[...] ese aventurero de mala fe,
rapaz, mendaz e incapaz que es Primo de Rivera, a quien he de aplastar como
Sarmiento a Rosas.
En 1921 es nombrado vicerrector.
Sus constantes ataques al rey y al dictador Primo de Rivera hacen que este lo
destituya nuevamente y lo destierre a Fuerteventura en febrero de 1924.
El 9 de julio es indultado, pero
él se exilia voluntariamente a Francia; primero a París, donde fue muy bien
acogido por el hispanista Jean Cassou, quien le presentó al escritor mexicano
Alfonso Reyes y al poeta checo-alemán Rainer Maria Rilke, y, al poco tiempo, a
Hendaya.
Se queda allí hasta que en 1930
cae el régimen de Primo de Rivera, y a su vuelta a Salamanca entra en la ciudad
con un recibimiento apoteósico.
Miguel de Unamuno se presenta
candidato a concejal por la Conjunción Republicano-Socialista para las
elecciones del 12 de abril de 1931, resultando elegido.
El 14 de abril, es él quien
proclama la República en Salamanca: desde el balcón del ayuntamiento, el
filósofo declara que comienza «una nueva era y termina una dinastía que nos ha
empobrecido, envilecido y entontecido».
Conferencia de
Unamuno en 1932
La República lo repone en el
cargo de rector de la Universidad salmantina. Se presenta a las elecciones a
Cortes y es elegido diputado como independiente por la candidatura de la
conjunción republicano-socialista en Salamanca, ejerciendo su cargo entre el 12
de julio de 1931 y el 9 de octubre de 1933.
En 1933 decide no presentarse a la reelección. Por demás, había reñido también con muchos otros famosos intelectuales, que, sin embargo, lo admiraban, como el propio Ortega, quien no podía soportar su subjetivismo ya al menos desde 1909, cuando se entrevistó con él en Salamanca; Ramón Gómez de la Serna advirtió que, cuando Unamuno entraba en la Revista de Occidente, Ortega se levantaba y se iba, a lo que añadió maliciosamente: "Nunca notaba su ausencia";60 o Pío Baroja, al que su intransigencia lo ponía incomodísimo (escribió que «Unamuno se creía todo.
Era, sin proponérselo, filósofo, matemático, geógrafo, filólogo, naturalista, arquitecto, además de vidente y de profeta» y no «hubiera dejado hablar por gusto a nadie. No escuchaba»), aunque apercibió que sus novelas parecían escritas "para incomodar al lector".
No caía tampoco demasiado bien a Valle-Inclán ni a Fernando Pessoa, quien sufrió sus ninguneos y advirtió el absurdo de sus contradicciones.
Imbuido de lo que él llamaba, con esos
neologismos que caracterizan su estilo, su alterutralidad o neutralidad activa,
el gran filólogo Ernst Robert Curtius llegó a definirlo como excitator
Hispaniae.
Ese mismo año fue designado
miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela,
por nominación de Pedro Emilio Coll, con quien había mantenido una relación
epistolar desde 1895.
Sin embargo, a pesar de que el
diploma fechado el 23 de noviembre de 1934 llegó a las manos de Unamuno, este
nunca aceptó la distinción de aquel país, gobernado por el dictador Juan
Vicente Gómez.
En 1935 fue nombrado ciudadano de
honor de la República. Fruto de su desencanto, expresó públicamente sus
críticas a la reforma agraria, la política religiosa, la clase política, el
gobierno y a Manuel Azaña.
El 10 de febrero de 1935
recibió la visita de José Antonio Primo de Rivera y otros falangistas en su
casa y asistió al acto de presentación de la Falange en Salamanca, según su
correspondencia con la escritora Concha Espina.
Según una controvertida
afirmación de Manuel Menchón, en 1935 el premio Nobel de literatura quedó
desierto. Un informe del «Ministerio para la formación y la propaganda” del
Tercer Reich dirigido a la Fundación Nobel solicitaba que no se concediera el
premio a Miguel de Unamuno ya que “Tras el cambio político ocurrido desde 1933,
Unamuno ha tomado una actitud tan clara contra nosotros que se pueda considerar
como el portavoz espiritual de la lucha contra Alemania en los círculos
intelectuales de España. Por esta actitud no apoyamos su solicitud para el
Nobel».
Cuando el 19 de julio la práctica
totalidad del consistorio salmantino fue destituida por las nuevas autoridades
y sustituida por personas adeptas, Unamuno aceptó el acta de concejal que le
ofreció el nuevo alcalde, el comandante Del Valle.
En el verano de 1936, hizo un
llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyasen a los sublevados,
declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la
tradición cristiana, lo que causó tristeza y horror en el mundo, según el
historiador Fernando García de Cortázar. Azaña lo destituyó, pero el gobierno
de Burgos lo repuso de nuevo en el cargo.
Sin embargo, el entusiasmo por la
sublevación pronto se tornó en decepción, especialmente ante el cariz que tomó
la represión en Salamanca. Según el historiador Francisco Blanco Nieto, Unamuno
ya mostró su desacuerdo con varios hechos represivos de los días 19 y 20 de
julio, aunque también donó 5000 pesetas al ejército sublevado, quizá por temor.
En los bolsillos de Unamuno se amontonaban las cartas de mujeres de amigos, de conocidos y de desconocidos, que le pedían que intercediese por sus maridos encarcelados, torturados y fusilados.
A finales de
julio, sus amigos salmantinos Prieto Carrasco (alcalde republicano de
Salamanca) y José Andrés y Manso (diputado socialista) fueron asesinados, y su
alumno predilecto y rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila
Hernández, detenido el 7 de octubre.
En la cárcel se hallaban también recluidos sus íntimos amigos el doctor Filiberto Villalobos y el periodista José Sánchez Gómez, este a la espera de ser fusilado. Su también amigo, el pastor de la Iglesia anglicana y masón Atilano Coco, estaba amenazado de muerte (será fusilado en diciembre de 1936).
A principios de octubre, Unamuno visitó a
Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus
amigos presos.
Salvador Vila fue ejecutado el 22 de octubre,
el mismo día en que Unamuno fue destituido como rector por orden de Franco.
El escritor vasco, ya desencantado de las consecuencias del pronunciamiento militar, llegaría a atribuir (en comunicación privada a un amigo) el origen del «estúpido régimen de terror» que imperaba en la zona nacionalista a «el maridaje de la mentalidad de cuartel con la de sacristía».
Miguel de Unamuno también se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación. El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, durante el acto de apertura del curso académico que se celebraba tradicionalmente en la misma fecha que el Día de la Raza, el rector se enfrentó públicamente al general Millán-Astray, que había pronunciado unas soflamas contra la inteligencia y exaltadoras de la muerte.
Los últimos días de vida (de
octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa, en
un estado, en palabras de Fernando García de Cortázar, de resignada desolación,
desesperación y soledad.
Casa del Regidor Ovalle Prieto,
en la calle Bordadores de Salamanca, en la cual vivió y murió Unamuno.
Miguel de Unamuno murió repentinamente en su domicilio salmantino de la calle Bordadores, la tarde del 31 de diciembre de 1936, durante la visita que le hizo el falangista Bartolomé Aragón, profesor auxiliar de la Facultad de Derecho.
Se ha postulado como causa de la muerte la inhalación de gases de un brasero, aunque también se ha apuntado la hipótesis —"altamente improbable", — de que fue envenenado por su visitante.
A pesar de su virtual reclusión,
en su funeral fue exaltado como un héroe falangista.
A su muerte, Antonio Machado escribió:
«Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la
guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso también, aunque muchos no
lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su
pueblo. ¿Contra el pueblo mismo? No lo he creído nunca y no lo creeré jamás».
Sus restos reposan junto a los de
su hija mayor, Salomé (casada con su secretario y poeta José María Quiroga Plá
y fallecida tres años antes), en un nicho del cementerio de San Carlos Borromeo
de Salamanca, tras este epitafio: «Méteme, Padre Eterno, en tu pecho,
misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar».
Obra
Narrativa
Paz en la guerra (1897), obra en
la cual utiliza el contexto de la tercera guerra carlista (que conoció en su
niñez) para plantear la relación del yo con el mundo, condicionado por el
conocimiento de la muerte.
Amor y pedagogía (1902), que une
lo cómico y lo trágico en una reducción a lo absurdo de la sociología
positivista.
Recuerdos de niñez y mocedad
(1908) es una obra autobiográfica. En ella el autor vasco reflexiona sobre los
primeros años de su vida en Bilbao.
El espejo de la muerte (1913),
libro de cuentos.
Niebla (1914), obra clave de
Unamuno, que él caracteriza con el nombre «nivola» para separarla de la
supuesta forma fija de la novela.
En 1917 escribe Abel Sánchez,
donde invierte el tema bíblico de Caín y Abel para presentar la anatomía de la
envidia.
Tulio Montalbán (1920) es una
novela corta sobre el problema íntimo de la derrota de la personalidad
verdadera por la imagen pública del mismo hombre.
También en 1920 se publican tres
novelas cortas con un prólogo de gran importancia: Tres novelas ejemplares y un
prólogo.
La última narración extensa es La
tía Tula (1921), donde se presenta el anhelo de maternidad ya esbozado en Amor
y pedagogía y en Dos madres.
Teresa (1924) es un cuadro
narrativo que contiene rimas becquerianas, logrando en idea y en realidad la
recreación de la amada.
Cómo se hace una novela (1927) es
la autopsia de la novela unamuniana.
San Manuel Bueno, mártir (1930),
en la que habla de un sacerdote que predica algo en lo que él no logra creer.
Don Sandalio, jugador de ajedrez
(1930).
Diario íntimo (póstumo), escrito
hacia 1897, publicado en 1970.
Obras teatrales
La esfinge (1898)
La venda (1899)
La princesa doña Lambra (1909)
La difunta (1909)
El pasado que vuelve (1910)
Fedra (1910)
Soledad (1921)
Raquel encadenada (1921)
Sombras de sueño (1926)
El otro (1926)
El hermano Juan o el mundo es
teatro (1929)
Razón y fe
Andanzas y visiones españolas (1922)
Libros de
viajes
Monumento a Miguel de Unamuno en
la plaza bilbaína que lleva su nombre.
Apuntes de un viaje por Francia,
Italia y Suiza (1889, impreso en 2017)
Paisajes (1902)
De mi país (1903).
Por tierras de Portugal y España
(1911)
Andanzas y visiones españolas
(1922)
Paisajes del Alma (1944)
Madrid, Castilla (2001)
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