Blog de Arinda

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domingo, 22 de septiembre de 2024

22 DE SETIEMBRE DÍA DEL MAESTRO EN URUGUAY

 

DIA DEL MAESTRO



En 1943, la Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas, celebrada en Panamá, propuso una fecha unificada para todo el continente; eligiéndose el 11 de septiembre, aniversario del fallecimiento del estadista y educador argentino Domingo Faustino Sarmiento.

Dicha fecha ha continuado conmemorándose en Argentina, pero se ha abandonado en el resto del continente.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró en 1994 el día 5 de octubre como el Día Mundial de los Docentes.

En Uruguay el Día del Maestro se festeja el 22 de setiembre un día después del Día del Estudiante y coincidente con las vacaciones de Primavera.

Esta fecha en otros tiempos tenía un gran significado, lamentablemente la figura del maestro ha sufrido una pérdida de respeto no solos de parte de los educandos sino también del ámbito familiar. Si bien es cierto que no se debe generalizar, son muy recurrentes las faltas de consideraciones a la labor que desarrollan.

La figura del maestro se ha visto vulnerada por agresiones verbales y físicas en muchos centros educativos de distintos puntos del país.

Esta fecha ha ido perdiendo fuerza por decirlo de alguna manera, de todos modos se sigue festejando, no con el ímpetu de otras épocas pero sigue teniendo su importancia sobre todo entre los pares.

 

Pantallazo de la historia de la Educación en Uruguay




Entre los años 1724 y 1730 comienza el proceso fundacional de Montevideo. Fue en su inicio una plaza fuerte, junto al puerto sobre el Río de la Plata, en la gran bahía desde donde se puede apreciar el cerro de Montevideo. Durante ese período comenzó su etapa de colonización con la llegada de familias españolas desde Buenos Aires y Canarias.

En época de la Colonización, la Educación respondía al pensamiento dominante: los españoles emplearon la evangelización como modelo educativo.

Las Escuelas estaban a cargo de la Orden de los Jesuitas y de los Franciscanos, escuelas confesionales que respondían a la Corona Española.

Entre los años 1814 y 1820 el Gobierno Patrio de José G. Artigas se plantearon y defendieron otros intereses. La educación comenzaba a definir su carácter ético y político cuando Artigas expresaba su preocupación por «mejorar la situación moral e intelectual de sus paisanos» y «consolidar el ideal revolucionario desde la escuela».




En 1815, en la situación precaria del campamento de Purificación fundó la Escuela de la Patria y en Montevideo una Escuela de Primeras Letras. Esto, uniéndolo con la Educación Cívica y el fortalecimiento de la identidad nacional, sintetiza aspectos básicos del artiguismo.

 

Los monitores

Entre los años 1820 y 1825 el período de la Provincia Cisplatina, Dámaso A. Larrañaga logra introducir en las Escuelas el sistema monitorial o de enseñanza mutua (modelo de Escuela Lancasteriana). Consistía en que los alumnos mejor capacitados enseñaran a los menos preparados.

El Maestro era el encargado de orientar a los monitores para que enseñaran a sus compañeros en pequeños grupos.

Se fortalecía una concepción de la educación moral centrada en obediencia, orden y disciplina. Su implementación no prosperó más que en un breve período: no colmó las necesidades de la población y fue perdiendo apoyo económico de los vecinos.

En 1825 declarada la Independencia de la Provincia Oriental, sus escuelas no lograban organizarse con estabilidad, había preocupación por la educación, lo que llevó a la creación de escuelas, también se reconocía la importancia de la formación del maestro. Muestra de ello es la creación de la Primer Escuela Normal en 1827 y el establecimiento de la obligatoriedad del título docente para ejercer la profesión.

En 1847 el Gobierno de la Defensa creó el Instituto de Instrucción Pública atribuyéndole como funciones: promover la educación pública, regular el funcionamiento de toda institución educativa, vigilar la enseñanza de las ciencias morales, asegurar la relación armónica entre la enseñanza, las ideas políticas y religiosas que constituyen la base de la organización social de la República.

En 1855, el Secretario de dicho Instituto, José Palomeque realizó un estudio de las escuelas en el país y presentó el conocido «Informe Palomeque» que daba cuenta del estado de la educación.

Esto le permitió reconocer algunos de los grandes problemas: falta de un programa que unificara la educación a nivel nacional, desconocimiento de los Docentes de la teoría de su profesión y dónde aprenderla, carencia de buenos libros, y todos ellos necesitaban una urgente atención.

Dice el Informe: «me permitiré indicar la urgente e importante necesidad de un buen plan de estudios que venga a la reforma y evite los abusos, cuyo arraigamiento, sólo el tiempo y la constancia podrá destruir afianzando un sistema bien combinado de enseñanza».

En 1865 se aprobó el «Reglamento Interno Provisorio de Escuelas Públicas Gratuitas» de la Junta Económica Administrativa de Montevideo, luego adoptado por otras Juntas.

Allí se jerarquizaba el tiempo pedagógico pautando su distribución semanal entre la recreación y el trabajo, se prescribían materias, nómina de contenidos, metodologías y materiales, la educación religiosa, un sistema elemental de estadística y la comunicación a los padres o tutores por parte del preceptor.

En el último cuarto del siglo XIX el Uruguay aún no lograba consolidar un proyecto educativo y cultural propio, ni el pensamiento político y sentimiento nacional.

La Democracia era débil e inestable. Los enfrentamientos continuos entre caudillos y doctores, entre el campo y la ciudad, evidenciaban relaciones de poder, en busca de hegemonía.

José Pedro Varela

La Reforma vareliana es la obra de reforma de la educación primaria más importante  realizada por José Pedro Varela en 1876 que estableció que esta fuera gratuita, obligatoria y laica. La reforma se efectuó durante el gobierno de facto del coronel Lorenzo Latorre, en los inicios del militarismo.

Dicha reforma fue de esencial importancia en la historia uruguaya, que desterró el predominio de la educación privada católica para una élite privilegiada y transformó a la enseñanza en un deber del Estado, abarcando la totalidad del pueblo.

La reforma valeriana se extendió entre 1876 y 1879, y transformó hondamente no sólo el sistema de enseñanza, sino al país.

La gratuidad y la obligatoriedad anunciaban un crecimiento exponencial del alumnado.

Un decreto de agosto de 1877 creó un impuesto para financiar la reforma educativa; y otro estableció la Dirección y Administración General de Correos, cuyas rentas se destinaron al mismo fin.

El 23 de septiembre de 1877 se aprobó el Decreto Ley de Educación Común, que prescribió el régimen de concursos para la designación de los maestros y su promoción en la carrera; estableció que todo niño entre 8 y 14 años de edad debía concurrir obligatoriamente a dicha escuela, y se prohibió la actuación política de los inspectores.

La influencia de los inmigrantes significó no sólo un incremento poblacional sino una renovación y enriquecimiento ideológico. Entraron en conflicto las cuatro principales fuerzas ideológicas de ese fin de siglo, se establecía la polémica entre catolicismo, protestantismo, espiritualismo racionalista y positivismo.

El proceso de secularización instalaba el debate entre lo laico y lo religioso.

José Batlle y Ordóñez

Luego de jurar como presidente en 1903, José Batlle y Ordóñez quitó de la ceremonia la jura por los santos sacramentos y se introdujo la frase «juro por la patria».

A finales de 1908 el Senado uruguayo aprobó, al parecer, sin discusión, el proyecto de ley sobre abolición de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas.

Este hecho se enmarca en el intenso programa secularizador del conocido como “primer batllismo”, en referencia a la figura del presidente José Batlle y Ordóñez, personaje de la historia contemporánea de Uruguay.

Este país sudamericano se destacó por establecer una clara separación entre la Iglesia y el Estado. La religión se consideró un asunto privado de los uruguayos, y el Estado emprendió una clara ocupación del espacio público antes dominado por la Iglesia.

En 1909 entró en vigor la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas del Estado, y se creó la Asistencia Pública Nacional, completamente laica.

El 10 de julio de 1916, pocos día antes de la fiesta de Corpus Christi, anarquistas, socialistas y batllistas organizaron una multitudinaria marcha pidiendo la separación de la iglesia y el Estado.

Feliciano Viera

La Asamblea General en el año 1916 trató en 13 sesiones dicha separación y en el año 1919, mediante la reforma de la Constitución, bajo la presidencia del batllista Feliciano Viera, mártir de la dictadura de Terra Baltasar Brum, se produjo la la separación definitiva de la Iglesia del Estado.

En educación por otras disposiciones legislativas se fijaron las condiciones de admisión de los alumnos en las escuelas –que pasaron a ser mixtas–, se reglamentó el acceso a la carrera docente, se organizó el sistema de exámenes y se prohibió rigurosamente toda clase de castigos corporales a los alumnos, admitidos hasta entonces.

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