La Máquina de Coser y sus Puntadas en el Tiempo
Para hablar sobre el invento
de la máquina de coser nos tenemos que remontar a la época prehistórica.
Casi todos los inventos son
hijos de la necesidad humana.
Por tanto son para resolver problemas
con los que se enfrenta el hombre.
Según los últimos estudios relacionados con el descubrimiento de los tejidos en la prehistoria, se cree que la ropa apareció por vez primera hace más de 100.000 años; en concreto, este hallazgo se relaciona con la llegada de la la Glaciación de Würm o la Última Glaciación, que se caracterizó por tratarse de un periodo con un intenso frío que hizo que los primeros hombres buscaran refugio mediante la creación de ropa con el objetivo de conservar algo de calor.
También fue esta etapa la que
propició la búsqueda de cuevas en las que resguardarse y la fabricación de
mantas para desafiar al frío.
La caza fue la actividad
principal de los hombres prehistóricos a través de la cual conseguían cumplir
dos objetivos: alimentarse y crear su ropa.
Mediante el desarrollo de
diversas habilidades y técnicas surgidas a partir de su propio ingenio, los
hombres de la Prehistoria se dieron cuenta de que las pieles que recubrían la
piel de los animales era suave y, sobre todo, muy caliente.
De esta manera, se encargaban
de cazar animales, les separaban las pieles y cocinaban la carne.
Con el paso del tiempo, las
técnicas empleadas evolucionaron significativamente, de manera que se
perfeccionó hasta el punto de elaborar
prendas más complejas de una manera mucho más rápida y para vestir casas y
camas y no sólo para cubrir el cuerpo.
No cabe duda que la importancia de la ropa tuvo un papel protagónico en la constante lucha de los primeros hombres contra el entorno: se encargó de cubrir sus cuerpos desnudos con el objetivo de protegerlos frente al intenso frío así como de las inclemencias del suelo.
Por otro lado, también fue esencial para no presentarse
de una manera tan vulnerable frente al ataque de los animales o de otros
hombres, e incluso, de habitar en lugares en los que no se habrían planteado
siquiera la posibilidad de acceder, como cuevas en lo alto de grandes montañas,
zonas gélidas y áreas dominadas por la presencia de enormes animales.
Además, la llegada de la ropa supuso el inicio de un ámbito de gran importancia a nivel económico, social y cultural: la moda.
De hecho, una vez
cubierta la necesidad primigenia de la supervivencia, el desarrollo evolutivo
permitió fijar la atención en otros detalles, de manera que, poco a poco, la
ropa pasó de significar la diferencia entre la vida y la muerte, a ser un
objeto de tipo ornamental y decorativo que establecía diferencias en base al
sexo de la persona, el clima e incluso, según la clase social
El desarrollo de la vestimenta
en la Prehistoria
La era de la Prehistoria
comprende un periodo muy extenso, por lo que los historiadores decidieron
dividirla en etapas pequeñas para facilitar su comprensión conforme se avanzaba
en el camino de la evolución marcado por los diferentes descubrimientos como el
del fuego.
1)- EL PALEOLÍTICO
Las ropas del Paleolítico
destacan por ser muy rudimentarias y simples, tal y como sucede con las armas y
herramientas de este periodo.
La piel de los animales que
cazaban suponía la materia prima a partir de la cual desarrollaron sus ropajes,
mediante técnicas de raspado y curado y, en el caso de que fuese preciso porque
se tratase de un animal de duro pelaje, mediante técnicas de ablandamiento.
Para ambos cometidos,
desarrollaron herramientas específicas, tales como raspadores, perforadores,
punzones y tiras en el caso de la fabricación de la ropa.
La técnica que emplearon en el
proceso de elaboración de la vestimenta estaba compuesta por una sucesión de
pasos a seguir: en primer lugar, se encargaban de raspar muy bien la piel
usando manos y boca para sostener tirante la piel por cada extremo y, al mismo
tiempo, frotar con una piedra o algún tipo de raspador.
Tras esto, trataban de
ablandar la piel mediante bocados con la propia boca u otro elemento a base de
piedra o madera.
Toda esta elaboración tenía
como objetivo conseguir prendas lo más suaves y flexibles posibles. Es
probable, además, que durante el Paleolítico se inventara también el calzado.
2) -El Mesolítico –
(13.000 a.c. hasta 8.000 a.c.)
destaca por la mejora y estabilización de las temperaturas, de manera que los
seres humanos pudieron desarrollar y mejorar las habilidades necesarias para la
fabricación de la ropa.
Ahondaron en la técnica de la
costura y la confección y, si bien no existen pruebas de la utilización de
telas elaboradas y de hecho, empleaban las mismas telas que durante el
Paleolítico, lo cierto es que comenzaron a coserlas entre sí de manera que
lograron diseñar ropa mucho más flexible y ligera.
3)- EL Neolítico
Además, la atención por la
agricultura llevó a observar en el entorno algo más: las fibras vegetales podían
ser empleadas como base para la elaboración de ropa. Es así como nació el lino,
una de las mejores telas que existen aún a día de hoy.
Podemos decir que la historia de la máquina de coser no existiría sin el antiguo arte de coser a mano.
La gente comenzó a coser a
mano hace unos 20.000 años, cuando las primeras agujas se hicieron con huesos o
cuernos de animales y el hilo hecho de tendones de animales.
Los
arqueólogos han descubierto agujas de coser de huesos de 8.600 años de
antigüedad y piedras para hilar cuerdas durante los trabajos de excavación en
Eksi Hoyuk ubicado en la cuenca de Upper Menderes, Denizli, Turquía, el 28 de
agosto, 2020.
Nuestro instinto inventivo explica la progresión natural para querer mejorar las técnicas de costura y hacerlo menos laborioso.
Época Antigua
La historia de las fibras
textiles comienza en el año 7000 a.c. en la cálida región de Egipto.
Su inicio fue propiciado por
el descubrimiento del lino, usado por los pueblos mesopotámicos como principal
material textil.
En el Antiguo Egipto, la ropa era considerada un artículo destinado exclusivamente a los más ricos, quienes usaban túnicas de lino amarrados en el cuerpo y con muy pocas costuras.
La primera prenda de vestir
fue la falda, tanto en hombres como en mujeres.
Después del taparrabos se pasó
a la falda. Las mujeres llevaban una especie de tela que cubría las caderas
dejando al descubierto los senos. Los hombres llevaban falda.
Después aparecieron las
túnicas que cubrían el cuerpo en forma de vestidos, en las mujeres se acortó el
vestido para convertirlo en blusa acompañándola de una falda.
En Egipto ya se dan vestigios de prendas muy elaboradas, siendo el lino su principal materia para confeccionar telas.
El traje egipcio constituye el
prototipo del traje mediterráneo antiguo: combinación de mantos, faldas y
túnicas pendientes o anudados en torno al cuerpo; prendas de vestir sin ningún
tipo de costura.
La base de su indumentaria era
el shenti, una pieza de lino que envolvía las caderas, sujeta con un cinturón o
atada en los extremos sobre sí misma.
Durante el Imperio Nuevo apareció
el calasiris, una túnica ceñida al cuerpo, considerada de lujo. La principal
prenda femenina era la blusa, una túnica larga y ceñida de distinto color según
la posición social: blanca para las campesinas, rojo o azafrán para rangos más
elevados.
El vestido femenino se mantuvo
similar durante casi tres mil años, modificado sólo en algunos detalles.
Las mujeres llevaban la falda
larga y con la cintura muy alta, como un vestido largo y ceñido, de una pieza,
sujeto con dos tirantes, que a veces eran anchos y les cubrían los senos.
También llevaban una especie
de capa corta cubriendo los hombros. La forma de colocarse las túnicas era muy
variada, dando la impresión de constituir ropa diferente.
A veces usaban una muselina
muy fina, otras veces eran telas teñidas y pintadas, decoradas con diversos
motivos que imitaban por ejemplo un plumaje como las alas de Isis.
Las mujeres trabajadoras
llevaban ropas más amplias, incluso algunas iban desnudas también.
Entre los pueblos de Persia, se encuentran los primeros registros conocidos de ropa hecha a medida, restaurada y ajustada, además de zapatos de cuero con corbatas, piezas con mangas y otros detalles agregados a través del corte y costura de telas como lana, lino y seda de China.
Los babilonios como todo ser
humano, tenían necesidad de cubrir y adornar el cuerpo y distinguirse según su
poderío y creencias.
Los sumerios en Mesopotamia, la otra gran
civilización del Próximo Oriente, solían vestir con largos
mantones de lana, de tipo falda, adornados con franjas de vivos colores y con
pliegues y largos mechones de tela.
Los asirios usaban túnicas de
lana, cuya largura dependía de la clase social, hasta las rodillas el pueblo
llano, hasta los pies las clases dirigentes. Los persas usaban prendas de vivo
colorido, destacando el púrpura y el amarillo, y adornados con dibujos de
colores, generalmente círculos, estrellas y flores, de color azul, blanco o
amarillo.
Los romanos -Las esculturas y las pinturas de la Antigua Roma nos permiten conocer cómo vestían los romanos, los pobres y los ricos, los hombres y las mujeres, además de los accesorios que llevaban con sus ropas y sus peinados.
En los primeros tiempos, se
reducían las prendas a la túnica, siendo parecida al quitón de los griegos y a
la toga propia y exclusiva de los ciudadanos romanos que por ello, se llamaban
gens togata, mientras ellos decían de los griegos gens paliata.
A veces, llevaban otra túnica
interior, denominada subúcula, parecida a nuestra camisa, y la superior solía
ceñirse con un cinturón, cerrado con broche o fíbula. La toga era una amplia
vestidura de lana, de corte elíptico, cerrada por abajo y abierta por arriba
hasta la cintura.
En la Antigua Grecia, el
trabajo con hilos y telas ya se insertaba en el contexto doméstico de las
mujeres, que producían telas de lana, seda y lino, unidas en formato de
cilindro y luego en el telar para ser usadas como túnicas fruncidas y con un
cinto hecho de cordones, botones y alfileres.
Cortar y coser, de hecho, no
existía en la Antigua Grecia hasta el siglo IV, cuando las prendas llegaron a
tener más de una pieza, a menudo con mangas.
En tiempo de guerra, obviamente los guerreros llevaban un atuendo mucho más fuerte y seguro, usaban pantalones y jalecos o jubones se colocaban medias mangas y una especie de camiseta interior parecidas a las que se usan hoy.
Hay una evolución de las
túnicas para vestidos de mujeres, que comienzan a tener también una función
estética, además de la protección del cuerpo.
Ciertas telas y colores tenían
un uso restringido por ley, una forma de diferenciar a los nobles de los
plebeyos.
Con esta diferenciación
estética y con el auge de las clases comerciales, surgió la necesidad de crear
ropa especialmente para la burguesía, generando una alta demanda de costureras
en la época.
Entre los más ricos era común
contratar sastres y costureras privadas para la confección de ropa, un artículo
caro que representaba el lujo y la riqueza de quienes las usaban.
En las clases bajas, la ropa
se parchaba, se ajustaba o incluso se desmontaba y se reconstruía, de adentro
hacia afuera, para ocultar el gasto de la tela.
Eran las mujeres las que
reparaban y hacían ajustes en la ropa de sus hogares, una actividad que se
podía realizar en el hogar, mientras cuidaban
Con la Primera Revolución Industrial, la
confección de costura y confección de ropa ya no es una actividad exclusiva de
hogares y talleres, y comienza a tener una producción a gran escala, gracias a
la producción de telas por maquinaria y a la invención de la máquina de coser.
La primera máquina de coser
La invención de la máquina de
coser se debió a una combinación de factores y necesidades que llevaron a los
inventores a desarrollar esta tecnología.
Algunos de los principales
factores que contribuyeron a la invención de la máquina de coser incluyen:
1) - Necesidad de aumentar la productividad:
Antes de la invención de la
máquina de coser, la costura de prendas de vestir y otros textiles se realizaba
a mano, lo que era un proceso laborioso y lento. La creciente demanda de ropa y
textiles en la Revolución Industrial hizo necesario encontrar formas de
aumentar la eficiencia y la velocidad de producción.
2) - Mano de obra costosa:
La costura manual requería una cantidad
significativa de mano de obra, y los salarios de los costureros eran un factor
importante en el costo total de la producción de prendas de vestir y otros
productos textiles.
La máquina de coser prometía
reducir la dependencia de la mano de obra manual y, por lo tanto, reducir los
costos de producción.
3) - Avances tecnológicos:
Fue durante la Revolución Industrial en el siglo XVIII, cuando
el aumento de la demanda de prendas creció fabulosamente
y la necesidad de disminuir la costura manual en las fábricas
se convirtió en primordial, para abastecer las exigencias
comerciales de esa ápoca.
Durante
el siglo XIX, se produjeron numerosos avances tecnológicos en la mecánica y la
ingeniería, lo que facilitó la invención de la máquina de coser.
Inventores
y mecánicos experimentaron con diferentes diseños y mecanismos para automatizar
el proceso de coser.
4) - Competencia
y desafío:
La
promesa de crear una máquina que pudiera coser más rápido y con mayor precisión
que los costureros humanos planteó un desafío interesante para los inventores y
empresarios de la época.
La
competencia por inventar la mejor máquina de coser impulsó la innovación.
5) - Demandas
del mercado:
La
creciente demanda de prendas de vestir y textiles de calidad en la sociedad
contribuyó a la necesidad de desarrollar una tecnología que pudiera producir
productos de manera más eficiente y uniforme.
En 1846, Elias Howe patentó la primera máquina de coser funcional en Estados Unidos, seguida de mejoras posteriores por parte de otros inventores como Isaac Singer. Estos inventos revolucionaron la industria de la confección y cambiaron la forma en que se producían prendas de vestir y textiles, lo que a su vez tuvo un impacto significativo en la economía y la sociedad.
Aunque muy rudimentaria y
sencilla, la primera máquina de coser nace en 1755 de la mano del alemán Charles
Fredrick Wiesenthal.
Aunque tan sólo se trataba de una aguja con
dos puntas y un ojal en el extremo, se considera el origen de este inventó que
tanto ha dado al mundo de la moda.
Treinta y cinco años más
tarde, en 1790, un ebanista de origen inglés, Thomas Saint, creó una máquina
para coser con punto de cadeneta que permitía coser piezas de cuero y velas de
barco.
Ya en 1834, el inventor
estadounidense Walter Hunt creó la primera máquina de puntada cerrada. El
problema es que no la patentó en su momento y su petición fue desestimada por
abandono cuando lo intentó años más tarde.
Aunque cabe destacar que, tres años más tarde, Hunt pasaría a la historia por inventar el imperdible.
Mientras, otro inventor estadounidense, Elias Howe, desarrolló una máquina que tenía los mismos elementos que la de Hunt y la patentó en 1846.
Muchos sastres han pasado a
engrosar la lista de inventores a base de incluir pequeñas mejoras en las
máquinas existentes, uno de ellos fue Singer, quizá el más conocido y exitoso.
Isaac Merrit Singer nació en
Nueva York en 1811 en el seno de una familia acomodada.
El divorcio de sus padres le
llevó a abandonar la mansión familiar, acabando los estudios primarios y
trabajando en empleos precarios.
También encontró en el teatro
una forma de ganar un dinero extra. Singer era un joven inquieto que en 1839
consiguió su primera patente, gracias a una máquina para perforar roca.
Los 2.000 dólares de la época
que ganó vendiendo la patente los invirtió en su carrera de actor. Creó una
pequeña compañía teatral y se fue de gira por los EEUU durante 5 años.
El dinero que había conseguido
con su primera patente le motivó para pensar en nuevos inventos y desarrolló y
patentó una nueva máquina, esta vez para tallar madera y metal.
Isaac Singer regresó a Nueva
York divorciado, casado de segundas nupcias y con 8 hijos.
Más tarde, se trasladaría a
Boston, donde conocería a Orson C. Phelps.
Phelps regentaba un taller que
fabricaba máquinas de coser bajo licencia de John A. Lerow y reparaba máquinas
Lerow y Blodgett.
Phelps le pidió a Singer que estudiase las
máquinas de coser, que todavía eran difíciles de utilizar y producir.
Después de 11 días de trabajo
y un coste de 40 dólares, en 1851 Isaac Merritt Singer patentó y desarrolló una
máquina que podía coser 900 puntadas por minuto, cifra muy alejada de las 40
puntadas por minuto que podía dar una costurera avezada.
Sus principales
características eran: una lanzadera recta, un brazo en suspensión, una aguja
con un ojo en el extremo más cercano a la tela y un prensatelas que sujetaba la
tela estirada sobre un apoyo horizontal.
Este último detalle facilitaba
la costura en cualquier dirección. Por último la máquina era accionada mediante
un pedal. Esto fue toda una innovación porque hasta entonces se hacía a mano
mediante una simple manivela.
Como algunos elementos de este
aparato estaban claramente inspirados en la máquina que Elias Howe había
inventado cuatro años atrás, Howe le hizo juicio.
A través de la década de 1850
a 1860 se iniciaron una catarata de demandas y juicios por quien se quedaba con
el control y autoría de este gran invento.
Howe presentó una demanda
contra Singer por “violación de patentes” y ganó.
Evolución de la máquina
Singer: 1 (1856-1859) modelo "Family". 2 (1859-1870) modelo
"letter". 3 (1864-1900) modelo "new family" decorado con
grabados de color dorado. 4 Antiguo taller de cosido.
Pero hasta que se dictó la
sentencia del juicio, Singer siguió trabajando y desarrollando mejoras como un
dispositivo para la tensión del hilo que patentó en 1852.
Bajo el nombre I. M. Singer &
Co., Singer vendía máquinas a 100 dólares la unidad.
Su practicidad para la costura
y la facilidad con la que se adaptaba al uso doméstico, cimentaron el éxito de
la empresa.
En 1856 se creó un grupo que
constaba de varias marcas como: Howe, Singer, Grover-Baker y Wheerler Wilson.
Este grupo era el único que
podía fabricar estas máquinas, los demás fabricantes que se iban sumando tenían
que obtener licencias y pagar 13,38 € por máquina.
Cuando la patente expiró en
1877, Singer desarrolló la primera máquina de coser continua y fundó y cambió
su denominación empresarial por Singer Manufacturing Company .Singer abrió una
filial, levantó una planta de producción en Nueva York.
Anuncio para la patente de la
máquina de coser Singer, en 1899.
En los años que siguieron,
Singer amplió el negocio expandiéndose a nivel internacional, introdujo la
venta a domicilio y exitosas técnicas de marketing.
Este gran desarrollo permitió
también el crecimiento considerable de la industria de la indumentaria y el
calzado. Se crearon máquinas cada vez más especializadas para diferentes tareas
de confección como: ojaladoras, recubridoras, remalladoras, bordadoras… en fin
un mundo para deleite de unos y tortura de otros.
Partes de la máquina de coser
MODELOS DE MÁQUINAS DE COSER
El
modelo de James Perry en 1858 no estaba
cubierta por la patente de Howe, por lo que podía venderla más barata, pero las
puntadas se deshacían fácilmente
Este
modelo funcionaba atornillándolo a una mesa, con una mano se movia el manguito
de la tijera, mientras que con la otra se controlaba la tela
Este modelo de David Clark de 1858 funcionaba con una manivela, los querubines representaban la dicha de coser, pero dificultaban el manejo de la máquina
Hoy en día las máquinas de
coser, que ya cuentan con motor, pueden llegar a realizar más de 7.000 puntadas
por minuto. Además es posible encontrar máquinas bastante especializadas en
nuestros hogares, pudiendo realizar tareas como coser en zig-zag, hacer ojales,
bordar, coser botones, coser hacia atrás, etc.
FUENTES
https://historiaybiografias.com/
https://www.mobiliariocomercialmaniquies.com/
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