Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

sábado, 14 de septiembre de 2024

14 DE SETIEMBRE DE 1920 - NACE MARIO BENEDETTI


El Poeta de la Cotidianidad


Dentro de los autores nacionales contemporáneos que  figuran en la  lista del Programa Escolar uruguayo, para su estudio está Mario Benedetti. Es uno de los escritores que es imprescindible conocer, privilegiando el reconocimiento académico de su obra.


Mario Orlando Hardi Hamlet Breno Benedetti Farrugia nació en Paso de los Toros, Uruguay, el14 de septiembre de 1920 , más conocido como Mario Benedetti, fue un destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico,uruguayo integrante de la Generación del 45, a la que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre otros. Su prolífica producción literaria incluyó más de 80 libros, algunos de los cuales fueron traducidos a más de 20 idiomas.

Benedetti con su mamá
Mario Benedetti  en marzo de 2001 recibió el Premio Iberoamericano José Martí en reconocimiento a toda su obra. Fue Director del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Humanidades y Director del Centro de Investigación Literaria en La Habana.


La familia residió en Paso de los Toros durante los primeros dos años de vida del autor, para luego trasladarse a Tacuarembó y Montevideo. 

Allí, en 1928, Benedetti inicia sus estudios primarios en el Colegio Alemán, al que seguirían el Liceo Miranda, donde realizó estudios secundarios de manera incompleta por las dificultades económicas familiares, y la Escuela Raumsólica de Logosofía.

Desde los catorce años trabajó en la empresa Will L. Smith, S.A. de repuestos para automóviles, en la que hizo prácticamente de todo: fue vendedor, cajero, taquígrafo, contable.

En el año 1939, acompañando como secretario al líder de la Escuela Raumsólica (de la que formaron parte también su familia y la familia de Luz López Alegre, quien después sería su esposa), se trasladó a Buenos Aires, donde hizo también un poco de todo, pero especialmente -según contaría más tarde, leyendo a Baldomero Fernández Moreno- descubrir su vocación de poeta. 

Volvió a Montevideo en 1941, donde pronto consiguió una plaza de funcionario en la Contaduría General de la Nación. 


Junto a Idea Vilariño

En la obra de Mario Benedetti pueden diferenciarse al menos dos periodos marcados por sus circunstancias vitales, así como por los cambios sociales y políticos de Uruguay y el resto de América Latina. 
En el primero, Benedetti desarrolló una literatura realista de escasa experimentación formal, sobre el tema de la burocracia pública, a la cual él mismo pertenecía, y el espíritu pequeño-burgués que la anima.
Realizó varios trabajos antes de 1945, año en que inició su oficio de periodista en La Mañana, El Diario y Tribuna Popular, entre otros. 
El gran éxito de sus libros poéticos y narrativos, desde Poemas de la oficina, 1956 y Montevideanos, 1959, se debió al reconocimiento de los lectores en el retrato social y en la crítica, en gran medida de índole ética, que el escritor formulaba. 
Esta actitud tuvo como resultado un ensayo ácido y polémico: El país de la cola de paja (1960), y su consolidación literaria en dos novelas importantes: La tregua (1960), historia amorosa de fin trágico entre dos oficinistas, y Gracias por el fuego (1965), que constituye una crítica más amplia de la sociedad nacional, con la denuncia de la corrupción del periodismo como aparato de poder.
Mario Benedetti con Haydeé Santamaría y Alejo Carpentier en la Casa de las Américas 1978

En el segundo periodo de este autor, sus obras se hicieron eco de la angustia y la esperanza de amplios sectores sociales por encontrar salidas socialistas a una América Latina subyugada por represiones militares. 
Durante más de diez años, Mario Benedetti vivió en Cuba, Perú y España como consecuencia de esta represión. 
Su literatura se hizo formalmente más audaz. 
Escribió una novela en verso: El cumpleaños de Juan Ángel (1971), así como cuentos fantásticos: La muerte y otras sorpresas (1968). Trató el tema del exilio en la novela Primavera con una esquina rota (1982).



En su obra poética se vieron igualmente reflejadas las circunstancias políticas y vivenciales del exilio uruguayo y el regreso a casa: 
La casa y el ladrillo, 1977; 
Vientos del exilio, 1982; 
Geografías, 1984; 
Las soledades de Babel, 1991. 
En teatro denunció la institución de la tortura con Pedro y el capitán (1979), 
En el ensayo ha hecho comentarios de literatura contemporánea en libros como Crítica cómplice (1988). Reflexionó sobre problemas culturales y políticos en El desexilio y otras conjeturas (1984), libro que recoge su labor periodística desplegada en Madrid.

En 1997 publicó la novela Andamios, de marcado signo autobiográfico, en la que da cuenta de las impresiones que siente un escritor uruguayo cuando, tras muchos años de exilio, regresa a su país. 

En 1998 regresó a la poesía con La vida, ese paréntesis  y en el mes de mayo del año siguiente obtuvo el VIII Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía. 

En 1999 publicó el séptimo de sus libros de relatos, Buzón de tiempo, integrado por treinta textos. 
Ese mismo año vio la luz su Rincón de haikus, clara muestra de su dominio de este género poético japonés de signo minimalista tras entrar en contacto con él años atrás gracias a Cortázar.
Benedetti y Serrat

En 2003 Mario Benedetti presentó un nuevo libro de relatos: El porvenir de mi pasado. 

En el año 2004  publicó Memoria y esperanza, una recopilación de poemas, reflexiones y fotografías que resumen las cavilaciones del autor sobre la juventud. 
También ese año se publicó en Argentina el libro de poemas Defensa propia
Ese mismo año fue investido doctor "honoris causa" por la Universidad de la República del Uruguay. Durante la ceremonia de investidura recibió un calurosísimo homenaje de sus compatriotas.

 

El día 17 de mayo de 2009 poco después de las 18:00, Benedetti muere en su casa de Montevideo, a los 88 años de edad. 
El Palacio Legislativo fue designado como el sitio de su velatorio. 
En el marco de este hecho, el gobierno uruguayo decretó duelo nacional y dispuso que su velatorio se realizara con honores patrios en el "Salón de los Pasos Perdidos" del Palacio Legislativo desde las 9:00 del lunes 18 de mayo.

Palacio Legislativo
    

Un sol para Mario

POEMAS


BOTELLA AL MAR

                        
El mar es un azar
                             Vicente Huidobro

Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles. 

Del libro "Cotidianas" - 1978-1979
***


DE ÁRBOL A ÁRBOL


                a ambrosio y silvia

      Los árboles
      ¿serán acaso solidarios?

      ¿digamos el castaño de los campos elíseos
      con el quebrancho de entre ríos
      o los olivos de jaén
      con los sauces de tacuarembó?

      ¿le avisará la encina de westfalia
      al flaco alerce de tirol
      que administre mejor su trementina?

      y el caucho de pará
      o el baobab en las márgenes del cuanza
      ¿provocarán al fin la verde angustia
      de aquel ciprés de la mission dolores
      que cabeceaba en frisco
      california?

      ¿se sentirá el ombú en su pampa de rocío
      casi un hermano de la ceiba antillana?

      los de este parque o aquella floresta
      ¿se dirán de copa a copa que el muérdago
      otrora tan sagrado entre los galos
      ahora es apenas un parásito
      con chupadores corticales?

      ¿sabrán los cedros del líbano
      y los caobos de corinto
      que sus voraces enemigos
      no son la palma de camagüey
      ni el eucalipto de tasmania
      sino el hacha tenaz del leñador
      la sierra de las grandes madereras
      el rayo como látigo en la noche?

Del libro "Cotidianas" - 1978-1979
***
SIRENA

Tengo la convicción de que no existes
y sin embargo te oigo cada noche
te invento a veces con mi vanidad
o mi desolación o mi modorra
del infinito mar viene su asombro
lo escucho como un salmo y pese a todo
tan convencido estoy de que no existes
que te aguardo en mi sueño para luego.

Del libro "Yesterday y mañana" - 1987
***
CUENTOS

A IMAGEN Y SEMEJANZA

Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
Mario Benedetti del libro "La muerte y otras sorpresas" - 1968

LOS BOMBEROS


Olegario no sólo fue un as del presentimiento, sino que además siempre estuvo muy orgulloso de su poder. A veces se quedaba absorto por un instante, y luego decía: "Mañana va a llover". Y llovía. Otras veces se rascaba la nuca y anunciaba: "El martes saldrá el 57 a la cabeza". Y el martes salía el 57 a la cabeza. Entre sus amigos gozaba de una admiración sin límites.

Algunos de ellos recuerdan el más famoso de sus aciertos. Caminaban con él frente a la Universidad, cuando de pronto el aire matutino fue atravesado por el sonido y la furia de los bomberos. Olegario sonrió de modo casi imperceptible, y dijo: "Es posible que mi casa se esté quemando".

Llamaron un taxi y encargaron al chofer que siguiera de cerca a los bomberos. Éstos tomaron por Rivera, y Olegario dijo: "Es casi seguro que mi casa se esté quemando". Los amigos guardaron un respetuoso y afable silencio; tanto lo admiraban.

Los bomberos siguieron por Pereyra y la nerviosidad llegó a su colmo. Cuando doblaron por la calle en que vivía Olegario, los amigos se pusieron tiesos de expectativa. Por fin, frente mismo a la llameante casa de Olegario, el carro de bomberos se detuvo y los hombres comenzaron rápida y serenamente los preparativos de rigor. De vez en cuando, desde las ventanas de la planta alta, alguna astilla volaba por los aires.

Con toda parsimonia, Olegario bajó del taxi. Se acomodó el nudo de la corbata, y luego, con un aire de humilde vencedor, se aprestó a recibir las felicitaciones y los abrazos de sus buenos amigos.

Mario Benedetti del libro "La muerte y otras sorpresas" - 1968

FUENTES -
Wikipedia
 www.biografiasyvidas.com

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