El Rupestre Uruguayo
que Fusionó
Candombe y Rock
Eduardo Mateo, nació el 19 de
septiembre de 1940 en Montevideo, Uruguay.
Es considerado uno de los músicos
y compositores más influyentes de la música uruguaya y creador del candombe
beat.
También fue la cabeza de la banda
que interpretó por primera vez canciones de rock en castellano y que se nutrió
de la música de los negros (el candombe) para dejar una huella.
Integró la cadencia de la bossa
nova con la rítmica de las tumbadoras en un repertorio que nunca atrajo
multitudes, pero que siempre fue escuchado y admirado por el resto de sus
colegas.
Su obra se caracteriza por la
fusión de géneros como el candombe, rock y música folclórica, lo que le valió
el reconocimiento como uno de los creadores del "candombe-beat", una
mezcla innovadora que combina ritmos autóctonos con influencias contemporáneas.
Su padre era feriante y
carnavalero y su madre que trabajaba como limpiadora en la casa del insigne
compositor Eduardo Fabini, a quien escuchaba frecuentemente tocar el violín y
el piano, fue quien selló su destino como músico aún antes de nacer: "Cuando
yo tenga un hijo le voy a poner Eduardo, para que sea músico como don
Eduardo".
Eduardo Mateo Bebé
Desde joven, Mateo estuvo inmerso
en un ambiente musical; su padre era carnavalero y su madre trabajaba para el
compositor Eduardo Fabini.
Eduardo Mateo en la escuela Juan Zorrilla de San Martín
Eduardo Mateo concurrió a la
escuela Juan Zorrilla de San Martín
Eduardo Mateo y su hermano Carlos
De niño, andaba un día de la mano
de su madre por el Parque Rodó cuando se llamó su atención la banda municipal
interpretando el "Bolero de Ravel", y esa melodía lo hipnotizó.
Pasaron años hasta que Ángel Eduardo Mateo López sintió otra vez un impacto
parecido, pero esta vez no era una banda: era Joao Gilberto.
Eduardo Mateo y sus hermanos
Ángel, Eduardo,
Carlos, Teresa Mateo y Silvia López. Al fondo: Rosario Alonso. Casa en Luis
Alberto de Herrera 1307 (ex Larrañaga).
A los 14 años su abuela le regaló
la primera guitarra, lo que marcó el inicio de su carrera musical.
Entonces armó una pequeña banda de nombre
"O bando de Orfeo" y se enamoró perdidamente de la bossa nova, a la
que sedujo con su talento como guitarrista.
Después llegaron Los Beatles que conquistaron toda la ciudad. Las bandas de covers coparon
la escena musical de los sesenta: "Los Shakers", "Los
Delfines" y "Los Malditos", la nueva banda que integró Mateo
después de un breve viaje por Brasil, animaban los conciertos beat, cada vez
más concurridos.
Eduardo Mateo
dibujado por "Ombú"
Ángel, Eduardo,
Carlos, Teresa Mateo y Silvia López. Al fondo: Rosario Alonso. Casa en Luis
Alberto de Herrera 1307 (ex Larrañaga).
En menos de una década
"Mateo pasó a ser uno de los músicos más conocidos y respetados dentro del
ambiente musical montevideano y el líder de legendarios grupos como "Los
Malditos" y "El Kinto" primer grupo "beat" que
incorporó percusión latina "Cuando todavía aquí no se conocía a
Santana". Reconocido como padre de la fusión de nuestro único ritmo
autóctono, el Candombe, con otros ritmos contemporáneos, Mateo, en opinión de
los más destacados músicos uruguayos de todas las corrientes, no solo marcó un
estilo sino que impuso, digamos, una síntesis. Fue el creador de la Idea de lo
que hoy en día es la música popular uruguaya. Sin Mateo la música uruguaya no
sería lo que es.
Mateo también es conocido por su
carácter complejo y su tendencia a la autodestrucción, lo que afectó su
reconocimiento durante su vida.
A pesar de ser un talento excepcional, vivió
en condiciones de pobreza y fue marginado por una crítica musical que a menudo
no comprendía su obra.
Obra Musical
25 años de la muerte
de Eduardo Mateo/ Foto: Uruguay educa
De su obra han quedado
registrados cuatro fonogramas individuales:
"Mateo solo bien se lame" (1972),
"Cuerpo y alma" (1984),
"La Máquina del Tiempo presenta Mal
tiempo sobre Alchemia" (1987),
"La Máquina del Tiempo –
La Mosca" (1989),
Y en colaboración:
"Mateo y Trasante"
(1978),
"Mateo y Cabrera" (1987),
"Botija de mi país" con
Ruben Rada (1987)
y "Teatro de Verano en
vivo" con Hugo Fattoruso, Rada, entre otros (1989).
Su música abarca una amplia gama de estilos, desde candombes hasta baladas y bossa novas. A lo largo de su carrera, colaboró con otros músicos importantes como Rubén Rada y Horacio Buscaglia.
Últimos años y
muerte
Última foto de Mateo:
Daniel Jacques, Mateo, L. Martínez, M. Wolf, Negreyra, Gravina y Cabrera, 1990
Con los años de la dictadura,
casi al mismo tiempo en que era despreciado por la intelectualidad de izquierda
que exigía "contenido" en la música como variable de protesta frente
a la realidad, Mateo se fue transformando en un personaje singular de
Montevideo, una rareza más en la ciudad que muchos se preocupaban por esquivar:
desprolijo, taciturno, arrogante, adicto y "embotellado" (término que
él mismo creó), muchos de sus conocidos lo evitaban.
La dictadura le dejó a Mateo
algunos moretones (era presa fácil para las razzias policiales) y una
desgarradora soledad porque muchos de sus grandes amigos eligieron por entonces
el camino del exilio. "No me dejes solo, Negro", le pidió llorando a
su amigo y compañero en "El Kinto" Urbano Moraes, que partía rumbo a
España.
A partir de entonces, Mateo
intercaló etapas malas, conciertos en los que recibía la burla del público y el
rechazo de los críticos, con buenos momentos como la grabación de su disco con
Jorge Trasante y la saga de recitales con sus amigos Pippo Spera y Horacio
Buscaglia, bautizada con el nombre. "Tresbigotres y una mosca" en el
Teatro de la Candela, en cuyos camarines Mateo pasaba las noches.
Después de un pequeño período de
recuperación, en una chacra de las afueras, llegó la grabación del que sería su
mejor trabajo discográfico: "Cuerpo y alma", grabado con muchos
instrumentos prestados por músicos que se preocupaban por visitarlo en la sala,
no tanto para saludar al músico si no para atajarse por las dudas que Mateo vendiera
las guitarras.
Durmiendo en húmedas pensiones
donde tenía prohibido tocar la guitarra, mendigando en la calle para juntar
unos pesos, cada vez más cerrado y autodestructivo, la fuerza de Mateo se fue
apagando con el pasar de los años.
Murió prematuramente a causa de
cáncer, a la edad de cincuenta años en una cama del Hospital de Clínicas, el 13
de mayo de 1990.
Legado
"Para Uruguay, Mateo es John
Lennon", afirmó Rubén Rada, definiendo con precisión los contornos míticos
que rodean al músico más influyente de los últimos cuarenta años del otro lado
del río.
Hablar hoy de la música popular uruguaya sin
detenerse en la obra de Eduardo Mateo representa un sacrilegio mayor que pasar
de largo la gesta del "Maracanazo" a la hora de reseñar la historia
futbolera del vecino país.
Es considerado un precursor
fundamental en la evolución de la música popular uruguaya; muchos músicos
contemporáneos lo citan como una influencia clave en sus trabajos.
A pesar de haber sido poco
reconocido en vida, hoy se le considera un ícono cultural en Uruguay. Su música
sigue resonando en las calles de Montevideo, y su figura ha alcanzado un
estatus casi mítico entre los músicos uruguayos. La obra de Mateo es vista como
un punto de partida para entender la evolución musical del país en las décadas
posteriores a su muerte.
FUENTES
https://uruguayeduca.anep.edu.uy/efemerides
https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Mateo
https://zona-acustica.com/el-rupestre-uruguayo-eduardo-mateo-un-talento-redescubierto/
https://www.pagina12.com.ar/2000/suple/radar/00-02/00-02-13/nota1.htm
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