MAESTRO DE LA GENERACIÓN DEL 45
Francisco Espínola, conocido como "Paco Espínola" nació en San José, el 4 de octubre de 1901. Fue un escritor, periodista y docente uruguayo perteneciente a la "Generación del centenario".
Su conocimiento de lo autóctono, fue producto de sus largas estadías en Rincón del Pino donde su padre le mostrara la fauna, la flora y los usos del país, junto a la audición de los clásicos, a los que Don Paco memorizaba. También su obra fue enriquecida por la dulzura materna y la hospitalidad familiar: “Yo vi en mi casa que ninguno valía más que otro sino por el cariño que despertaba”, solía decir el escritor .
Paco aprendió en su casa a escribir y a observar a sus semejantes, hasta en los mínimos detalles, también supo el significado de amar el “pago”, y de un compromiso con la divisa blanca del Partido Nacional, que mantuvo aun cuando en la década de 1960 apoyó al Frente Izquierda de Liberación.
Realizó en San José sus estudios primarios y liceales.
En su ciudad natal, Francisco Espínola se inició en el periodismo escribiendo en los diarios "El Pueblo" y "Los Principios".
Una vez finalizado sus estudios liceales se trasladó a Montevideo para iniciar el bachillerato de Medicina.
Escribió para las Revistas "La Cruz del Sur" y "Mundo uruguayo".
Participó de la revolución armada contra la dictadura de Terra y es tomado prisionero en la acción de Paso de Morlán en 1935. Se inició en el periodismo colaborando en publicaciones de su ciudad natal y de Montevideo.
Este mismo año publica en Crítica de Buenos Aires la serie, Veladas del Fogón.
En el año 1936 se separó de Raquel, sin haber tenido hijos.
El 30 de marzo de 1940 se casa con Ana Raquel Baruch quien será su
compañera y permanente apoyo.
El 24 de agosto de 1943 nace su hijo, Francisco Carlos.
Fue profesor de Literatura en Enseñanza Secundaria desde 1945.
En 1954 publicó el ensayo sobre estética Milón, el ser del circo.
En 1961 recibió el premio Nacional de literatura.
También participó en un programa de televisión durante los sesenta en Canal 5, titulado "Dialogando con los clásicos", hasta que el gobierno de Pacheco Areco censuró y eliminó el programa. Se destacó como narrador oral y su voz leyendo sus propios cuentos fue registrada en un fonograma coproducido por Sodre y Antar en 1962
En el año 1968 publica Don Juan, el zorro (tres fragmentos de novela).
Estilo
Perteneciente a la "Generación del centenario" su obra se ubica, así como la de Morosoli, dentro del regionalismo por su intención de reflejar lo propio: paisajes, situaciones, anécdotas, tipos y hábitos, desde un nuevo punto de vista.
Los personajes de sus obras son seres desamparados, provenientes de los suburbios, relegados y perdidos en un mundo social que los excluye, pero no insiste en la fórmula del nativismo ni del naturalismo, sino que ahonda en estos seres singulares sólo para comprenderlos.
Siempre llamó la atención que
Paco firmara sus libros Francisco Espínola (hijo). Su padre no era escritor y
mal podía darse una confusión. Pero el agregado del entre paréntesis era un
acto de puro amor, un homenaje. Sentía que estaba usando el
nombre de otro más ilustre que él; sentía que era un honor ser su hijo y se
inclinaba; y cada vez que oía sonar (hijo), se sentía condecorado, llamándose
así. Su padre había sido un jefe; había arriesgado la vida, en las patriadas de
su tiempo.
Francisco Espínola
Aldana y Justina Cabrera
Corujo
Su padre fue Francisco Espínola
Aldana nacido en Yaiza, en 1871, fue periodista y político, caudillo blanco de
San José, que participó en las revoluciones civiles de 1897 y 1904, lideradas
por Aparicio Saravia, así como en el fracasado alzamiento de 1935, conocido
como Paso del Morlán, contra la dictadura de Gabriel Terra.
Su madre fue Justina Cabrera
Corujo.
El matrimonio tuvo al gran
narrador uruguayo Francisco (Paco) y dos hijas más, Victoria y
Enriqueta.
Francisco a los 6 meses
Según las palabras de Paco Espínola, los
primeros recuerdos de su infancia se remontan a un día en 1904, a los tres años de edad. Contaba que una
mañana que estaba durmiendo, una prima lo sacó de la cama porque había llegado
su papá de la guerra. Llegó de Masoller con una herida en el brazo el cual
llevaba un cabestrillo ya que le habían dado dos balazos.
Esto había ocurrido
en la casa del abuelo materno Don Fernando Cabrera, hacendado del Rincón del
Pino, que vivía, por ese tiempo, en la capital del departamento. Su conocimiento de lo autóctono, fue producto de sus largas estadías en Rincón del Pino donde su padre le mostrara la fauna, la flora y los usos del país, junto a la audición de los clásicos, a los que Don Paco memorizaba. También su obra fue enriquecida por la dulzura materna y la hospitalidad familiar: “Yo vi en mi casa que ninguno valía más que otro sino por el cariño que despertaba”, solía decir el escritor .
Paco aprendió en su casa a escribir y a observar a sus semejantes, hasta en los mínimos detalles, también supo el significado de amar el “pago”, y de un compromiso con la divisa blanca del Partido Nacional, que mantuvo aun cuando en la década de 1960 apoyó al Frente Izquierda de Liberación.
Paco, con sus hermanas Victoria y Enriqueta
En su ciudad natal, Francisco Espínola se inició en el periodismo escribiendo en los diarios "El Pueblo" y "Los Principios".
Una vez finalizado sus estudios liceales se trasladó a Montevideo para iniciar el bachillerato de Medicina.
Escribió para las Revistas "La Cruz del Sur" y "Mundo uruguayo".
Abandonó los estudios y poco tiempo después participó en
las elecciones internas del Partido Blanco Independiente, dentro de la llamada
“Lista de los poetas”, vinculada con el gran escritor Javier de Viana. En la
capital evocaba su casa materna, en relatos que sus amigos y compañeros
admiraban: “era enorme y señorial, de grandes patios cubiertos con pisos de
piedra y en cuyo fondo se alineaban las caballerizas”. Y de su padre decía: “de él obtuve lo fundamental: formación cristiana,
tradición criolla, devoción filial por los caudillos –mi padre es uno de ellos-
paternal conmiseración por los infelices desheredados a quienes se daba amparo
en la casa del abuelo y en su propia casa”.
En el año 1924 publica sus dos primeros cuentos en la revista Actualidades.
En el año 1924 publica sus dos primeros cuentos en la revista Actualidades.
En el año 1926 publica el libro Raza ciega.
En 1930 publicó Saltoncito, es una novela para niños.
En este libro cuenta la historia de un sapito llamado Saltoncito. El
padre de Saltoncito, un pequeño sapo, desaparece sin dejar rastro. Al ver el
sufrimiento de su madre, Saltoncito procura portarse bien. Más adelante, sale a
ver mundo y es capturado por unos sapos que lo encierran en una mazmorra. Es
tratado con afecto por un viejo carcelero que le facilita la huida. En ella
tropieza con el rey, que resulta ser su padre.
En el año 1933 publica la novela Sombras sobre la tierra y el libro de cuentos Qué lástima.
En la revista Crítica de Buenos Aires se editan dos de sus cuentos.
En 1934 se casó con Raquel Berro Oribe, de estirpe Blanca nacionalista,
sobrina del poeta Emilio Oribe.Este mismo año se publica en Mundo Uruguayo la primera versión de Las ratas.Participó de la revolución armada contra la dictadura de Terra y es tomado prisionero en la acción de Paso de Morlán en 1935. Se inició en el periodismo colaborando en publicaciones de su ciudad natal y de Montevideo.
Este mismo año publica en Crítica de Buenos Aires la serie, Veladas del Fogón.
En el año 1936 se separó de Raquel, sin haber tenido hijos.
En el año 1937 publicó la obra de teatro La fuga en el espejo.
Desde el año 1939 fue profesor
de lenguaje en el Instituto Normal y escribió en el Semanario "Marcha", que ese año fundó Carlos Quijano.
En el año 1935 escribió El
baile de los bichos como parte de
una serie que publicó el diario Crítica de Buenos Aires aunque, por motivos que
desconocemos, precisamente este cuento no llegó a imprimirse. Este libro fue publicado posteriormente y recobra un paisaje, un lenguaje y una
identidad olvidada. Las ilustraciones del paisaje uruguayo y la fisonomía,
diversa y a veces desconocida, de nuestra fauna. Para ayudar a conocer a estos
animales nuestros, trae un breve diccionario de animales, un Bichonario, que
también invita a protegerlos.
En el año 1936 ingresa al diario El País como crítico teatral.
En 1938 el teatro Urquiza estrena la obra de Espínola La fuga en el espejo.
En el año 1936 ingresa al diario El País como crítico teatral.
En 1938 el teatro Urquiza estrena la obra de Espínola La fuga en el espejo.
Ana Raquel Baruch y Paco
El 24 de agosto de 1943 nace su hijo, Francisco Carlos.
Fue profesor de Literatura en Enseñanza Secundaria desde 1945.
Dio cursos sobre Composición
Literaria y Estilística en la Facultad de Humanidades y Ciencias, desde 1945.
El 11 de abril de 1948 muere su padre a quien había admirado tanto.
Ese mismo año, invitado por el gobierno polaco viaja a Breslau donde participa en un Congreso por la Paz. Visita varios países en compañía del escritor Enrique Amorím y su esposa quienes lo ayudan y guían en todo.
El 10 de junio de 1949, nace su hija María Mercedes.
Ante la Catedral de Santa Maria en Cracovia
Ese mismo año, invitado por el gobierno polaco viaja a Breslau donde participa en un Congreso por la Paz. Visita varios países en compañía del escritor Enrique Amorím y su esposa quienes lo ayudan y guían en todo.
María Mercedes hija de Paco -óleo de Horacio Torres
En 1954 publicó el ensayo sobre estética Milón, el ser del circo.
En 1961 recibió el premio Nacional de literatura.
Este
disco fue editado en 1962 en una coproducción entre Sodre y Antar (serie PLPS
5016). No obstante, como era habitual en esa época y en ese sello discográfico,
la fecha de edición no aparece por ningún sitio. Es solo por medio del contexto
del disco y por correlación de los números de serie que podemos saberlo con
certeza.
En
el disco Paco -cuyos dotes de orador y cuentista eran ya una leyenda- narra los
cuentos “El hombre pálido”, “Rodríguez” y “¡Qué lástima!”.
También participó en un programa de televisión durante los sesenta en Canal 5, titulado "Dialogando con los clásicos", hasta que el gobierno de Pacheco Areco censuró y eliminó el programa. Se destacó como narrador oral y su voz leyendo sus propios cuentos fue registrada en un fonograma coproducido por Sodre y Antar en 1962
En el año 1968 publica Don Juan, el zorro (tres fragmentos de novela).
Muere el
26 de junio de 1973, un día antes del golpe de Estado. Por esta circunstancia,
su velatorio se convirtió en un hecho político trascendente.
Estilo
Perteneciente a la "Generación del centenario" su obra se ubica, así como la de Morosoli, dentro del regionalismo por su intención de reflejar lo propio: paisajes, situaciones, anécdotas, tipos y hábitos, desde un nuevo punto de vista.
Los personajes de sus obras son seres desamparados, provenientes de los suburbios, relegados y perdidos en un mundo social que los excluye, pero no insiste en la fórmula del nativismo ni del naturalismo, sino que ahonda en estos seres singulares sólo para comprenderlos.
Homenajes
Una de las salas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación lleva su nombre, cómo también lo hace una biblioteca popular en el barrio Paso de la Arena
También lleva su nombre el seccional 15 del Partido Socialista, ubicado en Sayago, barrio de Montevideo.Una de las salas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación lleva su nombre, cómo también lo hace una biblioteca popular en el barrio Paso de la Arena
Monumento inaugurado en San José para homenajear a
Paco Espínola,del
escultor Heber Riguetti.
Este CD reúne
varios cuentos de Paco Espínola narrados por él mismo. Los mismos fueron
editados en casete en “Paco Espínola cuenta vol. 1” (Ayuí / Tacuabé a/m29k.
1987) y “Paco Espínola cuenta vol. 2” (Ayuí / Tacuabé a/m33k. 1999).
Este
volumen es una reedición en CD de ambos casetes con algún contenido extra.
Caricatura de Julio Suárez
Escribe la Profesora. Iris Caramés Beltrán.
Francisco Espínola es considerado, junto a Onetti, como maestro de la Generación del 45: “Todos venimos de Paco”, dijo Mario Arregui a propósito de la influencia de la obra de este maragato en los narradores del 45, quien fue laureado en 1961 con el Gran Premio Nacional de Literatura.
A propósito de su obra, Carlos Maggi sostiene que Espínola cuenta subjetivamente, atendiendo al exquisito mundo interior de sus personajes y no a la pura acción exterior, además de exhibir una intencionalidad formal muy cuidada: “hay una atmósfera virtual que crea la factura artística”, donde forma y contenido se funden, afirma este crítico.(1)
Por su parte, Benedetti plantea: “Lo curioso es que la de Espínola no es una fantasía descarnada, gratuita, etérea, sin raíces. Con segura intuición, sabe reconocer dónde reside un determinado hilo de naturalidad, espontánea fantasía en la vida de la gente de campo, y entonces lo estira, lo prolonga, lo exagera: lo trasmuta, en fin, en empresa de imaginación".(2)
Arturo Sergio Visca (3) opina que la creación narrativa de este escritor puede concebirse como formada por tres círculos concéntricos, cada uno de los cuales constituye un mundo narrativo con su motivación y temperatura propias, pero de tal modo comunicantes entre sí que el primero se amplía en el segundo y el segundo en el tercero, que reabsorbe en sí a los otros dos. Los personajes del primer círculo son seres rudos, casi bárbaros (Raza Ciega). El segundo círculo está formado por Lo inefable, El rapto, Los cinco, ¡Qué lástima!, Rancho en la noche, Las ratas, y la novela Sombras sobre la tierra, en donde sus protagonistas son seres radicados en el pueblo o en sus suburbios, son seres fronterizos (en su mayoría) entre el mundo de la naturaleza y el de la civilización, son seres “contaminados” de cultura. El tercer círculo, nombrado por este crítico como “mundo popular y tradicional de signo poético” se integra con Saltoncito, El milagro del hermano Simplicio, Rodríguez y los fragmentos de la novela Don Juan el Zorro, en donde se nota que, sin perder el contacto con la realidad, se acentúa la perspectiva desrealizadora con origen en motivos tradicionales populares.
Escritor de gran profundidad y sencillez a la vez, logró ser conocido por casi todos los integrantes de la sociedad uruguaya de los 60-70, aún por aquellos que no habían leído sus obras.
(1) Maggi, C. Paco Espínola. Vida y obra. Historia de la Literatura uruguaya. Capítulo Oriental, Tomo II. Montevideo.1988.
(2) Benedetti, M. Espínola, Francisco. Nuevo diccionario de Literatura Uruguaya. Banda Oriental. Montevideo. 2001.
(3) Visca, A. Prólogo a Cuentos Completos de Francisco Espínola. Arca. Montevideo. 1987
COMPARTIENDO CON USTEDES
Con "Saltoncito",novela infantil publicada en capítulos por la revista "El Grillo" del Consejo de Enseñanza Primaria y Normal, Francisco Espínola fue un escritor que atrapó a los niños hace muchos años y que a mi entender, por los valores que trascienden a su escritura, y siguen vigentes hoy, es conveniente hacer que los escolares lo conozcan.
Les dejo un tramo de la novela Saltoncito tal como aparecía en la revista El Grillo.
SALTONCITO
Ilustración de Mario Spallanzani,
A raíz de su desaparición, corrieron varios rumores por el charco: alguien afirmó que Ojos de Chispa, la gran víbora que vivía cerca del bosque, se lo había devorado; otro trajo la noticia de que fue visto entre las rocas del arroyo, y el anciano Glu-Glu, el Patriarca, supo que Cabeza Giratoria, la lechuza, estuvo con él conversando en el llano…
Pero lo cierto es que se fue el invierno y vino la primavera, sin que Mángoa, la esposa del desgraciado sapo, ni Saltoncito, su hijo, volvieran a verlo más.
Mángoa resignóse con su triste suerte y se dedicó a la buena crianza de Saltoncito. Todas las tardes llevábalo a tomar el aire, conduciéndolo hasta unas rocas desde donde se veían los verdes campos. Y mientras ella, sacando su cesta de costura, se ponía a reparar la ropa, Saltoncito brincaba entre las pedrezuelas y las hierbas bajo los tibios rayos del sol.
Muchas veces, al volver de sus correrías, encontraba a su madre muy triste, con la vista perdida en los campos y los ojos velados por las lágrimas.
Saltoncito, comprendiendo el motivo de su pena, se trepaba a las rodillas de su madre y la besaba.
Por no disgustarla se comportaba muy bien y le ahorraba las tareas que podía. A riesgo de que no lo creáis, os digo que él mismo se lavaba y se vestía, y que fue muy feliz cuando consiguió hacerse solo el lazo de la corbata…
Glu-Glu, el Patriarca, dijo un día a Mángoa:
–Tu hijo, amiga mía, será un sapo que llegará lejos por su inteligencia y su bondad.
Y sonriendo dulcemente al pequeño, díjole:
–Saltoncito, pide permiso a tu madre, y yo te llevaré a pasear por el bosque.
Mángoa accedió, recomendándole que obedeciera al venerable anciano.
Pronto ambos salieron del charco y cruzando el llano, llegaron al bosque.
Saltoncito, prendido de la mano de Glu-Glu, tembló al sentirse debajo de los gigantescos árboles.
– ¿No nos harán daño, abuelo?
Glu-Glu le explicó la bondad de los árboles, cómo extienden sus ramas para que en ellas los pájaros sostengan sus nidos, y cómo dan dulces frutos y sombra reconfortante.
– ¡Ay, abuelo, qué buenos son! –exclamó el pequeño. –Suéltame un momento la mano que quiero darles un beso.
–Es inútil, hijo mío –dijo el anciano.
– ¿Por qué?
–Porque ellos no te sentirán, preocupados en otras cosas. ¿No ves
cómo miran al cielo?
–Sí, señor –dijo Saltoncito.
– ¡Bueno! –repuso el viejo sapo.
Y en vano el otro esperó que continuara, porque no habló más.
Cuando regresaron del lindo paseo era ya de noche. El cielo estaba radiante de estrellas y alrededor de ambos todo parecía descansar confiado en ellas. Habíase detenido el viento; los árboles permanecían con las copas inmóviles, y en sus tibios nidos de pajita y pluma dormían los pájaros.
– ¡No hay casi luz! ¡Nos perderemos, abuelo! –exclamó Saltoncito.
–Ve cómo todas las cosas, hasta las que parecen más lejanas e indiferentes, nos son útiles. Yo me sé guiar por las estrellas.
– ¡Yo quiero aprender, abuelo!
Mientras andaban, Saltoncito recibió su primera lección de Astronomía, ciencia que, ya lo veremos más adelante, de mucho le sirvió.
Cuando llegaron, Mángoa estaba muy inquieta.
–Temí que les hubiera pasado algo. ¿Cómo se comportó Saltoncito?
–Muy bien. Puedes estar orgullosa de él.
El anciano acarició a Saltoncito y agregó:
–Éste irá lejos. ¡Lo digo yo!
Ido el anciano apoyándose en un bastón, pusiéronse a la mesa.
Saltoncito comió con gran apetito y, a cada momento, su madre tenía que recomendarle:
–No comas tan de prisa porque no te hará provecho.
En cuanto se acostó se quedó dormido.
Y pasó la noche soñando con estrellas.
Pero lo cierto es que se fue el invierno y vino la primavera, sin que Mángoa, la esposa del desgraciado sapo, ni Saltoncito, su hijo, volvieran a verlo más.
Muchas veces, al volver de sus correrías, encontraba a su madre muy triste, con la vista perdida en los campos y los ojos velados por las lágrimas.
Saltoncito, comprendiendo el motivo de su pena, se trepaba a las rodillas de su madre y la besaba.
Por no disgustarla se comportaba muy bien y le ahorraba las tareas que podía. A riesgo de que no lo creáis, os digo que él mismo se lavaba y se vestía, y que fue muy feliz cuando consiguió hacerse solo el lazo de la corbata…
Glu-Glu, el Patriarca, dijo un día a Mángoa:
–Tu hijo, amiga mía, será un sapo que llegará lejos por su inteligencia y su bondad.
Y sonriendo dulcemente al pequeño, díjole:
–Saltoncito, pide permiso a tu madre, y yo te llevaré a pasear por el bosque.
Mángoa accedió, recomendándole que obedeciera al venerable anciano.
Pronto ambos salieron del charco y cruzando el llano, llegaron al bosque.
Saltoncito, prendido de la mano de Glu-Glu, tembló al sentirse debajo de los gigantescos árboles.
– ¿No nos harán daño, abuelo?
Glu-Glu le explicó la bondad de los árboles, cómo extienden sus ramas para que en ellas los pájaros sostengan sus nidos, y cómo dan dulces frutos y sombra reconfortante.
– ¡Ay, abuelo, qué buenos son! –exclamó el pequeño. –Suéltame un momento la mano que quiero darles un beso.
–Es inútil, hijo mío –dijo el anciano.
– ¿Por qué?
–Porque ellos no te sentirán, preocupados en otras cosas. ¿No ves
cómo miran al cielo?
–Sí, señor –dijo Saltoncito.
– ¡Bueno! –repuso el viejo sapo.
Y en vano el otro esperó que continuara, porque no habló más.
Cuando regresaron del lindo paseo era ya de noche. El cielo estaba radiante de estrellas y alrededor de ambos todo parecía descansar confiado en ellas. Habíase detenido el viento; los árboles permanecían con las copas inmóviles, y en sus tibios nidos de pajita y pluma dormían los pájaros.
– ¡No hay casi luz! ¡Nos perderemos, abuelo! –exclamó Saltoncito.
–Ve cómo todas las cosas, hasta las que parecen más lejanas e indiferentes, nos son útiles. Yo me sé guiar por las estrellas.
– ¡Yo quiero aprender, abuelo!
Mientras andaban, Saltoncito recibió su primera lección de Astronomía, ciencia que, ya lo veremos más adelante, de mucho le sirvió.
Cuando llegaron, Mángoa estaba muy inquieta.
–Temí que les hubiera pasado algo. ¿Cómo se comportó Saltoncito?
–Muy bien. Puedes estar orgullosa de él.
El anciano acarició a Saltoncito y agregó:
–Éste irá lejos. ¡Lo digo yo!
Ido el anciano apoyándose en un bastón, pusiéronse a la mesa.
Saltoncito comió con gran apetito y, a cada momento, su madre tenía que recomendarle:
–No comas tan de prisa porque no te hará provecho.
En cuanto se acostó se quedó dormido.
Y pasó la noche soñando con estrellas.
Ilustración de Mario Spallanzani,
Llegó el invierno. Apenas si algún pájaro atravesaba el aire, triste y silencioso. La pradera había perdido sus hijas, las flores y, por consolarla, la lluvia tendía alfombritas de charcas, donde posasen sus delicados pies las estrellas que bajaban a engañar piadosamente a la madre.Saltoncito salía solo por los campos y cuando regresaba a su casa, toda la melancolía de la Naturaleza parecía inundar su corazón.
“Esto que ves no es nada comparado con el resto del mundo”, –habíale dicho en cierta ocasión el anciano Patriarca. “Cuando yo era joven conocí a un sapo de mucho mundo, hijo mío, y le oí contar cosas maravillosas: Reinos inmensos y riquísimos, con ciudades más grandes que cien charcos de éstos, juntos; palacios de piedras preciosas y de oro; reyes poderosos”.
Y en el alma de Saltoncito nació e iba creciendo, hasta empujarlo, el deseo de abandonar la comarca y salir por el mundo.
¿Por qué no podría encontrar una hermosa ciudad donde trabajar conquistándose una holgada posición que le permitiera llevar con él a su madre y librarla de los continuos sobresaltos experimentados durante el verano, cuando la charca se seca hasta casi desaparecer?
Un día, comunicó a su madre sus firmes deseos.
Ella lloró silenciosamente, sin tratar de disuadirlo porque sabía que era imposible, dado el carácter tenaz del jovenzuelo. Luego, secándose las lágrimas, buscó entre las ropas algunas de su perdido esposo para achicarlas y vestir bien abrigadamente a Saltoncito. Quitó un traje azul, que en sus tiempos fue muy bonito por los botones dorados, pero que estaba demasiado descolorido. Luego otro, negro, ¡ay!, el que llevaba puesto cuando se conocieron…Por fin encontró uno de pana gris, muy abrigado. Al mirarlo mejor, notó que tenía, aún sin zurcir, un gran trabón en la solapa. Su esposo habíaselo hecho al resbalarse por una roca y engancharse en su afilada punta.
Mángoa achicó el traje, cosió el trozo de solapa roto y, luego, preparó el almuerzo.
Por la tarde, Saltoncito fue a despedirse de sus amistades y retornó, ya al anochecer, acompañado por Glu-Glu. Besó a su madre, asegurándole que volvería por ella en cuanto obtuviera su bienestar, alzó un bulto, –donde llevaba alimentos y algo de ropa interior– y salió de la chacra con el anciano.
Al llegar a las rocas, éste lo abrazó y, sin decir palabra, lo dejó partir.
Era ya noche. Las estrellas se asomaban desde el cielo buscando charquitos. Y la luna apareció en seguida y tendió sobre el mundo su plateado resplandor.
En la paz de los campos, dos sombras se alejaban en contrarias direcciones: cojeando, inclinando sobre su bastón, el anciano Patriarca, rumbo a su charco que bruñía la luz: y hacia lo desconocido, hacia el misterio, el pequeño Saltoncito, con ágil y resuelto paso...
Análisis de Alfredo Mario Ferreiro a la obra “Saltoncito” de Francisco Espínola
De aquí nace el asombro que la obra produce en el mismo autor.
Los que tratamos a Espínola hemos visto como vuelve en la conversación hacia los libros que publica, haciendo comentarios apasionadísimos como si lo escrito fuese obra de otro. He aquí el distingo del escritor corriente, del que es llevado por fuerzas que aún no pueden precisarse. Como en un sueño, va trazando la línea de sus movimientos interiores. De repente, una oscilación tremenda nos da la pauta para conocer la aparición de uno de esos terremotos de emoción que son toda la obra de este novelista excepcional.
“Saltoncito” es la línea purísima de una novedosa estética infantil.
Todo reducido a estrellas y flores, nubes y sol, agua y luces.
Y en la simplicidad lograda, ensamblado en la misma, destella- faro para la navegación infantil- la más honda de las trascendencias humanas: Bondad contra injusticia, pureza contra sordidez.
Espínola es de los fuertes que dominan la vida hasta el punto de presentarla como se le ocurre sin disminuirle vitalidad. Experimentador de alto bordo, Espínola arma sus sapitos en forma tal que, a la finalización del libro, ya hay un sentimiento humano para todo lo humano que hay en la fábula.
¿Qué pensarán los niños del libro de Espínola? ¿Qué irán imaginando esas cabecitas adorables? ¿Qué descifraran los ojos que siguen la guía del dedito sonrosado con la uña un poquito sucia?
Los ojos de los niños están hechos de medida para enfrentarse con la lectura de este libro. Espínola es el niño por excelencia. Purísimo y purísimo, a trae hacia él los círculos de diafanidad. Los traspasa y los describe. Describe diafanidades. Es decir, escribe con luz.
Toda la acción del librito demuestra esta posición espiritual. Y el poema se arma solo. Solo tiende sus brazos hacia la claridad y solo parte como flecha evadida de potente arco.
Considerando la mentalidad infantil como arcilla susceptible de formas a plasmarse, Espínola ha de lograr la forma que ambiciona. La forma que conservará la impresión de los dedos de su pensamiento. Impresión digital, la más valiosa".
FUENTES
https://es.wikipedia.org/
http://www.poemas-del-alma.com/
https://muse.jhu.edu/
Capítulo Oriental N° 26
2 comentarios:
Mil gracias,fue mi cuento de cabecera en la niñez después lo perdí con el tiempo y ahora lo busco para mi niña y no lo encuentro para regalárselo a ella pero le leí una parte del y le encanto,un abrazo.
Me emocioné aunque parezca mentira nunca leí a saltoncito a pesar de q estaba en casa.yo soy hijs de primo de Paco.lo leeré.
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