Octubre estaba
finalizando con días espléndidos inundados de luz y alegría.
En el huerto de la
familia de Sofía, próxima al monte y al pie del cerro, las plantas y frutos
resplandecían con sus hermosos colores.
En un sector de la
huerta se destacaba un cantero de calabazas. Sofía disfrutaba de cuidar las
plantas junto a su abuelo.
Sin embargo, a una de
las calabazas, la más brillante y anaranjada, en los últimos días se la veía
inquieta.
Le había contado su
secreto a las otras calabazas,
-¡Necesito irme de
aquí! Es que…me dan miedo esos cuentos de Halloween que escuché. Quiero estar
lejos de aquí antes de que llegue la noche de brujas –les dijo a sus amigos,
Cala, la calabaza.
Las otras trataron de
tranquilizarla, pero Cala estaba decidida a huir hacia el monte.
Una tardecita Cala
pensó que era el momento de escapar.
Subrepticiamente se fue
acercando al portón de la huerta, pero quedó desalentada cuando se dio cuenta
que estaba cerrada con un pasador.
Cuando pensaba que su intento de huida había fracasado sintió el aleteo de un ave. Miró hacia arriba y vio que era Toco, el pica palo que se acercaba.
-Puedo ayudarte
–preguntó Toco.
-No lo sé, necesito
abrir el portón, pero no llego al pasador -contestó Cala.
-Eso es fácil para mi
-dijo Toco y con su pico levantó el pasador y el portón se abrió.
Cala agradeció a su
amiga Toco y se alejó rápidamente hacia el monte.
Sólo se sintió a salvo
cuando se internó entre los primeros árboles.
Estaba algo agotada
pero decidida a mantenerse a salvo.
Ya había caído la noche
y se acurrucó en las raíces de una higuera y se quedó dormida.
A la mañana siguiente
Gabriel y Sofía madrugaron para colaborar con el abuelo en su cuidado de la
huerta.
Los niños estaban
ocupados regando las plantas, y notaron que del cantero de las calabazas
faltaba Cala.
Se preocuparon
inmediatamente por su amiga Cala y comenzaron a buscarla por la huerta.
-Sofía, ¿has visto a
Cala en algún lado? No la veo por ninguna parte- dijo Gabriel preocupado.
-No, Gabriel. No está
en su lugar habitual. Deberíamos buscarla, seguro está escondida -dijo Sofía
frunciendo el ceño.
Los niños recorrieron
la huerta, buscando pistas sobre el paradero de la calabaza.
Mientras revisaban, se
dieron cuenta de que algunas de las otras calabazas estaban muy inquietas y que había un hueco entre ellas y que
había rastros que parecían indicar que la calabaza se había ido hacia el monte.
-Mira, Sofía, hay
huellas que van hacia el monte. Creo que nuestra amiga Cala ha escapado –dijo Gabriel
observando los rastros.
-Entonces, debemos ir
tras ella y asegurarnos de que esté a salvo - dijo Sofía decidida.
Los niños se prepararon
para buscar a Cala en el monte, sabiendo que no era bueno dejarla sola.
Llevaron algunas linternas, agua y provisiones para la búsqueda, y se
adentraron en el monte, decididos a
Mientras tanto en el
monte Cala se despertó y al darse cuenta que no estaba en el huerto se sintió
inmensamente feliz.
Salió a caminar
disfrutando de las flores y los animalitos que la saludaban a su paso.
Pero, lamentablemente,
su escape fue descubierto por el cazador del pueblo, un hombre corpulento con
un diente de oro y una risa estruendosa.
-¡Una calabaza gigante!
Será perfecta para hacer dulces para Halloween –dijo el cazador, frotándose las
manos.
El cazador se apresuró
a atraparla, pero en ese momento, el búho Olegario, que había estado observando
la escena desde un árbol cercano, intervino.
Voló sobre la cabeza
del cazador y se llevó su sombrero.
Sorprendido el cazador
soltó a Cala, que aprovechó la oportunidad para escapar corriendo.
Mientras corría por el
monte, se encontró con Rayito, una hormiga simpática que vivía en un hormiguero
cercano.
-¡Rayito, necesito tu
ayuda! Estoy huyendo del cazador que quiere convertirme en dulces para
Halloween –dijo Cala jadeando.
-¡Oh, vaya! No te
preocupes, te ayudaré a esconderte. Sígueme -dijo Rayito decidida.
Rayito llevó a la
calabaza a través de los senderos ocultos del monte, donde se encontraron con
Nuti la
estaba nadando en un arroyo cercano.
-¡Hola, amiga nutria!
Estoy escapando del cazador. ¿Puedes ayudarme a esconderme? -dijo Cala muy
nerviosa.
-¡Claro que sí! Sube a
mi espalda y nademos lejos de aquí –dijo la nutria.
Cala montó a lomos de
la nutria y nadaron arroyo abajo, alejándose del cazador que estaba escondido
en el monte.
La calabaza bajó en la
orilla, parecía que estaban a salvo, y Cala se distrajo admirando el paisaje ,
sin darse cuenta, que no estaba sola.
En ese momento, el
cazador, que había estado esperando pacientemente oculto detrás de un matorral,
saltó y la atrapó nuevamente con rapidez.
-¡Te tengo, calabaza! Ahora
sí serás el ingrediente principal de mis dulces de Halloween –dijo el cazador,
triunfante.
La calabaza se sintió
atrapada y asustada una vez más. No sabía cómo escapar de esta situación.
En el monte se
escucharon los pedidos de auxilio de Cala, entonces Olegario se reunió con los
niños Gabriel y Sofía. Sabían que necesitaban un plan para salvarla, así que
decidieron buscar ayuda en la naturaleza.
-Necesitamos algo que
pueda mantener al cazador alejado y proteger a nuestra amiga la calabaza – dijo
Olegario.
Fue entonces cuando el
búho tuvo una idea.
-¡Las abejas! Si
logramos que un enjambre de abejas persiga al cazador, seguro huirá lejos -dijo
Olegario entusiasmado.
-¡Buena idea,! Vamos a
buscar a las abejas y pedirles ayuda –exclamó Sofía.
Los niños y el búho se
dirigieron al panal cercano, donde las abejas estaban ocupadas recolectando
néctar y polen.
-¡Queridas abejas!
Necesitamos su ayuda para liberar a nuestra amiga Cala de un cazador que la
atrapó. ¿Pueden ayudarnos? -preguntó Gabriel, amablemente.
Las abejas, al escuchar
la solicitud de los niños, zumbaban en señal de acuerdo y salieron en un
enjambre furioso hacia donde se encontraba el cazador.
Lo rodearon y
comenzaron a picotearle sin piedad.
-¡Abejas! ¡Abejas por
todas partes! ¡Me están picando! – dijo el Cazador gritando.
El cazador soltó la
calabaza y comenzó a correr para escapar del enjambre de abejas furiosas.
Las abejas lo
persiguieron durante un buen trecho, asegurándose de que se alejara de la
calabaza y del monte.
Cuando finalmente el
cazador desapareció en la distancia, las abejas regresaron
triunfantes junto a los niños, Olegario y la calabaza.
-¡Gracias, abejas!
Ustedes son realmente valientes –agradeció Gabriel.
-Y gracias a ustedes,
Cala está a salvo de nuevo -sonrió Sofía.
-Gracias por
encontrarme, chicos. Les debo una explicación de por qué me fui del huerto
-suspiró Cala.
-No te preocupes,
amiga. Estamos aquí para ayudarte. ¿Qué te hizo escapar? -preguntó amablemente
Olegario.
-Verán, chicos, me dieron
miedo algunos cuentos que escuché sobre Halloween. Historias de brujas,
fantasmas y cosas aterradoras que ocurren en esta época del año. Me asustaron
tanto que pensé que estaría más segura en otro lugar -contestó Cala muy triste.
-Entendemos, Cala. Pero
Halloween es solo una festividad para divertirse, contar historias
espeluznantes y comer golosinas. No hay nada que debas temer de verdad –dijo
comprensivamente Gabriel.
-Además, siempre
estamos aquí para cuidarte y asegurarnos de que estés a salvo –añadió Sofía.
-Gracias por
entenderme, chicos. Me siento más tranquila ahora. Supongo que dejé que el
miedo me dominara- agradeció Cala.
-El miedo es algo
natural, pero no debemos dejar que nos gobierne. La amistad y el apoyo de los
amigos nos ayudan a superarlo -reflexionó Olegario.
Mientras reflexionaban
sobre el miedo de Cala, Gabriel, Sofía y Olegario pensaban en cómo ayudarla.
-¡Tengo una idea, Sofía!
Vamos a mostrarle a nuestra amiga calabaza que Halloween es sobre diversión y
juegos- dijo Gabriel entusiasmado.
-¡Exacto! Vamos a
organizar una fiesta de Halloween con disfraces de fantasmas, brujas,
esqueletos, momias y gatos negros para que vea que es todo juego -dijo Sofía
asintiendo.
-¿Una fiesta?¿de
Hallowen?¿para mí? -preguntó Cala
-Exacto, Cala. La
organizamos para que veas lo divertido que puede ser.
-¡Sí! Y puedes unirte a
nosotros y a todos nuestros amigos del monte en la celebración –dijo Sofía
entusiasmada.
Pero aún Cala tenía
cierta inquietud acerca de Halloween y sus historias aterradoras.
Los niños y los
animalitos del monte se pusieron manos a la obra.
Reunieron sábanas
blancas, sombreros puntiagudos, vendas, papel higiénico y hasta pelucas para
crear disfraces. Pronto, el monte estaba lleno de risas y preparativos para la
fiesta.
El día de la fiesta llegó,
y Cala estaba ansiosa por ver qué ocurriría.
Cuando llegó al lugar
de la celebración, quedó asombrada al ver a Gabriel vestido de vampiro y Sofía
vestida de brujas, algunos animalitos luciendo disfraces de gatos negros y
otros disfrazados de esqueletos, momias y fantasmas.
-¡Wow, esto es
increíble! ¡Nunca había visto algo así! -exclamó Cala.
Los niños y los
animalitos del monte la invitaron a unirse a la diversión. Todos jugaron
juegos, se
Halloween divertidas y se rieron juntos. La calabaza, rodeada de amigos y risas, se dio cuenta de que Halloween era una celebración llena de alegría y amistad.
-¿Ves, amiga Cala?
Halloween es sobre jugar y disfrutar con amigos- dijo Gabriel sonriendo.
- ¡Exactamente! Y para
que lo recuerdes siempre, hemos preparado un disfraz especial para ti -dijo Sofía.
Los niños le entregaron
a Cala un disfraz de calabaza sonriente, con brazos y piernas, como ella misma.
Se puso el disfraz y todos aplaudieron y rieron.
-¡Gracias, chicos!
Ahora sé que Halloween es divertido y no hay nada que temer- dijo feliz la
calabaza.
La fiesta continuó
hasta altas horas de la noche, llena de risas y diversión.
La calabaza, ahora
libre de miedos, disfrutó de la celebración como nunca antes.
La calabaza aprendió
que con la ayuda de amigos valientes y la naturaleza, podía enfrentar cualquier
desafío y dejar atrás sus miedos.
Desde entonces, se
convirtió en la anfitriona de las fiestas de Halloween más alegres y divertidas
en el monte. Y todos aprendieron que Halloween era una celebración de amistad y
diversión, y que no había lugar para el miedo en su mundo de juegos y risas.
FIN
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