Fue una poetisa, y activista feminista uruguaya.
Destacada poetisa uruguaya adscrita al modernismo, que inauguró con su obra lírica la trayectoria de la poesía femenina del siglo XX en el continente sudamericano. Formó parte de la llamada "generación de 1900" a la que también pertenecieron Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones y Rubén Darío, al que consideraba su maestro, y con el que mantuvo correspondencia tras conocerlo en 1912 en Montevideo.
Su padre fue Santiago Agustini, uruguayo, y su madre María Murtfeld Triaca oriunda de Buenos Aires, Argentina,
Desde temprana edad envió colaboraciones en prosa a la revista Alborada, que se publicaba por entonces en la capital de su país.
En 1902, a la edad de dieciséis años, empieza a publicar sus primeros poemas en la revista La Alborada. También lo hace en otras revistas literarias, como Apolo y Rojo y Blanco. Es en estos poemas donde se identifica su estilo modernista más extremo, muy cercano al de Rubén Darío en Azul o Prosas profanas; allí están presentes el exotismo, el cosmopolitismo, el preciosismo y un afán por la rima musical. Asimismo, estos primeros poemas todavía están acentuados por una temática convencional donde sobresale un fuerte idealismo; precisamente porque es una joven adolescente, prefiere escribir sobre ilusiones y sueños.
En 1903, La Alborada la invita a colaborar en una sección que ella titula «La legión etérea» y que firma con el pseudónimo de Joujou. En esta sección, escribe retratos de mujeres de sociedad que sobresalen ya sea en lo cultural o lo social.
Durante sus años de adolescencia, Delmira prefiere la cómoda soledad de su habitación a las reuniones sociales. Su mayor interés sigue siendo la poesía, y su tiempo libre lo dedica a pasear con sus padres, quienes la suelen acompañar a dar largas caminatas por el parque.
A partir de entonces empieza a establecer amistad con algunas de las figuras intelectuales más sobresalientes de la época, casi todas mayores que ella: el ya mencionado, Manuel Medina Betancourt, Alberto Zum Felde, Roberto de las Carreras, Juan Zorrilla de San Martín, Carlos Vaz Ferreira, Julio Herrera y Reissig, Samuel Blixen (editor del semanario cultural Rojo y Blanco), entre otros.
La correspondencia que establece con algunos de ellos se caracteriza por la hiperbólica admiración --propia de la retórica modernista- con que es elogiada tanto su poesía como su persona.
Al principio, el romance se mantuvo en secreto ya que aparentemente la madre se oponía a esta relación amorosa, lo que indica que, contrariamente a lo que señalan sus biógrafos, su madre no controlaba su voluntad.
En una de sus cartas de este periodo, Delmira le escribe a Reyes lo siguiente:
Un año mayor que Delmira, Reyes era, según testimonios, un joven guapo, de figura atlética y talante seguro, pero de una naturaleza emocional un tanto agresiva y sobre todo, alguien acostumbrado a dominar. Provenía de una familia acomodada de Florida y, cuando conoció a Delmira, estaba involucrado en el negocio de la compra y venta de caballos.
Sin embargo, lo que se debe destacar es que Reyes nunca le dio importancia al talento poético de Delmira, más bien lo consideraba una «debilidad» de soltera; solía decir que, una vez casados, se encargaría de ver que abandonara la escritura.
Adicionalmente, cuando Delmira se casa con Reyes, la poeta ya no está enamorada de él. Para entonces ya siente un fuerte apasionamiento por el intelectual argentino Manuel Ugarte, quien irónicamente será uno de los testigos de la boda. Las dudas que atormentaron a Delmira el día de su boda han quedado nítidamente reflejadas en una dramática carta dirigida a Ugarte y escrita poco después de su separación de Reyes:
"Piense usted que esas dos palabras que yo pude en conciencia decirle el otro día de conocerlo, han debido ahogarse en mis labios ya que no en mi alma. Para ser absolutamente sincera yo debí decirlas; yo debí decirle que usted hizo el tormento de mi noche de bodas y de mi absurda luna de miel. Lo que pudo ser a la larga una novela humorística, se convirtió en tragedia. Lo que yo sufrí aquella noche no podré decírselo nunca. Entré a la sala como a un sepulcro sin más consuelo que el de pensar que lo vería. Mientras me vestían pregunté no sé cuántas veces si había llegado. Podría contarle todos mis gestos de aquella noche. La única mirada consciente que tuve, el único saludo inoportuno que inicié fueron para usted. Tuve un relámpago de felicidad. Me pareció un momento que usted me miraba y me comprendía. Que su espíritu estaba bien cerca del mío entre toda aquella gente molesta. Después, entre besos y saludos, lo único que yo esperaba era su mano. Lo único que yo deseaba era tenerle cerca un momento. El momento del retrato. Y después sufrir, sufrir hasta que me despedí de usted. Y después sufrir más, sufrir lo indecible."
Para cuando escribe esta carta, Delmira, quien no había soportado vivir más de un mes y medio al lado de Reyes, se había mudado a la casa de sus padres; aseguraba haber huido de la «vulgaridad».
Sin duda, herido en su virilidad, Reyes no pudo soportar que Delmira no sólo lo abandonara, sino que además inaugurara la ley de divorcio en el Uruguay. El caso tuvo una enorme repercusión debido a que con ello se sentaba un precedente en el continente y a que quien solicitaba el divorcio era una célebre autora de versos eróticos. Por tanto, es fácil comprender hasta qué punto, en un medio tremendamente machista, el marido se sentía cuestionado en su masculinidad. Esto lo confirman los testimonios de la hermana de Reyes, Alina, recogidos en la biografía de Clara Silva, Genio y figura de Delmira Agustini.
Por su parte, Delmira, poco después de la separación, empieza a cartearse intensamente con Ugarte, y el sentimiento de amor se hace cada vez más explícito.
No obstante, estando el divorcio en pleno trámite, Delmira empieza a verse en secreto con su todavía marido en las habitaciones que este alquila en un edificio de la calle Andes, 1206. Unos dicen que Delmira perpetuó la intimidad con la esperanza de que el trámite de divorcio no se viera obstaculizado.
Ella tenía 27 años, él tenía 28, ambos de familias acomodadas, por lo que los periódicos llenaron sus páginas con reseñas sensacionalistas. Ciertamente, la forma en que murió ha originado un mito en torno a la figura de la poeta, uno que pervive hasta el día de hoy.
Después de su muerte, en 1924, salieron a la luz las Obras completas (tomo 1, El rosario de Eros; tomo 2, Los astros del abismo) y en 1969 su Correspondencia íntima.
Homenaje del Club de Leones de Sayago a Delmira Agustini en su centenario
( © 2010 Milagros Adipe )
Fecha de emisión: 26/3/2009 Código: 2009-04-S Valor: $ 12.- (pesos uruguayos) Tirada: 15.000 sellos Artista plástico: Nelson Romero Plancha: 25 sellos
El legado en la poesía de
Delmira Agustini que perdura hasta hoy se centra en su papel innovador dentro
del Modernismo y su transición hacia la Vanguardia, la renovación estética y la
voz femenina subversiva en la poesía hispanoamericana.
Fue una pionera que rompió con
las convenciones de su tiempo al expresar abiertamente el erotismo, la
sensualidad y las emociones profundas desde una perspectiva femenina, lo que la
hace única y relevante aún hoy.
Su obra es reconocida tanto
por su calidad literaria como por su fuerza expresiva, y sigue siendo estudiada
y valorada en la literatura latinoamericana y mundial.
Influencia estética y temática
Delmira Agustini es
considerada una figura que permanece entre el Modernismo y la Vanguardia,
evidenciando características de ambos movimientos en su poesía.
Esta continuidad más que ruptura permite ver su obra como un antecedente estético crucial para los movimientos artísticos posteriores. Introdujo una originalidad esencial y una voz femenina que exploraba temas antes vedados para las mujeres, como el amor, el deseo y la identidad con un tono audaz y directo, subvirtiendo las normas sociales y literarias de su época.
Reconocimiento y vigencia
Desde muy joven destacó en la
escena cultural de Montevideo y sus poemas recibieron elogios de escritores
consagrados como Rubén Darío, quien reconoció la potencia y la novedad de su
voz lírica femenina.
Su obra ha sido objeto de
múltiples análisis críticos que resaltan la soledad, el misterio y la
intensidad emocional como aspectos de su legado poético.
La presencia de sus escritos en archivos nacionales y la constante publicación de sus poemas mantienen viva su memoria y su influencia entre nuevas generaciones de lectores y poetas.
Obras principales y aportes
Publicó en vida obras
emblemáticas como El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910) y Los
cálices vacíos (1913), que contienen una poesía que oscila entre la exaltación
del amor y el erotismo y la búsqueda espiritual y existencial.
Estas obras son referentes
obligados para entender la poesía modernista en América Latina y la presencia
de una voz femenina fuerte y autónoma en las letras hispanas del siglo XX.
FUENTES




















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