Laura Ana Merello, más
conocida como Tita Merello fue una actriz, vedette y cantante argentina de
tango y milonga.
Merello se convirtió en una de
las primeras cantantes de tango femeninas y ayudó a crear el estilo vocal
femenino en el género. Adquirió popularidad principalmente por sus interpretaciones
de «Se dice de mí» y «La milonga y yo».
Sobre su nacimiento existen
controversias.
Según la investigación del diputado uruguayo López Villalba, Merello habría nacido el 25 de diciembre de 1898 en la ciudad de San Ramón, en el departamento uruguayo de Canelones.
Esos datos contrastan con los
de la propia artista, ya que según su documento expedidos en Buenos Aires
habría nacido en Buenos Aires, el 11 de octubre de 1904.
Según datos que recopiló López
Villalba sobre el origen de la actriz y cantante provienen principalmente de un
hombre: Aroldo Avogadro, de 85 años, un militar retirado que afirma haber
escoltado a la artista durante una visita a San Ramón, en 1972.
Según Avogadro, Merello viajó
a esa ciudad para buscar su fe de bautismo (el equivalente de la época de la
partida de nacimiento) y para recorrer el lugar donde –según esta versión-
vivió hasta los 12 años.
Merello habría visitado la
iglesia de San Ramón, donde supuestamente fue bautizada.
El Diputado uruguayo López
Villalba afirma que la iglesia aún conserva los registros del bautismo,
ocurrido el 26 de enero de 1899, donde Merello (que según sus documentos argentinos
se llamaba Laura Ana) habría sido anotada como Carmen Eusebia Merello.
Según el diputado, Merello no
quería perder los beneficios sociales que recibía del Estado argentino si se declaraba ciudadana o argentina.
Su padre fue el uruguayo Santiago Merello chófer y la uruguaya Ana Gianelli de profesión planchadora.
Vivió en un conventillo del
barrio porteño de San Telmo ubicado en la calle Defensa 715 (actualmente sede
de una asociación civil dedicada al patrimonio).
Su padre murió a causa de
tuberculosis cuando Laura Ana contaba con apenas cuatro meses de edad.
Merello
(centro) con su medio hermano Pascual Anselmi (izquierda) y su madre Ana.
Tuvo una infancia marcada por
la pobreza y la falta de cariño.
A los cuatro años, fue reconocida por su madre en la partida de nacimiento.
La niña fue inscripta en
el registro civil el 11 de octubre de 1904. Pero en los inicios del siglo XX
los padres solían anotar a sus hijos mucho después de haber nacido, por lo que
se presume que podría haber llegado al mundo tiempo antes de aquella fecha y
muchas veces mentían la fecha para no pagar multa.
A los cinco años fue
trasladada a un asilo de Villa Devoto debido a que su madre debía trabajar y no
podía hacerse cargo de ella.
Luego de su estadía en el
asilo, vivió esporádicamente en Montevideo, Uruguay, donde se desempeñó como
sirvienta sin paga.
Poco antes de cumplir 10 años,
aconsejada por un médico que le diagnosticó erróneamente tuberculosis, fue
trasladada con un tío a un campo ubicado en Bartolomé Bavio, cercano al partido
de Magdalena, donde ejerció distintos oficios con el fin de ayudar a su familia
como ordeñar vacas, preparar asados y limpiar chiqueros, tareas de las cuales
recordaba: «Trabajaba como un hombrecito, entre los hombres. Pasaban los días,
las noches. Nunca un gesto de ternura».
La soledad, la pobreza y el
abandono emocional marcaron la personalidad de Merello, que en su adultez se
definió de niña como una «chica triste, pobre y, además, fea.
Presentía que iba a seguir
siéndolo siempre. Después descubrí que no hace falta ser bonita. Basta con
parecerlo. Soy insolente de nacimiento y temperamento. Y con capacidad para
sostener una insolencia... No recuerdo si tuve una infancia precoz. Lo que sé
es que fue muy breve. La infancia del pobre siempre es más corta que la del
rico».
Más tarde, Merello emplearía
la frase «el dolor nació conmigo» para referirse a su vida.
En 1916, se trasladó con su
madre —casada en segundas nupcias y con un pequeño hijo llamado Pascual
Anselmi a una vivienda precaria ubicada en la calle Corrientes 1318.
Merello fue analfabeta hasta
la década de 1920 debido a que jamás pudo concurrir a la escuela. De acuerdo a
su testimonio, sólo era capaz de diferenciar la «a» de la «o».
Simón Irigoyen Iriondo, bajo
la guía de Eduardo Borrás, fue quien le ofreció una educación elemental.
Poco antes de su muerte,
Irigoyen Iriondo comentó que Merello «es terca, muy terca, a veces ella parecía
la maestra y yo el alumno. Y no se podía rendir ante la evidencia de que era yo
quien enseñaba, es que siempre quería saberlo todo».
El biógrafo Néstor Romano, escribió: «Jamás pasó por un
conservatorio de arte escénico ni educó su voz en escuelas de canto.
Simplemente se hizo en la calle. Sin ayuda de nadie, a fuerza de talento y
voluntad, construyó una carrera que la llevó desde los bares del bajo porteño y
una cuarta fila de coristas a los primeros planos del tango y el cine
nacional».
Hacia 1917 Merello comenzó
trabajando como corista en la compañía de Rosita Rodríguez en el Teatro Avenida
con el fin de poder solventarse económicamente.
Su debut fue en la obra Las vírgenes de Teres en 1920, que no significó una buena experiencia ya que el público la desaprobó con silbidos y abucheos.
A pesar de que decidió no volver a cantar tras la traumática experiencia, a los pocos meses ejerció presentaciones similares en el Teatro Porteño y en las cafeterías de la Avenida de Mayo, donde adquirió popularidad por su interpretación del tango «Titina».
Tras varias actuaciones sin trascendencia, su primer aproximamiento con el denominado «teatro dramático» lo obtuvo en la obra El lazo, escrita por Claudio Martínez Paiva en los años de 1920, donde conoció al empresario propietario del Teatro El Nacional, Pascual Carcavallo, que presentaba algunos de los espectáculos porteños más populares en ese entonces.
«No empecé por vocación, sino por hambre... Me costó trabajo aprender a vivir, pero aprendí a vivir, a leer, a pensar por mi cuenta. Si fuera verdad que la inteligencia se desarrolla mejor cuando encuentra resistencia, yo tendría que ser la mujer más inteligente del mundo. Fui resistida y resistente».
En 1922, prosiguió su carrera
en el Teatro Bataclán, ubicado en la zona de locales de escasa categoría del
Bajo Flores y considerado de muy bajo nivel y casi pornográfico, donde se
presentó con algunas actuaciones eróticas.
Sin embargo, su carrera
comenzó a ascender y fue así como en 1923, luego de aprender a leer, se integró
como vedette del espectáculo de revista al Teatro Maipo en el espectáculo Las
modernas Scherezadas, donde cantó su primer tango, «Trago amargo», de Rafael
Iriarte, con letra de Julio Navarrine y la dirección de Roberto Lino Cayol,
quien la definió con el apelativo de «la vedette rea».
Durante su permanencia en ese
teatro, acompañó en sus actuaciones a los cómicos Pepe Arias, Marcos Caplán y
Luis Arata.
El periodista Jorge Göttling,
en referencia a sus actuaciones en el Maipo, expresó: «Ella contaba que allí,
con ese lúgubre decorado, cantó en público el primer tango, con su voz feroz y
desafinada. Alguien intuye el nacimiento de una artista popular: el empresario
Roberto Cayol».
En 1925, estrenó el tango
«Leguisamo solo» de Modesto Papavero —creado en homenaje al jockey uruguayo
Irineo Leguisamo— en la obra «En la raya lo esperamos» de Luis Bayón Herrera en
el Teatro Bataclán.
En 1927, volvió a actuar en el Teatro Maipo junto a Elías Alippi y Sofía Bozán interpretando el tango «Un tropezón» y en una oportunidad, fue escuchada por Carlos Gardel —considerado el mayor exponente del tango— que comentó que no le agradaba su forma de cantar.
Merello alternó la actuación
con contadas incursiones dentro del ámbito discográfico.
En 1927, grabó dos temas para
el sello Disco Nacional-Odeón, los tangos «Te acordás reo» de Emilio Fresedo y
«Volvé mi negra» de José María Rizzuti con letra de José Antonio Díaz Gómez
—finalmente inéditos—.
En 1929, grabó otros veinte
temas para el sello RCA Victor, entre ellos «Tata... Llevame pal centro»,
«Che... Pepinito» y «Te has comprado un automóvil».
A lo largo de su carrera,
Merello también fue la compositora de los tangos «Llamarada pasional», dedicada
a Luis Sandrini, «Decime Dios dónde estás» y «Muchacho rana».
El historiador de tango Oscar
del Priore señaló que «Tita y Sofía Bozán serán las grandes creadoras de ese
tango humorístico y transgresor. En su caso estaban de más los alardes y los
despliegues de técnica vocal. Lo necesario era lo profundo y gracioso de las
letras, el apóstrofe crítico o la semblanza personal».
Tita Merello escogiendo su vestuario, c. 1930.
En 1930, Merello recibió el pedido de Libertad Lamarque de reemplazarla en El conventillo de la Paloma, uno de los sainetes más populares de Argentina.
Ahí, compuso el personaje
denominado «Doce pesos», que Lamarque había estrenado inicialmente en 1929.
En 1931, la actriz se inició
en el periodismo mediante la revista Voces, en la que redactaba crónicas y
poemas por los cuales percibía 200 pesos.
Merello había firmado el
contrato con Argentina Sono Film el 21 de octubre de 1932 y las tareas de
rodaje implicaban la presencia de los actores durante seis horas en el estudio.
El filme se iniciaba con la
presentación de la cantante Azucena Maizani —a pesar de que no volvió a
aparecer en el resto de la película— para luego dar lugar a las orquestas de
Osvaldo Fresedo, Edgardo Donato, Pedro Maffia, Juan de Dios Filiberto y el dúo
Ponzio-Bazán. También significó el debut cinematográfico de Luis Sandrini,
posteriormente pareja de Merello, que tampoco tuvo un lugar destacado dentro
del reparto.
Paralelamente, Merello actuó
con la compañía de Francisco Canaro en la obra La muchachada del centro (1932),
que se mantuvo durante 900 escenificaciones e incluso fue representada en
Uruguay, momento para el cual fue reemplazada por Elsa O'Connor a causa de una
dolencia.
En la obra, interpretó los
tangos «La muchachada del centro», que da origen al título de la pieza, y «Me
enamoré una vez», una milonga de Canaro con letra de Ivo Pelay.
En cambio, su primera
actuación en cine quedó registrada en ¡Tango! (1933), la primera
película sonora argentina, por la cual recibió 200 pesos por cinco días de
filmación en donde, por contrato, ella y los demás actores del elenco —Alicia
Vignoli, Alberto Gómez, Carmencita Calderón y Luis Sandrini— debían aparecer en
los créditos debajo de Libertad Lamarque, la protagonista principal.
La actriz volvió a trabajar
con Canaro cuando este inauguró su productora Estudios Río de la Plata en 1934
y estrenó Ídolos de la radio.
Luego de filmar Noches de Buenos Aires (1935),
Merello no recibió propuestas de trabajo en cine por dos años y continuó
actuando en el Teatro Porteño, donde curiosamente fue multada con 20 pesos por
aparecer en público sin medias de nailon, lo que era considerado un acto de
inmoralidad.
Ya anciana, señaló con humor
el episodio: «Pensar que ahora las mujeres salen totalmente desnudas en un
escenario o en las playas. Los tiempos han cambiado. ¡Y cómo! He podido vivir
para ver esas transformaciones, esos cambios».
En Así es el tango
(1937), Merello recibió un papel cómico junto a Luisa Vehil. El director del
filme, Eduardo Morera, comentó después: «...habían compuesto un tango —titulado
«Nostalgias»— para que Tita lo estrenara... Ella lo ensayó, pero cuando iba a
interpretarlo me di cuenta de que su personaje no tenía nada que ver con el
romanticismo de esa canción.
Si Tita la hubiera
interpretado, habríamos quebrado el clima que requería la historia».
Finalmente, Vehil interpretó el tango y Merello se ofendió tanto que jamás
volvió a cantar el tango «Nostalgias».
Recibió varios papeles de «segunda dama joven» opuesta a la primera actriz hasta que obtuvo un rol protagónico en La fuga (1937), donde sucedió su revelación como actriz dramática y cantó «Nieblas del Riachuelo», editado rápidamente por Enrique Cadícamo a pedido del director.
El papel de Merello, muy elogiado por los críticos cinematográficos, era el de una cantante de cabaret que se relacionaba sentimentalmente con el personaje de Francisco Petrone.
Las copias de La fuga
fueron perdidas tiempo después a causa de un incendio en los laboratorios Alex
hasta que el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken recuperó una aparecida en
Uruguay.
En 1942, durante el estreno de Buenos Aires de ayer y de hoy, Merello generó sorpresa en el público y la prensa por su actuación sumamente histriónica. Canaro, uno de los directores, dijo que «mostró dos facetas distintas en ambas épocas de la historia».
La obra fue representada no
sólo en el Teatro Presidente Alvear sino también en el Teatro Solís de
Montevideo. Durante esa temporada teatral, interpretó «Tranquilo, viejo
Venancio» y «Se dice de mí», una milonga con letra de Ivo Pelay y música de
Francisco Canaro que hacía referencia a la fuerte personalidad de la actriz.
En 1942 filmó su primera película en el extranjero en Chile, 27 millones.
Para 1943, el tema era
sumamente popular en Argentina pero fue vinculado a Merello con mayor
intensidad a partir de sus apariciones televisivas en la década de 1970 y su
actuación en Mercado de Abasto (1955), con dirección de Lucas Demare, donde
interpretó «Se dice de mí» en una de las escenas.
Más recientemente, la cantante
Yolanda Rayo la utilizó como cortina musical de la telenovela colombiana Yo soy
Betty, la fea.
En 1944, se desvinculó
laboralmente de Francisco Canaro luego de finalizar su contrato para proseguir
con Dos corazones, también presentada en el Alvear, donde cantó «Todo es
mentira» y «¿Qué tal?». Al igual que Buenos Aires de ayer y de hoy, la nueva
obra fue reestrenada en Uruguay, en al Teatro Artigas de Montevideo.
En 1946, su entonces pareja
Luis Sandrini fue convocado para trabajar en tres producciones cinematográficas
mexicanas. Merello lo acompañó y, durante su estadía, fue contratada para
participar en Cinco rostros de mujer, producida por la empresa Clasa
Films Mundiales, donde uno de sus ejecutivos analizó su actuación en La fuga y
consideró que era una «actriz cabal».
El filme contaba con la
participación de Arturo de Córdova, Carolina Barret, Ana María Campoy y Pepita
Serrador.
El director era Gilberto
Martínez Solares y los guiones estaban a cargo de Carlos A. Olivari y Sixto
Pondal Ríos, quienes también se encargaron de realizar la adaptación del
libreto.
Merello llevó a cabo el papel de una mujer de cabaret que seducía al personaje interpretado por Arturo de Córdova, a la vez que entonaba los versos de «Copa de ajenjo».
La película se estrenó el 26
de febrero de 1947 en México y recibió un importante apoyo de la crítica. Su
labor fue galardonada con el premio Ariel a la Mejor Actriz de Reparto por la
Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
A pesar del éxito inesperado,
Merello no volvió a ser contratada en México.
En 1947 la película 27
millones donde fue presentada en Argentina sin éxito en una sala de segunda categoría.
Luego de que Sandrini
concluyera los tres rodajes, en México, la pareja retornó a Buenos Aires por un pedido del
productor Atilio Mentasti para filmar Dios se lo pague, Historia de
una mala mujer y Don Juan Tenorio —una de sus películas más
recordadas.
Guillermo Battaglia, Gloria
Ferrándiz y Tita Merello en Filomena Marturano (1948).
En Don Juan Tenorio,
Merello encaró el papel del ama mientras que el rol protagónico fue destinado a
la joven cantante Virginia Luque.
La película finalmente fue
presentada en 1949 como una comedia con libretos de Pascual Guillén y José
Zorrilla.
El elenco fue completado por Jorge Salcedo, Berta Ortegosa, Alberto de Mendoza y Manuel Alcón.
Al momento de finalizar el rodaje de Don Juan Tenorio, la relación entre Sandrini y Merello se había deteriorado demasiado.
Sandrini recibió una propuesta del director Benito Perojo en España para filmar ¡Ole, Torero! en 1948, lo cual significaría su primer trabajo en Europa, y Merello, por su parte, recibió la oferta de un papel protagónico para Filomena Marturano de Eduardo De Filippo.
Sandrini se enfadó cuando la actriz
decidió permanecer en Buenos Aires y no acompañarlo para filmar la película,
hecho que acabó con la relación sentimental entre ambos.
Sin embargo, Filomena
Marturano significó la consolidación de Merello en el mundo del cine y
permaneció trece meses en cartelera, mientras que para 1950 se llevó a cabo su
versión teatral que contaba con variedad de cuadros musicales.
El director De Filippo señaló
que «nadie la interpretó mejor que la señora Merello».
A raíz de esa actuación,
comenzó a ser comparada con las actrices extranjeras Anna Magnani y Bette
Davis.
Al momento de interpretar a
Laura Moreno en el thriller policial Morir en su ley, dirigida por
Manuel Romero, fue acompañada por su galán del filme, Roberto Escalada, que
representó el personaje de Pedro Amalfi.
La película, que contaba con
una interpretación de Merello del tango «No aflojés», fue calificada como «no
apta para menores de catorce años» y se estrenó en los cines Premier e Ideal.
Para comienzos de 1950,
Merello era solicitada frecuentemente para ejercer importantes roles en
películas. Arrabalera, por la cual recibió junto a Santiago Gómez Cou el
premio a los mejores actores de 1950 de la Asociación de Cronistas
Cinematográficos de la Argentina, estuvo a cargo de Tulio Demicheli y ahí
Merello cantó el tango «Tarjeta postal» y «Arrabalera», que dio nombre al
filme.
Paralelamente a su labor
cinematográfica, encabezaba por radio Ahora habla una mujer, un ciclo
microradial transmitido por la Red Privada de Emisoras.
En 1950, recibió un libro
cinematográfico de Ernesto L. Castro para la filmación de Los isleros
con dirección de Lucas Demare, que había obtenido repercusión con Pampa
bárbara, Su mejor alumno y La guerra gaucha a lo largo de los años
1940.
Ahí, Merello interpretó el
personaje de La Carancha en escenarios naturales del Paraná junto a Arturo
García Buhr.
La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina la condecoró con el premio a la Mejor Actriz a la vez que el director, demás actores y otros integrantes de la producción fueron galardonados en diversos rubros.
Su actuación en el filme,
también conocido como Pasión maldita, fue considerada por los críticos
como la mejor de toda su carrera artística, a pesar de que Merello consideraba
como sus películas preferidas a Guacho y Amorina.
Tras una destacada actuación
en Pasó en mi barrio (1952), Daniel Tinayre la convocó para filmar Deshonra,
un melodrama policial que transcurre en una cárcel de mujeres y que tuvo en su
elenco a figuras como Mecha Ortiz, Jorge Rigaud, Guillermo Battaglia y Aída
Luz.
Se estrenó el 3 de junio de 1952 en las salas comerciales de Argentina, poco antes del deceso de la primera dama Eva Perón.
El papel principal había sido pensado por el director para
Amelia Bence pero finalmente fue otorgado a Fanny Navarro, que encabezó la
película junto a Merello.
Luego del estreno, representó
en teatro Hombres en mi vida, de Eduardo Pappo, cuya temporada de 1952
fue breve debido a que la actriz había sido contratada para protagonizar Guacho
(1954), Para vestir santos y El amor nunca muere (ambas de 1955).
El periodista Pedro Ochoa concluyó que Merello «en ocasiones debió defender a sus hijos de sus propios padres.
Así sucedió en Pasó en mi
barrio, Guacho, Filomena Marturano y Mercado de abasto. Por momentos es una madre
posesiva y que llega a la injusticia para sobreproteger a sus hijos.
Sugestivamente uno de sus últimos papeles fue el de la Madre María.
Tita es una actriz versátil
que asumió los papeles más disímiles, pero del conjunto de sus películas se
destaca un solo personaje».
Merello le solicitó
expresamente a Demare que Pepe Arias fuera el coprotagonista de su próxima
película, Mercado de abasto (1955), a pesar de la prohibición de actuar que el
actor había recibido por parte del gobierno peronista.
Durante el gobierno de Juan
Domingo Perón, la actividad cinematográfica había sido intensa pero la suma de
favoritismo y censura para lo que escapara de la visión oficialista había
afectado la calidad de las producciones.
Los problemas políticos con
actores y la falta de celuloide habían comenzado durante su mandato y se
acentuaron luego de su derrocamiento en 1955 cuando asumió el militar Pedro
Eugenio Aramburu.
Los artistas vinculados con el
peronismo fueron incluidos en listas negras Producido el golpe de Estado de
1955 y bajo el régimen autodenominada Revolución Libertadora, ibese aplicó
criterios de persecución política, con la dictadura importantes figuras
artísticas y del espectáculo son desaparecidas de los medios y las carteleras,
Tita Merello fue investigada por el delito de contrabando.
Se generó una grave crisis en
el ambiente del cine y las comisiones investigadoras se dedicaron a detectar
abusos en la concesión de créditos.
Como las producciones resultaban demasiado costosas para desarrollarse sin algún tipo de ayuda estatal, muchos estudios de cine cerraron y una gran cantidad de actores quedaron sin empleo y debieron exiliarse.
Si bien Merello nunca se declaró
abiertamente peronista, tras la muerte del presidente en 1974 expresó
públicamente: «Ha muerto una gran esperanza, especialmente de los trabajadores,
pero también del país entero. La muerte de una esperanza es un gran dolor. Es
cuanto puedo decir por ahora».
Al informarse por parte de la productora Artistas Argentinos Asociados que la película La morocha, filmada en 1955, demoraba en estrenarse —se presentó recién en 1958—, Merello pensó que su carrera podría terminar.
Tras el derrocamiento a Perón,
comenzó a recibir presiones políticas, restricciones laborales y fue acusada de
traficar té desde Sri Lanka por una comisión investigadora, motivo por el
cual decidió exiliarse en México, país en el que se hallaban figuras argentinas
como Libertad Lamarque o Amanda Ledesma.
Sin embargo, había fallecido
su amigo Jorge Negrete y la productora Clasa Films con la que había trabajado
anteriormente había ingresado en bancarrota.
Ante la falta de trabajo, hizo
todo lo posible por regresar a Argentina pero aún existían restricciones para
aquellos que estaban vinculados al movimiento peronista —Merello había sido
fotografiada saludando al presidente Perón en 1954 durante el Festival
Internacional de Cine de Mar del Plata—.
Regresó únicamente a Argentina
para firmar el contrato que le ofreció Hugo del Carril, otro actor proscripto,
para actuar en un parque de diversiones de la localidad de Morón.
En 1957, para la televisión
mexicana, interpretó el papel principal de Antes del desayuno, con autoría del
dramaturgo Eugene O'Neill.
«Siempre se me ha criticado
que me quejo por la falta de dinero, pero es verdad. Yo he trabajado
esporádicamente, en épocas en las que no se pagaba tanto como ahora. Además,
siempre he ayudado a quien me lo pidió, eso lo pueden confirmar todos los que
han necesitado de mí. Yo he dado mucho, nunca tuve intenciones de ser la más
rica del cementerio».
En 1958, tras las elecciones
presidenciales, Arturo Frondizi asumió el cargo de presidente de la Argentina,
lo que permitió el retorno definitivo de Merello a Buenos Aires donde, a su
llegada, se presentó en diversos locales y protagonizó la obra teatral Amorina
bajo la dirección de Hugo del Carril, quien la dirigió en varias ocasiones y
con quien entabló una sólida amistad.
A comienzos de los años de 1960, rechazó varias propuestas cinematográficas y se dedicó particularmente al teatro y al canto
Llegó a grabar cuarenta temas en disco con las
orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela. Horacio Salas, en su libro El
Tango, comentó:
«Tita Merello asumió desde el humor la representación de los sectores marginales, que nacidos en la más extrema pobreza arribaron al centro con el objeto de sobrevivir en el mundo del tango. Algunas de las letras de su repertorio son recuerdos de la picaresca de los primeros años y representan, en la misma asunción de su origen, una burla a la tilinguería del medio pelo porteño abocado a ocultar el ámbito en que transcurren los años de la infancia y las dificultades económicas sufridas hasta que llega el momento del éxito».
En 1961, después de varios
años sin aparecer públicamente, se sometió a una pequeña cirugía estética en su
nariz para iniciar el rodaje de su próxima película, Amorina, labor por
la cual obtuvo el premio en dinero que otorgaba el Instituto Nacional de
Cinematografía.
En televisión, debutó recién en 1962 con Tangos en mi recuerdo y posteriormente había realizado
Vivimos así, programa que debió abandonar por problemas de salud.
Sus apariciones en televisión se acrecentaron considerablemente y llegó a ser la protagonista en 1964 de Acacia Moreno, un teleteatro escrito por el guionista Alberto Migré con la participación especial de Oscar Ferrigno.
A lo largo de la década de
1960, Merello protagonizó una serie de películas de poco éxito dirigidas por su
amigo Enrique Carreras que, en varias oportunidades, sólo alcanzaban una
repercusión mínima por su sola presencia en el filme.
La industria del matrimonio
(1964).
Los hipócritas (1965) —basada
en el caso policial de la joven Norma Penjerek.
Ritmo nuevo, vieja ola es una película en blanco y negro de Argentina dirigida por Enrique Carreras según el guion de Julio Porter que se estrenó el 19 de agosto de 1965 y que tuvo como protagonistas a Mercedes Carreras, Ángel Magaña, Lolita Torres, Jorge Salcedo y Tita Merello.
La obra teatral El andador tuvo mucho éxito cuando fue representada en la temporada teatral de 1966.
El maquillador Vicente Notari debía trabajar sobre el rostro de Merello de modo que pareciera una mujer en edad fértil debido a que en una de las escenas aparentaba un embarazo
El andador es una película de Argentina en blanco y negro dirigida por Enrique Carreras según el guion de Norberto Aroldi basado en su obra teatral homónima, que se estrenó el 24 de agosto de 1967 y que tuvo como protagonistas a Tita Merello, Jorge Salcedo, Luis Tasca y Juan Carlos Altavista.
.
Tita Merello y Osvaldo Miranda
en Ídolos de entrecasa (1968)
La película "Ídolos de
entrecasa" es una comedia musical argentina de 1943 dirigida por Mario
Soffici y protagonizada por Tita Merello, Luis Sandrini y Pepe Iglesias. La
trama gira en torno a una familia de clase media que se muda a un barrio más
lujoso y trata de adaptarse a su nueva vida rodeada de vecinos adinerados. Tita
Merello interpreta a la matriarca de la familia, una mujer trabajadora y
luchadora que se enfrenta a los desafíos de la vida cotidiana con humor y
determinación. La película fue un gran éxito en su época y es considerada una de
las mejores comedias musicales del cine argentino.
Tita Merello retratada con su
perro Corbata hacia fines de los años 1970.
"La calle y yo" es un libro semiautobiográfico escrito por Tita Merello y publicado en 1972.
En
este libro, Tita Merello comparte relatos y cuentos de su vida, incluyendo su
infancia en un conventillo de San Telmo, su carrera en el mundo del
espectáculo. y su lucha contra el cáncer
. El libro es considerado una
obra importante para entender la vida y la personalidad de Tita Merello, y ha
sido citado en varias biografías y estudios sobre la actriz y cantante
A los 70 años, recibió un
papel protagónico para encabezar La Madre María (1974), basada en la
historia de vida de la curandera María Salomé Loredo.
Su personaje, el de una
anciana que transmitía alivio, paz y sanación, fue uno de los más queridos y
aceptados por el público.
El rodaje se efectuó en el verano de 1974 bajo
altas temperaturas, lo que incomodaba demasiado a Merello ya que debía usar
vestuarios muy calurosos acordes al contexto de la época.
A diferencia de otras
películas, la actriz se sometió fácilmente a las exigencias del director Demare.
La Madre María se
estrenó tres días después del fallecimiento de Juan Domingo Perón, motivo por
el cual Demare pensó inicialmente que bajarían las recaudaciones pero no fue
así y la película fue un éxito.
Desde la década de 1980, molesta por el asedio de los medios periodísticos, Merello redujo sus apariciones públicas y se recluyó en su vivienda de Recoleta, donde cultivó una faceta religiosa y comenzó a resignarse a la prensa.
Sus cuadros depresivos se intensificaron y en algunas ocasiones, confesó un intento de acabar con su vida: «Una vez casi me suicido. Estuve tres veces a punto de morir. Y en todas volví a nacer. Dios me salvó».
Su vida diaria se repartía entre paseos
alrededor de su vivienda junto a su perro «Corbata», escasas reuniones sociales
y asistencias a misa en la iglesia de la Merced. Ocasionalmente, realizaba
llamados telefónicos a programas radiales y televisivos en vivo.
«Hace 49 años me senté por primera vez en un banco situado en la iglesia de la Merced, en la calle Reconquista, y sigo yendo al mismo banco. Pero los pedidos son distintos... Hace 49 años no fui a pedir. Lo que sí me acuerdo es que no recé. Estuve un mes en cama y me iban a operar. Esto lo digo para que la gente nunca pierda la fe, aún en los peores momentos. Me iban a sacar un riñón. Ya tenía la habitación pedida.
Me levanté con el permiso del médico para ir a la iglesia. Y fui a la Merced. Me senté mucho tiempo en ese banco pidiendo claridad en mi determinación. Cuando regresé a mi casa, en la calle Agüero, frente al Mercado de Abasto, le dije a mi mamá que no me iba a operar.
Todavía tengo el riñón. ¿Vale la pena que siga yendo cuarenta y nueve años después? En ese banco rezo por mis compañeros que no tienen trabajo. Y también he pedido por el amor. ¿Por qué no? Por que el amor también quise vivirlo. Y lo viví. Pero ahora pido más para los demás... »
Durante sus últimos años,
Merello adquirió popularidad por su experiencia y manera de hablar
verborrágica, que se hacían evidentes durante sus conversaciones televisivas.
Hacia esas épocas, Merello
condujo dos ciclos televisivos, Conversando de todo con Tita y Todo Tita,
en los cuales brindaba enseñanzas y hablaba sobre hechos de actualidad.
Además, comenzó a recibir una
serie de reconocimientos por su trayectoria.
En 1980, el Museo del Cine le entregó la Cámara Pathé simultáneamente con Niní Marshall, Delia Garcés, Libertad Lamarque y Mecha Ortiz «en reconocimiento a las primeras figuras del cine nacional».
En 1980, el director Alejandro
Doria la convocó para un papel importante en Los miedos que, debido al
impacto que generaban en ese momento las producciones cómicas de Alberto Olmedo
y Jorge Porcel, no tuvo el éxito esperado.
Tras un parcial retiro, Enrique Carreras logró convencerla en 1985 para regresar al cine con Las barras bravas, su última película, y le permitió modificar los guiones de acuerdo a sus pretensiones.
Casualmente en una de las escenas se realiza un plano del mausoleo erigido en honor a Luis Sandrini en el cementerio de la Chacarita, lo que adquiere un doble significado.
Un año antes, Merello también
había realizado bajo la dirección de Carreras su última obra teatral, Para
alquilar balcones.
Del Carril la contrató al
mismo tiempo para dos espectáculos en el Teatro Alvear, Estrellas en el
Avenida y La Moreira; ambos entablaron una sólida amistad hasta la muerte
de él en 1989 y Merello recordó «cómo me cuidaba en cada uno de los planos...
logró sacar de mi interior esa verdad que las actrices necesitamos
exteriorizar».
Fue designada Vecina
Honorable de Villa Gesell en 1987.
En 1990, el Consejo
Deliberante la declaró Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por
considerarla un «mito viviente de la iconografía porteña».
En 1991, un año después, la
Asociación Argentina de Actores le entregó el premio Podestá a la Trayectoria
en distinción a las más importantes figuras de la escena nacional.
En 1992, luego de realizar su
último CD de tango en compañía de Nacha Guevara, fue convocada en el programa
de Susana Giménez, ¡Hola Susana!, te estamos llamando, donde la
conductora la reconcilió en el Día del Amigo con Malvina Pastorino, la viuda de
Sandrini.
En 1994, al cumplir noventa
años, decidió ofrecer su última entrevista televisiva con Julio Mahárbiz en su
domicilio.
Ahí, confesó que Enrique
Carreras utilizaría algunos de sus textos para organizar un espectáculo
titulado Ídolos de entrecasa; sin embargo, el director murió al año siguiente
víctima de un cáncer.
En 1996, Amalia Lacroze de Fortabat le otorgó el premio Fondo Nacional de las Bellas Artes vía telefónica. El honor consistía en una estatuilla y 20.000 pesos que Merello decidió donar al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y a la Casa Cuna.
A pesar de haber perdido la visión en uno de sus ojos y padecer problemas auditivos, Merello siempre mantuvo una buena salud.
El 24 de mayo de 1996 debió ser internada
en el Hospital de Clínicas durante tres días a causa de una fuerte hemorragia
nasal derivada de un pico de presión.
El 11 de enero de 1998, debió
someterse a un chequeo cardiovascular y análisis permanentes debido a una serie
de mareos que padeció en su domicilio.
El parte médico emitido desde
la entidad comunicaba que su estado de salud era «satisfactorio y con
parámetros normales».
Luego de la internación, tomó la decisión de trasladarse a la Fundación Favaloro con el objetivo de efectuarse una revisión general.
Tras recibir un permiso del doctor René
Favaloro, optó por permanecer ahí hasta su muerte y recibir atención médica
permanente a causa de su avanzada edad.
A todos los argentinos les pido que no se olviden de mí. Gracias por creer que fui algo más de lo que soy. (Tita Merello, 1999)
En el año 1999 Merello vendió su departamento de Barrio Norte y donó la recaudación al Hospital de Niños.
Durante un breve período,
Merello recibió un subsidio de 800 pesos que le era entregado también a la
actriz Sabina Olmos por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, presidida
por su amigo Julio Mahárbiz.
Cuando se enteró en 1999 del
suicidio de Olmos, de entonces 85 años, expresó: «No supo esperar».
Luego del mismo episodio
ocurrido con René Favaloro en julio de 2000, Merello se mostró muy acongojada y
reflexionó acerca del hecho: «Los hombres y mujeres de la Fundación nos
quedamos sin padre. Tengo un retrato de él en mi altar».
En agosto de 2001, comenzó a sufrir cuadros
depresivos con mayor intensidad.
Tres meses después, se
trasladó a la sede de Radio Colonia acompañada por su ayudante para visitar a
Julio Mahárbiz, que recientemente había sido procesado legalmente por varias
irregularidades en el traspaso de fondos del Festival de Cine de Mar del Plata.
Durante su breve visita,
manifestó: «Antes de iniciar el viaje, quería cumplir con esta obligación de
estar al lado de alguien que hizo mucho por mí, al que le debo un profundo
agradecimiento».
Los decesos de Favaloro y su
hermano Pascual en julio de 2000 y octubre de 2002 respectivamente
deprimieron aún más a Merello.
En diciembre de 2002, fue
diagnosticada con un cáncer de mama con metástasis cerebral pero decidió no
someterse a tratamiento.
Merello falleció a los 98 años
de causas naturales, mientras dormía en la Nochebuena de 2002 en su habitación
de la Fundación Favaloro.
El director de la institución,
Eduardo Gabe, manifestó a la prensa que su salud «se fue deteriorando
progresivamente debido a la edad y afectó otras funciones como la respiratoria
y cardíaca».
De acuerdo a su deseos, el
dinero invertido en arreglos florales fue donado a la Fundación.
Al día siguiente, sus restos
fueron trasladados a la iglesia San Pedro Telmo, donde se llevó a cabo un
servicio memorial en asistencia de familiares y personalidades del ambiente
artístico.
Luego de la ceremonia, se
inició un cortejo fúnebre escoltado por el Regimiento de Patricios.
Sus restos fueron incinerados
y depositados en el Panteón de Autores y Compositores de SADAIC en el
cementerio de la Chacarita.
HOMENAJES
Mural de Tita Merello en la estación hospitales el subte porteño.
Placa recordatoria en el edificio donde vivió Tita Merello
Estrella que la homenajea en
el paseo "Estrellas de la calle Corrientes"
Mural de Tita Merello en el Barrio La Boca
FUENTES
https://www.elhistoriador.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario