Sensibilidad y humanismo
en el diseño
Según el arquitecto César J.
Lousteau “Julio Vilamajó constituye
en nuestro medio, una figura sin parangón por lo indiscutida. Todos los
arquitectos nacionales están contestes en admitir que se trata de un talento de
talla extraordinaria a nivel internacional. En otras palabras, es motivo de
orgullo no sólo dentro de su profesión, sino más allá, para el país todo.”
Fue uno de los arquitectos más
destacados de su época y se destacó por su dedicación a la enseñanza.
. El estilo arquitectónico de
Vilamajó se caracterizó por su capacidad para mantener un equilibrio entre los
esquemas vernáculos y el modernismo, sin dejarse influenciar demasiado por el
historicismo o el rígido formalismo.
No solamente fue un gran arquitecto, sino un artista integral en el más amplio sentido de la palabra. Su espíritu ávido de saber lo hizo experimentar en las más diversas técnicas, óleo, acuarela, pastel, lápiz carbón, sanguínea, dibujo a pluma, aguafuerte, litografia, punta seca, fotografia, cine dibujos animados, talla en cristal, diseño de artefactos luminosos, etc. Todo lo que tocaron sus manos se animó, por arte de magia, de una vida propia y se convirtió en un hecho artístico de singular valor.
En la docencia dejó impronta de su genio al verter sus enseñanzas y su enorme cultura humana a los alumnos para transmitirles su arte.
Sus padres fueron Ramón Vilamajó, oriundo de Perpignan, Francia y Eustaquia Echaniz, nacida en San Sebastián, España.
El matrimonio se vio alegrado
por el nacimiento de tres hijos: Ramón, Julio y Estrella.
Aprende las primeras letras en la escuela de la calle Agraciada y Asencio y luego prosigue los estudios secundarios en la Universidad.
Dada su temprana vocación por la arquitectura,
no titubea un instante cuando debe decidir la carrera que ha de seguir, e
ingresa a la Facultad de Matemáticas donde a la sazón se formaban arquitectos,
ingenieros y agrimensores.
Los que aparecen en la foto son
integrantes de La cumparsita de estudiantes de arquitectura para quien escribió
la marchita Gerardo Matos Rodríguez, que fue compañero de estudios de Vilamajó
y también integrante de la FEUU. Se encuentran reunidos y prontos para salir en
la planta baja de la antigua Facultad de Matemáticas que había ocupado, desde
1888, la que fue sede original del Hotel Nacional (Juan Lindolfo Cuestas 1525
entre Piedras y Cerrito.
La foto ha de haber sido tomada a fines de 1915 año en que egresó
Vilamajó. Entonces ya se había creado la Fac. de Arquitectura (que data
precisamente de 1915) pero compartían local con Ingeniería y lo hicieron hasta
1947 cuando se inauguró el edificio actual de Bulevar Artigas y Bulevar España.
El 24 de diciembre de 1915 egresa en la Facultad de Arquitectura y obtiene el título de arquitecto. En su pasaje por las aulas demostró sus innatas condiciones y su capacidad sobresaliente obteniendo un alto promedio de calificaciones.
Esto le permitió, con posterioridad concursar por el de "Gran Premio" en el año 1920, que consistía en la elaboración de un proyecto sobre un presunto "Palacio de las Naciones, tema sin duda en boga finalizada la "Gran Guerra".
El 31 de agosto de ese año se le otorga a Vilamajó el Primer Premio, por lo que se hace acreedor a un viaje de estudios a Europa.
Demoró su partida, indeciso del lugar al que ir. Finalmente, casi un año después de su triunfo. parte para el Viejo Mundo.
Vilamajó llega a una Francia
desangrada y devastada por la guerra mundial.
Como arquitecto
le preocupa el problema de la reconstrucción y se pone en contacto con colegas
galos. en cuya firma logra ingresar estudiando con ellos diversas soluciones de
producción masiva de viviendas, en base a elementos prefabricados.
París sin duda le atrae por
las posibilidades culturales que le ofrece y desde su lugar de trabajo, en la
ruta de París a Bruselas, concurre los fines de semana, a disfrutar de una buena
exposición, de una velada de teatro, de un calificado concierto o también y de los refinados platos de cocina francesa.
Su inquietud espiritual pese a sentirse muy a gusto en el
país galo, le induce a visitar España e ingresa a ella por Perpignan
y va recorriendo la costa mediterránea, admirando los pueblitos de pescadores, como Cadaqués, de los que realiza exquisitos croquis y acuarelas.
En Barcelona estudia la obra de Gaudi y luego deja Cataluña para ir a Andalucía.
Queda fascinado a Granada y Sevilla y de ambas recoge estupendos apuntes, algunos a pastel.
La Alhambra, el Generalife, el lugar de asentamiento de los gitanos y el Albaicín son motivos de deleite para su vista y su sensibilidad y trata de captar las visiones que le subyugan. Consume muchas horas nocturnas con un cheto" de manzanilla en la mano, viendo bailar alguna gitana donosa o escuchando el rasguido nostálgico de una guitarra en alguna cueva del Albaicín.
Estando en Andalucía, dada su cercanía con África, aprovecha para conocer Marruecos, Argelia y Túnez,
Luego
visita Italia donde admira especialmente
sus jardines y por último, visita Grecia y sus islas.
Su estadía en Europa se prolongó más de lo previsto, de julio de 1921 a noviembre de 1924. Se sentía muy cómodo en aquel ambiente tan rico y atrayente. Finalmente retorna a su patria, donde además le espera pacientemente la novia de su época estudiantil.
Se casa con Mercedes Pulido el 3 de mayo de 1930.
En el período comprendido entre la fecha en que se recibe y su partida a Europa, ya había comenzado su labor profesional asociado a un condiscípulo suyo, Horacio Azzarini.
Sala de actos del Ateneo
Juntos realizan una serie de obras, entre las que destacamos: la decoración de la Sala de Actos del Ateneo, en la que cuentan además con la colaboración del escultor José Luis Zorrilla de San Martin.
La remodelación del liceo Nº 1 "José Enrique Rodó" y las viviendas para Noé Thevenet en la calle Ganaderos y Héctor Ellis en Ellauri 750.
En 1917 es designado Profesor Adjunto de Proyectos en los cursos de 1 º a 3er. años. iniciándose en la
docencia de la arquitectura.
Al regreso de su viaje retoma la labor profesional, pero esta vez solo.
En un primer momento su producción denota un hondo acento hispánico como podemos ver en las viviendas que construye en 1925, para Francisco Casabó, en la esquina de 21 de Setiembre y Juan Benito Blanco
En el año 1926, construye las viviendas de Juan Eitzen, en Luis Cavia 3021 y la de Augusto Pérsico, en Mercedes y Yí.
En 1927, construye la casa del lng. Raúl Costemalle, en Agraciada y Gil y la de Felipe Yriart, en Pedro Berro 968.
Su contacto con lo visto en sus viajes por el mundo, comienza a evolucionar. Paulatinamente el Maestro uruguayo va incursionando en la arquitectura "moderna" o "renovadora". Los ejemplos más relevantes dentro de esta modalidad son: la sucursal General Flores del Banco de la República, en Gral. Flores y Concepción Arenal.
El edificio para el Centro de Almaceneros Minoristas, en 18 de Julio y Magallanes. Ambos de 1929 y ganados a concurso.
En 1930 construye propia vivienda en Domingo Cullen y Sarmiento. En 1929, con 35 años, comienza la construcción de su vivienda que, con sus cinco niveles, se levantó como una atalaya sobre su entorno conquistando 360º de horizonte.
Su macizo volumen se perfora
con aberturas de formas y tamaños diversos que preanuncian cambios en el
carácter de sus espacios interiores de los que el exterior nos revela muy poco.
Una trama regular de cuartos de esfera cerámicos (en las cuales se reconocen
luego pequeñas proas de barco) proyectan sobre sus fachadas sombras que van
mutando a lo largo del día y una amplia cornisa cierra la composición en lo
alto. En lo alto una cabeza de medusa custodia el ingreso a la
vivienda.
El tercero y último periodo podríamos denominarlo "eutenticista" pues en él, Vilamajó, en pleno apogeo de sus facultades llega a conformar un lenguaje propio.
Las obras que lo ejemplifican demuestran una personalidad innegable y de gran calidad como el "Edificio Juncal", en Juncal esquina Rincón (1936).
Colina del solar de la Facultad de Ingeniería, 1935. Fuente: Juan Gustavo Scheps Grandal, 17 registros: Facultad de Ingeniería de Montevideo (1936–1938) de Julio Vilamajó, arquitecto (Montevideo: Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2008) , 286
La Facultad de Ingeniería (1937), en el Parque Rodó.
La vivienda para Nicolás
Dodero (1939) en Br.Artigas y Tabare ( lamentablemente demolida).
La vivienda para Miguel Debernardis
en San Rafael, Punta
del Este (1941 ).
El Almacén para la confitería, "La Americana" ( 1944),en la calle Yí Nº 1323
Sus obras póstumas son:
El "Ventorrillo de la Buena Vista" (1946)
El Mesón de las
Cañas" ( 1947), ambos en Villa Serrana, Depto. de Lavalleja.
En Atlántida existe una
construcción emblemática que es obra de este prestigioso arquitecto uruguayo.
Se trata de la vivienda llamada “EL REMANSO”, ubicada en la manzana 78, de la
calle “República Argentina”, entre calle “Natalio Michelizzi” y la rambla
“Tomás Berreta”.
En el periodo que va desde
1924 a 1931 se aprecia en las obras de Vilamajó la influencia de lo español
luego de su viaje a Europa. La “casa de playa” que construyó en Atlántida, para
su amigo Estol, en 1928, es un claro ejemplo de sus experiencias hispánicas.
El primer propietario de “EL Remanso” fue entonces el Dr. Julio César Estol, un médico y político uruguayo, reconocido por ser el impulsor de la Hemoterapia en Uruguay.
En todos estos temas - bien
dispares por cierto - logra respuestas inéditas: en los dos últimos, además, da una
sabia lección de adecuación al lugar de excepción en que le tocó en suerte
implantar sus obras.
Demostró la factibilidad de una arquitectura autóctona que nos distinguiera. Adoptó los principios de la arquitectura renovadora y los reelaboró dando un producto original, con lo cual quedó fehacientemente establecido que, a pesar de nuestra pequeñez territorial y del escaso número de habitantes que poseemos, es posible, en los confines australes de esta América, superar el colonialismo intelectual a que nos vemos sometidos y asombrar al mundo con una nueva visión de las cosas.
El Arq. Julio Vilamajó participando del equipo internacional de proyecto del edificio de las Naciones Unidas.En el extremo opuesto, el Arq. Oscar Niemeyer. Foto Frank Scherschel, 1947
Esta distinción vino a
demostrar a los descreídos los altos quilates de su valía, y puso de relieve el
alto nivel de preparación de nuestros profesionales.
Años más tarde, en 1961,
Román Fresnedo Siri al ganar el concurso internacional para erigir el edificio
de la Organización Panamericana de la Salud, en Washington y más recientemente en 1983 -, Carlos Ott Buenafama al triunfar en
el certamen instituido por el Gobierno Francés para elevar la Opera de la Bastilla
en París, vinieron a corroborar que por estas latitudes, la idoneidad de los
arquitectos nada tenía que envidiar a la de los colegas de los países más
desarrollados.
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