EL MAESTRO DEL
MESOZOICO
José Fernando Bonaparte nació
en la ciudad de Rosario el 14 de junio de 1928.
Fue un reconocido paleontólogo
Argentino y apodado como «el maestro del mesozoico» realizó grandes
investigaciones que aportaron en el conocimiento sobre la diversidad de la
fauna mesozoica de Sudamérica y como era distinta a Norteamérica.
Entre sus hallazgos podemos
citar a dinosaurios conocidos como Abelisaurus, Saltasaurus, Carnotaurus,
Amargasaurus entre otros.
Si bien los fósiles de
vertebrados mesozoicos eran conocidos desde el siglo XIX, el abordaje teórico,
la intensidad de los trabajos de campo propiciados por los novedosos
descubrimientos y los estudios científicos realizados por Bonaparte no tienen
precedente en la paleontología sud americana, pudiéndose trazar un paralelo con
lo que fueron los hermanos Ameghino, para el estudio de los mamíferos cenozoicos
argentinos, y Othniel C. Marsh y Edward D. Cope, para el desarrollo de la
paleontología norteamericana.
Hijo de Héctor Elías Bonaparte
Lacroix y Margarita Ibarrola, “Bona”. Su padre era comerciante viajero.
En el año 1939, luego de vivir en distintas ciudades del país, su familia se instaló en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires.
Allí despertó su pasión por los fósiles. Con poco más de 10 años conoció a Don Andrés Canessa, quien atesoraba una colección de fósiles de mamíferos del Pleistoceno. Don Andrés era un reconocido naturalista viajero del Museo de La Plata que trabajó junto a Francisco P. Moreno, Florentino y Carlos Ameghino y Clemente Onelli, entre otros, y fue catalizador para que la búsqueda de fósiles en las barrancas del Río Luján y aledaños fuera la nueva actividad del joven Bonaparte.
Inauguración del Museo Popular
de Ciencias Naturales Carlos Ameghino. Entre los presentes, el joven José
Fernando Bonaparte (Imagen gentileza de Tulio Ortiz)
En asociación con otros museos
regionales, como el de Luján (con José A. Mignone) y el de San Antonio de Areco
(con Carlos Merti), realizaron viajes de campo, reuniones científicas y
publicaciones locales, además de un importante intercambio epistolar con
paleontólogos de importantes instituciones argentinas (e.g., Carlos Rusconi,
Osvaldo Reig) y del extranjero.
Inmediatamente, Reig lo incentivó para dedicarse a la investigación, comenzando con el estudio de los cinodontes triásicos, dando inicio a su carrera científica vinculada al Mesozoico.
La interacción con Osvaldo Reig, Rodolfo Casamiquela, Rosendo
Pascual, Sergio Archangelsky, Rafael Herbst, destacados zoólogos, geólogos y
botánicos en Tucumán y los más sobresalientes paleontólogos y biólogos
evolutivos extranjeros de entonces, como Alfred S. Romer, George G. Simpson,
Alan Charig, Brian Patterson y Ernst Mayr, entre otros, le permitió absorber
las bases teóricas necesarias para llevar adelante su actividad paleontológica.
En 1963 Bonaparte generó en
poco tiempo una serie de publicaciones que le permitieron ingresar a la Carrera
del Investigador Científico y Tecnológico (CIC) del CONICET.
En el año 1974 recibió de la
Universidad Nacional de Tucumán (UNT) el título de Doctor honoris causa, en
particular por los estudios sobre la fauna triásica.
Esto lo habilitó a ejercer
como profesor en esa casa de estudios, desde 1975 hasta 1984.
Edificio del Museo Argentino
de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", principal museo de
ciencias naturales de la República Argentina, ubicado dentro del Parque
Centenario, en el barrio de Caballito (Buenos Aires).
En 1978, “Bona” se trasladó a Buenos Aires, donde estuvo a cargo de la Sección Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) hasta su jubilación en 2004.
Luego de un corto plazo en el
Instituto de Neurobiología de Buenos Aires y la Fundación de Historia Natural
“Félix de Azara” (Buenos Aires), volvió a Mercedes en 2007, continuando su
labor desde el museo que él fundó y, en los últimos años, desde su propia casa.
Desde el inicio de su carrera,
Bonaparte fue capaz de llevar adelante tres aspectos fundamentales:
1) colecta y preparación de
los fósiles;
2) publicaciones científicas y
visibilidad internacional;
y 3) di vulgación de la
paleontología.
A partir de la década de 1960, Bonaparte comenzó a realizar trabajos de campo sistemáticos en distintas localidades, focalizándose en rocas mesozoicas del norte, oeste y sur del país, y también de otros países (e.g., Brasil, Perú). Cada salida promediaba los dos meses, incluía prospecciones en distintas localidades y unidades geológicas, y el recorrido de miles de kilómetros en busca de material fósil.
Por ejemplo, un
viaje de Tucumán a Cerro Cóndor (localidad en el centro de Chubut, donde se
encontraron importantes restos del Jurásico) significaba 2400 km de distancia
y, durante el trayecto, “Bona” y colaboradores iban descubriendo nuevas
localidades y recolectando material.
Facultad de Ciencias Naturales
Instituto Miguel Lillo (IML)
Un 11 de diciembre de 1930
nació el Instituto Dr. Miguel Lillo, sobre la base de un legado instituido a
favor de la Universidad Nacional de Tucumán por el eminente sabio y naturalista
tucumano, Miguel Ignacio Lillo
José F. Bonaparte en el
Laboratorio de Vertebrados Fósiles del Instituto “Miguel Lillo” (década de
1960).
Esta tenacidad resultó en el
descubrimiento de numerosos sitios nuevos y fósiles que abarcan desde el
Triásico al Paleoceno, enriqueciendo las colecciones del IML en Tucumán y luego
del MACN en Buenos Aires.
José F. Bonaparte junto a su equipo de la Universidad Nacional de Tucumán (T. Fasola, M. Vince, J. M. Cari y J. C. Leal), en la Formación Los Colorados, La Rioja, en el año 1964.
Sus descubrimientos también
sirvieron para fomentar posteriormente la creación de museos locales y
enriquecer las colecciones provinciales, una vez sancionadas las distintas leyes
de protección del patrimonio paleontológico, durante la década de 1990.
Su desempeño técnico no solo resultó en los trabajos de campo exitosos, sino también en la preparación de los especímenes colectados, el moldeado y copiado de los fósiles, y el montaje de los esqueletos. En cada institución que trabajó, supo generar un espacio para la divulgación de la paleontología con el armado de esqueletos y dioramas.
En Tucumán, coordinó el
montaje del aetosaurio Neoaetosauroides, los dinosaurios Herrerasaurus,
Riojasaurus y Saltasaurus, y el dicinodonte Ischigualastia.
Bonaparte junto a un ejemplar
de Amargasaurus cazaui en el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia
(Imagen gentileza de National Geographic)
En el MACN, reestructuró la
sala de Paleontología (previamente destinada principalmente a fósiles del
Cenozoico) con el montaje de los dinosaurios Patagosaurus, Piatnitzkysaurus,
Carnotaurus, Amargasaurus, Kritosaurus y Patagopteryx, así como de otros
animales mesozoicos (Lagosuchus, Pterodaustro y Caypullisaurus).
Incluso, realizó numerosas
reproducciones de dinosaurios argentinos que se expo nen en los principales
museos del mundo y en exposiciones itinerantes de dinosaurios y otros reptiles
mesozoicos de Argentina, que dieron la vuelta al globo desde los años ‘90.
En esta línea, supo conjugar también la
escritura de varios libros de divulgación que relatan sus descubrimientos y son
una fuente documental de la revolución que estos hallazgos produjeron en el
conocimiento de la fauna del Mesozoico de América del Sur.
Su legado científico incluye
más de 150 contribuciones, siete libros, el descubrimiento de numerosas
localidades mesozoicas hoy clásicas en Argentina y Brasil, y el reconocimiento
de aproximadamente 70 especies nuevas de vertebrados fósiles (la mayoría de
ellas aún válidas), incluyendo temnospón dilos, lepidosauriomorfos,
ornitosúquidos, aetosaurios, “rauisuquios”, “esfenosúquidos”, protosúqui dos,
notosuquios, pterosaurios, sauropodomorfos (incluyendo formas triásicas,
jurásicas y cretácicas), terópodos (incluyendo aves cretácicas), ornitisquios,
dicinodontes, cinodontes traversodóntidos, probainognatios no mamalianos y
mamíferos mesozoicos y paleógenos. Entre las especies creadas por “Bona”
destacamos los lepidosauromorfos Cargninia enigmatica y Clevosaurus
brasiliensis, los ornitosúquidos Riojasuchus tenuisceps y Venaticosuchus
rusconii, el aetosaurio Neoaetosauroides engaeus, el “rauisúquio” Fasolasuchus
tenax, el “esfenosúquido” Pseudohesperosuchus jachaleri, el pterosaurio
Pterodaustro guinazui, los sauropodomorfos Mussaurus patagonicus, Riojasaurus
incertus, Amargasaurus cazaui, Argentinosaurus huinculensis y Saltasaurus
loricatus, los terópo dos Guaibasaurus candelariensis (aunque de posición
filogenética aún incierta), Piatnitzkysaurus floresi, Alvarezsaurus calvoi,
Noasaurus leali, Abelisaurus comahuensis y Carnotaurus sastrei, el ave
Patagopteryx deferrariisi, los cinodontes Pascualgnathus polanskii, Chaliminia
musteloides, Riograndia guaibensis y Brasilodon quadrangularis, y los primeros
restos óseos de mamíferos mesozoicos sudamericanos Mesungulatum houssayi,
Gondwanatherium patagonicum y Vincelestes neuquenianus (el más completo
conocido hasta ahora), entre otros.
Algunos de estos taxones
sobrepasaron el ámbito netamente académico y se instalaron en la cultura
popular, compitiendo con los vertebrados mesozoicos más famosos del hemisferio
norte, ganando espacio en libros infantiles y películas de ciencia ficción norteamericanas.
Además de la descripción de nuevas especies y ocasionalmente enteramente nuevos, Bonaparte desarrolló importantes interpretaciones sobre el aparato locomotor de los arcosaurios y el origen de los dinosaurios, la evolución de la complejidad vertebral entre los dinosaurios saurópodos, el origen de los mamíferos y su diversificación en el Cretácico, y la biogeografía del Mesozoico, reconociendo las faunas laurásicas y gondwánicas, así como otras interpretaciones bioestratigráficas y paleoecológicas de los variados grupos taxonómicos que estudió. Las colecciones paleontológicas generadas por Bonaparte y su equipo fueron y son aún la base de numerosos estudios, incluso tesis doctorales, y constituyen una referencia obligada para los estudiosos de las faunas de vertebrados del Mesozoico de Gondwana.
Tras más de 70 años
ininterrumpidos dedicados a la paleontología de vertebrados, Bonaparte recibió
numerosas distinciones por su trayectoria:
El Arnold Guyot Memorial Award
de la National Geographic Society (1989),
El Forschungspreisträger de la
Fundación Alexander von Humboldt (1992),
El Premio Konex (1993)
El Premio Ángel Cabrera de la
Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1994)
El Premio al Mérito
Paleontológico de la Asociación Paleontológica Argentina (1996)
La Medalla Romer-Simpson de la
Society of Vertebrate Paleontology (2008)
El nombramiento de
Personalidad Destacada de la provincia de Buenos Aires (2012)
Asimismo, numerosas entidades
dieron su apoyo a sus investigaciones y viajes de estudio (CONICET, Fundación
Miguel Lillo, John Simon Guggenheim Memorial Foundation, National Geographic
Society, Field Museum of Natural History, Deutsche Akademischer
Austauschdienst, Universidad Autónoma de Madrid, Alexander von
Humboldt-Stiftung, Ligabue Foundation, Fundação Zoobotânica-RS, Conselho
Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico, etc.).
Bonaparte contó siempre con colaboradores, a varios de los cuales orientó en sus estudios académicos, que lo acompañaron en las tareas de campo, preparación, montaje, estudio y divulgación de los descubrimientos.
Entre ellos, se destacan
Galileo Scaglia, Martín Vince, Juan Carlos Leal, Jorge Leal, Tomás H. Fasola,
Roberto Cei, José María Chani, Roberto Fernández Larrinaga, Jaime Powell,
Orlando A. Gutiérrez, Miguel F. Soria (h), Fernando E. Novas, Luis M. Chiappe,
Guillermo W. Rougier, Rodolfo Coria, Leonardo Salgado, Jorge Calvo, Roberto
Abel, Oscar De Ferrariis, Ignacio Garate Zubillaga, Jorge F. Will, José Luis
Gómez, Raúl Vacca, Pablo Puerta, Oscar Donadío, Adriana Albino, Andrea Arcucci,
Bernardo González Riga, Silvana Montanelli, Ubaldo J., Adrián, Carlos y Juan J.
Bonaparte, Sebastián Apesteguía, Marcelo Isasi, Daniel Hernández, Alejandro
Kramarz, Diego Pol, Santiago Reuil, Adrián Giacchino, Cesar L. Schultz, Marina
Bento Soares, Yamila Gurovich, Jorge L. Blanco, Fernando Chávez, Stella
Alvarez, Rodrigo Paz, Agustín G. Martinelli y Analía M. Forasiepi, entre muchos
otros.
Su paso por el MACN dejó una
huella imborrable, tanto por la incorporación en la colección de la Sección de
Paleontología de Vertebrados de valiosos materiales, la inclusión de
dinosaurios en la muestra permanente y los trabajos científicos que
contribuyeron a la visibilidad de la institución en todo el mundo. Bonaparte
tuvo un espíritu incansable, inagotable y un tanto indomable. Nunca alejado de
la disciplina que lo apasionó, transmitió sus ideas y, por sobre todo, contagió
su entusiasmo por el trabajo.
El 18 de febrero de 2020 falleció
en Mercedes, Buenos Aires.
El momento de su muerte lo
encontró escribiendo sobre las faunas del Triásico de América del Sur y sus
ideas sobre el origen de los mamíferos.
FUENTES
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