Jean-Jacques Rousseau, también conocido como Juan Jacobo
Rousseau, fue un polímata suizo de habla francesa, y gracias a ello pudo
establecer directo contacto con los más destacados personajes de la Ilustración
de su tiempo.
Como buen personaje culto de su tiempo hizo prácticamente de
todo: fue escritor, pedagogo, filósofo, músico, naturalista y botánico. Pese a
que se le considera ilustrado sus opiniones van contracorriente con muchos
supuestos de este movimiento.
Jean-Jacques Rousseau fue una de
las mentes más importantes de la Ilustración y, pese a que no llegó a vivirlo,
del Romanticismo. Aunque tuvo sus desavenencias con ciertos puntos de vista
propiamente ilustrados no cabe duda que este filósofo suizo contribuyó
significativamente durante el Siglo de las Luces
Opinó prácticamente de todo lo
que era preocupación en su época: política, educación, progreso, igualdad entre
hombres… quizá su forma de exponer su visión fuera un tanto controversial y le
supusiera unos cuantos problemas con las autoridades de su tiempo pero, sin
lugar a dudas, su forma de pensar sentaría las bases de una nueva sociedad.
Cuando Rousseau tenía 10 años
(1722), su padre, relojero bastante culto, tuvo que exiliarse por una acusación
infundada y su hijo quedó al cuidado de su tío Samuel, aunque ya había tomado
de él un gran amor por la lectura y un sentimiento patriótico de admiración por
el gobierno de la República de Ginebra que Jean-Jacques conservó toda su vida.
Con esta familia disfrutó de una
educación que él consideraría ideal, calificando esta época como «la más feliz
de su vida», y leyó a Bossuet, Fontenelle, La Bruyère, Molière y sobre todo a
Plutarco, del cual interiorizó importantes nociones sobre la historia de la
Roma republicana.
En sus Confesiones, escritas
hacia el final de su vida, dirá que fue este autor su lectura predilecta. También recomendará en su Émile la lectura
del Robinson Crusoe de Daniel Defoe.
Junto con su primo, Rousseau fue
enviado como pupilo a la casa del calvinista Lambercier durante dos años
(1722-1724).
A su regreso en 1725, trabajó
como aprendiz de relojero y, posteriormente, con un maestro grabador (aunque
sin terminar su aprendizaje), con quienes desarrolló la suficiente experiencia
para vivir de estos oficios ocasionalmente.
Sin apenas haber recibido la
apropiada formación trabajó como aprendiz con un notario y con un grabador
quien lo sometió a un trato tan cruel y brutal que el joven acabó por abandonar
su ciudad natal en 1728 con dieciséis años.
En su modesto exilio fue a parar
a Annecy, Francia, consiguiendo la protección de la baronesa de Warens, mujer
que le convenció de convertirse al catolicismo abandonando la doctrina
calvinista de su familia.
Les Charmettes, Chambéry. Residencia de Jean-Jacques Rousseau de 1735 a1736.
Ya siendo su amante, Jean-Jacques
Rousseau se instaló en la residencia de la baronesa en Chambéry iniciando ahí
un intenso período de intensa formación autodidacta.
El año 1742 fue el que puso fin a
una etapa que el propio Rousseau reconocería años después como la que fue la
más feliz de su vida, y realmente la única.
Fue entonces cuando partió hacia
París, lugar en el que tendría la oportunidad de frecuentar diversos salones
nobiliarios y trabó amistad con grandes mentes de su época.
Se fue a la Academia de Ciencias
en esa ciudad presentando un novedoso y original sistema de notación musical
que él mismo había ideado aunque no logró mucha fama.
Se pasó entre 1743 y 1744
trabajando como secretario del embajador francés en Venecia, con quien acabaría
teniendo una fuerte discusión y tendría que volverse a París al cabo de poco.
En su vuelta a la capital francesa Jean-Jacques Rousseau iniciaría una relación
con una modista inculta llamada Thérèse Levasseur con quien se acabaría casando
en 1768 por lo civil tras haber tenido con ella cinco hijos bastardos que
acabaría dando en hospicio.
Estando en París alcanza cierta fama y traba amistad con varios hombres ilustrados, siendo invitado a contribuir en la Enciclopedia de Jean le Rond D’Alembert y Denis Diderot con sus artículos sobre música.
De hecho, el propio Diderot motivó a Rousseau para
que participara en 1750 en un concurso convocado por la Academia de Dijon.
En el escrito daba respuesta a la
pregunta de si el restablecimiento de las ciencias y las artes estaba
contribuyendo a depurar las costumbres, algo que él opinaba que no era así y que
contribuían, de hecho, en la decadencia cultural.
En 1754 regresó a su natal
Ginebra y retornó al protestantismo para readquirir sus derechos civiles como
ciudadano.
Para él esto más que una
reconversión a la fe de su familia o renuncia al catolicismo fue más bien un
mero trámite legislativo. Será por esta época en la que publicará su “Discurso
sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, que redactó para presentarlo
en el concurso de la Academia de Dijon del 1755.
Aquí Rousseau expone su oposición a la concepción ilustrada del progreso considerando que los hombres, en su estado más natural, son por definición inocentes y felices.
Sin embargo, a
medida que la cultura y la civilización los van asimilando hacen que se
impongan desigualdades entre ellos. Es especialmente a causa de la aparición de
la propiedad y el incremento de las desigualdades que los seres humanos son
infelices.
Uno de los trabajos más
importantes de esta época y, seguramente, el considerado el más importante de
toda su vida es “El contrato social” de 1762, un texto que es considerado la
inspiración de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Básicamente en este texto
sostiene que los seres humanos deben ser escuchados en cuanto a sus deseos de
cómo quieren ser gobernados y tratados y que el Estado debe garantizar sus
derechos y obligaciones por medio de leyes que emanen de la voluntad popular.
Por último en esta época también
saldría a la luz una obra de especial importancia pedagógica “Emilio o De la
educación” (1762).
Se trata de una novela pedagógica
que, aunque muy reveladora, su parte religiosa despertó mucha controversia.
De hecho las autoridades
parisinas la condenaron fuertemente, haciendo que Rousseau tuviera que irse a
Neuchâtel y ni aun así se salvó de las críticas de las autoridades locales.
Presionado por todo esto Rousseau
aceptó en 1766 la invitación de su supuesto amigo David Hume para refugiarse en
Inglaterra.
Se volvería al año siguiente,
convencido de que su anfitrión lo había acogido simplemente para difamarlo.
Es a partir de ese entonces que
Rousseau cambió de residencia sin cesar, acosado por una manía persecutoria que
lo llevó finalmente a volver a la capital francesa en 1770, lugar en que
pasaría los últimos años de su vida y en donde redactaría sus escritos
autobiográficos, “Confesiones” (1765-1770).
La muerte lo sorprendió meditando
en la soledad de los jardines de Ermenonville, donde había sido invitado por el
marqués de Girardin.
Tumba de Rousseau
Falleció el 2 de julio de 1778 a
causa de un paro cardíaco, tras haberse pasado su última década en constante
tensión con sus antiguos colegas los enciclopedistas y siendo bastante impopular,
pese a que con el paso del tiempo se volvería en una figura crucial para el
amanecer del Nuevo Régimen.
HOMENAJES
Les Charmettes, Chambéry. Residencia de
Jean-Jacques Rousseau de 1735 a1736. En la
actualidad convertida en museo dedicado a Rousseau.
FUENTES
https://uruguayeduca.anep.edu.uy/efemerides/1009
https://psicologiaymente.com/biografias/jean-jacques-rousseau
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1252/Jean-Jacques%20Rousseau
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rousseau_jeanjacques.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Jacques_Rousseau
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