Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

martes, 26 de noviembre de 2024

EL 26 DE NOVIEMBRE DE 1944 NACÍA ROBERTO FONTANARROSA

"El Negro" Fontanarrosa:


 Creador de Inodoro

 Pereyra y

 Boogie, el aceitoso"




Roberto Fontanarrosa nació el 26 de noviembre de 1944 en Rosario, Argentina..
Humorista gráfico y escritor argentino. Conocido como Roberto "El Negro" Fontanarrosa, fue uno de los referentes del dibujo humorístico en su país y uno de los más seguidos por los lectores de las publicaciones en las que aparecían sus chistes e historietas.

Hijo de Berto Fontanarrosa, jugador de basket del club Huracán y técnico de Gimnasia y Esgrima y Rosa Lac Prugent.

Berto y Rosita -como se los conocía a sus padres- eran dos jóvenes basquetbolistas rosarinos que se conocieron, obviamente, en una cancha de básquet: en el club Huracán, muy cerca de donde vivirían. Cuando se casaron ella tenía 20, él 27.

Los Fontanarrosa eran de clase media. Aunque los tiempos eran difíciles, vivían sin sobresaltos. Tampoco sobraba nada.

Su padre vendía seguros de vida. No tenía una gran vocación de sacrificio, pero tampoco una codicia económica en una época donde la ambición no era una virtud si no un pecado capital.

Su madre cumplía con el mandato de ama de casa, mientras Berto, siempre trajeado, muy dado socialmente, animador de fiestas, muy ocurrente, que impresionaba por su físico grandote, de ojos azules, era más distante con sus hijos.

Roberto nació en una maternidad que estaba a la vuelta de la esquina donde vivía la familia, en Catamarca 1421, a cinco cuadras de Córdoba, la calle principal, cuando no era peatonal, y cuando el centro no era el centro de hoy.

Sus padres, Roberto Fontanarrosa Voelklein y Rosa Lac Prugent decidieron ponerle de nombre Roberto Alfredo. "Mis dos hijos nacieron un domingo", dijo la madre, como una revelación, al recordar que otro domingo pero de 1942 nació Perla, la primogénita. 

Otros domingos pero de fútbol serían especiales para él.

Fontanarrosa empuñando un revólver en la terraza de su casa.

Roberto Alfredo vivió toda su infancia y adolescencia en el 2° piso, departamento L, de Catamarca y Corrientes, en el edificio Dominicis, con ascensor Otis con su clásica puerta de pequeñas rejas, que aún se preserva al ser declarado de valor patrimonial.

En una Rosario más barrial, más pequeña, creció sin ver el río Paraná aunque estaba a pocas cuadras de su vivienda pero los altos paredones del ferrocarril y el puerto lo impedían.

Las noticias del mundo llegaban tarde. En ese mundo acotado creció.

La enorme terraza del edificio era naturalmente la zona de juegos en conjunto, fundamentalmente de fútbol y fiesta de cumpleaños.

Aún hoy puede percibirse el vidrio roto en un viejo ventanal que comunica con la terraza. Los memoriosos dicen que fue obra de un pelotazo del chico para desviar, con vehemencia, el avance contrario.

Cuando él era pequeño, en su casa, que no era casa de intelectuales, había una pequeña biblioteca con una colección de libros.

Fontanarrosa recuerda que eran chicos, de tapa dura, que se suponía venían con la casa, porque nunca supo muy bien por qué estaban ahí. Lo que más le atraía era mirar las figuritas.

Ya de pequeño mostró su inclinación por el dibujo.




La primera historieta que copió fue "Pepe Dinamita", que publicaba la revista El Tony, de un extraordinario dibujante norteamericano, Roy Crane.

Se pasó una siesta copiando prolijamente el estilo Crane. Mucho tiempo después supo que era un verdadero maestro de la historieta mundial.

Le llamó la atención el estilo expresivo que tenía, a medio camino entre lo serio y lo humorístico.

Le llamaban la atención los ojos de Dinamita. No eran de esos ojos con párpados, pupilas y pestañas que todos habían aprendido en Harold Foster (el primer dibujante de Tarzán y luego del Príncipe Valiente). Eran dos puntitos que, con el temor o la sorpresa, se alargaban o contraían.




También copiaba a "Johnny Hazard" de Frank Robbins, otro yanqui que hacía una historieta de aventuras al estilo Indiana Jones.

Era un dibujo simple, limpio y caricaturesco y llamaba su atención  porque utilizaba los negros en abundancia.

Trabajaba a pincel y no ahorraba tinta. Intensificaba las arrugas de la ropa. No era fácil ni para copiar. Y siempre las figuras blancas sobre el negro y las oscuras sobre el blanco. Y le gustaba como dibujaba los aviones. Casi como Crane. No eran réplicas. No era dibujo técnico. Tenían gracia.

Todo eso lo empujó definitivamente hacia el dibujo en una familia donde no había un estímulo cercano. Devoraba las revistas Rayo Rojo, Puño Fuerte y Misterix -que religiosamente compraba todos los miércoles en el kiosco del barrio- pero también leía Patoruzito y Rico Tipo.

Hasta que aparecen en la Argentina Hora Cero y Frontera, fundadas por Héctor Germán Oesterheld, uno de los grandes guionistas argentinos, donde presenta un nuevo tipo de historieta: los malos no eran tan malos y los buenos no eran tan buenos.

Pero también fueron parte del hito de la historieta, un grupo de dibujantes, donde sobresalía, el italiano radicado en el país Hugo Pratt -el maestro, una influencia decisiva en la historieta argentina de los años 50, creador del Corto Maltés, Sargento Kirk y Ernie Pike-, tanto como Alberto Breccia.

Allí descubre que había otra forma de narrar, de escribir, empieza a tener puntos de referencias, donde ya no se podían leer las cosas tan lineales.



El humorista gráfico y escritor Roberto Fontanarrosa (1944-2007) retratado en su infancia en una clásica fotografía escolar con guardapolvo, libro en las manos y mirada sonriente a la cámara.

Fue a la escuela primaria pública N° 60 “Mariano Moreno” está ubicada en calle Paraguay, a ocho cuadras de su casa natal.

Allí cursó la primaria, en el siglo pasado, una época en que había primero inferior y primero superior. 

Rosita tuvo que enfrentar la rebelión escolar de su hijo cuando desde la cama advertía que estaba “enfermo”, no estaba en condiciones de asistir a clases.

Armaba escándalos si no se lo consentía. 

Llamaba a su madre para que lo fuera a buscar urgente a la escuela por un dolor impredecible. “Era enfermo de timidez”, diagnosticó Rosita, quien con paciencia infinita iba hasta la escuela, lo convencía de que tenía que estar en clase y luego se quedaba un rato en el patio, ante el temor de que el negrito insistiera con escapar.

En rigor, Fontanarrosa resistía contra el orden establecido: la hora de ingreso a clase. ¿Por qué los chicos tienen que ir tan temprano a la escuela, a las 6,30, con esos inviernos largos y duros, en medio de un frío espantoso y de noche?

No aceptaba ese estilo de vida... Mucho tiempo después se enteraría de que Carlos Gardel se levantaba a las ocho de la noche... y era Gardel. 

El joven Fontanarrosa

A menudo se afirma que a partir de 1973, cuando Fontanarrosa empezó a publicar su viñeta diaria en el diario Clarín, la gente empezó a leer el diario por detrás. 
Antes, Fontanarrosa había formado parte del plantel de humoristas de una extraordinaria revista llamada Hortensia que hizo a desternillar a medio país con su humor cordobés, un humor fresco que en nada se parecía a un chiste de argentinos (es decir, de porteños).

Inodoro Pereyra, hijo del entrañable Negro Fontanarrosa

Desde entonces Fontanarrosa no paró de trabajar. 
Entre su enorme producción de humorista gráfico hay dos personajes que forman parte de la vida argentina: 
Inodoro Pereyra, el renegau (un gaucho que se rebela a todo, secundado por su perrito Mendieta) y el mercenario Boogie el aceitoso, en sus inicios una parodia a James Bond, pero más bien un Harry el Sucio demente.

Fontanarrosa recopiló viñetas sueltas en algunos volúmenes muy difundidos, como por ejemplo 
¿Quién es Fontanarrosa?, 
Fontanarrisa,
 Fontanarrosa y los médicos, 
Fontanarrosa y la política,
Fontanarrosa y la pareja,
 El sexo de Fontanarrosa, 
El segundo sexo de Fontanarrosa, 
Fontanarrosa contra la cultura, 
El fútbol es sagrado,
Fontanarrosa de Penal, 
Fontanarrosa es Mundial 
y Fontanarrosa continuará, 
títulos en que es patente el amplio abanico de temas que abarcó su agudeza humorística y su habilidad para el comentario gráfico.

Además de recopilaciones de viñetas, publicó también cómics concebidos directamente como libros, como Los clásicos según Fontanarrosa, Semblanzas deportivas y Sperman. 

A ello hay que añadir los volúmenes que recogen las correrías y desventuras del gaucho Inodoro Pereyra. 
Publicadas desde 1972 en revistas de humor y, regularmente, en el periódico Clarín, las historias de Pereyra y su perro Mendieta fueron recopiladas en más de quince volúmenes. 

Una versión de dichas aventuras fue llevada al teatro en Buenos Aires en 1998, con un enorme éxito de público y de crítica. 
También las historias de Boogie el aceitoso se recogieron en doce volúmenes.

Inodoro Pereyra y Mendieta
 


Como literato, publicó numerosas recopilaciones de cuentos: El mundo ha vivido equivocado (1982), 
No sé si he sido claro (1986), 
Nada del otro mundo (1987)... 

Su dedicación al relato breve se intensificó en sus últimos años: 
El mayor de mis defectos (1990), 
Los trenes matan a los autos (1992), 
Uno nunca sabe (1993), 
La mesa de los Galanes (1995), 
Una lección de vida (1998),
 Te digo más... (2001), 
Usted no me lo va a creer (2003) 
y El rey de la milonga (2005).

Muchos de estos relatos, de innegable sabor popular, tienen por escenario el bar El Cairo, un establecimiento real entre cuya clientela era fácil encontrar, un día cualquiera, al Negro Fontanarrosa. 

Este conjunto narrativo es una completa antología de singularidades humanas, conductas y situaciones que van desde la parodia delirante al trazo más fino y certero. 

Escribió además algunas novelas, entre las que destacan Best Seller (una imaginativa y lúdica recreación de la peripecia de un mercenario sirio cuyo nombre da título a la obra), El área 18 y La gansada.

Aquejado de una enfermedad neurológica, en enero de 2007 Fontanarrosa anunció a sus lectores que su dolencia le impediría continuar dibujando con su propia mano, por lo que, a partir de aquel momento, contaría para poner en imágenes sus ideas con la colaboración de otros dibujantes, como Negro Crist (Cristóbal Reinoso) u Óscar Salas.

En invierno del año 2007 entró al hospital con un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda y en una hora llegó el desenlace: paro cardiorrespiratorio. 

Era el 19 de julio,  Fontanarrosa falleció en Rosario, su ciudad natal, a consecuencia de esta enfermedad. Tenía apenas 62. 

Lo velaron durante todo el día. 

Asistieron escritores, historietistas, actores, dirigentes políticos, lectores. 




Cuando lo trasladaron al cementerio, detrás de la limusina que llevaba el cuerpo, se formó una caravana larguísima de autos.

 



Como un rito sagrado, esa caravana frenó unos minutos al pasar por el estadio de Rosario Central, club del cual era fanático hasta las entrañas. Aplausos y bocinazos hasta el cielo.

LEGADO Y HOMENAJES



Innovación en el Humor Gráfico

Fontanarrosa revolucionó el humor gráfico en el Río de la Plata a través de sus personajes entrañables y su estilo narrativo único.

La creación de Inodoro Pereyra, un gaucho que reflexionaba sobre la vida rural y las costumbres argentinas, y Boogie, un anti-héroe con un trasfondo oscuro, permitió que sus historias resonaran con una amplia audiencia.

Sus tiras cómicas se publicaron en importantes revistas como Clarín y El mundo ha vivido equivocado, consolidando su reputación como uno de los grandes maestros del noveno arte.

Literatura y Fútbol




Además de su trabajo gráfico, Fontanarrosa fue un prolífico escritor.

Su novela Best Seller y cuentos como 19 de diciembre de 1971 se han convertido en clásicos de la literatura argentina y Uruguay.

 A través de su escritura, logró acercar el fútbol a aquellos que no lo seguían, utilizando el deporte como una metáfora para explorar aspectos de la vida cotidiana.

Legado Cultural

Día Nacional del Humorista


En reconocimiento a su impacto, el 26 de noviembre se celebra el Día Nacional del Humorista en Argentina, coincidiendo con su fecha de nacimiento.

Este día sirve para honrar su contribución al humor nacional y recordar su influencia en generaciones de artistas y escritores.

Centro Cultural Roberto Fontanarrosa



En 2013, se inauguró el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa en Rosario, un espacio dedicado a preservar su legado y promover actividades culturales relacionadas con su obra. Este centro alberga exposiciones y eventos que celebran su vida y trabajo.


Escuela N°7721-Roberto Fontanarrosa


La Escuela 7721 - Roberto Fontanarrosa se erige como una institución educativa significativa en la localidad de Trelew, Chubut. Ubicada en Michael Jones 1100-1232, esta escuela es conocida por su compromiso con la educación integral y el desarrollo de sus alumnos.

Con una calificación de 4.1 sobre 5, según los comentarios de padres y estudiantes, la escuela ha logrado consolidar su reputación en la comunidad.

Influencia Persistente



Fontanarrosa dejó una huella indeleble en la cultura rioplatense.

Su capacidad para conectar con el público a través del humor cotidiano y sus observaciones sobre la vida han hecho que sus obras sigan siendo relevantes.

A pesar de su fallecimiento en 2007, su legado continúa vivo en la memoria colectiva, siendo recordado no solo por sus creaciones literarias y gráficas sino también por su carácter entrañable y su conexión con la comunidad rosarina


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