Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

domingo, 26 de febrero de 2017

EL 26 DE FEBRERO DE 1920 NACÍA JOSÉ DE VASCONCELOS

 EL CREADOR DE "MI PLANTA DE NARANJO-LIMA"

José Mauro de Vasconcelos nació el 26 de febrero de 1920 en Río de Janeiro. Fue un novelista brasileño, autor de obras destacadas como “Mi planta de naranja lima”, “Rosinha, mi canoa“ y “Vamos a calentar el sol”.
Nació en el barrio carioca de Bangu, hijo de Stéphanie de Vasconcelos y Paul de Vasconcelos.  de madre indígena y padre portugués. 


Debido a la pobreza de su familia, de niño se trasladó a vivir con unos tíos en Natal, capital de Río Grande del Norte. Los bruscos cambios y experiencias que sufrió durante su niñez, sirvieron como base temática de “Mi planta de naranja lima” su libro más popular. 
A los nueve años, aprendió a nadar y ,recuerda  sus entrenamientos para nadar en las aguas del río Potengi, donde soñaba con ser campeón. 
En esa misma ciudad, cursó dos años de la carrera de Medicina, pero abandonó los estudios para volver a Río de Janeiro.
Ejerció diversos empleos, que por lo general sólo le permitían subsistir. Fue entrenador de boxeo, cargador de bananas en una fazenda del litoral fluminense, modelo de escultores en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río (donde en 1941 fue modelo de Bruno Giorgi para su Monumento a la Juventud), trabajó como camarero en un local nocturno de São Paulo, entre otras ocupaciones.


Gracias a una beca de estudios en España, tuvo ocasión de conocer varios países europeos. Al regresar a Brasil, trabajó con los Hermanos Villas-Bôas, explorando la cuenca del río Araguaia.
De su contacto con los garimpeiros durante esta aventura provino la inspiración para su primer libro, “Banana Brava”, publicado en 1942 cuando tenía 22 años (editado como “Hombres sin piedad” en los países de habla hispana).


En su novela “Raya de fuego” (Arraia de fogo, 1955) narra las dificultades del contacto con los indígenas en estas exploraciones.
José Mauro de Vasconcelos refleja en sus novelas una gran experiencia de vida, sensibilidad hacia los desposeídos y un profundo amor y respeto por la naturaleza. En ellas está presente la dureza de la vida en el Sertón. la niñez en los barrios pobres, los peligros que enfrentan los indígenas en la selva ante la pérdida de su aislamiento y de su hábitat natural, y otros aspectos que el autor trasmite, sin renunciar a los regionalismos, en un lenguaje claro y directo.
Viajó para conocer su país e interpretarlo. Convivió con los indios, de quienes aprendió historias y tradiciones y acumuló experiencias. Se inició como cuentista oral, luego se profundizó y fue escritor.
Tenía a su favor una excelente memoria, una rica fantasía y un intenso deseo de transmitir, de contar. En principio, fue un cuentista oral: con mímica y variadas entonaciones, inventaba y animaba sus cuentos. Cuando empezó a darles forma escrita, sus cuentos y novelas registraron su profundo espíritu de observación y esa cualidad sutil que establece un fecundo diálogo con el lector.




Su primer éxito de crítica fue en 1948 con “Barro blanco” novela ambientada en las Salinas de Macau en Río Grande del Norte. "Rosinha, mi canoa”(1962) confirmó el favor del público hacia su trabajo. 





Pero fue con “Mi planta de naranja lima”(1968) que se proyectó internacionalmente, logrando que esta obra sea una de las más difundidas de la literatura brasileña en todo el mundo. Este libro, en el que rememora su infancia en Bangu, forma parte de una tetralogía autobiográfica no ordenada cronológicamente, integrada por “Vamos a calentar el sol “(1974), sobre su traslado a Natal; “Doidao “ (1963), sobre su adolescencia; y “Las Confesiones De Fray Calabaza” (1966), sobre su vida adulta.





Varias de sus obras fueron adaptadas al cine, teatro y series televisivas (Marea baja, Arara Vermelha, Calle descalza, Las Confesiones de Fray Calabaza). Se realizaron varias versiones de “Mi planta de naranja lima”, siendo la dirigida por Aurelio Teixeira en 1970 la primera para el cine.
 Se realizaron tres telenovelas sobre el mismo libro: en 1970 para la Red Tupi, y en 1980 y 1998 para la Red Bandeirantes.
En 2011 se presenta su segunda versión cinematográfica.
José Mauro de Vasconcelos también fue guionista, actor de teatro y de televisión, periodista y artista plástico.
Falleció el 24 de julio de 1984 en São Paulo. -

Su obra

    Hombres sin piedad (Banana brava, 1942)
    Barro Blanco (1948)
    Lejos de la tierra (Longe da terra, 1949)
    Marea baja (Vazante, 1951)
    Arara vermelha (1953)
    Raya de fuego (Arraia de fogo, 1955)
    Rosinha, mi canoa (Rosinha, mi canoa – 1962)
    Doidao (Doidão, 1963)
    El padrillo (O garanhão das praias, 1964)
    Corazón de vidrio (Coração de vidro, 1964)
    Las Confesiones de Fray Calabaza (As confissões de Frei Abóbora, 1966)
    Mi planta de naranja lima (Meu pé de laranja lima, 1968)
    Calle descalza (Rua descalça, 1969)
    El palacio japonés (O palácio japonês, 1969)
    Harina huérfana (Farinha órfã, 1970)
    Lluvia de estrellas (Chuva crioula, 1972)
    El velero de cristal (O veleiro de cristal, 1973)
    Vamos a calentar el sol (Vamos aquecer o sol, 1974)
    La cena (A ceia, 1975)
    El niño invisible (O menino invisível, 1978)
    Kuryala: Capitán y Carajá (Kuryala: capitão e carajá, 1979)

DIJO JOSÉ MAURO DE VASCONCELOS

 "Tengo un público que va desde los 6 a los 93 años. No sólo aquí en Río de Janeiro o Sao Paulo, sino en todo el Brasil. Mi libro "Rosinha, Minha Canoa" se utiliza en el curso de portugués en la Sorbona de París.

 "Lo que atrae a mis lectoresa debe ser mi simplicidad. Mi lengua regional es una actitud integral. Mis personajes hablan un idioma regional. Las personas son simples como yo. Como dije, no tengo nada de la apariencia convencional del escritor. Es mi personalidad que se expresa en la literatura, mi propio "yo".


FUENTES:
http://es.wikipedia.org
http://anaenriques.com.ar/
http://www.bangu.org.br/

jueves, 9 de febrero de 2017

EL 9 DE FEBRERO DE 1920 NACÍA JULIO CÉSAR da ROSA




UN CUENTO DE JULIO C. DA ROSA




Julio César Da Rosa nació en Costas de Porongos, departamento de Treinta y Tres en 1920. Su obra narrativa se compone de varios libros de cuento y dos novelas. También abordó el ensayo y además es autor de una Antología del Cuento Criollo, en colaboración con su hijo Juan Justino.
Nació en Costas de Porongos, departamento de Treinta y Tres en 1920. Su obra narrativa se compone de varios libros de cuento y dos novelas. También abordó el ensayo y además es autor de una Antología del Cuento Criollo, en colaboración con su hijo Juan Justino.

 

El Ratón Juancito
de Cuentos viajeros

 



Como toda casa campesina y vieja, la mía estaba minada de ratones. Minada digo, y digo verdad. Millares de ratones pululaban por los techos, paredes y entrepisos. Millares, merodeaban por los alrededores, con guaridas en cercos y canteras de piedra.

No conozco arma más temible en cuerpo más chiquito, que el diente del ratón. Si un individuo "armado hasta los dientes" es un peligro, nadie sabe lo que es un individuo armado con estos dientes. Si en ves de un individuo es un ejército, nadie es capaz de imaginarlo.


Pues contra todas las invasiones de ese ejército así armado, era necesario en casa, vivir en permanente batalla. Venenos activísimos, decenas de trampas, manadas de gatos, montaban guardia permanente en custodia de graneros, despensas, trojes, galpones y papeles. Asimismo, nadie podía evitar que al caer de las noches, nuestra enorme casona y sus contornos, se llenaran con el rumor de las correrías, los chillidos y la acción mandibular de aquella población menuda, inteligente e invisible. Menos podía evitarse que, al llegar el día, se comprobaran alarmantes mermas de las provisiones de boca –desde granos hasta quesos- y los indignantes destrozos de libros, guascas y maderas.

Durante mucho tiempo yo escuché toda clase de maldiciones contra aquel enemigo terrible. Durante el mismo tiempo debí oí noche a noche, el barullento quehacer de sus malones clandestinos sobre techos y bajo pisos. Creo que hasta aprendí a odiar los ratones con toda la fuerza de mis seis años.

Mas dicho lo que acabo de decir, debo hacer una confesión: la vez que vi un ratón atrapado en una trampa, se me borró de golpe aquel borbollón. Lo vi tan chiquitito, allí, al pobre, que no pude evitar una enorme compasión. Compasión parecida a la que debe sentir quien vea a un chiquilín -por perverso que haya sido- tras las rejas de una cárcel.

Salí de allí con una resolución bien tomada. La de que, costara lo que costara, yo tenía que ser dueño de un ratón. Dueño absoluto y total; padre y madre tenía que ser.

Me pasé toda una tarde siguiéndole los movimientos a un gato con fama de cazador. Allá sobre el ocaso, lo vi hacerse un arco tras algo así como una bala, que se sepultó en un agujero de cantera. Allá corrí. Espanté el gato, estuve moviendo piedras y de repente, allá contra un fondo oscuro y sobre blanco lecho de papeles, plumas y trapos, percibí el rosado pálido de varios cuerpecitos arrollados. Estiré el brazo, abrí y cerré la mano sobre la carne tibia, la saqué. Ante mis ojos se estremeció un diminuta criaturita, completamente desnuda. Un ratoncito bebé, era. Todo un hombrecito arratonado, lo encontré yo.

Salí corriendo en busca de mi madre. Cuando ante sus ojos atónitos, abrí mi mano temblorosa, ella no pudo reprimir un gesto de asco-rabia. Pero, madre al fin, seguramente leyó en mi rostro la súplica ansiosa. Con la cara hacia un lado me dijo: -Sin el calor y la leche de la ratona madre, se te va a morir.

-¿Y qué puedo hacer?

-Devolverlo al nido.

-Pues yo lo quiero para mí.

-Pues allí será tuyo.

-Y quiero que se llame Juancito.

-Que se llame.

-¿Y quién va a saber eso?

-Por ahora, nosotros dos.

-¿Después?

-Después...él y todos los ratones.

-¿Cómo?

-Ahora verás.

Tomó un lápiz y sobre un papel escribió esto que enseguida me hizo oír: "Señora ratona: quiero ser amigo de Juancito para poder llamarlo". Después iba mi nombre.

-¿Y me hará caso, doña Ratona?

-Si nadie más se entera de esto, sí.

-¡Ni tu padre, eh!

-Bueno, mamá.

Envolví a Juancito en la carta y lo devolví a su lecho. Coloqué luego las piedras en su lugar. Le di unas correteadas al gato descubridor que seguía merodeando por allí y me alejé lleno de felicidad.

Durante mucho tiempo conversé con aquel amigo al que me había dado el lujo de bautizar. Cuando desde el fondo de mis noches de insomnio, apenas sentía un leve rumor ratonil por techos, paredes o entrepisos, me ponía a aconsejarlo paternalmente:

-Juancito, ¿estás ahí?...Portate bien, mi hijito. No comas el maíz de la troje. Ni los quesos de la pobre mamá. Ni las coyundas de arar. Ni las riendas de papá. ¡Cuidado con el veneno que tiene el gofio del tirante del galpón! ¡Y con las trampas de la despensa! ¡Y con la tropilla de gatos asesinos que andan por ahí, disfrazados de buenos! ¡Sé gente, Juancito! Mañana voy a convidarte con tocino y pororó azucarado.

Así, hasta que un día me sorprendí a mí mismo riéndome a carcajadas de oír a mi madre contarme este cuento...