Esta festividad en su origen tiene dos raíces.
1) La más antigua es la de los pueblos celtas que habitaban Irlanda, Gales, Escocia y el Norte de Francia. Celebraban una fiesta denominada Samhain o La Samón (“Fin del verano” en irlandés antiguo) y que tenía lugar entre finales de la temporada de las cosechas y el comienzo del invierno.
Los sacerdotes célticos, denominados druídas, tenían el convencimiento de que la noche del 31 de octubre ocurría un especial fenómeno cuando las leyes del espacio y el tiempo quedaban estacionadas. En ese momento, el velo que separaba el mundo de los vivos y de los muertos se encontraba en su punto más fino y por lo mismo, ambos espacios podían interactuar más fácilmente y los espíritus de los difuntos podían regresar del otro mundo para llevarse consigo a los vivos.
Por esta razón, durante el Samhain los sacerdotes preparaban enormes fogatas y hacían conjuros para ahuyentar a los malos espíritus
Según la leyenda, los vivos no estaban dispuestos a ser poseídos por los muertos, entonces en la noche del 31 de octubre apagaban el fuego en todas las casas para que los ambientes estuvieran fríos e inhóspitos. Además, se vestían con ropas siniestras y por los lugares que iban destruían las cosas con el fin de espantar cualquier espíritu que quisiera poseer algún cuerpo.
Posteriormente, el fuego de los hogares volvía a encenderse con una antorcha que cada familia traía desde la hoguera sagrada que ardía en Usinach, localidad ubicada al centro de Irlanda. Volver a encender el fuego simbolizaba la esperanza de que la vida renacería al llegar la primavera.
Además, los habitantes de los pueblos célticos dejaban dulces o comida en la puerta de las casas pues existía la superstición de que las almas marcharían contentas y les dejarían en paz si veían satisfechos sus deseos.
Sin embargo, el Samhain sufre una serie de transformaciones: con la implantación del calendario gregoriano, el día 1 de noviembre pasó a considerarse el Día de Todos los Santos (“Day of All Saints”); el Samhain, la víspera de Todos los Santos (“Eve of All Saints”), cambió su nombre a All-Hallows-Eve (actualmente por la contracción de esta expresión se denomina Halloween); y el Día de Todos los Difuntos o Día de Todas las Almas (Day off All Saints) pasó al 2 de noviembre.
En la Edad Media algunos bandoleros se disfrazaban de espíritus para cometer sus fechorías. De ahí viene la costumbre de disfrazarse. Algunos años después esta festividad llega a Estados Unidos,
Cuando los irlandeses llegan a América en el siglo XVIII, traen consigo sus tradiciones y cultura que se arraiga en el nuevo continente.
En un principio, la festividad sufrió una gran represión en Nueva Inglaterra debido a la fuerte tradición luterana del territorio.
Sin embargo, a finales del siglo XIX, la situación cambia. A Estados Unidos llega una nueva oleada de inmigrantes con origen céltico por lo que la fiesta de Halloween acaba mezclándose con creencias indias y con otras propias de la etapa colonial del país.
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Es en este momento cuando evoluciona, abandonando la tradición cristiana e incorporando las historias de terror, la realización de travesuras, los bailes y la confección de disfraces. Halloween se convierte en una noche rodeada por un aura de misterio, brujas, fantasmas, duendes… pero sin perder nunca el ánimo festivo y el buen humor.
La “Calabaza iluminada”, tiene su origen en una antigua leyenda irlandesa, que hablaba de Jack-o-lantern. ”, un personaje muy malo que cuando muere, no es recibido ni en el cielo, ni en el infierno, condenado a vagar por el mundo, en busca de una entrada a cualquiera de los dos reinos.
El Diablo, a quien llegó el rumor de tan negra alma, acudió a comprobar si efectivamente era un rival de semejante calibre. Disfrazado como un hombre normal acudió al pueblo de éste y se puso a beber con él durante largas horas, revelando su identidad tras ver que en efecto era un auténtico malvado. Cuando Lucifer le dijo que venía a llevárselo para pagar por sus pecados, Jack le pidió una ronda más juntos como última voluntad. El Diablo se lo concedió pero al ir a pagar ninguno de los dos tenía dinero, así que Jack retó a Lucifer a convertirse en una moneda para pagar la ronda y demostrar sus poderes. Satanás lo hizo, pero en lugar de pagar con la moneda Jack la metió en su bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. Incapaz de salir de allí el Diablo ordenó al granjero que le dejara libre, pero Jack no lo haría a menos que prometiera volver al infierno para no molestarle durante un año.
Transcurrido ese tiempo, el Diablo apareció de nuevo en casa de Jack para llevárselo al inframundo pero de nuevo Jack pidió un último deseo, en este caso que el Diablo cogiera una manzana situada en lo alto de un árbol para así tener su última comida antes de su tormento. Lucifer accedió, pero cuando estaba en el árbol Jack talló una cruz en su tronco para que no pudiera escapar. En esta ocasión Jack le pidió no ser molestado en diez años, además de otra condición: que nunca pudiera reclamar su alma para el inframundo. Satanás accedió y Jack se vio libre de su amenaza.
En ambos mitos, Jack solo deja ir al Diablo cuando éste accede a jamás llevarse su alma.
Tras morir (mucho antes de esos diez años pactados), Jack se preparaba para ir al cielo pero fue detenido en las puertas de San Pedro, impidiéndosele el paso pues no podían aceptarle por su mala vida pasada, siendo enviado al Infierno. Para su desgracia allí tampoco podían aceptarlo debido al trato que había realizado con el Diablo, y éste le expulsó de su reino y le condenó a deambular por los caminos Ahora Jack no tenía adonde ir. Se preguntó cómo podría ver a donde iba, ya que no tenía luz alguna, y el Diablo le arrojó, a modo de burla, una brasa que nunca dejaría de arder con el fuego del infierno. Jack ahuecó uno de sus nabos (su comida favorita), puso la brasa en su interior y comenzó a vagar eternamente y sin rumbo por todo el mundo para encontrar un lugar donde finalmente descansar. Con el paso del tiempo Jack el Tacaño fue conocido como Jack el de la Linterna o "Jack of the Lantern", nombre que se abrevió al definitivo "Jack O'Lantern". Esta es la razón de usar nabos (y más tarde calabazas, al ser más grandes y fáciles de tallar) para alumbrar el camino a los difuntos en Halloween, y también el motivo de decorar las casas con estas figuras horrendas (para evitar que Jack llamara a la puerta de las casas y proponer Truco o trato).
La leyenda se modificó en lo que respecta al elemento que utilizaba, y se cambió por una calabaza, que era más cómoda y no despide aromas indeseables.
Realmente, aunque se ha generalizado la traducción "truco" en castellano por el inglés "trick" y "trato" literalmente por "treat", en el caso del "Trick-or-treating" no se trata de un truco propiamente dicho sino más bien de un susto o una broma por lo que una traducción más exacta sería por ejemplo "dulce o susto".
En la actualidad, los niños se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta. Después de llamar a la puerta los niños pronuncian la frase "truco o trato", "truco o dulce" o "travesura o dulce" (proveniente de la expresión inglesa trick or treat). Si los adultos les dan caramelos, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, se interpreta que han aceptado el trato. Si por el contrario se niegan, los chicos les gastarán una pequeña broma, siendo la más común arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta.
El recorrido infantil en busca de golosinas probablemente enlace con la tradición neerlandesa de la Fiesta de San Martín
FUENTE
Wikipedia
www.lahuelladigital.com
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