BATALLA DE LAS PIEDRAS
Obelisco realizado por Juan Manuel Ferrari en Las Piedras
Antecedentes.
Los sucesos de Mayo de 1810 en Buenos Aires, habían iniciado el proceso revolucionario en el Río de la Plata, cuyo objetivo era la eliminación del dominio imperial español en esta parte de América. En buena medida, ese proceso estuvo originado por las guerras napoleónicas que se desarrollaban en Europa, cuando España fue ocupada por los franceses. También influyó la política de Inglaterra, que estaba comprometida en la guerra contra Napoleón; y a la que interesaba además obtener una buena posición comercial y marítima en el área del Río de la Plata, como lo habían demostrado las Invasiones Inglesas.
Cuando en Buenos Aires la Junta de Mayo declaró la independencia de España, la ciudad de Montevideo se mantuvo fiel al trono español; pero algunos criollos importantes no estuvieron de acuerdo.
José Gervasio Artigas, era Capitán del principal cuerpo militar de la ciudad y del territorio uruguayo entonces conocido como la Banda Oriental. Destacado en la ciudad de Colonia como Capitán de una compañía de Blandengues
José Gervasio Artigas
“A fines de 1810, el capitán Artigas al servicio
de Montevideo y Capitán del Cuerpo de Blandengues, marcha hacia el Arroyo de la
China (actual Concepción del Uruguay) donde la historia lo ubica por la campaña
de Entre Ríos siempre en protección de los desamparados.
Ya de regreso, en Colonia, el 15 de febrero de 1811, tiene
lugar el célebre episodio, entre el brigadier Vicente María de Muesas y el capitán
Artigas. Este episodio se trasmitía de generación en generación y hoy la documentación
reunida por el Archivo Artigas lo pone en claro”.
*Archivo Artigas, obra del Dr. Eduardo Acevedo.
Virrey del Rio de la Plata don Francisco Xavier de Elio
“En los primeros días de enero de 1811 regresa de
España con el cargo de Virrey del Rio de la Plata don Francisco Xavier de Elio
. Apenas llego separó de la Comandancia de la Colonia al benemérito coronel don
Ramón del Pino, que con solo 14 malos milicianos se había sabido defender de más
de 260 hombres de las tropas de Buenos Aires. Este Oficial a quien se le
achacaba falta de valor, solo puedo decir que tenía talento, instrucción y
mucho conocimiento de la campaña y gente del país, pues no nos denunció uno
como sospechoso, que después no se haya confirmado por un traidor.
Para reemplazar a Pino se nombró al brigadier don
Vicente María de Muesas a quien Dios no le ha concedido el don de mando.
Pronto empezaron a desertar oficiales y soldados
de la Colonia, por último un día llamó al capitán de Blandengues don José de
Artigas y lo interrogó sobre si algunos de sus soldados habían entrado en un
huerto y comido alguna fruta, le dijo tantas y tantas cosas amenazándole con
que le pondría preso, que lo sofocó y Artigas salió vomitando venganzas;
Artigas era el “coquito” de toda la Campaña, el niño mimado de los Jefes,
porque para todo apuro lo llamaban y estaban seguros del buen éxito, porque
tiene un extraordinario conocimiento de la campaña como nacido y criado en
ella, en continuas comisiones contra ladrones, portugueses, etc., además está
muy emparentado. En suma, diciendo Artigas, en la campaña, todos tiemblan. Este
hombre insultado y agraviado sale vomitando furias, desaparece y cada pueblo
por donde pasaba lo va dejando en completa sublevación; llega a Buenos Aires y
dice a la Junta, ustedes no han sabido hacer la guerra a Montevideo yo me
atrevo con muy pocos auxilios a revolucionar a toda la Banda Oriental, cortar
las carnes y trigos a Montevideo, a obligarle a que se entregue. En efecto,
vuelve y en un momento, como encuentra los ánimos dispuestos, todos los pueblos
se sublevan y por todas partes se reúnen grandes cuadrillas de gauchos, con
buenas o males armas, con lazos y bolas, su primera operación se reduce a
llevarse a Buenos Aires a todos los muchos europeos que había en la campaña y
la segunda a llevarse todo el ganado vacuno y caballadas del Rey y de
particulares, llegando hasta dos leguas de la Ciudad. Las primeras noticias que
se tuvieron del levantamiento de los pueblos del Uruguay, que fue por donde se empezó,
se miraron con desprecio. Eso no vale nada, se decía. Con una docena de hombres
está todo sosegado. Repíntense las noticias y el señor Virrey de repente toma
la resolución de irse a la Colonia en la corbeta Mercurio llevándose los
Granaderos del Fijo y los voluntarios de Madrid, creemos que iba a dar un golpe
magistral, cuando a los ocho días lo vimos aparecer por tierra, sin que sepamos
las providencias que tomó. De resultas del viaje se convenció de la necesidad
de remover al brigadier Muesas y se vio precisado a mandar al general Vigodet".
** José María Salazar Comandante General del apostadero de Marina española
en el Rio de la Plata eleva este informe al Secretario de Marina español a principio
de mayo de 1811.
Fortaleza o Ciudadela de la Colonia del Sacramento (1731)
Ilustración de época de Diogo Soares; Museo Histórico de Colonia
Ilustración de época de Diogo Soares; Museo Histórico de Colonia
Puerta de la Ciudadela
Este episodio tuvo lugar el 15 de febrero de
1811. El dia 26 de febrero ubicamos, de paso, por Nogoya, al capitán José
Artigas junto al cura de la Colonia don José María Enrique de la Peria y al
teniente don Rafael Hortiguera.
Luego de atravesar Entre Ríos y Santa Fe llegan a
Buenos Aires.
En Buenos Aires Artigas obtiene el auxilio de 150
soldados, 200 pesos y el despacho de teniente coronel. El 9 de marzo de 1811
parte de Buenos Aires; el 16 alcanza Santa Fé. Pasa luego a la Bajada (Paraná),
a Nogoyá y al Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) y de allí a Paysandú.
HACIA LAS PIEDRAS
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Con el impulso de don José Artigas las partidas que ya se habían acercado a la Plaza de Montevideo recogiendo caballadas y ganado se agrupan en torno al Caudillo. Benavides se dirige a poner sitio a Colonia que caerá una semana después del triunfo de Las Piedras, el 26 de mayo, luego de un sitio de nueve días.
Siempre siguiendo la figura de Artigas, eje central de todos estos sucesos y por lo tanto, nadie mejor que él para narrarlos:
"Las ocupaciones que me ha ofrecido el honroso cargo que usted tuvo a bien confiarme, no me han permitido, desde mi salida de esa capital, dar a usted una relación detallada de los movimientos practicados y el feliz suceso de las armas de la patria; pero he cuidado de avisarlos respectivamente al señor Belgrano y al coronel don José Rondeau, desde que fue nombrado jefe de este ejército, quienes creo lo harían a usted en iguales términos.
Aprovecho sin embargo estos momentos para elevar a su conocimiento todas las operaciones de la división de mi cargo.
Con ella llegué el 12 del corriente a Canelones, donde acampamos destacando partidas de observación cerca de los insurgentes que ocupaban las Piedras; punto el más interesante, así por su situación como por algunas fortificaciones que empezaban a formar y por la numerosa artillería con que lo defendían. En la misma noche se experimentó una copiosa lluvia, que continuó hasta las diez de la mañana del 16, en cuyo día destacaron los enemigos una gruesa columna a la estancia de mi padre, situada en el Sauce, a cuatro leguas de distancia de las Piedras, con objeto de batir la División de Voluntarios del mando de mi hermano don Manuel Francisco Artigas, que regresaba por orden mía de Maldonado, a incorporarse con mi División. Se hallaba acampado en Pando y luego que sus avanzadas avistaron al enemigo, me dio el correspondiente aviso pidiéndome 300 hombres de auxilio
Días previos a la batalla Elio trató de atraerse a Artigas a su causa por intermedio de su concuñado don Antonio Pereira. Llevaba la carta don Manuel Villagrán (cuñado y primo del mismo). Artigas respondió: SOLO ASPIRO AL BIEN DE MI PATRIA EN LA JUSTA CAUSA QUE SIGO.
Siempre siguiendo la figura de Artigas, eje central de todos estos sucesos y por lo tanto, nadie mejor que él para narrarlos:
"Las ocupaciones que me ha ofrecido el honroso cargo que usted tuvo a bien confiarme, no me han permitido, desde mi salida de esa capital, dar a usted una relación detallada de los movimientos practicados y el feliz suceso de las armas de la patria; pero he cuidado de avisarlos respectivamente al señor Belgrano y al coronel don José Rondeau, desde que fue nombrado jefe de este ejército, quienes creo lo harían a usted en iguales términos.
Aprovecho sin embargo estos momentos para elevar a su conocimiento todas las operaciones de la división de mi cargo.
Con ella llegué el 12 del corriente a Canelones, donde acampamos destacando partidas de observación cerca de los insurgentes que ocupaban las Piedras; punto el más interesante, así por su situación como por algunas fortificaciones que empezaban a formar y por la numerosa artillería con que lo defendían. En la misma noche se experimentó una copiosa lluvia, que continuó hasta las diez de la mañana del 16, en cuyo día destacaron los enemigos una gruesa columna a la estancia de mi padre, situada en el Sauce, a cuatro leguas de distancia de las Piedras, con objeto de batir la División de Voluntarios del mando de mi hermano don Manuel Francisco Artigas, que regresaba por orden mía de Maldonado, a incorporarse con mi División. Se hallaba acampado en Pando y luego que sus avanzadas avistaron al enemigo, me dio el correspondiente aviso pidiéndome 300 hombres de auxilio
Días previos a la batalla Elio trató de atraerse a Artigas a su causa por intermedio de su concuñado don Antonio Pereira. Llevaba la carta don Manuel Villagrán (cuñado y primo del mismo). Artigas respondió: SOLO ASPIRO AL BIEN DE MI PATRIA EN LA JUSTA CAUSA QUE SIGO.
PARTE DE LA BATALLA DE LAS PIEDRAS REDACTADO POR JOSÉ ARTIGAS (documento)
"Elio en cuya consecuencia y de acuerdo con los señores capitanes determiné marchar a cortar a los enemigos. Dispuesta así la División de mi cargo, marché en columna al ponerse el sol con dirección al Sauce: hice alto en las puntas del Canelón chico, donde cerró la noche: el 17 amaneció lloviendo copiosamente y dispuse acamparme, así por dar algún descanso a la tropa, que en medio de su desnudez e insoportable frio, había sufrido tres días y medio de continua lluvia, como por el imprescindible interés de conservar las armas en buen uso.
En la tarde del mismo día se incorporó a mi División la del mando de mi hermano don Manuel, compuesta de 304 voluntarios, reunidos por él en la campaña, por la mayor parte bien armados.
La salida de los enemigos de su posición se verifico el 16: pero se redujo a saquear completamente la casa de mi padre y recoger sobre mil cabezas de ganado, que en la misma noche se introdujeron en la plaza".( En esa operación fue llevado prisionero a la plaza el hermano mayor de don José Artigas, José Nicolás Artigas Pascual).
"El 18 amaneció sereno: despaché algunas partidas de observación sobre el campo enemigo, que distaba menos de dos leguas del mío y a las nueve de la mariana se me avisó que hacían movimiento con dirección a nosotros. Se trabó el fuego con mis guerrillas y los contrarios, aumentando sucesivamente su fuerza, se reunieron en una loma distante una legua de mi campamento.
Exhorté a las tropas recordándoles los gloriosos triunfos que había inmortalizando la memoria de nuestras armas y el honor con que debían distinguirse los soldados de la patria y todos unánimes exclamaron con entusiasmo, que estaban resueltos a morir en obsequio de ella. Emprendí entonces la marcha. Los insurgentes hicieron una retirada aparente acompañada de algún fuego de cañón.
Montó nuevamente la infantería y cargo sobre ellos: es inexplicable, Señor Excelentísimo el ardor y entusiasmo con que mi tropa se empeñó entonces en mezclarse con los enemigos, en términos que fue necesario todo el esfuerzo de los oficiales y mío, para contenerlos y evitar el desorden. Los contrarios nos esperaban situados en la loma indicada arriba, guardando formación de batalla con 4 piezas de artillería, 2 obuses de a 32 colocados en el centro de su línea y un canon en cada extremo de a 4. En igual forma dispuse mi infantería, con las 2 piezas de a 2 y se trabó el fuego más activo. La situación ventajosa de los enemigos, la superioridad de su artillería así en el número como en el calibre y dotación de 16 artilleros en cada una y el exceso de su infantería sobre la nuestra, hacían la victoria muy difícil; pero mis tropas enardecidas se empeñaban mas y mas y sus rostros serenos pronosticaban las glorias de la Patria. El tesón y orden de nuestros fuegos, el arrojo de los soldados, obligué a los insurgentes a salir de su posición, abandonando un cañón que en el momento cayó en nuestro poder con una carreta de municiones. Ellos se replegaron con el mejor orden sobre las Piedras, sostenidos del incesante fuego de su artillería y como era verosímil que en aquel punto hubiesen dejado alguna fuerza cuya reunión nos era perjudicial, ordene que cargaran sobre ellos las columnas de caballería de los flancos y la encargada de cortarles su retirada: de esta operación resulto, que los enemigos quedasen encerrados en un circulo bastante estrecho: aquí empezó la acci6n con la mayor viveza de ambas partes, pero después de una rigurosa resistencia se rindieron los contrarios, quedando el campo de batalla en poder nuestro. La tropa enardecida pronto hubiera descargado su furor sobre las vidas de todos ellos, para vengar la inocente sangre de nuestros hermanos, acabada de verter para sostener la tiranía; pero ellos al fin participando de la generosidad que distingue a la gente americana, cedieron a los impulsos de nuestros oficiales empeñados en salvar a los rendidos.
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Batalla de Las Piedras (boceto, óleo sobre tela)
1896-
Diógenes Hecquet
La acción tuvo principio a las 11 del día y terminó al ponerse el sol; la fuerza enemiga ascendía en el todo, según los informes menos dudosos que he podido adquirir, a 1230 individuos.
El hecho mismo demuestra bastantemente la gloria de nuestras armas en esta brillante empresa; la superioridad en el todo de la fuerza de los enemigos, sus posiciones ventajosas, su fuerte artillería y particularmente el estado de nuestra caballería, por la mayor parte armada de palos con cuchillos enastados, hacer ver indudablemente, que las verdaderas ventajas que llevaban nuestros soldados sobre ros esclavos de los tiranos estarán siempre selladas en sus corazones inflamados del fuego que produce el amor a la patria".
También han llenado su obligación los Voluntarios de caballería y sus dignos jefes; siendo admirable, Excelentísimo Señor, la fuerza con que el patriotismo mas decidido ha electrizado a los habitantes todos de esta campaña, que después de sacrificar sus haciendas gustosamente en beneficio del ejercito, brindan todos con sus personas, en términos que podría decirse, que son tantos los soldados con que puede contar la patria, cuántos son los americanos que la habitan en esta parte de ella" En la noche del 18 acampe en las inmediaciones de las Piedras hacia Montevideo, en la situación mas ventajosa y cómoda, para oponerme a alguna tentativa del enemigo, que se esperaba según las noticias adquiridas, pero él no hizo movimiento".
El 24 fueron ignominiosamente arrojadas de la plaza por su tiránico gobierno varias familias, vecinos y eclesiásticos, sobre cuyo violento accidente hable a usted en otro papel.
Estos han sido los movimientos de la División que he tenido el honor de mandar y estos, Excelentísimo Señor, son los momentos en que me considero elevado por la fortuna al grado de felicidad más alta, si las armas de mi mando han podido contribuir a perfeccionar la grande obra de libertad de mi amada patria y dar a usted, que la representa, un día tan glorioso como aciago y terrible para los indignos mandones que desde su humillada situación intentan en vano oprimirla.
Dios guarde a usted muchos años. Campamento del Cerrito de Montevideo, 30 de mayo de 1811.
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Rendición de Posadas en Las Piedras, óleo de Juan Manuel Blanes.
Consecuencias
La batalla de Las Piedras fue el primer gran triunfo militar del Río de la Plata y como tal tonificó el espíritu de otros pueblos americanos.
La fuerza militar española en el Río de la Plata quedó prácticamente eliminada, lo que motivó al Virrey Elío, sitiado en Montevideo, a recurrir a la ayuda del gobierno de Portugal iniciándose un largo período de sucesivas intervenciones portuguesas que pautó el desarrollo de nuestra historia hasta la Independencia.
Con este triunfo se consolidó el prestigio de Artigas como militar. La Junta de Buenos Aires lo reconoció, otorgándole el grado de Coronel y enviándole una espada de honor.
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FUENTES:
http://es.wikipedia.org/
http://es.scribd.com
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