Asamblea de Florida
Eduardo Amézaga
Óleo sobre lienzo, 1943 - 1947.
Eduardo Amézaga
Óleo sobre lienzo, 1943 - 1947.
En 1941, durante la presidencia de Alfredo Baldomir, a través del Ministerio de Instrucción Pública y Bienestar Social, se convocó un concurso entre artistas exclusivamente nacionales, para realizar un óleo que representara a la "Cámara de Diputados de la Provincia Oriental en la sesión celebrada en Villa de la Florida, el 25 de agosto de 1825".
El jurado integrado por personalidades de la talla de Juan Pivel Devoto, José Luis Zorrilla de San Martín, Pedro Argul entre otros, declaró desierto el día 1. otorgar Por tanto, la obra será encomendada a Eduardo Amézaga, quien obtuvo el 2º premio, bajo el seudónimo de "Homero Díaz".
El cuadro obedecía a la necesidad de ilustrar los principales acontecimientos de la historia de la formación del país, hechos sobre los cuales existía un considerable depósito documental manuscrito e impreso, pero ningún registro gráfico.
El 25 de agosto de 1825, los representantes de los pueblos orientales en rebelión contra la administración brasileña de la llamada "Provincia Cisplatina", reunidos en Florida, declararon "irritados, nulos y disueltos para siempre todos los actos de incorporación, aclamaciones y juramentos tomados de los pueblos de la Provincia Oriental" por los cuales había sido incorporado al Imperio de Brasil.
A esta declaración de independencia siguió el deseo de unir la Provincia Oriental con el resto de América del Sur, reunido en Congreso en Buenos Aires.
Estas dos son las "leyes fundamentales" de la Provincia. A ellos se sumó la ley de banderas, que establecía el uso de una bandera “azul, blanca y punteada” hasta la aprobación de la bandera estatal definitiva que determine el Congreso de las provincias del Río de la Plata.
La creación de la obra de gran formato a partir del boceto presentado al concurso, requeriría un tiempo superior al estipulado en las bases, de 1943 a 1947, con el objetivo de que el artista lograra "madurar la idea".
En la foto de Amézaga se pueden ver los diferentes delegados y el presidente de la Asamblea de Florida. El pintor reconstruyó los rostros de los delegados a partir de los retratos existentes en el Museo Histórico Nacional, tomados del natural por Amadeo Gras, Cayetano Gallino y Eduardo Carbajal.
AMÉZAGA - datos biográficos
Lic. Cecilia C como la anciana
amenazar
Eduardo Amézaga nació en Montevideo el 17 de septiembre de 1911. Hijo de padres desconocidos. Cuando nació, fue entregado a las monjas con una medalla de oro, que tenía inscrito su nombre Eduardo Amézaga.
Primero residió en el asilo “Buen Pastor”. A los ocho años lo mandaron a vivir a una finca en Solís de Mataojo. Donde lo hacían levantarse a las tres de la mañana para hacer trabajo de campo.
Su vocación decía que había
nacido con él. Empezó haciendo garabatos como todos los chicos de su edad, pero
cuando otros niños dejaron los lápices y comenzaron a hacer diferentes cosas,
él siguió dibujando y pintando. Dibujando con fiebre ardorosa cuanto cartón y
papel llegaba a sus manos. No sabía por qué, ni para qué dibujaba, pero su
oculta y poderosa vocación permanecía en él. Él lo expresa diciendo: “El fuego
devora a los recién nacidos, pero los empuja a los elegidos, a propagar sus
chispas creadoras”.
Fue así, entre el trabajo de
campo y los garabatos que conoció a un molinero vecino suyo. Le gustaba mucho
charlar con él, y es él que le cuenta acerca del concurso para niños que estaba
convocando la revista “Mundo Uruguayo”. Amézaga con tan solo ocho años se
presentó y ganó el primer premio del concurso y de su carrera.
Posteriormente vuelve a
Montevideo, residiendo en el barrio Sur.
A los veinte años
aproximadamente, ingresó al Círculo de Bellas Artes, bajo la dirección de
Domingo Bazurro, un docente que propugnaba la economía de recursos pictóricos
dentro del apego a la fisonomía naturalista y la austeridad en el uso planista
del color. Estuvo allí únicamente tres años, eso le bastó para saber que tenía
una gran necesidad “la de estar solo”, lo decía sin eufemismos. Como un obrero
de la pintura, había aprendido lo necesario.
Más adelante se vinculó a
Prevosti que le dio consejos y lo orientó en su carrera. Continúa como
autodidacta admirando a Carlos Federico Sáez y siguiendo de cerca la obra de
Pedro Figari y Alfredo de Simone.
En un comienzo desempeñó
distintos trabajos ya que no podía vivir de su pintura.
El 23 de diciembre de 1937 se
casó con Renée Acuña. Ella venía de París después de haber estado muchos años
viviendo allá. Provenía de una familia muy adinerada. Cuando conoció a Eduardo
Amézaga y a su pintura, decidió apoyarlo. Lo obligó a dejar de trabajar y
dedicarse a la pintura, la que solventaba los gastos del hogar era ella.
Luego Amézaga comenzó a dar
clases de dibujo en el hogar femenino n.º 1 (calle Yaguarón). Utilizaba
principalmente tierra y
goma arábiga como materiales. También dio
clases en la Colonia Berro, en el Consejo del Niño, en el liceo n.º 13 de
Maroñas del cual fue fundador junto a su esposa.
Paralelamente continuaba
pintando en su estudio ubicado en su propia casa de la calle Mar Ártico 1230.
A él le gustaba usar mucho el
óleo y solía pintar: retratos, casonas, figuras de niños y niñas, siendo la
maternidad uno de sus principales temas.
Eduardo Amézaga falleció el 27
de abril de 1977, debido a una enfermedad que lo aquejaba desde hacia muchos
años.
En su honor la Intendencia de
Montevideo le dio su nombre a una calle del Cerrito de la Victoria.
En la
época en la
que Eduardo Amézaga era estudiante del Círculo de Bellas Artes,
él mantenía su postura de no seguir ninguna corriente artística. Se basaba en
el proceso del pintor y su madurez. Pensaba que si vivía pendiente de
corrientes, éstas podían frustrar la carrera de un pintor.
Amézaga expresaba en el arte
su mundo interior. “Es el sentir de lo que yo quiero comunicar lo que guía mi
mano y mi pincel”.
Amézaga no negaba la posible
influencia de otros pintores en su obra.
Teniendo todo conocido y
experimentado, dominando el medio expresivo, sus manos trabajaban por sí solas.
Quedando así libre de modas y tendencias. Al no pertenecer a ninguna corriente,
mantenía el arte siempre fresco.
“Estoy solo y algo limitado
físicamente”, nos dice una voz del otro lado del teléfono. “He vendido mucho,
ahora tengo poca obra. Dentro de la naturaleza, la figura y el paisaje son los
temas que me siguen conmoviendo. Desde el sentido más profundo de la pintura…
mi meta única es expresarme en la libertad más absoluta. No, nunca pinto para
preparar una exposición. Nunca la realicé porque debería para ello reunir de quince
a veinte cuadros buenos; de gran calidad. Que me conformaran a mí, y no a los
demás. Esto es difícil. Por dicho motivo es que no hago exposiciones
individuales. ¿Qué, qué, teoría sustento?
No soy esclavo de ninguna
tendencia. Ni arte moderno ni arte antiguo.
“Yo pinto como siento y
deseo”. No dice Amézaga de sus triunfos. De aquellos que quizás los jóvenes no
lo sepan. Sus cuadros históricos ganados a concurso: “La Declaratoria de la
Independencia” y el cuadro a José Pedro Varela… Sus grandes y primeros premios
en el Salón Nacional, y sus hermosas obras, en las que la figura tuvo en él,
quizás en un determinado momento, al más representativo de los pintores
nacionales.