Esta afección dejó en él la
huella de cierta tartamudez de que curó por una enseñanza metódica que
instituyó su padre, sin que haya desaparecido nunca por completo cierta
lentitud y dificultad que caracterizan su lenguaje hablado y que parecen
proceder más bien de la mentalidad que de un defecto de articulación.
Volvió a Europa en 1848, para
completar su educación en Francia; pero la revolución de aquel año le obligó á
permanecer en Londres, y cerca de un año en Maguncia.
Ingresó por fin en el Liceo de
Rouen, donde prosiguió sus estudios hasta el año 1851, en que tuvo que volver á
Cuba a convalecer de un ataque de fiebre tifoidea.
Se trató entonces de hacer valer sus estudios hechos en Europa con el fin de ganar el bachillerato e ingresar en la Universidad de la Habana para el estudio de la medicina; pero no siendo esto posible, tuvo que pasar a Filadelfía donde no se exigía, para cursar los estudios médicos, grado alguno de facultad menor.
Cursó, en Filadelfía, la
carrera de medicina, doctorándose el 10 de marzo de 1855, en el Jefferson
Medical College, plantel donde habían estudiado antes Brown Séquard y Marion
Sims.
Dr. John Kearsly Mitchell
Entre los profesores de
aquella facultad, el que parece haber más honda impresión en la mente del joven
Finlay, fué John Kearsly Mitchell, el primero, tal vez en enunciar y mantener
de una manera sistemática, la teoría microbiológica de las enfermedades.
El hijo de este profesor, hoy
el famoso S. Weir Mitchell, recién llagado entonces de París, de las aulas de
Claude Bernard, como preceptor particular del joven cubano y profesor auxiliar
en la escuela fildelfina, debió de influir también favorablemente en el
desenvolvimiento del genio de nuestro paisano. Establecióse entre los dos una
buena amistad que se ha mantenido hasta la fecha.
Fué Finlay, me escribe el doctor mitchell, el primer alumno que tuve, y dirigí sus estudios durante tres años.
Carlos J. Finlay y su esposa, Adele (Shine) Finlay, a finales de la década de 1860. De: Finlay, Carlos Eduardo. Carlos Finlay y la fiebre amarilla. Nueva York: Oxford University Press, 1940. p. 19.
Con ayuda de un viejo
microscopio que adquiriera mientras estudiaba medicina en Filadelfia, comenzó
Finlay por observar el aparato picador del mosquito,
Encontrando que es un instrumento
muy adecuado
Para transportar el material infectante desde el interior de los vasos sanguíneos hasta el individuo susceptible; y agregó entusiasmado: "sería punto menos que imposible a nuestras manos imitar, con los instrumentos comparativamente toscos y groseros que puede producir el más hábil de nuestros artesanos".
Y en seguida, planteó su
hipótesis de trabajo en los siguientes términos: "Tres condiciones serán
indispensables para que la fiebre amarilla se propague:
1° Existencia de un enfermo de fiebre amarilla en cuyos capilares el mosquito pueda clavar sus lancetas e impregnarlas en partículas virulentas, en el período adecuado de la enfermedad;
2º Prolongación de la vida del mosquito entre la picada hecha en el enfermo y la que deba reproducir la enfermedad;
y 3° Coincidencia de que sea
un sujeto apto para contraer la enfermedad alguno de los que el mismo mosquito
vaya a picar después".
A su regreso a Cuba, en junio de 1881, realizó experimentos con voluntarios y no sólo comprobó su hipótesis sino que descubrió que el individuo picado una vez por un mosquito infectado quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad.
La Comisión de Fiebre Amarilla
de La Habana de la Junta Nacional de Salud de Estados Unidos. Esta fotografía
fue tomada en el laboratorio de la Comisión en el Hotel San Carlos de La Habana
en agosto de 1879. (De izquierda a derecha) Abraham Morejón, Auxiliar Médico;
Coronel Thomas S. Hardee, Ingeniero Sanitario; Rudolph Matas, Auxiliar Médico;
Henry C. Hall, Cónsul General de Estados Unidos en La Habana; George M.
Sternberg, bacteriólogo; Stanford E. Chaille, presidente; Juan Guiteras y
Gener, Patólogo; Daniel Burgess, inspector sanitario y de cuarentena de Estados
Unidos en La Habana. Fotografía tomada de: Finlay, Carlos Eduardo. Carlos
Finlay y la fiebre amarilla . Nueva York: Oxford University Press, 1940. pág.
55.
Sin embargo, desde hace más de 20 años los postulados del Dr. Finlay fueron ignorados y solo después del final de la guerra hispano-cubano-estadounidense cuando el general Leonard Wood, gobernador de Cuba, pidió que se probara la teoría de Finlay fue cuando se revisó nuevamente su trabajo de investigación, así como los experimentos exitosos que había realizado durante todos estos años.
Por otro lado, el Dr. William Crawford Gorgas, médico militar que había realizado una encomiable labor sanitaria en Santiago de Cuba, pero que no había podido erradicar la fiebre amarilla, fue nombrado Jefe de Salud en La Habana en diciembre de 1898.
Por fin, en 1902 Carlos J. Finlay fue nombrado Jefe Superior de Sanidad.
Desde su puesto, se enfrentó a la
última epidemia de fiebre amarilla que hubo en La Habana, hacia 1905.
Plenamente convencido, Gorgas aplicó los mismos principios señalados por Finlay cuando fue enviado a limpiar el Istmo de Panamá, donde se construiría una de las mayores obras de ingeniería realizadas por el hombre: el Canal de Panamá.
Cuando el gobierno de los Estados Unidos adquirió el derecho en 1904 para construir el canal y operarlo, entendió que el área tendría que ser limpiada porque los trabajadores se enfermaban, morían o simplemente se negaban a arriesgarse a trabajar allí.
image © Collection of the University of Michigan
Health System, Gift of Pfizer, Inc., UMHS.37.
Recibió la Orden Nacional de
la Legión de Honor de Francia en 1908.
En honor al trabajo desplegado
por Finlay en función de salvar a la humanidad de una de las más terribles
epidemias que azotaba fue nominado al premio Nobel de Fisiología y Medicina en
los años 1905, 1906, 1907,1912, 1913, 1914, y 1915 pero nunca lo ganó.
El Dr. Carlos Juan Finlay fallece en La Habana el 19 de agosto de 1915.
En el cuartel noroeste, cuadro
8 del campo común, en la Necrópolis Cristóbal Colón, existe un modesto panteón
con cuatro bóvedas a los lados, osario y pedestal de forma escalonada, rematado
por una cruz latina. Allí, inhumados en tierra como fuera su voluntad, con una
pequeña lápida que destaca su quehacer científico, descansa Carlos Juan Finlay
Barrés...
Busto de en el exterior del Museo Histórico de las Ciencias
Médicas «Carlos J. Finlay» de la Academia de Ciencias de Cuba, en La Habana.
Obelisco de Marianao en la intersección de la avenida 31 y calle 100. Este sitio emblemático del municipio Marianao, consiste en una rotonda que en el centro tiene una torre de 32 metros de alto. El obelisco de piedra jaimanita y bronce tiene forma de jeringuilla, a modo de eterna recordación a Finlay.
Varios países de Latinoamérica asumieron el 3 de diciembre
como Día del Médico, por celebrarse en esa fecha el natalicio del eminente
científico cubano Carlos J. Finlay.
En Uruguay fue acordado en 1946 por la Confederación Médica
Panamericana, el 3 diciembre como el Día Internacional del Médico, que reivindica el aporte del
médico cubano Dr. Carlos J. Finlay, al descubrimiento del Aedes Aegipty como
trasmisor de la Fiebre Amarilla.
Edward Jenner(1749-1823), Británico;
Louis Pasteur(1822-95), Francés;
Joséph Lister(1827-1912) Británico;
CARLOS JUAN FINLAY(1833-1915)Cubano
Alexander Fleming(1881-1955), Británico.
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