UN GRANDE DE LA LITERATURA NATIVISTA DEL URUGUAY
Nació en el departamento de Treinta y Tres, República Oriental del Uruguay, el 13 de marzo de 1889.
Se llamó Leandro porque vino al mundo el 13 de marzo, fiesta del santo, completando el nombre en honor a Pedro quien lo sostuvo en la pila bautismal
Se llamó Leandro porque vino al mundo el 13 de marzo, fiesta del santo, completando el nombre en honor a Pedro quien lo sostuvo en la pila bautismal
Poeta uruguayo considerado como uno de los iniciadores en la poesía, junto con Fernán Silva Valdés, del "nativismo", en el que se fusionan criollo y vanguardia.
Sus padres fueron Don Juan Bautista Ipuche y Doña Beatriz Mariño.
Pedro era el cuarto hijo de una familia compuesta por siete hijos.
Era un niño y ágil, su cabello negro mostraba un flequillo rebelde y un remolino indomable. En su rostro se adivinaban los rasgos paternos y maternos; resaltaban en él los ojos marrón verdoso de sus raíces criollas.
Pedro era el cuarto hijo de una familia compuesta por siete hijos.
Era un niño y ágil, su cabello negro mostraba un flequillo rebelde y un remolino indomable. En su rostro se adivinaban los rasgos paternos y maternos; resaltaban en él los ojos marrón verdoso de sus raíces criollas.
Pedro Leandro ingresó al colegio en 1894.
Su maestra y rectora fue Felipa Arbenoiz, una vasca enérgica y arbitraria, que quedó marcada en sus recuerdos de infancia con un afecto devocional inmutable.
Luego de esta primera etapa, su necesidad de trepar por los libros y encontrar la manera de comunicarse, lo lleva a la escuela de 2do grado dirigida por el maestro Víctor Acuña quien parece representar, en ese pueblo, un espíritu abierto a la cultura, capaz de dar la Programas cortos de cierta ramificación y amplitud que intentaban llenar el vacío de una enseñanza secundaria que tardaría mucho en llegar a los Treinta y Tres.
Su maestra y rectora fue Felipa Arbenoiz, una vasca enérgica y arbitraria, que quedó marcada en sus recuerdos de infancia con un afecto devocional inmutable.
Luego de esta primera etapa, su necesidad de trepar por los libros y encontrar la manera de comunicarse, lo lleva a la escuela de 2do grado dirigida por el maestro Víctor Acuña quien parece representar, en ese pueblo, un espíritu abierto a la cultura, capaz de dar la Programas cortos de cierta ramificación y amplitud que intentaban llenar el vacío de una enseñanza secundaria que tardaría mucho en llegar a los Treinta y Tres.
Desde muy temprana edad despertó en él la vocación literaria. Así lo expresa en una entrevista autobiográfica: "... digo, entonces, que cuando era niño, cuando hablaba del futuro en los deberes o respondía preguntas de los compañeros de escuela, solía declarar con pretenciosa facilidad que pensaba que sería poeta…”. “La verdad es que aún en shorts comencé a celebrar carreras, noviazgos, cumpleaños y bodas con versos de octosílabos y campanillas de décimas”.
Eran los recuerdos de la época juvenil vivida en Treinta y Tres, paisajes y anécdotas que aparecen como por encanto en sus libros, que han inspirado una página u otra, sea cual sea el género literario al que pertenezca. "Declaro que nací en Treinta y Tres - expresa - cuando era un pueblo pequeño de pocas casas y mucha gracia" y también: "Nacer en un pueblo que está naciendo es asistir al nacimiento de todas las cosas". , y sobre todo la necesidad de que existan".
Este gusto por las letras le llevó a escribir desde muy joven en algunos periódicos de esa ciudad.
Pedro Leandro recibió la admiración familiar por su vocación literaria.
Eran los recuerdos de la época juvenil vivida en Treinta y Tres, paisajes y anécdotas que aparecen como por encanto en sus libros, que han inspirado una página u otra, sea cual sea el género literario al que pertenezca. "Declaro que nací en Treinta y Tres - expresa - cuando era un pueblo pequeño de pocas casas y mucha gracia" y también: "Nacer en un pueblo que está naciendo es asistir al nacimiento de todas las cosas". , y sobre todo la necesidad de que existan".
Este gusto por las letras le llevó a escribir desde muy joven en algunos periódicos de esa ciudad.
Pedro Leandro recibió la admiración familiar por su vocación literaria.
Dice Rolina Ipuche Riva "Era un ávido lector de cualquier libro que caía en sus manos. Acompañaba su lectura en voz alta al resto de los viejos patriarcas que, ocupados toda su vida en sus hazañas de población o vigilancia, habían ignorado descifrar las grafías". ".
El de las abuelas que ya callan en el atardecer cantado por Ronsard. O el de hombres y mujeres que gustaban de la sonoridad de los versos o de los párrafos de los novelistas románticos. Hasta que, un día, se dejó llevar por el aire festivo de una boda o el cumpleaños de una abuela o una fecha memorable.
Y garabateó sus primeros versos que fueron recibidos con natural desconcierto.
Entonces, decidió fundar un periódico en aquel pueblo donde ya daban sus clases de periodismo hombres de la talla de Luis Hierro.
En 1902 publicó "Los Chicharrones", periódico manuscrito a doble página que llevaba ese nombre campero.
"Cuenta su fundador que, al enterarse el padre de este suceso, una tarde lo llamó con particular ceremonia y, llevándolo al salón principal de la casa, utilizando la dirección de "Usted" a la que tan enfáticamente recurrió para resaltar la importancia De sus palabras, dijo señalando una mesa nueva de caoba y tablero de mármol (que aún sobrevive): "Bueno, aquí está esta mesa. De ahora en adelante será la redacción de "Los Chicharrones". Sobre ese mueble deslumbrante , papeles, tinteros y lápices brillaban prolijamente." (Rolina Ipuche Riva)
Sus fieles amigos y admiradores, realizaron las tareas de distribución y recolección.
Sus fieles amigos y admiradores, realizaron las tareas de distribución y recolección.
Don José Acevedo, hijo, dijo que había conservado la colección completa de "Los Chicharrones" como reliquia testimonial y que para él había significado un duelo perderla en un lamentable accidente.
Esta forma audaz de comunicar la noticia era esperada por los adultos que esperaban impacientes aquel semanario con sus noticias locales, los editoriales de un chico de trece años, las crónicas de las veladas artísticas, los ocasionales poemas del director, las obras literarias elegidas, la opinión sobre la política nacional... .
En el año 1903, Pedro Leandro hizo en él la proclamación de José Batlle y Ordóñez para la candidatura a la Presidencia de la República.
Esta publicación tuvo una duración de dos años, saliendo continuamente durante ese período.
José Batlle y Ordóñez
Pedro Leandro, siendo casi un niño, junto a su padre Juan Bautista y amigos formaron una Banda que alegraba con su música los eventos cívicos o familiares del lugar.
El padre de Pedro, en su juventud, había recibido lecciones de música de un joven maestro catalán, don Luis Batlle, que había llegado, entre las probabilidades de tocar zarzuela, buscando aventuras en aquel pueblo perdido del este.
Lo acompañó un piano de mesa que encandiló a los lugareños. Así lo estudió todo cuando Batlle pudo transmitirlo en cuanto a técnica y su gusto por la buena música de la época. Así que armó un set al que dedicó tiempo y dinero.
Sus hijos y amigos cercanos eran los músicos. Pedro Leandro llegó así a tocar varios instrumentos, además de la guitarra tradicional: el trombón, el bombardino y el pistón. Esta banda musical complementó, a través de un aprendizaje real y concreto, el rostro lírico del poeta.
Fotografía del militar y caudillo uruguayo Aparicio Saravia junto a sus comandantes de división y alrededor de 20.000 hombres, en el desfile del 30 de marzo de 1903 en la localidad de Nico Pérez.
En 1904 se produjo la guerra civil en la que estuvieron involucrados tanto Ipuche como su hermano Eufemio.
Así lo cuenta Rolina Ipuche Riva "Al estallar la guerra civil, Juan Bautista Ipuche siguió a su amigo y compañero Basilisio Saravia, obteniendo el honor de capitán en el campo de batalla. Sus hijos mayores, Juan y Andrés, también están alistados en la División. "Colonia" y en el Batallón Florida.
Así lo cuenta Rolina Ipuche Riva "Al estallar la guerra civil, Juan Bautista Ipuche siguió a su amigo y compañero Basilisio Saravia, obteniendo el honor de capitán en el campo de batalla. Sus hijos mayores, Juan y Andrés, también están alistados en la División. "Colonia" y en el Batallón Florida.
Cnel. Basilio Saravia
Pedro Leandro, con su entrañable hermano menor Eufemio, decide alistarse, en un gesto de temprana audacia. Acude como voluntarios a la sección de la División "Minas", destacada en Treinta y Tres, al mando de Adrián Foucault y los mayores Pintos y Carabajal. Cuenta el escritor que, mientras Carabajal, tomándole por escudero legendario, le hacía ir a su lado portando la lanza a la cruz del caballo, el mayor Pintos, conociendo su afición a las letras, le reservaba el honor de escribir las partes de jerarquía.
Las aventuras vividas por los dos adolescentes que, hasta entonces, sólo habían conocido itinerarios salvajes y fantasiosos, la búsqueda de animales de compañía por tierras y pastos, la furia desatada de algún toro en celo y las romerías filarmónicas de la Banda (de las que nos ocuparemos). Volveremos a ello más adelante) podría dar la trama a un libro de varios tonos. Pero ahora era la guerra y ella lo cambió todo.
Debía actuar como centinela cerca de las picas de la caballería, en plena noche, con el fusil en puño por miedo a ser sorprendido y el terror de tener que usarlo contra un hombre. Las penurias del campamento entre soldados sanos, barbudos y feroces; los heridos cuya pierna o brazo deben ser ayudados a vendar mientras se realizan los cortes quirúrgicos con la rapidez que requiere un quirófano al aire libre. Lluvias torrenciales que empapan el sueño, comidas saltadas por falta o asco. La soledad La madre y los hermanos menores se perdieron allí, en el pueblo, quizás a merced de los asaltos y la búsqueda de enemigos, por el hambre del lugar. . . El sacerdote -a quien luego difícilmente reconocerán por su rostro demacrado, cubierto de barba y barro- en el frente de batalla. y los amigos Y la muerte flotando en los altos círculos de las aves rapaces. El humo de las detonaciones y los ecos de las descargas en las gargantas aserradas de Illescas. Noticias de Paso de los Carros. . . Pero son también las estufas a cuya luz se cuentan y cantan historias; las tortas fritas de celebración amasadas sobre las caronas, el himno nacional que tocan acompañado de ruidos que imitan la sonoridad directa de bandas suaves...
Un día llegará la paz. Los licencian en Nico Pérez. Les dan el caballo y su apero, el poncho y diez pesos que sus novelas glotonas les harán desperdiciar, caramente, en los suministros de la pulpería cercana..."
Un día llegará la paz. Los licencian en Nico Pérez. Les dan el caballo y su apero, el poncho y diez pesos que sus novelas glotonas les harán desperdiciar, caramente, en los suministros de la pulpería cercana..."
Cartel que anuncia el fin de la Revolución de 1904 con José Batlle y Ordóñez, expresidente uruguayo, en primer plano.
En casa, nada vuelve a ser igual. Pedro ha madurado rápidamente, no pudiendo recuperar la vida anterior que quedó definitivamente atrás.
A lo largo del fatídico año 1905, a los 16 años, el joven Pedro Leandro trabaja como auxiliar en la Inspección Departamental de Escuelas.
Sus dos hermanos mayores abandonaron el hogar paterno buscando su propio camino. El mayor, Juan, se radicó en Montevideo, iniciando su dilatada carrera en el ámbito judicial. La noticia que le llegó de su hermano mayor hace que Pedro Leandro decida mudarse a Montevideo.
Ese mismo año, 1905, se trasladó a Montevideo, donde se radicaría definitivamente, dedicándose con verdadero entusiasmo a la labor de escritor, pues ya se había revelado claramente en él una verdadera vocación.
Sus dos hermanos mayores abandonaron el hogar paterno buscando su propio camino. El mayor, Juan, se radicó en Montevideo, iniciando su dilatada carrera en el ámbito judicial. La noticia que le llegó de su hermano mayor hace que Pedro Leandro decida mudarse a Montevideo.
Ese mismo año, 1905, se trasladó a Montevideo, donde se radicaría definitivamente, dedicándose con verdadero entusiasmo a la labor de escritor, pues ya se había revelado claramente en él una verdadera vocación.
Se despide de sus padres llevándose consigo el mayor tesoro que consiste en ese mundo afectivo que incendiaría su vida y su obra.
Dice Rolina Ipuche Riva "Fue un viaje en diligencia que lo llevó legua a legua, trote a trote, poste a poste de la Treinta Tres que, a partir de ese momento, se convertiría para el joven viajero en un universo único, cerrado a todo ataque y a todo olvido. Quedó en su memoria como un medallón salvaguardado por el tiempo, fijado en sus seres, en sus cosas, en sus hechos y en su geografía. Trece y Tres ha perdurado así, en el escritor, como una leyenda viva y se entiende que está infundido en su obra total, como savia de necesaria permanencia."
Luego de finalizar sus estudios secundarios, inició cursos de Filosofía y Humanidades en el Seminario Conciliar; esto le abrió en parte a diversas lecturas, y también desarrolló, con distintos profesores, su estudio de las lenguas: demostró ser, no sólo un maestro del español, a pesar del juicio de Zum Felde, sino que aprendió inglés, italiano, francés. , guaraní y también las lenguas clásicas: griego y latín.
No fue allí donde encontró lo que creía un camino definitivo, pero fue donde tuvo eminentes maestros que le hicieron aprender el significado del estudio disciplinado y metódico, profundizando, abriéndole el abanico humanístico de las letras, las antiguas. y lenguas modernas.
No fue allí donde encontró lo que creía un camino definitivo, pero fue donde tuvo eminentes maestros que le hicieron aprender el significado del estudio disciplinado y metódico, profundizando, abriéndole el abanico humanístico de las letras, las antiguas. y lenguas modernas.
Gustavo Gallinal Carbajal, abogado, escritor, crítico literario, historiador y político de inquebrantables principios democráticos.
Mario Falcao Espalter-Egresó de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República. Ejerció su profesión, escribió sobre temas jurídicos y también fue profesor de Historia y Constitución del Uruguay en el Instituto Normal de Montevideo.
Lorenzo Carnelli en el parque 25 de agosto. Destacado abogado, político, legislador y periodista, radicado en Tacuarembó en 1912-1917.
En este período, el joven estudiante descubrió, con su impulso original de fraternidad, otros seres de su época que también buscaban su verdadero objetivo.
Con la mayoría de ellos entabló una amistad que sólo fue silenciada por la muerte y, puede decirse, que fueron miembros destacados de una larga generación. Solo recordamos entre muchos a Alfredo Canzani, Miguel Fourcade, Lorenzo Carnelli, Gustavo Gallinal, Oscar Rodríguez Rocha, Mario Falcao Espalter, José Carlos Montaner, Juan Antonio Collazo, Silvestre Pérez.
Con la mayoría de ellos entabló una amistad que sólo fue silenciada por la muerte y, puede decirse, que fueron miembros destacados de una larga generación. Solo recordamos entre muchos a Alfredo Canzani, Miguel Fourcade, Lorenzo Carnelli, Gustavo Gallinal, Oscar Rodríguez Rocha, Mario Falcao Espalter, José Carlos Montaner, Juan Antonio Collazo, Silvestre Pérez.
José Enrique Rodó
Fuera del campo de estudios que luego abandonaría, Pedro Leandro descubrió al maestro de la juventud, José Enrique Rodó,
lo que debió causarle un profundo shock.
Rodó es quien le atrae, sin gestos pero con naturalidad, al mundo de las letras vivas al que se vinculará con creciente entusiasmo.
También el contacto con Julio Herrera, Armando Vasseur, Paul Minelli, las presencias disonantes de Roberto de las Carreras y Ángel Falco que influyen mucho en su vida. Todo ese ambiente montevideano de la Torre de los Panoramas y el conocimiento gay; Modernismo, el lirismo tribunicio de Juan Zorrilla de San Martín.
lo que debió causarle un profundo shock.
Rodó es quien le atrae, sin gestos pero con naturalidad, al mundo de las letras vivas al que se vinculará con creciente entusiasmo.
También el contacto con Julio Herrera, Armando Vasseur, Paul Minelli, las presencias disonantes de Roberto de las Carreras y Ángel Falco que influyen mucho en su vida. Todo ese ambiente montevideano de la Torre de los Panoramas y el conocimiento gay; Modernismo, el lirismo tribunicio de Juan Zorrilla de San Martín.
En 1909, a la edad de veinte años, el escritor inédito había comenzado a participar en eventos literarios. Al finalizar el Homenaje a Alcides de María, Julio Herrera lo felicita y lo abraza haciéndolo sentir reconocido.
Toma el impulso de seguir escribiendo y trae a "El Siglo Ilustrado" un tomo de poesía, "Dos lágrimas". Su corrección coincidió con la de "Motivos de Proteus", ocasión solemne que lo reunió con el maestro y que le permitió compartir ese aire sagrado y ese deslizamiento de gloria. Así escribe conferencias sobre José Enrique Rodó con un título bastante sorprendente: "Los Motivos de Proteus del punto de vista cristiano", que lee en el Ateneo de Montevideo y en el Centro Larrañaga.
Ricardo León - Poesía, novela y ensayo cultivados.
En 1912 se había convocado un concurso para celebrar a la Virgen del Pintado, patrona celeste de los Treinta y Tres.
El jurado estuvo presidido por Juan Zorrilla de San Martín además de Hipólito Gallinal y Joaquín Secco Illa.
Pedro Leandro presenta un poema basado en el tema "Spes nostra salve" y el lema: Pro aris et focis. Intentó unir allí los conceptos de Patria y Religión.
Gana el Primer Premio consistente en medalla de oro y cien pesos.
Así se cimenta su entrada al mundo de las letras. Su nombre ya está colocado entre los de la nueva generación; Recibe las voces alentadoras de un tal Ricardo León, de la Condesa de Pardo Bazán.
Entre 1912 y 1914 trabajó en la obra "Engarces" que fue publicada en 1922.
En 1915 publicó "El Solitario de Piedras Blancas".
En 1916, tras una estancia en su lote natal y mucho trabajo, publicó una serie de sonetos titulada "La Pajarera Nativa". (“Vamos a ver las aves autóctonas / entre montañas, baños y bosques”).
Estos poemas, con un acento particular, marcarán un rumbo definitivo para su obra. Son, como todos los acontecimientos de la vida del poeta y del hombre de este período, un verdadero impulso esencial y de lucha.
En noviembre de 1919 se casó con Espiritina Riva Melas. De este matrimonio nacieron dos hijos: Pedro Leandro y Rollna.
Pedro Leandro era un hombre sano que practicaba deporte. Hizo gimnasia, pelota vasca y esgrima. Este último deporte lo abandonó tras un episodio en el que Druillet se rasgó el traje. También practicó fútbol entre equipos amateurs, donde su velocidad le valió el sobrenombre de "puntero furia".
En 1923, con su socio Arturo Dall'Orto, publica una revista mensual que dejará una importante huella en la bibliografía especializada. Se trata de una "Guía Comercial" que conducirá fiel y devotamente durante cuarenta años con el mismo socio fundador.
Su vinculación con el foro y la política, su amistad con José Batlle y Ordóñez y la directiva de "El Día" y muy particularmente con Baltasar Brum y Domingo Arena, lo llevan a ser candidato a concejal. Rápidamente renunció a ello y desde entonces se desmarcó definitivamente de cualquier acción pública en política.
Durante la década de los años 20 se estrecharon sus vínculos literarios con toda América y la Europa atlántica. Su obra despierta valiosos ecos internacionales. Francis de Miomandre y Valéry-Larbaud lo tradujeron en múltiples ocasiones. Desde España, Cansinos Assens, Unamuno, te hacen sentir el fresco vigor de su lengua castellana.
Desde Buenos Aires se vinculó con Güiraides en cuyas veladas, junto a Adelina del Carril, se leían innumerables originales de Ipuche, mientras "Proa", la revista del grupo y de la que él y F. Silva Valdés serán corresponsales uruguayos, tomaba forma.
También mantuvo comunicación con Bernardo Canal Feijoo, Francisco Luis Bernárdez, Jorge Luis Borges y con Gabriela Mistral de Chile y Héctor Cuenca de Venezuela.
En 1927, tras casi diez años de ausencia, regresa a Treinta y Tres. Cuando su hija Rolina dijo "que es como ir a bañarse en aguas lustrales y donde reunirá, bajo el cielo original, a toda su familia: a sus raíces y a su nuevo tronco. No es difícil suponer que ésta fue una de memorables sus viajes más importantes, su encuentro directo con seres y fantasmas, naturaleza y afectos, realidades y leyendas."
Regresará a Treinta y Tres con motivo del asesinato de una familia campesina del episodio Oro triste donde el heroísmo de un niño que todos recordamos, Dionisio Díaz, entró en la historia.
Ipuche visitó el lugar de la tragedia para escribir la historia pero luego abandonó el proyecto ante la aparición de publicaciones muy comerciales del suceso.
En 1931, después de "Rumbo Desnudo", apareció su primer libro en prosa, "Fernanda Soto", la figura rescatada de "la vieja sorda" que había vivido su ocaso centenario ante el descubrimiento infantil del autor.
Todo en este cuento-poema está narrado con fuerza, incluso con dureza combinada con sensibilidad evocadora y modestia de artista. Bordoli, en su excelente prólogo a la edición "Clásicos Uruguayos" escribió al respecto: "Hemos notado que casi siempre, cuando por la imposición del tema, Ipuche se ve obligado a contar algo que huele mal, casi no quiere". para contarlo, pasa por encima de las brasas. Lo da por sentado..." El autor se adentra en la historia de sus personajes sin darles una introducción; La Vieja habla, pero no se sabe quién es, ni aclara mucho sobre los demás: la madre, El Muleque, Juan Lima, Lalo Medeiros, Ramón Carrasco, Clementino, Salvador... De todos, sólo a uno se le da una chispa que ilumina algún momento de su vida, sin un “antes” ni un “después”. El final de la historia es misterioso y notable. En sus últimos momentos, la Vieja anuncia que va a dar a luz. ¿Al arte? ¿Tendremos que recurrir a las filosofías orientales? Hyalmar Blixen
tuvo una estrecha amistad con los artistas de la época: Figari, Méndez Magariños, B. Michelena, Cúneo, Arzádum, Pastor, Milo Beretta, etc.
Fue su gran amigo, el escultor Antonio Peña ("...Peña con el rostro vivo, / bañado de niño como una cuna" de "Con Peña entre la luna") quien ilustró la primera edición con diez grabados. El 12 de enero de 1934 falleció en Treinta y Tres. su madre, a quien llamaba "arachana espiga" y "santa india macerada". "Sentimentalmente es un hecho a señalar, como él mismo escribió años después: " . . Ah mujer profunda / con tu caída / la raíz de mi vida se tambaleó, / y al abrirme, / en ml sangre se movió / encontré el horror despierto" ("Canto a la madre" de "Tierra Celeste", 1938)." (Rolina Ipuche Riva)
En 1935 publicó "Isla Patrulla", una novela romántica ambientada en una época de fractura política donde muchos de sus amigos se exiliaron. Esta situación lo llevó a frecuentar más su lugar de origen, estrechando lazos con amigos y familiares, especialmente con su hermano Eufemio, con quien recorrió caminos y estancias que contenían historias pasadas.
Así lo analiza Hyalmar Blixen : "En "Isla Patrulla" (1935) hay un tremendo drama humano; en la guerra, sin reconocerse, los dos hermanos, uno de color y otro blanco, se matan. De ahí la maldición, que maldición deje que esas batallas fratricidas las haga el padre, el coronel Ezequiel Cruz. Sabat Ercasty, en el prefacio de este libro de Ipuche, dice: "Su prosa es casi inexistente. Tiene la emanación de algo hablado, pleno". de nervio y fino dinamismo interior... Si no fuera por la carga lírica donde triunfa la emoción personal, por el sabroso deleite del lenguaje que mezcla lo natural y lo ingenuo de los relatos populares, el vocabulario elegido por el gusto del artista, el caprichoso A su vez de frase nítida y barroca, su historia podría pasar por algo dicho por la voz clara y antigua del pueblo". Destaca en él Sabat, la "fácil relajación del corazón", el "gusto por los contrastes", el " rebelión autodidacta que se burla de las universalidades y de las academias” y esa mezcla, a partes iguales, de salvajismo sagrado y cultura refinada y salvaje”.
El 7 de septiembre de 1937 muere su padre, Juan Bautista Ipuche.
En 1938 abandonó su cargo público para dedicarse casi exclusivamente a su obra literaria.
En 1942 publica "La llave de la sombra".
Se dedicó entonces a revisar su obra poética para reunirla en un solo volumen con el título "Caminos del Canto". Esta obra que reunió treinta años de creación la hace acreedora de la máxima distinción que otorga, en ese momento, el Ministerio de Instrucción Pública: la Medalla de Oro. La medalla que recibió tuvo una emotiva coincidencia para el poeta porque había sido realizada por Antonio Peña , su amigo.
Entre los años 1943 y 1950 Pedro Leandro Ipuche escribió numerosas obras de teatro. -"Tanicho", tragedia gaucha basada en un hecho conocido de su departamento natal, el de la muerte de unos "turcos" viajeros, luego enterrados en una laguna perdida por zonas desprotegidas.
- "Cristiano Robla" que revive un fragmento de nuestra vida colonial.
- "Lucho", una comedia que se desarrolla en el ambiente universitario.
- "El dormido" que él mismo califica como un "drama astral".
- "El doctor León Balseiro" que entrelaza, en torno a la figura de un médico de campo, anécdotas que, seguramente, el autor conocía.
- "Dino, el rey niño" estrenada por la Comedia Nacional en abril de 1950.
En ese mismo período escribe y publica varias obras en prosa.
- "El Yesquero del Fantasma" (1943).
- "Cuentos de fantasmas" (1946).
- "La Quebrada de los Cuervos" (1954).
Del último de los libros nombrados, compuesto por una serie de relatos en un ambiente campesino y una larga narración que da título al volumen.
Ipuche dice de sí mismo: "Este romance se ha hecho con los recuerdos de la excursión que hicimos con don Félix Olivera en febrero de 1915", pero "el 22 de marzo de 1953, antes de hacer el traslado definitivo de los originales, me encontraba en otra época". en Quebrada de los Cuervos".
A fines de 1954, la Asociación Uruguaya de Escritores (de la que había sido presidente durante un año) organizó el Primer Congreso de Escritores del Interior y eligió como sede la ciudad de Treinta y Tres.
La noche del 19 de diciembre, el pueblo de esa ciudad y sus autoridades ofrecen un homenaje a Pedro Leandro Ipuche y los otros dos poetas locales, José Gorosito Tauco y Serafín J. García.
En marzo de 1958 regresa a Treinta y Tres donde, para acompañar la muerte de su hermano Eufemio en sus últimos momentos.
En 1959 se publicó "Hombres y Nombres".
En 1961 se reeditó "Isla Patrulla".
Basílica de Paysandú destruida por los bombardeos brasileños-1865
En 1962, luego de varios años de documentada preparación, publicó "La Defensa de Paysandú " en honor al centenario de aquel hecho histórico.
Su último trabajo publicado fue su libro de poemas "Aire Fiel" (1964) y se encuentra en imprenta su libro en prosa "Fantasmas Tenaces", al que seguirá "Raíz Abierta", antología poética de temas criollos.
Pedro Leandro Ipuche murió en Montevideo en 1976
FUENTE:
http://es.wikipedia.org
http://letras-uruguay.espaciolatino.com
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