La Magia de las Palabras:
Elsa Isabel Bornemann nació el 20
de febrero de 1952 en Buenos Aires.
Fue una escritora argentina para
niños, jóvenes y adultos, profesora de Letras y docente .
Era hija de Wilhelm Karl Henri
Bornemann, un inmigrante alemán que llegó a Argentina para trabajar como
relojero, y de Blanca Nieves Fernández, de ascendencia gallega y portuguesa.
Esta combinación cultural se
reflejó en la vida y obra de Elsa, quien creció en un ambiente donde la lectura
era fundamental.
Elsa fue la menor de tres
hermanas, Hilda y Margarita, y desde pequeña mostró un gran interés por la
escritura.
Su madre, Blanca, tenía una
biblioteca que incluía libros prohibidos, lo que alimentó su curiosidad
literaria.
La influencia de sus padres fue
significativa en su desarrollo como escritora.
Wilhelm, conocido por su trabajo
en relojería, representaba una figura paternal fuerte y amorosa, mientras que
Blanca, con su nombre evocador, aportó un sentido de fantasía a la vida de
Elsa.
Esta mezcla de realidades y
cuentos se tradujo en su estilo literario, que a menudo combinaba elementos de
la vida cotidiana con toques de magia y fantasía
Elsa Isabel Bornemann ingresó a
la Escuela Normal Superior N° 11 Dr. Ricardo Levene a la edad de 6 años. Esta
institución se convirtió en un lugar clave para su formación, donde desarrolló
su pasión por la literatura y la escritura desde temprana edad.
Elsa completó su educación
secundaria en la Escuela Normal Superior N° 11 Dr. Ricardo Levene, donde
también había realizado su educación primaria. Posteriormente, continuó sus
estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires
(UBA), donde se graduó como profesora en Letras.
En el año 1970 obtuvo el título
de Maestra Normal Nacional en la Escuela Normal N° 11 Ricardo Levene.
En el año 1976 se recibió de
Licenciada en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires,
En el año 1985 Elsa se doctoró en
Letras y obtuvo varios diplomas de estudio en idioma inglés, alemán, italiano,
latín, griego clásico y hebreo.
Algunas de sus obras como Socorro
o Queridos monstruos vendieron más de cien mil ejemplares.
Durante la última dictadura
militar que gobernó Argentina, autodenominada Proceso de Reorganización
Nacional, su libro Un elefante ocupa mucho espacio fue censurado y pasó a
integrar la lista de autores prohibidos.
Ese libro integró la Lista de
Honor de 1976 de la Organización Internacional para el Libro Juvenil
(International Board on Books for Young People, IBBY).
Más tarde, El último mago o Bilembambudín y
Disparatario fueron seleccionados para integrar la lista The White Ravens,
distinción que otorga la Internationale Jugendbibliothek de Múnich, Alemania.
Realizó numerosos cursos y
talleres sobre literatura con el profesor Manuel Kedes tanto en Argentina como
en América, Europa y Japón.
Escribió poesía, novela y cuento,
explorando temas como el amor, el humor y el terror.
Muchas de sus obras han sido
reproducidas en libros de lectura para la escuela primaria, en manuales de
Literatura para distintos niveles, y en antologías argentinas y del exterior.
En 2004 la Fundación Konex
entregó diplomas al Mérito a cien personalidades destacadas de la década entre
1994 y 2003 en las Letras Argentinas.
En los últimos veinte años, las
ediciones de sus libros editados en Alfaguara superan los dos millones de
ejemplares.
OBRAS
El espejo distraído (1971)
Un elefante ocupa mucho espacio
(1975)
Cuadernos de un delfín (1976)
El libro de los chicos enamorados
(1977)
Cuentos a salto de canguro (1977)
El último mago o Bilembambudín
(1979)
El niño envuelto (1981)
Disparatario (1983)
¡Nada de tucanes! (1985)
Los grendelines (1985)
Lisa de los Paraguas (1986)
¡Socorro! (1988)
La edad del pavo (1990)
Sol de noche (1990)
Continuación de Sol de noche
(1990)
Queridos monstruos (1991)
No somos irrompibles (1991)
Los desmaravilladores (1991)
Lobo Rojo y Caperucita Feroz
(1991)
No hagan olas (1993)
Socorro Diez (1994)
A la luna en punto (2000)
Mini-antología de cuentos
tradicionales (2001)
Amorcitos sub-14 (2003)
Poemas para todos los días (2004)
Corazonadas (2005)
Treinta y cuatro lauchitas (2009)
Una trenza tan larga… (2009)
Mil grullas (2011)
Puro ojos (2014)
Un día, una brújula (2015)
PREMIOS
Premio "San Francisco de
Asís", otorgado por la Sociedad Misionera de Escritores, 1977
Premio «Alicia Moreau de Justo»,
1985
Mención Especial en el Premio
Nacional de Literatura Infantil, 1986
Premio Konex de Platino, 1994 y
2004
Faja de Honor de la Sociedad
Argentina de Escritores (SADE), 1972
Premio Edenor y Radio Clásica de
Buenos Aires, , 2000
Premio Konex de Platino, 2004
Cuello duro
Elsa Bornemann
–¡Aaay! ¡No puedo mover el
cuello! –gritó de repente la jirafa Caledonia.
Y era cierto: no podía moverlo ni
para un costado, ni para el otro: ni hacia adelante ni hacia atrás...
Su larguísimo cuello parecía
almidonado.
Caledonia se puso a llorar.
Sus lágrimas cayeron sobre una
flor.
Sobre la flor estaba sentada una
abejita.
–¡Llueve! –exclamó la abejita.
Y miró hacia arriba.
Entonces vio a la jirafa.
–¿Qué te pasa? ¿Por qué estás
llorando?
–¡Buaaa! ¡No puedo mover el
cuello!
–Quedate tranquila. Iré a buscar
a la doctora doña vaca.
–Y la abejita salió volando hacia
el consultorio de la vaca.
Justo en ese momento, la vaca
estaba durmiendo sobre la camilla.
Al llegar al consultorio, la
abejita se le paró en la oreja y
–Bsss... Bsss... Bsss... –le
contó lo que le pasaba a la jirafa.
–¡Por fin una que se enferma!
–dijo la vaca, desperezándose–. Enseguida voy a curarla.
Entonces se puso su delantal y su
gorrito blancos y se fue a la casa de la jirafa,
caminando como una sonámbula
sobre sus tacos altos.
–Hay que darle masajes –aseguró
más tarde,
cuando vio a la jirafa–.
Pero yo sola no puedo. Necesito
ayuda.
Su cuello es muy largo.
Entonces bostezó:
–¡Muuuuuuuaaa! –y llamó al
burrito.
Justo en ese momento, el burrito
estaba lavándose los dientes.
Sin tragar el agua del buche
debido al apuro,
Se subió en dos patas arriba de
la vaca.
¡Pero todavía sobraba mucho
cuello para masajear!
–Nosotros dos solos no podemos
–dijo la vaca.
Entonces, el burrito hizo
gárgaras y así llamó al cordero.
Justo en ese momento, el cordero
estaba mascando un chicle de pastito. Casi ahogado por salir corriendo, se
subió en dos patas arriba del burrito.
¡Pero todavía sobraba mucho
cuello para masajear!
–Nosotros tres solos no podemos
–dijo la vaca.
Entonces, el cordero tosió y así
llamó al perro.
Justo en ese momento, el perro
estaba saboreando su cuarta copa de sidra.
Bebiéndola rapidito, se subió en
dos patas arriba del cordero.
¡Pero todavía sobraba mucho
cuello para masajear!
–Nosotros cuatro solos no podemos
–dijo la
vaca. Entonces, al perro le dio
hipo y así llamó
a la gata. Justo en ese momento,
la gata estaba
oliendo un perfume de pimienta.
Con la nariz llena de cosquillas,
se subió en
dos patas arriba del perro.
¡Pero todavía sobraba mucho
cuello para masajear!
–Nosotros cinco solos no podemos
–dijo la vaca.
Entonces, la gata estornudó y así
llamó a don conejo. Justo en ese momento, don conejo estaba jugando a los dados
con su coneja y sus conejitos.
Por eso se apareció con la
familia entera: su esposa y los veinticuatro hijitos en fila. Y todos ellos se
treparon ligerito, saltando de la vaca al burrito, del burrito al cordero, del
cordero al perro y del perro a la gata.
Después, don conejo se acomodó en
dos patas arriba de la gata. Y sobre don conejo se acomodó su señora y más
arriba -también uno encima del otro- los veinticuatro conejitos.
–¡Ahora sí los masajes! –gritó la
vaca–. ¿Están listos, muchachos?
–¡Sí, doctora! –contestaron los
treinta animalitos al mismo tiempo.
–¡A la una... a las dos... a las
tres!
Y todos juntos comenzaron a
masajear el cuello de la jirafa Caledonia al compás de una zamba, porque la
vaca dijo que la música también era un buen remedio para calmar dolores.
Y así fue como -al rato- la
jirafa pudo mover su larguísimo cuello otra vez.
–¡Gracias amigos! –les dijo
contenta–.
Ya pueden bajarse todos.
Pero no, señor.
Ninguno se movió de su lugar.
¡Les gustaba mucho ser equilibristas!
Y entonces -tal como estaban, uno
encima del otro- la vaca los fue llevando a cada uno para su casa.
Claro que los primeros que
tuvieron que bajarse fueron los conejitos, para que los demás no perdieran el equilibrio...
Después se bajó la gata; más
adelante el perro; luego el cordero y por último el burro.
Y la doctora vaca volvió a su
consultorio, caminando muy oronda sobre sus tacos altos. Pero ni bien llegó, se
quitó los zapatos, el delantal y el gorrito blancos y se echó a dormir sobre la
camilla.
¡Estaba cansadísima!
,
.
ELSA BORNEMANN
Nació en Buenos Aires en 1952. Es
narradora, guionista y traductora. Entre los numerosos e importantes premios
que recibió por sus libros y por su trayectoria, se destacan la Faja de Honor
de la SADE por El espejo distraído, y el Premio Nacional de Literatura
Infantil.
Fue la primera escritora
argentina que integró, en 1976, la Lista de Honor de IBBY por su libro
Un elefante ocupa mucho espacio.
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El cumpleaños de Lisandro;
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No somos irrompibles;
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Lobo rojo y Caperucita;
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