Retrato del autor realizado por su hermano Valeriano Bécquer
Gustavo Adolfo Claudio
Domínguez Bastida, conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, nació en Sevilla, el 17
de febrero de 1836.
Fue un poeta y narrador
español del Posromanticismo. Aunque en vida ya alcanzó cierta fama, solo después
de su muerte y tras la publicación del conjunto de sus escritos obtuvo el
prestigio que hoy tiene.
Sus Rimas y Leyendas, un
conjunto de poemas y relatos reunidos, constituyen uno de los libros más
populares de la literatura hispana.
El apellido Bécquer o Bécker era y es bastante común en Alemania y Flandes. Proviene del oficio de "panadero" (en neerlandés bakker y en alemán bäcker).
Hacia 1588 el católico Enrique
Bécquer se trasladó con sus hijos Miguel y Adam desde la ciudad alemana de
Moers, muy disputada durante la Guerra de los Ochenta Años, hasta Sevilla.
Miguel y Adam fueron
enterrados junto al altar de Santa Justa y Rufina de la Catedral de Sevilla,
finalizado con el patrocinio de esta familia en 1622.
Miguel adquirió terrenos de
cultivo en Tomares y el cortijo de Troya de Utrera, así como casas en Sevilla.
Se casó con Catalina Vants, de origen flamenco, y tuvieron como hijo a
Guillermo, que fue caballero veinticuatro de Sevilla (equivalente a concejal).
Con Guillermo la familia
alcanzó su mayor apogeo económico y sus hijos entraron en órdenes militares o
consiguieron tener cargos en la Inquisición.
Los Bécquer perdieron estatus
social en el siglo XVIII y en las primeras décadas del XIX.
El primer familiar artista fue
Juan José Bécquer, grabador activo a finales del siglo XVIII.
El pintor José Domínguez Insausti,
padre de Gustavo, tomó el apellido Bécquer de su familia paterna a la hora de
firmar sus obras, evocando sus orígenes y el pasado ilustre de su familia.
Fue considerado como uno de
los pintores sevillanos más destacados de su tiempo.
Pintaba cuadros costumbristas
y retratos. Muchas de estas obras eran exportadas a Inglaterra o eran compradas
por viajeros ingleses.
También se dedicó a la
docencia, enseñando pintura.
José alcanzó una buena
situación económica gracias a su trabajo como artista.
El 25 de enero de 1827 se casó
con Joaquina Bastida Vargas, con quien tuvo ocho hijos: Eduardo (en 1828),
Estanislao (en 1830), Jorque Félix (en 1832), Valeriano (en 1833), Gustavo
Adolfo (en 1836), Ricardo (en fecha desconocida), Alfredo (en fecha
desconocida) y José (póstumo, en 1841).
De cuidarlos se encargaban
tres criadas y un criado. La familia tenía coche, lo cual era un lujo en aquel
entonces.
Tanto Gustavo Adolfo como su
hermano, el pintor Valeriano Bécquer, adoptaron Bécquer como primer apellido en
la firma de sus obras.
Cuando nació Gustavo en 1836,
el patrimonio familiar se había diluido al romperse la cadena de mayorazgos y
ya no podían vivir de las rentas.
Casa
natal de Gustavo Adolfo Bécquer en la calle del Conde de Barajas de Sevilla. En
1887 se colocó la lápida conmemorativa de la fachada
Gustavo Adolfo nació en una
casa de la calle Conde de Barajas número 28 (antaño calle Ancha de San Lorenzo,
número 9).
Fue bautizado en la parroquia
de San Lorenzo.
Su madrina fue Manuela
Monnehay Moreno, de origen francés.
La familia se trasladó a
diversos domicilios a lo largo del tiempo.
En 1838 se trasladaron al
número 27 de la calle del Potro.
El padre falleció a los 36
años, el 26 de enero de 1841, cuando se encontraba en su domicilio de la calle
Alcoy número 2, entonces llamada calle Las Cruces. Entonces Gustavo tenía cinco
años
Bécquer tenía 5 años y su
madre murió sólo 6 años después.
El joven Gustavo inició su
educación en el colegio San Antonio Abad, hasta que ingresó como alumno del
colegio San Telmo en 1846, institución náutica.
Fue en ese colegio donde
conoció a Narciso Campillo, con quien entabló una fuerte amistad.
También fue con Campillo
cuando Bécquer comenzó a mostrar su vocación literaria, ya que los dos
muchachos comenzaron a escribir mientras compartían tiempo en San Telmo.
Un año después, la escuela fue
cerrada por orden real.
Luego, Gustavo y sus hermanos
fueron acogidos por su tío, Don Juan de Vargas, quien cuidó a los niños como si
fueran suyos.
Poco después, Gustavo pasó a
vivir con su madrina, Doña Manuela Monahay, cuya amplia biblioteca proporcionó
al joven Bécquer un sinfín de horas de entretenimiento, que Doña Manuela
permitió con mucho gusto.
Durante este período, Campillo
recuerda que el poeta apenas salía de casa de su madrina, pues pasaba horas
devorando los volúmenes de su biblioteca. La madrina de Gustavo, una persona
culta y también acomodada, apoyó su pasión por el estudio de las artes y la
historia.
Sin embargo, ella quería que
Gustavo tuviera una profesión, por lo que en 1850 consiguió que lo admitieran
como alumno en el taller de Don Antonio Cabral Bejarano, en el colegio Santa
Isabel de Hungría.
Gustavo trabajó en el estudio
solo dos años, hasta 1852, cuando se mudó al estudio de su tío Joaquín y
continuó desarrollando sus habilidades junto a su hermano Valeriano , quien ya
estudiaba allí.
Gustavo y Valeriano se
hicieron a partir de ese momento muy amigos y ambos se influenciaron mucho a lo
largo de sus vidas. Luciano, otro hermano del poeta, también estudió con ellos
durante este período. El estudio del arte del dibujo no distrajo a Gustavo de
su pasión por la poesía; además, su tío Joaquín pagó sus clases de latín, lo
que lo acercó a su amado Horacio, una de sus primeras influencias.
Joaquín también notó la gran
aptitud de su sobrino para la palabra, y lo animó a dedicarse a la escritura,
en contra de los designios de Doña Manuela, con quien Gustavo aún vivía en ese
momento.
En 1853, con diecisiete años,
se trasladó a Madrid para perseguir su sueño de hacerse un nombre como poeta.
Junto a sus amigos Narciso Campillo y Julio Nombela, ambos poetas, habían
soñado con mudarse juntos a Madrid y vender su poesía por un buen dinero,
aunque la realidad resultó ser bien distinta.
Nombela fue el primero en
partir ese año hacia Madrid, junto a su familia. Después de largas discusiones
sobre el viaje con doña Manuela, quien se resistió a la idea, Bécquer
finalmente partió hacia Madrid en octubre de ese mismo año, solo y bastante pobre,
salvo el poco dinero que le proporcionó su tío.
El tercer amigo, Campillo, no
abandonó Sevilla hasta tiempo después.
Con 19 años la vida en Madrid
no fue fácil para el poeta. Los sueños de fortuna que habían guiado sus pasos
hacia la ciudad fueron sustituidos por una realidad de pobreza y desilusión.
A los dos amigos pronto se
unió Luis García Luna, también poeta sevillano, que compartía los mismos sueños
de grandeza. Los tres empezaron a escribir y a intentar darse a conocer como
autores, sin mucha suerte.
Bécquer, el único de los tres
sin trabajo real y sin ingresos estables, se fue a vivir con una conocida de
Luna, Doña Soledad.
Después de varios intentos
comerciales fallidos con sus amigos, el escritor finalmente aceptó un trabajo
como redactor en un pequeño periódico. Sin embargo, esto no duró mucho y pronto
Gustavo volvió a quedarse sin trabajo. Fue entonces cuando, en 1855, llegó
Valeriano a Madrid.
Gustavo con 19 años
En 1856 escribió con su amigo
García Luna una comedia, La novia y el pantalón.
Gustavo se trasladó con su
hermano Valeriano a Toledo, encantador lugar en el que pudo escribir su libro:
"Historia de los templos españoles". El poeta se interesó por Lord
Byron y sus "Melodías hebreas" o su "Heine del Intermezzo",
con la ayuda de Eulogio Florentino en la traducción.
Julia Espín
Bécquer se enamoró
perdidamente de Julia Espín, que era cantante de ópera, a la que se cree que
dedicó su Rima número XXI "Poesía… eres tú". Este amor nunca
cristalizó.
Conocida especialmente por ser
musa de Bécquer, El escritor también le regaló dos álbumes con poemas y una
amplia colección de sus dibujos, que la cantante conservó durante toda su vida.
El poeta y la cantante se
conocieron en 1857 cuando él, en uno de sus paseos por las calles de Madrid,
descubrió a Espín en el balcón de su casa.
En esta época, el poeta,
aunque no muy conocido, trataba de abrirse camino en el mundo del arte en la
capital de España. Por su parte, Julia Espín quería dedicarse a la música y
proyectaba viajar al extranjero para formarse como artista de canto.
Este primer encuentro,
inspiraría la Rima XVI, en la que se describe a un hombre observando su amada
en un balcón, según explica el catedrático de literatura española Jesús Ros.
Posteriormente a este
encuentro entre el poeta y la que se convertiría en su musa, un amigo facilitó
la participación del escritor en las tertulias del salón de los Espín.
Para 1858 Bécquer había
terminado la quinta entrega de su Historia de los Templos de España. En
ese mismo año contrajo una enfermedad grave.
En 1859 Bécquer terminó un
sainete, Las distracciones.
Entre los años 1857 y 1858,
cuando Bécquer enfermó y quedó al cuidado de su hermano y amigos. Poco después
conoció por casualidad a una muchacha llamada Julia Espín , de la que se
enamoró profundamente, y que también le sirvió de inspiración para gran parte
de su poesía romántica.
Este amor, sin embargo, no fue
correspondido.
Hacia 1860, Rodríguez Correa
encontró a Bécquer un cargo en el gobierno, del que fue despedido poco después
por dedicarse a escribir y dibujar mientras trabajaba.
Después de algunos otros
intentos fallidos de publicar su obra, Bécquer y Luna comenzaron a trabajar
juntos escribiendo obras cómicas para teatro, como medio de ganarse la vida.
En el año 1860 se estrenaron
Tal para cual y La cruz del valle, y se publicaron algunas de sus "Rimas.
También en 1860 Bécquer
comenzó a publicar en El contemporáneo las Cartas literarias a una mujer,
dedicadas a otra mujer que no le correspondía.
También fue durante este
período que conocería al joven poeta cubano Rodríguez Correa, quien más tarde
desempeñaría un papel importante en la recopilación de sus obras para su
publicación póstuma.
En 1861, Bécquer conoció a
Casta Esteban Navarro y se casa con ella en mayo.
Se creía que Bécquer había
tenido un romance con otra chica llamada Elisa Guillén poco antes del matrimonio,
que también se cree que fue arreglado (si no algo forzado) por los padres de la
niña.
El poeta no era feliz en el
matrimonio, y aprovechaba cualquier oportunidad para seguir a su hermano
Valeriano en sus constantes viajes.
Casta comenzó un romance con
un hombre con el que había tenido una relación poco antes de casarse con
Bécquer, algo que luego se achacó a los viajes de Bécquer y a la falta de
atención por parte de los conocidos de Casta.
El poeta escribió muy poco
sobre Casta, ya que la mayor parte de su inspiración en esta época, (como es el
caso de la famosa rima LIII ), provino de sus sentimientos hacia Elisa Guillén.
Casta y Gustavo tuvieron tres
hijos: Gregorio Gustavo Adolfo, Jorge y Emilio Eusebio.
El tercer hijo posiblemente
fue fruto de las relaciones extramatrimoniales de Casta.
En el año 1864 escribe Cartas
desde mi celda
Daguerrotipo
de Gustavo Adolfo Bécquer,
por
Jean Laurent (hacia 1865).
En 1865, Bécquer dejó de
escribir para la prolífica sección literaria del periódico El Contemporáneo ,
donde finalmente había ganado fama como escritor, y comenzó a escribir para
otras dos, El Museo Universal y Los Tiempos , este último fundado tras la
disolución de El Contemporáneo .
También había sido designado
para un cargo gubernamental, fiscal de novelas (abogado supervisor de novelas y
literatura publicada) por su amigo, mecenas y benefactor, fundador de los
periódicos El Contemporáneo y Los Tiempos , ex presidente de España y entonces
ministro español. Ministro del Interior , Luis González Bravo .
Se trataba de un trabajo bien
remunerado, que Bécquer ocupó intermitentemente hasta 1868. Desde este puesto
gubernamental pudo conseguirle a su hermano Valeriano una pensión gubernamental
como pintor de "trajes y tradiciones populares regionales españolas".
Durante este período, el poeta
se concentró en terminar sus recopilaciones de poemas Rimas y Libro de los
gorriones , por lo que no publicó gran parte de sus obras.
Un manuscrito completo de sus poemas fue entregado para su publicación a Luis González Bravo ( presidente de España por segunda vez en 1868), ya que éste se lo había ofrecido solidariamente a Bécquer, pero lamentablemente se perdió durante la revolución política de 1868, que exilió apresuradamente al presidente Luis González Bravo y a la reina Isabel II de España a Francia.
Bécquer las escribió de nuevo; las Rimas
que produjo las llamó el poeta "poesías que recuerdo del libro
perdido".
Francisco Laiglesia en junio
de 1868 le entregó a Bécquer un álbum para que escribiese en él todo lo que se
le ocurriese. Bécquer escribió en la portada Libro de los gorriones. El
apartado destinado a albergar poemas Bécquer escribió "Poesías que
recuerdo del libro perdido", refiriéndose a su libro de poemas perdido
en la revolución de 1868. El Libro de los gorriones es el principal manuscrito
que existe de Bécquer y permite disponer de la versión autógrafa de las Rimas.
El orden de los poemas no fue respetado en la edición póstuma que hicieron los
amigos del poeta en 1871, donde se ordenaron por temas y se numeraron con
números romanos
El poeta abandonó España rumbo a París, aunque
regresó poco después.
En 1869, el poeta y su hermano
regresaron juntos a Madrid , junto con los hijos de Gustavo. Aquí comenzó a
reescribir el libro que había desaparecido debido al exilio forzado a Francia
de su leal benefactor Luis González Bravo el año anterior.
Para entonces Gustavo vivía
una vida bohemia, como más tarde describieron sus amigos. Con el único fin de
poner pan en la mesa, Bécquer volvió a escribir para El museo universal , y
luego lo dejó para ocupar el puesto de director literario de una nueva revista
artística llamada La ilustración de Madrid .
Valeriano también colaboró
con este proyecto. Las publicaciones de Gustavo en esta revista consistieron
en su mayoría en textos breves que acompañaban las ilustraciones de su hermano.
Por esta época, entre 1868 y
1869, los dos hermanos publicaron bajo seudónimo un libro de ilustraciones
satíricas y eróticas, en el que criticaba con humor la vida de la realeza en
España, llamado Los Borbones en pelotas .
Portada
de 'Obras' de Bécquer (1871), primera edición
En 1870, Valeriano enfermó y
falleció el 23 de septiembre. Esto tuvo un terrible impacto en Gustavo, quien a
consecuencia de ello sufrió una grave depresión.
Tras publicar algunas obras
breves en la revista, el poeta también enfermó gravemente y murió casi tres
meses después que su amado hermano.
Gustavo
Adolfo Bécquer en su lecho de muerte, de Vicente Palmaroli. Se trata de un
apunte del natural, sin detallismo pero muy expresivo
El poeta murió el 22 de
diciembre de 1870 a causa de tuberculosis, enfermedad conocida como "la
enfermedad romántica" por lo común que era durante el periodo romántico en
España.
Bécquer
en su lecho de muerte, dibujo de José Casado del Alisal en La Ilustración de
Madrid.
La causa de la muerte es
objeto de debate: mientras sus amigos describieron síntomas de tuberculosis
pulmonar, un estudio posterior indica que pudo haber muerto por complicaciones
hepáticas. Se dice que algunas de sus últimas palabras son "Acordaos de
mis niños".
Tumba
de los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer. Panteón de Sevillanos
Ilustres de la Iglesia de la Anunciación de Sevilla.
Tras su muerte, su amigo
Rodríguez Correa, con la colaboración de Campillo, Nombela y Augusto Ferrán,
recopiló y organizó sus manuscritos para su publicación, como una forma de
ayudar a la viuda y a los hijos del poeta.
La primera publicación completa de las Rimas y Leyendas de Gustavo
Adolfo Bécquer se produjo después de su muerte en 1871 y un segundo volumen seis años después.
Se publicaron más revisiones
de las ediciones publicadas en 1881, 1885 y 1898.
La obra de Gustavo Adolfo
Bécquer
Artículo de:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Gustavo Adolfo Bécquer». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/becquer.htm [fecha de acceso: 17 de febrero de 2024].
La inmensa fama literaria de Bécquer se basa en sus Rimas, que iniciaron la corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la retórica y ampulosidad de los poetas románticos anteriores. La crítica literaria del momento, sin embargo, no acogió bien sus poemas, aunque su fama no dejaría de crecer en los años siguientes.
Las Rimas, tal y como han llegado hasta nosotros, suman un total de ochenta y seis composiciones. De ellas, setenta y seis se publicaron por vez primera en 1871 a cargo de los amigos del poeta, que introdujeron algunas correcciones en el texto, suprimieron algunos poemas y alteraron el orden del manuscrito original (el llamado Libro de los gorriones, hoy custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid).
El contenido de las rimas ha sido dividido en cuatro grupos: el primero (rimas I a XI) es una reflexión sobre la poesía y la creación literaria; el segundo (XII a XXIX), trata del amor y de sus efectos en el alma del poeta; en los poemas del tercer grupo (XXX a LI) predominan el desamor y el desengaño; y los del cuarto (LII a LXXXVI) muestran al poeta enfrentado a la muerte, decepcionado del amor y del mundo. Las Rimas se presentan habitualmente precedidas de la "Introducción sinfónica" que, probablemente, Bécquer preparó como prólogo a toda su obra.
Su prosa destaca, al igual que su poesía, por la gran musicalidad y la sencillez de la expresión, cargada de sensibilidad; siguiendo los pasos de E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, sus Leyendas recrean ambientes fantásticos y envueltos en una atmósfera sobrenatural y misteriosa. Destacan por ese ambiente de irrealidad, de misterio, situado siempre sobre un plano real que deforma y desbarata. Así, en La Corza blanca, donde la protagonista se transforma de noche en el citado animal; o en El monte de las ánimas, en la que el mismo escenario de un paseo amoroso se transforma en el campo del horror fantasmal y en la que el terror llega hasta la alcoba mejor defendida y adornada; o, por fin, en Los ojos verdes y, sobre todo, El rayo de luna, donde lo irreal, enfrentado a la realidad, hace optar a los protagonistas por el sueño, por la locura en la que quieren vivir lo que la realidad les niega. Son logradas las descripciones de ambientes: el barullo de la entrada en la catedral en Maese Pérez, el organista, el silencio del claustro en El rayo de luna o las procesiones fantasmales de La ajorca de oro y El Miserere.
RIMAS
Volverán las oscuras
golondrinas
En tu balcón sus nidos a
colgar
Y otra vez con el ala a sus
cristales,
Jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo
refrenaban
Tu hermosura y mi dicha a
contemplar,
Aquellas que aprendieron
nuestros nombres,
¡Esas... no volverán!
Las oscuras golondrinas
volverán
a colgar sus nidos en tu
balcón.
Y una vez más con las alas a
sus ventanas,
Jugando, llamarán.
Pero los que solían frenar su
vuelo
para contemplar tu belleza y
mi dicha,
Los que aprendieron nuestros
nombres,
Esos... ¡no volverán!
***
¿Qué es poesía?, dice mientras
clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo
preguntas?
Poesía...eres tú.
¿Qué es la poesía? preguntas,
mientras fijas
tu pupila azul en la mía.
¡Qué es la poesía! ¿Y me
preguntas?
La poesía... eres tú.
Billete
de 100 pesetas (1965) con la efigie de G. A. Bécquer.
Cenotafio
dedicado a Gustavo Adolfo Bécquer junto al río Guadalquivir. Parque del
Alamillo, Sevilla.
Monumento
en la glorieta de Bécquer, en el parque de María Luisa, obra de Lorenzo
Coullaut Valera. Fue inaugurado el 9 de diciembre de 1911.
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