pionera del
feminismo y la
educación
Alicia Goyena Wetzstein nació
en Montevideo, Uruguay, el 22 de enero de 1897.
Fue una docente uruguaya y
directora del Instituto Batlle y Ordóñez, Sección Femenina de Enseñanza
Secundaria. Trabajó en el diseño del proyecto educativo de su instituto y fue
promotora del ideal pedagógico que el liceo femenino sustentó, en el escenario
de la educación secundaria y superior de la década de los años 1940 en Uruguay.
Por línea paterna la
influencia vasco-francesacon su enérgico sentido del tesón, y por línea materna
el sólido disciplinamiento germánico.
El abuelo paterno, Pablo José
Goyena, con notoria actividad política, durante el siglo XIX, aparece
mencionado en el Diccionario Biográfico Uruguayo, de José M. Fernández Saldaña.
Fue un militar nacido en Buenos Aires el 30 de junio de 1812, que a los trece
años se enroló en el ejército de las Provincias Unidas contra los lusitanos,
como portaestandarte.
En 1830 se trasladó a Salto,
Uruguay, y con posterioridad a Montevideo. Se incorporó al ejército de Rivera,
como capitán de artillería, participó en la defensa de Montevideo en 1843; tuvo
diversos cargos civiles y militares en Uruguay y Argentina, colaborando entre
1863 y 1865 con Venancio Flores, para alcanzar en 1885 el grado de
General.
Falleció diez años antes del
nacimiento de su nieta, el 4 de agosto de 1887.
La abuela paterna, María
Natividad Regina Parodi Soler, fue bautizada en la Iglesia Matriz, el 7 de
setiembre de 1809. Era hija legítima del Alcalde de Primer Voto de Montevideo,
Don Pascual José Parodi y de su segunda esposa, Doña María Antonia Soler.
Pablo Venancio Goyena y Mary
Wesztein tuvieron también un segundo hijo, Ricardo Goyena, quien, junto a su
esposa Hilda M. De Goyena, fueron toda la familia biológica que Alicia tuvo a
lo largo de su vida.
Ricardo Goyena, de profesión
abogado, se desempeñó como Secretario dela Facultad de Derecho .Sobre la línea
materna ha sido imposible establecer algún antecedente, no existe en nuestro
país el apellido Wesztein, cuya grafía aparece variable en la documentación
consultada. Seguramente el apellido materno, de claro origen germano, ha
sufrido modificaciones. Es significativo el hecho que la partida de nacimiento
inicial declare "madre desconocida", aunque luego se rectifique. Este
tipo de inscripción solamente puede explicarse porque al momento del nacimiento
de su hija, Mary Wesztein, mantenía otro lazo matrimonial. La fecha de
rectificación de partida -1915- sugiere que ésta es la situación más probable,
ya que en el interregno entre el nacimiento de Alicia y el trámite de
reconocimiento, se aprobó la Ley de Divorcio en Uruguay.
Alicia es hija legitimada de
Pablo Venancio Goyena y Mary Wetzstein, según consta en la inscripción N° 49
del 30 de enero de l897, y en el acta N° 21 de libre reconocimiento del Registro
Civil montevideano.
La partida original de su
nacimiento -suscrita por el Juez de Paz de la 7° sección
departamental-establece que éste se produjo, según las costumbres de la época,
en la casa familiar de la calle Lavalleja N° 22, a las cinco de la mañana de la
fecha citada.
Alisia (así anotado en el documento)
es hija natural de Pablo Venancio Goyena y "madre desconocida". En su
margen izquierda el documento exhibe el posterior trámite de legitimación:
"durante 1897 Pablo Venancio Goyena y Mary Wetzstein legitimaron a su hija
Alisia a que se refiere esta acta. Julio27 de 1915". En la fecha del
nacimiento de su hija, Pablo Venancio Goyena tenía cuarenta y ocho años, de estado
civil soltero y profesión rentista.
Fueron testigos de la
inscripción Don Francisco M.Durán, procurador, soltero de setenta y nueve años,
domiciliado en Piedad 139; y Don Nicolás Bazzano, de cuarenta y tres años,
casado, italiano, comerciante, domiciliado en Buenos Aires
Nació en una época de plena
modernización del Uruguay, en un año de profunda convulsión política.
Juan Idiarte Borda -asesinado
el 25 de agosto de 1897- fue un cuestionado Presidente desde las filas de su
propio partido, por un liderazgo creciente de José Batlle y Ordóñez, y
enfrentado en armas desde el Partido Nacional por las fuerzas encabezadas por
Aparicio Saravia.
Alicia fue una niña de la
clase media montevideana, educada en un hogar donde se cultivaba el libre
pensamiento y se promovía el acceso a la cultura, lo que impulsó a ambos
hermanos a proseguir estudios superiores.
A pesar del énfasis puesto en
la educación como factor para el ascenso social por las clases medias,
protagonistas centrales del disciplinamiento creciente, no era usual que las
mujeres, a principios de siglo, frecuentaran ámbitos universitarios.
Los prejuicios familiares
evitaban el alejamiento de las jóvenes de la influencia paterna; sólo un firme
carácter, y cierta flexibilidad de criterio en los padres, hacían posible a las
uruguayas de principios de siglo la continuación de sus estudios. En un total
de setecientos cincuenta alumnos, solamente cincuenta mujeres cursaban estudios
secundarios al terminar la primera década del siglo. Entre ellas, estaba Alicia
Goyena.
Uno de sus profesores traza la
primera imagen que tenemos de la joven: "En los claustros de la antigua
Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria, en el mundo pequeño de los cursos
del antiguo bachillerato y en un tiempo del que soy testigo; comenzó a sentirse
flotar por los aires y llegar a tocarnos a todos, el halo de respeto, de
admiración, de asombro, que fue naciendo poco a poco en torno de una suave
figura femenina de adolescente, de paso calmo y silueta pulquérrima y austera,
invariablemente vestida de azul oscuro, sin otro atavío que el níveo reborde
que le cerraba el cuello y subrayaba el rostro cuyo talento, recatada intimidad
y prodigioso amor al estudio; le señalaban en las aulas que de año en año iba escalando,
como un ser de excepción, una esencia delicada y purísima, que era promesa para
destinos ya claramente muy altos en la vida del espíritu. Era Alicia Goyena”.
Como estudiante de la Sección Preparatoria,
asistió entonces a cursos para ambos sexos, fue una de las escasas muchachas
que conformaban la minoría femenina en ese nivel de la educación secundaria,
integrada a principios de siglo a la Universidad.
Ante tribunales examinadores,
recuerda Eugenio Petit Muñoz, Alicia Goyena impresiona incluso a sus maestros,
ya que sorprende la firmeza con que responde a las interrogaciones, y particularmente,
su voz serena y armoniosa. “Terminó su bachillerato con el examen de Literatura
de 4°, materia ubicada en 6° año, que abarcaba Estética y Arte, y escuché en él
por primera vez su voz, porque me cupo interrogarla desde el tribunal.
Quise medirla en toda su estatura
espiritual con una pregunta en la que ella pudiera abrir el alma, y le pedí que
disertara sobre diferencia entre prosa y poesía. La seriedad del pensamiento y
la nobleza de la elocución, que usaba con la suave dignidad de su dicción
naturalmente impecable, de la riqueza de sus claros registros y de los tonos de
su expresión, del matiz y de la pausa necesaria para la meditación, la
mostraron dueña de cuantas prendas le atribuía la fama".
Este era el rico ambiente en
el que se formó cultural y políticamente, la joven estudiante Goyena.
Se gradúa como Profesora en el año 1918.
En 1918, Alicia Goyena fue
designada para dictar Historia Nacional y Americana en esta nueva casa de
estudios, en sustitución de su maestro, Eugenio Petit Muñoz. Para éste, la joven
"estaba llamada naturalmente a la docencia, y no quiso ejercerla sino en
la entonces denominada, por el uso, Universidad de Mujeres, y oficialmente,
Sección Femenina de Enseñanza Secundaria y Preparatoria de la Universidad de la
República, y la materia que escogió fue la Historia Americana y Nacional.
Era a comienzos del año
lectivo de 1918. “Yo acababa de ser nombrado para un grupo de 2° año de esa
materia en el primer ciclo en el mismo establecimiento, y comencé a dictar mis
clases. Pero supe a los pocos días que el Consejo me proponía trasladarme a la
Sección Central para beneficiarme con la pequeña diferencia que existía entre
los sueldos, por otra parte irrisorios, de ambos institutos, diferencia
favorable a los de este último, a la vez que el puesto que yo dejaba, quedaba
libre para que pudiera ser designada en mi sustitución Alicia Goyena.
Al dar yo mi quinta clase en
la Sección Femenina, que fue por muchos años la última que dicté en ella,
expliqué a mis alumnas el motivo que me obligaba a despedirme de ellas, y les
anuncié que saldrían ganando, porque en mi lugar tendrían a una profesora que
valía mucho más que yo: la señorita Alicia Goyena. Y no supe, no quise o no
pude extenderme más ".
En Actas de exámenes, conservadas
en los archivos del Instituto Batlle y Ordóñez, encontramos a la profesora
Goyena integrando Tribunales examinadores, ya en 1919. Ese año, junto a
Esperanza de Sierra y Juana Pereyra participa en la mesa examinadora de los Ingresos
a la Universidad de Mujeres.
En 1920, la encontramos
formando parte también en ese Tribunal de ingresos, así como en los de
Geografía e Historia Nacional y Americana. En algunas de esas Actas es posible
identificar la armónica y personalísima caligrafía de la joven profesora Goyena.
Eran años de forja, donde en
la Sección Femenina todo se estaba iniciando, un pequeño mundo, donde un escaso
número de cultas mujeres se dieron la difícil tarea de extender, a un número
cada año mayor de muchachas, la enseñanza secundaria, por entonces bastante restringida
socialmente y con una impronta claramente preuniversitaria
Más tarde, en 1922, la
profesora Goyena asumirá la cátedra de Literatura, supliendo a María Eugenia
Vaz Ferreira, de quien fuera alumna dilecta. Aquejada ya, por la enfermedad que
la llevará a la muerte en 1924, María Eugenia -primera secretaria de la Universidad
Femenina-,presenta personalmente a Alicia como candidata a sucederla, lo que
confirma la confianza que depositaba en las virtudes intelectuales y académicas
de la joven profesora. Recíproca admiración sugieren las palabras de Alicia
Goyena, al inaugurarse la lápida que recuerda a María Eugenia en el Prado
montevideano, años después:
“Ejerció en todas partes su
señorío cordial y el más alto magisterio dirigido hacia el ennoblecimiento
constante de nuestra alma, enseñando a desprenderse de toda porción materialista
y mezquina que el cuidado de una dignidad de apariencia obligará luego a
ocultar. El alma debe cerrar la entrada celosamente a toda idea, a todo
sentimiento inconfesable y albergar sólo ideales sanos y generosos. Esta salud
moral que nos inclina a ciertas almas acuñadas en un solo metal en la que
ponemos sin recelo toda nuestra confianza es, limpieza de espíritu”.
La Dra. Isabel Pinto de Vidal recuerda a la
joven profesora Goyena en esos años que inician su carrera docente “una mañana
esperábamos en el salón de profesores de la Universidad de Mujeres la entrada a
clase, cuando llegó hasta nosotros una joven rubia; recuerdo aún hoy, a través
de muchos años, que vestía un traje tallieur azul y llevaba un pequeño sombrero
negro. Llamaba la atención su sencillez, su voz dulce en extremo, la profunda
serenidad de su mirada, a una extrema juventud unía un aire modesto y cordial a
la vez”. Goyena tenía, por entonces, veintiún años.
También la profesora María
Freire recuerda a Goyena en años posteriores. En el viejo edificio de la
Universidad de Mujeres "fue mi primera profesora de Literatura. En los dos
años previos
Sorprendía su vestimenta, muy
sobria, sin ninguna concesión a la feminidad. Siempre de azul ultramar oscuro,
su clásico tailleur tipo sastre, blusa blanca sport, zapatos bajos y sombrero
de ala algo ancha, azul también y rodeado de una cinta, colocado sobre la cabeza,
ligeramente hacia atrás, dejaba ver su rostro pálido y natural.
En el aula, cuando comenzó a
dictar su clase, en un tono menor, aparentemente monótono, obligó a duplicar
nuestra atención. Pronto nos sentimos reconfortadas, por su modo de hablar, por
su lenguaje accesible, variado, flexible en las ideas, juicios y conceptos.
Desde el primer día me impresionó su modestia y su grandeza, su timidez, su seriedad,
su carácter obstinado".
Entre 1929 y 1930 se editó la
revista "Letras", "dirigida por profesores de la Sección de Enseñanza
Secundaria y Preparatoria para Mujeres". Se publicaron ocho números en
esos dos años, en los que se tratan diferentes temas académicos vinculados a la
enseñanza curricular.
Alicia Goyena se halla entre
los fundadores de la misma, quienes se propusieron la edición de un material
complementario para los estudiantes. Es significativo el precio unitario de la revista:
25 centésimos para la venta general y quince centésimos para las estudiantes de
la Sección.
El objetivo de difusión
educativa es evidente. Ubicado el domicilio legal de la publicación en Soriano
1090, escribieron en ella destacados docentes de la época como: J. P. Beltramo,
E. Z. Loe del, Beatriz Bethencourt, Pablo Blanco Acevedo, Ignacio Martínez Rodríguez,
Sara Rey, Pedro Miguel Obligado, Juan C. Abella, Raúl Mones, Lucce Fabbri,
Isabel Maggiolo, Eduardo de Salterain Herrera, Alcira Ranieri, Aída Barlocco,
Felicia Canale, Américo Escuder, Ofelia Machado Bonet, Olivia de Vasconcellos,
L. Velazco de Aragón, Ma. A. Carbonelly Magda Louzán, entre otros.
La dictadura de 1933 la encuentra entre sus opositores. Integrante del claustro (órgano elector y de asesoramiento en los asuntos generales de la Universidad.).
En el año 1935, participó de
las actividades de resistencia al terrismo, en directa colaboración con Carlos
Vaz Ferreira, elegido por unanimidad del claustro para el Rectorado entre 1935
y 1941.
El 13 de julio de 1939, se
reinaugura la sede del liceo femenino en la Avenida Libertador Lavalleja y
Venezuela, donde actualmente funciona el Instituto de Profesores Artigas.
En enero de 1944, la Sección
Femenina de Enseñanza Secundaria recibió el nombre de Instituto Batlle y
Ordóñez. En marzo, con 47 años, ella asume la dirección, por iniciativa de sus
propios compañeros y sin dejar sus clases de literatura. El acto de designación
fue realizado en el Teatro Solís, donde la recientemente nombrada directora
pronunció un discurso que marcaría su ideario pedagógico, enfatizando el rol
del liceo femenino en la educación de las mujeres:
"Debemos ofrecer a las
jóvenes un ambiente culto, agradable y ordenado, pequeño mundo donde se
complete su crecimiento con el dominio de sí mismas y se las prepare para la
vida con natural confianza, sin las tensiones ni inhibiciones que la
preponderancia de elementos opuestos puede originar; diferenciar la enseñanza
aquí impartida sin restarle el alcance intelectual en que reside tan valiosos
agente de promoción espiritual para todo ser humano. Diferenciarla no sólo por
la incorporación de varias asignaturas o de planes especiales que propendan a
la acción y a la vida, sino por la modalidad inherente a toda ella que ante
seres indistintamente dotados debe proponerse finalidades, seguir procedimientos,
emplear reactivos y escalas adecuadas.
La mujer es más inclinada a la
cultura que al proceso de invención intelectual, ofrece natural resistencia a
confiar su interioridad, a competir y a exteriorizar el caudal que bajo el
fuerte llamado de su vida afectiva reserva casi religiosamente para los seres
más allegados.
Estímulos no alcanzan a imponer un cambio hiriente de idiosincrasia contraria a la más pura esencia de ese espíritu que limita su actuación pública y las manifestaciones pasajeras que enriquecen el huerto interior adquiriendo siempre para dar y perfeccionándose silenciosamente para el enriquecimiento de los demás. Labor sutil e incansable propia de los padres y maestros de las que aladas figuras han sembrado sutiles ejemplos."
Fotografía de Alicia Goyena con un grupo de alumnas en las puertas del IBO (1946). Fuente: Foto proporcionada por la Prof. Margarita Mendoza a la Cátedra “Alicia Goyena”.
Desempeña ese cargo durante
treinta y tres años.
El 19 de noviembre de 1969,
luego de veinticinco años al frente de la dirección del Instituto Batlle y
Ordóñez, Alicia Goyena recibe un homenaje por parte de miembros de la comunidad
educativa de la Institución: docentes, alumnas y exalumnas, padres.
Ese mismo mes de noviembre de
1976, recibe en un comunicado enviado a través de la correspondencia del
Instituto, el cese definitivo de su labor como directora.
En la misma nota, se le
notifica que en el Instituto que dirigía hasta el momento se instalarán el
Instituto Normal N°1, el Instituto de Profesores Artigas y el Instituto
Magisterial Superior, pasándose a llamar INADO (Instituto Nacional de
Docencia), por orden del gobierno de facto que desde 1973 estaba en el poder.
Alicia Goyena a los setenta y
nueve años de edad, fue cesada por el CONAE (Consejo Nacional de Enseñanza
Primaria), junto a cuarenta docentes de trayectoria.
Permaneció en su cargo hasta
el 22 de enero de 1977, a las 9 de la mañana, día en que fue sacada del
Instituto por un grupo de militares a cargo del plan de expulsión.
De esta manera retorna a su
casa en la calle Pablo de María, donde transcurrieron sus últimos seis meses de
vida.
Falleció el 6 de junio de 1977,
a
los 80 años, y su concurrido cortejo fúnebre fue autorizado por la dictadura
militar uruguaya, la cual no promovía ni permitía actos multitudinarios.
Sus restos fueron trasladados
a pie hasta el Cementerio Británico de Montevideo por sus alumnas y colegas. Se
entonaron el Himno Nacional, el Himno del Instituto Batlle y Ordóñez, y las estudiantes
cubrieron su féretro con el Pabellón Nacional.
SU OBRA
Dedicó su vida a la educación,
con un objetivo claro: combatir el desnivel cultural de las mujeres y
colocarlas en igualdad intelectual con el hombre.
Alicia Goyena fue una
educadora feminista en la década del 40. Este aspecto de su trabajo como
docente y como gestora, cobra hoy una dimensión fundamental, cuando las mujeres
continuamos luchando por el respeto y el reconocimiento de nuestros derechos.
HOMENAJES
El Liceo Nº 29 “Alicia Goyena”
estrenó un moderno y confortable nuevo local- Piriápolis.
La Cátedra Alicia Goyena es un Aula Magna
perteneciente al Consejo de Educación Secundaria .
Está ubicado en Calle Pablo de
María 1079, ciudad de Montevideo . El lugar, reconvertido en museo y sede de
actividades académicas y culturales, fue la casa de la profesora Alicia Goyena
, docente de profesión, y directora del Instituto de la Mujer Batlle y Ordóñéz
durante treinta y tres años consecutivos.
FUENTES
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