
Retrato de 1836
Hans Christian mostró una gran imaginación desde temprana edad; la que fue alentada por la indulgencia de ambos padres y la superstición de la madre. En 1816 murió su padre, y Andersen dejó de asistir a la escuela; se dedicó a leer todas las obras que pudiera conseguir, entre ellas las de Ludvig Holberg y William Shakespeare.
El mismo año de 1827 Hans Christian logró la publicación de su poema "El niño moribundo" en la revista literaria Kjøbenhavns flyvende Post, la más prestigiosa del momento; apareciendo en las versiones danesa y alemana de la revista.
Al año siguiente Andersen ingresó a la Universidad de Copenhague. En 1829, cuando sus amigos ya consideraban que nada bueno saldría de su excentricidad y vivacidad, tuvo considerable éxito con un volumen llamado "Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager".
Andersen fue un viajero empedernido - «viajar es vivir», decía - y escribirá después sus impresiones en los periódicos. De sus idas y venidas también sacó tema para sus escritos.
Exitosa fue también su primera obra de teatro, "El amor en la torre de San Nicolás", publicada el año de 1839.
Para 1831 había publicado el poemario Fantasías y esbozos y realizado un viaje a Berlín, cuya crónica apareció con el título "Siluetas". En 1833, recibió del rey una pequeña beca de viaje e hizo el primero de sus largos viajes por Europa.
En 1834 llegó a Roma. Fue Italia la que inspiró su primera novela, "El Improvisador " publicada en 1835, con bastante éxito. En este mismo año aparecieron también las dos primeras ediciones de Historias de aventuras para niños, seguidas de varias novelas de historias cortas. Antes había publicado un libreto para ópera, "La novia de Lammermoor", y un libro de poemas titulado "Los doce meses del año".
El valor de estas obras en principio no fue muy apreciado; teniendo por consecuencia poco éxito de venta. No obstante, en 1838 Hans Christian Andersen ya era un escritor establecido. La fama de sus cuentos de hadas fue creciendo. Comenzó a escribir una segunda serie en 1838 y una tercera en 1843, que apareció publicada con el título Cuentos nuevos. Entre sus más famosos cuentos se encuentran «El patito feo», «El traje nuevo del emperador», «La reina de las nieves», «Las zapatillas rojas», «El soldadito de plomo», «El ruiseñor», «La sirenita», «El ave Fénix», «La sombra», «La princesa y el guisante» entre otros. Han sido traducidos a más de 80 idiomas y adaptados a obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados, juegos en CD y obras de escultura y pintura.
Andersen se convirtió en un personaje conocido en gran parte de Europa, a pesar de que en Dinamarca no se le reconocía del todo como escritor. Sus obras, para ese tiempo, ya se habían traducido al francés, al inglés y al alemán. En junio de 1847 visitó Inglaterra por primera vez, resultando dicho viaje ser todo un éxito. Charles Dickens lo acompañó en su partida.
Después de esto Andersen continuó con sus publicaciones, aspirando convertirse en novelista y dramaturgo, lo que no consiguió. De hecho, Andersen no tenía demasiado interés en sus cuentos de hadas, a pesar de que será justamente por ellos, por los que es apreciado hoy en día. Aun así, continuó escribiéndolos y en 1847 y 1848 aparecieron dos nuevos volúmenes. Tras un largo silencio, Andersen publicó en 1857 otra novela: "Ser o no ser". En 1863, después de otro viaje, publicó un nuevo libro de viaje, en España, país donde le impresionaron especialmente las ciudades de Málaga (donde tiene erigida una estatua en su honor), Granada, Alicante y Toledo.
Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, era narrar de su propia voz los cuentos que le volvieron famoso.
Sus cuentos para niños continuaron apareciendo hasta 1872, cuando las últimas historias fueron publicadas en navidad.
Durante la primavera de ese año, Andersen sufrió una caída desde su propia cama, lo que le produjo heridas graves. Nunca volvió a recuperarse del todo, y el 4 de agosto de 1875 murió en la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague donde está enterrado.
Reconocimientos
En 1976, el Astrónomo Nicolai Chernykh bautiza en honor a este escritor al asteroide 2476.
Reconocimiento y Celebraciones post mortem
Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil:
En 2005, se instauró este día en honor a su nacimiento, destacando su contribución a la literatura infantil.
Este premio reconoce su legado y continúa promoviendo la literatura infantil a nivel mundial.
Esculturas:


Cuento - El Patito Feo
Hans Christian Andersen dejó un legado duradero a la humanidad que lo hace recordar hasta hoy por varias razones.
Legado Literario
Fundador de la Literatura Infantil:
Andersen es considerado uno de los fundadores de la literatura
infantil. Sus cuentos, como «El patito feo», «La sirenita», «La reina de las
nieves», y «El soldadito de plomo», han sido traducidos a más de 80 idiomas y han
trascendido generaciones.
Innovó al escribir cuentos que no solo eran para niños, sino que también atraían a adultos. Sus historias combinan fantasía y realidad, explorando temas humanos universales.
Influencia en el Arte y la Cultura:
Sus cuentos han inspirado innumerables adaptaciones en teatro, cine,
ballet y literatura, convirtiéndose en parte integral de la cultura popular.
A pesar de las críticas iniciales, su obra ha resistido el paso del tiempo, siendo celebrada por su capacidad para evocar emociones y transportar a los lectores a mundos de fantasía.
Perseverancia y Determinación:
Su
vida, marcada por desafíos y perseverancia, sirve como inspiración para superar
adversidades y alcanzar el éxito a través de la creatividad y la pasión.
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