volumen y la
exuberancia
“En mis cuadros hay
cosas improbables, no imposibles”- Fernando Botero
Fernando Botero Angulo nació en Medellín,
el 19 de abril de 1932
Fue un artista, pintor, escultor
y dibujante figurativo colombiano. Es reconocido por sus personajes de formas
redondas y voluptuosas.
Su familia estaba conformada por
su padre David Botero, su madre Flora Angulo y su hermano cuatro años mayor,
Juan David.
Cuatro años después de su
nacimiento, en 1936 nació su hermano menor, Rodrigo.
El mismo año, falleció su padre,
un vendedor a caballo, de un infarto. Su madre trabajaba de costurera.
A partir de 1938 realizó estudios
de primaria en el Ateneo Antioqueño y el bachillerato en el Colegio San José de
Marinilla y en la Bolivariana.
1939
En 1944 asistió a la escuela de
tauromaquia en la plaza de La Macarena de Medellín, con el banderillero
‘Aranguito’, a petición de un tío, quien no se imaginaba que su verdadera
vocación era la pintura.
Tuvo un percance con los toros,
lo que hizo que él los dejara. Es de notar que en ese período hizo su primera
obra, una acuarela de un torero.
Una vez que su familia comprendió
su vocación, Botero realizó su primera exposición en Medellín en 1948.
Redactó un artículo sobre
Picasso, lo que le acarreó la expulsión del Colegio Bolivariano, plantel en el
que estudiaba, ya que sus dibujos fueron considerados como obscenos, y debió
culminar sus estudios en el Liceo de la Universidad de Antioquia.
Una vez terminados sus estudios
secundarios en 1950, se trasladó a Bogotá.
En 1951, tuvo contacto directo
con algunos de los intelectuales colombianos más importantes de la época ,
realizando además sus dos primeras exposiciones individuales y en la galería
Leo Matiz dio un muy buen avance a su carrera.
Este año de 1952 se radicó en
Tolú (Sucre) y pagó su estadía a la dueña del hotel, una señora de nombre
Isolina García, tres meses de comida por unas pinturas o murales que plasmó en
paredes y hasta en las dos hojas de madera que eran una puerta.
A su regreso a Bogotá, con el
óleo Frente al mar ganó el segundo puesto en el IX salón nacional de
artistas.
El cuadro Frente al mar de
es una obra importante en la carrera temprana del artista. Botero pintó esta
pieza durante su estadía de 10 meses en Tolú, Sucre, en 1952.
La pintura es significativa
porque con esta obra Botero obtuvo el segundo premio de pintura en el IX Salón
Anual de Artistas Colombianos. Este reconocimiento marcó un hito en el
desarrollo artístico de Botero y ayudó a establecer su reputación como un
pintor talentoso.
El cuadro Frente al mar es
una reflexión de la experiencia de Botero viviendo y pintando en Tolú, donde se
inspiró en la belleza natural del mar y el paisaje circundante. La obra general
de Botero se caracteriza por su estilo distintivo que es conocido por sus
figuras voluminosas y redondeadas. Sin embargo, en esta pintura, las figuras no
son obesas como en sus obras posteriores, sino más bien esbeltas y elegantes.
Dijo Botero sobre su obra Frente
al mar “ Es la representación de algo que vi en Tolú: dos policías con un hombre
colgado de un palo, amarrado por las manos y los pies. Era la época de la
violencia”,
La pintura es importante en la
obra de Botero y sirve como testimonio de su talento y visión artísticos.
En 1952, con el dinero recibido
por el premio y con la venta de algunas de sus obras.
Botero llegó a Europa saliendo
desde el puerto de Buenaventura en el Pacífico colombiano.
Llegó a España, primero a
Barcelona y se estableció luego en Madrid, donde se inscribió en la Real
Academia de Arte de San Fernando y para garantizar su sostenimiento, hacía
dibujos y pinturas a las afueras del Museo del Prado.
En 1953 pasó el verano en París
con el cineasta Ricardo Iragarri, y luego se mudó con él a Florencia, se
inscribió en la Academia de San Marcos, donde recibió un fuerte influjo del
arte del renacimiento italiano, estudiando especialmente la obra de Piero della
Francesca, Paolo Uccello y Tiziano, entre otros.
Su encuentro con el libro Los
pintores italianos del Renacimiento de Bernard Berenson y con la obra de Paolo
Uccello (especialmente con el díptico de la Batalla de San Romano en la Galería
Uffizi) habrían de ser determinantes para su experimentación con el volumen en
la pintura, especialmente por la noción de "valores táctiles" y
tridimensionalidad que Berenson le adjudicó a Uccello y Giotto en sus obras.
Tras su regreso de Italia en
1955, el artista decidió hacer una exposición en Bogotá de las obras realizadas
en Europa, de las cuales obtuvo muchas críticas, pues en ese momento el país
estaba influido por la vanguardia francesa, lo que le acarreó una fría
recepción.
Botero tuvo tres hijos: Fernando,
Lina y Juan Carlos. Este último nacido el mismo año en que el decidió separarse
de su esposa.
Su hijo Fernando nació en 1956
mientras vivían en Ciudad de México y fue Ministro de Defensa durante el
gobierno de Ernesto Samper, el cual fue acusado de enriquecimiento en el
proceso 8000.
En 1956 partió a Ciudad de
México.
Nuevas influencias se fueron
haciendo visibles en su obra, especialmente la del pintor colombiano Alejandro
Obregón con su lenguaje moderno y la del mexicano Rufino Tamayo con su
desbordante color. Por otra parte, la obra del muralismo mexicano, que tanto le
había desvelado en su juventud, ahora parecía desilusionarle, por lo cual
decidió estudiar sus nuevas influencias y centrarse durante un tiempo en la
experimentación del volumen a partir de bodegones.
A partir de esta indagación
Botero descubrió un lenguaje propio que primero se evidenciaba en objetos de
sus naturalezas muertas y que posteriormente empezaba a crear en personajes
humanos que interactuaban con sus objetos.
En el año 1957 expuso por primera
vez en Nueva York: el éxito comenzaba a acompañarle. Fernando Botero logró a
intensificar sus batallas personales, sus combates lienzo a lienzo, del arte
contra el tiempo y de la belleza contra la muerte.
Su obra Naturaleza muerta con
mandolina, que data de 1957, constituye la primera manifestación de su
trabajo inspirado en el arte popular. Habiéndose apodado irónicamente a sí
mismo «el más colombiano de los artistas colombianos».
La obra Naturaleza muerta con
mandolina de Fernando Botero marca un momento clave en la carrera del
artista. En esta pintura, Botero representó una mandolina con una boca de caja
exageradamente pequeña, lo que le otorgó proporciones exageradas y desbordadas,
dando inicio a su exploración del juego del volumen en sus obras. Esta pieza es
emblemática de su estilo, conocido como "boterismo", caracterizado
por dar monumentalidad tanto a las personas como a los objetos, con exuberancia
y proporciones generosas. La obra Naturaleza muerta con mandolina es un
ejemplo temprano de la transformación que Botero logró al cambiar un detalle
aparentemente insignificante, como el tamaño del agujero de la mandolina, para
crear una perspectiva artística única y reconocible en todo el mundo
De regreso a Bogotá en 1958,
Botero, realmente comenzó se carrera cuando ganó el primer premio en el Salón
de Artistas Colombianos.
Fue nombrado docente de la
Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.
Fernando Botero y La Camara degli Sposi (Homenaje a Mantegna), obra con la que obtuvo el primer premio en el X Salón de artistas colombianos.
Botero presentó una obra de
formato grande, al XI Salón de Artistas Colombianos. Concebida con la
consciencia de ser una obra maestra, Botero obtuvo con La Camara degli sposi
(Homenaje a Mantegna) el primer premio en el salón, consolidándose como
el pintor más importante de este año en Colombia.
Ese mismo año expuso en varias
galerías de Estados Unidos. En una de estas exitosas exhibiciones del mismo
año, La Camara degli sposi fue vendida a un empresario en Chicago, y
desde entonces la obra desapareció.
Numerosos críticos e
historiadores de arte latinoamericanos la han señalado como una de las obras
más importantes del arte colombiano por ser un punto de la consolidación del
lenguaje pictórico de Botero, y por abrir las puertas a la nueva figuración que
después experimentarían otros pintores jóvenes. La obra había causado una gran
polémica al ser inicialmente descartada del salón, luego reintegrada y
finalmente premiada. Despertaba una tremenda duda en el público y en los
jurados que inicialmente concibieron la obra como una caricatura de La Cámara
de los Esposos del pintor renacentista Andrea Mantegna. Marta Traba tuvo que
mediar para explicar que los artistas hacían recreaciones artísticas en las
cuales aludían o hacían homenajes a otras obras que les precedían, y que el
lenguaje "feísta" usado por Botero era una pintura de gran calidad y
poder visual.
Su matrimonio terminó en divorcio
en 1960
En 1960, Botero regresó a Nueva
York para instalarse.
Una vez allí, alquiló un pequeño
apartamento donde vivía modestamente, pues acababa de separarse; además, sus
obras no tenían mucho éxito, pues los gustos neoyorquinos de la época cambiaban
rápidamente y entonces se imponía la abstracción.
La influencia del expresionismo
abstracto ya se hacía evidente desde las obras de 1958, resultado de los
primeros viajes de Botero a Nueva York, donde había podido ver los formatos
enormes de Jackson Pollock, Franz Kline y de Kooning. Este encuentro marcó la
producción de Botero, que, sin embargo, conservó su lenguaje figurativo, pero
experimentó con la pincelada agresiva, la utilización de tonalidades fuertes y
el uso de formatos grandes.
El niño de Vallecas
Mientras su estudio por el
volumen parecía pasar a un segundo plano por la preocupación por la pincelada y
el color, Botero creó interesantes series (una de las cuales fue adquirida por
el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1962) y la de El niño de Vallecas en
homenaje a Diego Velázquez.
El Niño de Vallecas es el célebre
retrato del bufón Francisco Lescano pintado por Velázquez hacia 1636. Cuándo
Botero presentó esta obra, versión de la del genio sevillano, la crítica
especializada la calificó de manera unánime con adjetivos descalificativos
tales como: «feísmo» o «monstruosa». Sin embargo, estas críticas resultaron ser
positivas para la versión de Botero puesto que, sin quererlo, elogiaban la
destreza pictórica del autor, poniendo de manifiesto que a pesar de su
exageración y fina ironía, había una inteligente interpretación plástica de la
obra de Velázquez.
Antes que menospreciar al
grandísimo maestro, la interpretación de Botero refleja una profunda admiración
y respeto hacia el genio español.
Botero trabajó principalmente en
los años 50 en una serie de homenajes a grandes pintores universales. Con estas
obras, avanzaba hacia la creación de su universo característico en el que se
percibía un impulso de rebeldía y un deseo de liberación por medio de la
negación de la belleza académica. Lo que le interesa al artista, es comunicar
emociones relacionadas con la psicología de sus personajes, de hecho es
precisamente en el gesto del rostro de Francisco Lescano, en lo que se
concentró Botero en esta obra. En lo grotesco y lo deforme, Botero buscó crear
un nuevo concepto de belleza que era anti–belleza respecto a la estética
convencional. Estos intereses quedarían plasmados en esta interpretación del Niño
de Vallecas, un particular tributo rendido a Velázquez, el «pintor de
pintores», actualizado a la sensibilidad de nuestro tiempo.
En 1962 fue organizada en Estados
Unidos su primera exposición. Una nueva muestra en el Milwaukee Art Center
recibió críticas ampliamente positivas. Es así como Botero empezó un período de
muestras y exposiciones entre Europa, los Estados Unidos y Colombia.
Para 1962, su lenguaje
expresionista llegó a un punto de inflexión, porque estuvo a punto de tomar un
rumbo que lo habría alejado definitivamente de su preocupación por el volumen.
Botero reinició su experimentación, esta vez interesándose más por las obras de
artistas pop que estaban exhibiendo en Nueva York, a raíz de lo cual su obra
retomó las preocupaciones temáticas de sus personajes figurativos, dejando de
lado el aspecto formal de la pincelada, y usando colores planos en su pintura.
En algunos casos llegó incluso a incluir collages en sus pinturas del año 1963.
En 1963 trasladó su residencia al
East Side y alquiló un nuevo estudio en Nueva York. Es allí donde surgió su
estilo plástico en muchas de sus obras de este período, con colores tenues y
delicados. Su pasión por Rubens se dejaría ver desde entonces en sus obras.
Después de haber encontrado su
serenidad económica, Botero se casó de nuevo con Cecilia Zambrano en 1964.
En 1969 expuso en París; fue a
partir de ese momento que Botero empezó un peregrinaje por todo el mundo en
busca de inspiración; se movía continuamente de Bogotá a Nueva York y a Europa.
En 1970 nació en Nueva York su
hijo Pedro Botero, llamado Pedrito. Paralelamente, su fama mundial aumentaba
cada vez más y lo convirtió en ese entonces en el escultor viviente más
cotizado del planeta.
En el año 1973, él se había
instalado en París y había comenzado a trabajar la escultura.
En 1974, cuando su hijo apenas
tenía cuatro años, Botero tuvo un accidente de tráfico estando de vacaciones en
España, que le costó la vida a Pedrito.
La muerte de su hijo dejaría
trazos en la obra de Botero que, a partir de ese momento, comenzó a tener
cambios profundos, considerados por la crítica como huellas de la pérdida de su
hijo. Además, su matrimonio con Cecilia Zambrano no superó la pérdida de
Pedrito y Botero se separó por segunda vez.
En 1976, Botero hizo una donación
de dieciséis de sus obras, siete óleos,
un pastel y dos acuarelas, al Museo de Antioquia, que le consagró una sala
permanente para sus obras, la sala Pedrito Botero.
En 1978, Botero se casó con la
artista griega Sophia Vari. Vivieron en París hasta su muerte y poseían
residencias en Pietrasanta (Italia), Nueva York, Montecarlo y Rionegro
(Antioquia, Colombia).
Monalisa.
En el año 1978 pinta Monalisa
En esta ocasión, Fernando Botero
reinterpreta un personaje clásico de la historia del arte: La Monalisa.
Aunque la pintó en varias
ocasiones, esta versión que data de 1978 es una de las más fieles a la obra
original, La Gioconda de Leonardo da Vinci.
A pesar de sus proporciones
exageradas entre las que destaca el tamaño de la cabeza, la figura mantiene la
posición de las manos, la mirada directa y la sonrisa tan características de La
Gioconda, así como la elección cromática.
El fondo, a pesar de que pueda
resultar parecido al original, está modificado por Botero para incluir
elementos de la geografía colombiana, rindiendo un pequeño homenaje a su país
natal. Se puede observar, entre las montañas, un volcán activo.
Desde 1979, cuando la primera
retrospectiva de Botero fuera presentada en el Museo Hirshhorn18 de Washington,
sus exposiciones a través del mundo no se detuvieron.
A principios de los años 1980,
donó al Museo de Antioquia 6 óleos.
En 1983 se trasladó a la ya
citada Pietrasanta, en Toscana (Italia), un pequeño pueblo famoso por sus
fundiciones, lo que para Botero significaba la continuidad de su obra
escultórica. Al año siguiente, Botero hizo una nueva donación al Museo de Antioquía.
Esta vez se trataba de una serie de esculturas que también encontraron lugar en
una nueva sala permanente dedicada a Botero en el museo.
A partir de 1983, Botero comenzó
una serie ininterrumpida de exposiciones a través de todo el mundo. Es así como
sus obras son expuestas y por supuesto conocidas en ciudades como Dubái,
Londres, Roma, San Francisco, Chicago, Basilea, Buenos Aires, Tokio, San Juan
de Puerto Rico, Santo Domingo, Berlín, Múnich, Fráncfort, Milán, Nápoles,
París, Montecarlo, Barcelona -Aeropuerto del Prat-, Moscú, Ciudad de México,
Monterrey o Caracas. En conjunto, su obra ha pasado por la mayoría de países
europeos y americanos.
Botero es uno de los pocos
artistas que se han dado el lujo de exponer sus piezas en varias de las
avenidas y plazas más famosas del mundo, como los Campos Elíseos en París, la
Gran Avenida de Nueva York, la Rambla del Raval de Barcelona, la Plaza del
Comercio de Lisboa, la plaza de la Señoría en Florencia, frente al palacio de
Bellas Artes en Ciudad de México y hasta ante las Pirámides de Giza.
En 1984 donó al Museo de
Antioquia 16 esculturas y 18 pinturas a la Biblioteca Nacional de Colombia en
Bogotá.
Pareja bailando
En el año 1987 pinta el óleo Pareja
bailando
Esta pintura muestra una pareja
bailando en una imagen pintoresca que parece haber congelado el tiempo. Sin
embargo, el movimiento del baile se aprecia en detalles como la pierna
levantada de la mujer o su pelo y falda agitados.
El hombre mira directamente al
espectador, inexpresivamente, mientras está inmerso en el baile. Se trata de
dos figuras voluptuosas, característica de la gran mayoría de sus obras, así
como también lo son las singulares proporciones de sus atributos faciales: un
rostro y ojos grandes, con nariz y boca pequeñas.
El espacio está decorado con
cintas de los colores de la bandera de Colombia, un detalle muy típico de este
artista, que añade sutilmente en homenaje a su país natal.
Las escenas de baile y música son
recurrentes en la obra de Fernando Botero, que a menudo representa músicos,
bailarines e instrumentos.
La vestimenta y decoración
sugiere que la escena se sitúa alrededor de los años 40, por lo que podría
tratarse de una obra inspirada en recuerdos de su propia infancia.
Una familia
En el año 1989 pinta Una
familia.
Este retrato familiar, que a
simple vista puede parecer que representa una situación sencilla, está en
realidad lleno de detalles que complican su interpretación más profunda.
Se presenta de forma que recuerda
a las composiciones de cuadros renacentistas. La postura y ubicación de las
figuras denota jerarquía, pero la escena es cercana, cotidiana y típica de un
contexto familiar colombiano. Esto sugiere que podría estar inspirado en las
propias vivencias u observaciones del artista.
Más allá de la inmortalización de
un momento en familia, la obra propone una crítica social sobre el pecado y la
infidelidad, que se representan en elementos como la serpiente o la manzana
mordida.
La elección cromática tampoco es
aleatoria: sobre un fondo relativamente neutro se muestran los elementos
principales, representados con colores primarios que, además, coinciden con los
colores de la bandera colombiana.
Los hijos, ambos vestidos de
rojo, comparten color con la serpiente, lo cual podría significar que están
manchados por los pecados de sus padres.
Capitán
En el año 1990 pinta el óleo Capitán.
Gran parte de la obra de Botero incluye temáticas políticas y de crítica
social, muchas de ellas relacionadas con Colombia. Este cuadro es un ejemplo de
ello.
El retrato se centra únicamente en la representación del capitán de la Policía Nacional de Medellín, que presenta como un Ministro de Guerra. Para Botero, este cuadro tiene un sentido caricaturesco como crítica al abuso de la autoridad.
Los personajes autoritarios y
religiosos son comúnmente representados en las obras del artista, tanto en
retratos como en escenas de temáticas diversas.
Mujer delante de una
ventana
También de 1990 es la pintura Mujer
delante de una ventana.Tanto la figura femenina como los desnudos caracterizan
la obra de este artista que busca la belleza en la representación del volumen.
Esta obra es una entre tantas en
las que Botero refleja una escena cotidiana e íntima a la vez que llena de
colores, que avivan el ambiente en el que se sitúa la figura principal,
ocupando gran parte del lienzo.
Los detalles del espacio son
humildes y pintorescos, mientras que la resaltada figura desnuda emana
elegancia: unos tacones, joyería, las uñas pintadas...
La paloma de la paz
A inicios de la década de 1990
hizo la escultura La paloma de la paz ubicada en la Plaza San Antonio,
de Medellín.
Fue destruida por un atentado terrorista el 10 de junio de 1995, que causó 10 muertos y 400 heridos. Botero hizo otra escultura igual con el mismo nombre y a su lado armó los restos de la estatua dañada, renombrándola El pájaro herido, en el mismo lugar, como recuerdo de la imbecilidad y de la criminalidad de Colombia.
Mujer con espejo
La capital española cuenta con un
total de 3 esculturas de Fernando Botero, como "La Mano", "Mujer
con Espejo" o "Rapto de Europa", repartidas por la ciudad. Su
origen se remonta a una exposición de 21 piezas que tuvo lugar en 1994.
Ubicada cerca de la Plaza de
Colón, la voluptuosa figura desnuda de la mujer se presenta coqueta, elegante y
distraída, características distintivas de las representaciones íntimas de
mujeres que el artista realizaba.
Caballo
En el año 1992 donó a Santiago de Chile la escultura de
un caballo, la que fue ubicada frente al Museo de Arte Contemporáneo en el
Parque Forestal.
Este caballo de figura redondeada
y voluminosa es una escultura que representa el Caballo de Troya, elemento
clásico de la historia.
Está ubicado en el Parque Forestal de Santiago de Chile, frente al Museo de Arte Contemporáneo (MAC), y llegó a la ciudad en 1992.
En 1998 Botero donó al Banco de
la República de Colombia, una importante colección, consistente en 203 obras,
123 obras de su autoría y 87 de artistas internacionales al Museo Botero en
Bogotá.
En el año 2000, el Museo de
Antioquia recibió por parte del maestro una donación de 114 pinturas (óleos,
acuarelas y dibujos) del maestro, 23 esculturas que hoy componen la Plaza
Botero y 21 obras de artistas internacionales de su colección personal.
Gato
Esta escultura, realizada en la
década del 80 está ubicada en el barrio del Raval de Barcelona, se ha
convertido en un símbolo de la ciudad.
Desde que el Ayuntamiento lo
adquirió en 1987 la escultura se ha trasladado en varias ocasiones hasta
encontrar su localización actual, en la cual permanece desde 2003.
El ambiente en este barrio
entrelaza la vida local y turística de la ciudad, creando un lugar donde la
obra podrá ser apreciada por ambos.
En 2004, efectuó una nueva
donación. En esta ocasión al Museo Nacional de Colombia, consistente en las
obras de la serie sobre la violencia, denominada El dolor de Colombia,
integrada por 23 óleos y 27 dibujos.
En el año 2007, donó 47 obras de
la serie Abu Ghraib, a la Universidad de California, Berkeley, que se expone en
su sede.
A comienzos de 2008, Fernando
Botero recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, en Monterrey, México. Igualmente, presentó por primera vez en esta ciudad
su colección de pinturas sobre "Abu Ghraib" y su enorme escultura en
bronce titulada "Caballo".
En 2012 se celebraron una serie
de homenajes internacionales con motivo de la efemérides de su natalicio número
ochenta (80). Las celebraciones incluyeron exposiciones de sus obras en museos
de la Ciudad de México, São Paulo en Brasil, Pietra Santa y Asís en Italia,
Santiago de Chile, Bogotá y Medellín en Colombia, Bilbao en España, Bielefeld
en Alemania, entre otras.
Así mismo, la Presidencia de
Colombia anunció un decreto en que cataloga las 479 obras de Botero que se
encuentran en suelo Colombiano como de "interés cultural del ámbito
nacional", lo que implica medidas de protección, conservación y promoción
por parte del Estado Colombiano.
En el año 2012, dona la serie El
Viacrucis al Museo de Antioquia.
En 2013 se conoció una colección
colmada de sensualidad y erotismo denominada colección Boterosutra.
En el año 2015, la más reciente
creación artística, que en contraposición a la anterior se denominó como
colección «santas».
Desde noviembre de 2015 y hasta
abril de 2016, se llevó a cabo una de las más importantes exposiciones
antológicas realizadas sobre el artista, en la República Popular China,
específicamente en las ciudades de Pekín en el Museo Nacional de China y en
Shanghái en el China Art Museum.
Igualmente y de forma paralela, se llevó a
cabo una exposición de obras del artista, incluyendo la serie Boterosutra, en
el Musée Würth de Erstein, Francia, del 25 de septiembre de 2015 al 15 de mayo
de 2016.
El cuerpo de Fernando Botero fue homenajeado por altos mandos de la fuerza pública.
Tumbas de Fernando Botero y Sophia Vari en Italia.
Botero falleció de neumonía en su
casa en Mónaco el 15 de septiembre de 2023 a los 91 años de edad.
La pérdida de su esposa Sophia
Vari, sólo unos meses antes, pudo haber afectado su salud y bienestar emocional
acelerando su fallecimiento.
HOMENAJES
Exposiciones públicas y
permanentes en el mundo
El Caballo. Museo de Arte
Contemporáneo de Santiago del Parque Forestal de Santiago.
Alemania: Kunsthalle de
Núremberg, Museo Wallraf-Richartz de Colonia, Staatsgalerie y Pinacoteca de
Múnich, Escultura plazoleta en Bamberg (Baviera).
Argentina: Exhibición Busto, en
el lugar público de Parque Thays. Buenos Aires; pintura los viudos en Museo
MALBA. Mujer Reclinada, en Museo Estación Sur de Mar del Plata.
Armenia: Cafesjian Museum,
Ereván.
Austria: Moderne Kunst de Viena.
Bélgica: BAM (Musée des
Beaux-Arts Mons) de Mons, exposición "Fernando Botero - Au-delà des
formes", 09-10-2021 hasta 30-01-2022.
Chile: Museo Nacional de Bellas
Artes, de Santiago.
Colombia: Museo de Antioquia y
Plaza Botero (colección permanente más grande en el mundo de obras del artista,
donadas por el mismo Botero), de Medellín; Museo Nacional de Colombia, en
Bogotá; el Museo de Arte Moderno (MamBo) en Bogotá; Museo de Arte del Banco de
la República (Museo Botero) de Bogotá; Parque San Pío en Bucaramanga; plaza de
Santo Domingo (Cartagena de Indias).
Corea del sur: Museo Ho-am, de
Seúl.
Emiratos Árabes Unidos: Explanada
frente al Burj Khalifa de Dubái.
España: Paseo de la Castellana,
plaza de Colón, aeropuerto de Barajas de Madrid, aeropuerto "El Prat"
de Barcelona; así como también el Son Sant Joan de Palma de Mallorca, en el
centro de la ciudad de Oviedo; Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), y plazoleta
de la Domus, en La Coruña.
Estados Unidos: Hirshhorn Museum
y su jardín de esculturas, Instituto Smithsonian, de Washington; Arte Lowe, de
la Universidad de Miami, de Coral Gables (Florida); Museo de la Universidad de
Rochester (Míchigan); Metropolitan, de Nueva York; Arte de Milwaukee
(Wisconsin); Arte Moderno, MOMA, de Nueva York; Solomon R. Guggenheim y en el
Time Warner Center, de Nueva York; Art Hood, de Dartmouth College, de Hanover,
Nuevo Hampshire, Universidad de Berkeley, Berkeley (California); Grand Wailea
Resort Maui, Botero Gallery (Hawái), New Orleans Museum of Art, Nueva Orleans.
Francia: Erstein; Museo Würth.
Israel: Museo de Israel, de
Jerusalén.
Italia y Ciudad del Vaticano:
Colección de Arte Religioso Moderno de los Museos Vaticanos; ingreso y
plazoletas de Pietrasanta.
Big bird. Singapur.
Japón: Museo de Arte
Contemporáneo de Hiroshima, Museo Yamanashi Prefectural, Museo Moderno de
Tokushima, Museo Moderno de Saitama, Museo de Arte Miyagi.
Kazajistán: CAI, Almaty.
México: Explanada de los héroes
en Monterrey y Museo Soumaya, Ciudad de México.
Panamá: Trump Ocean Club
International Hotel & Tower, Ciudad de Panamá.
Portugal: Casa das Mudas Arts
Center, en Calheta (Isla Madeira); Parque Amalia Rodrigues, en Lisboa.
Principado de Liechtenstein:
Museo de las Artes de Liechtenstein en Vaduz.
Principado de Mónaco: Adán y Eva,
Jardines de Montecarlo.
Puerto Rico: Museo de Arte de
Ponce y Museo de Arte de Puerto Rico.
Reino Unido de Gran Bretaña:
Broadgate Venus en Exchange square - Liverpool Street Station; Londres, Soho.
Rusia: Museo Pushkin, de Moscú;
el Museo Hermitage de San Petersburgo.
Singapur: Boat Quay-Cavenagh Bridge; Resorts
World Sentosa-Hotel Michael.
Suecia: Västra Götaland.
Suiza: Museo Olímpico de Lausana.
Venezuela: Museo de Bellas Artes
y de Arte Contemporáneo de Caracas
FUENTES
https://historia.nationalgeographic.com.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario