Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

lunes, 5 de junio de 2023

5 DE JUNIO DE 1905- NACE SERAFÍN J. GARCÍA

 


 SERAFÍN J. GARCÍA


Serafín José García nació el 5 de junio de 1905, en Cañada Grande,  departamento de Treinta y Tres, República Oriental del Uruguay. 
Se dice que su madre lo nombró José porque ella era devota de San José. Sus bisabuelos por ambas ramas de origen, tuvieron participación en las luchas por la independencia nacional.
Fue uno de los grandes escritores y poetas uruguayos.
A  la edad de 5 años se trasladó junto a su padre Serafín García Minuano y su madre Sofía Correa, a la localidad olimareña de Vergara, donde recibe instrucción escolar. Esta es la única educación formal que recibe, adquiriendo el resto de su formación cultural de forma autodidacta.
En el año 1919, con apenas catorce años de edad, murió su padre. Debido a esta circunstancia comenzó a reflexionar acerca del hombre y su destino, impregnando su posterior producción literaria con dichas reflexiones. 

Vergara en la actualidad

En su adolescencia se desempeña en forma alternada en varios oficios, como empleado de farmacia y ayudante de rematador público. En 1917 comienza el aprendizaje de tipógrafo  y poco después empieza sus primeras composiciones literarias, ensayando narraciones y rimas.
Por breve tiempo se desempeña como periodista local y se interesa también por la música. Trabajó como bibliotecario del club social de Vergara lo que le posibilitó un directo contacto con los libros de diferentes autores que marcaron una influencia en su vida literaria,   Leónidas Andreiev, Máximo Gorki, Henri Barbusse, Romaní Rolland y varios clásicos españoles.
Hacia 1925 se radica en la ciudad de Treinta y Tres, e ingresa a la institución policial, oficiando de telefonista encargado del Archivo de la Jefatura de esa localidad.

Jefatura de Policíade Treinta y Tres

Se casa con Blanca Elma González en 1934.
En el año 1929, ante la publicación de su cuento Santos en la revista El Suplemento, de Buenos Aires,  marca sus primeros pasos en la literatura que lo dan a conocer.
En el año 1936 edita su obra de poemas gauchescos "Tacuruses" prologada por Ledo Arroyo Torres.   La misma logra un gran éxito editándose en numerosas ocasiones desde entonces.
Con esta obra se consolida como uno de los máximos representantes de la literatura gauchesca y como uno de los autores más leídos en nuestro país.

En Tacuruses Serafín J. García rescata el ámbito rural del país, jerarquizando las costumbres y tradiciones del hombre de campo.

En reconocimiento por esta obra recibe el "Premio Ministerio de Instrucción Pública". Asimismo, el 18 de febrero de 1936 el presidente Gabriel Terra, firmó un decreto presidencial por el cual se distribuían 300 ejemplares de la misma por distintas Jefaturas Policiales del País y se ascendía a Serafín J. García al grado de sub-comisario en Santa Clara de Olimar. No obstante continuo trabajando en la jefatura de Treinta y Tres.
En 1940 pide el retiro del cuerpo policial y se radica en Montevideo.
Además de su obra poética el autor también explora la narrativa, aventurándose en la producción de cuentos, fábulas, ensayos y crónicas. Incluso pueden encontrarse algunas páginas humorísticas publicadas bajo el seudónimo de "Simplicio Bobadilla".

Es de destacar la faceta de literatura infantil que le valió que muchas de sus obras de ese género fueran adoptados por los organismos educativos como lecturas en liceos y escuelas del Uruguay.
Para deleite de los chicos  la Revista escolar El Grillo publicó "Las aventuras de Juan el Zorro"(1950). Obra de  Serafín J. García  que inspirándose en fábulas de la tradición oral, da vida al entrañable personaje de Juan el Zorro, un simpático y astuto animal que busca su satisfacción recurriendo a medios de dudosa moral. En estas aventuras aparecen los más variados personajes inspirados en nuestra fauna autóctona.

Piquín y Chispita ( 1968) considerada de las mejores obras del género infantil  cuenta la historia de  dos simpáticos personajes que emprenden un viaje para conocer nuevas aventuras lejos de sus casas. El tucutuco llamado Piquín que por primera vez desobedecía las órdenes de sus padres y la lagartija Chispita, conocedora de la zona, caminan para disfrutar de una tarde calurosa de verano. A lo largo del camino van necesitando de otros animales para continuar el camino y en otras ayudan. Si bien son muy pequeños, la inteligencia y las ganas de vencer los miedos que poseen en común los ayuda a recorrer mucho territorio y regresar a sus casas a salvo.


Algunas de sus obras fueron traducidas a varios idiomas, como el francés, inglés,  italiano y portugués.
Luego de la aparición de Tacuruses, obra fundamental en la literatura latinoamericana, Serafín J. García se dedicó por entero a su vocación literaria, dejando como herencia cultural inumerables poemas, romances, cuentos, fábulas, estampas, ensayos y crónicas. Entre su vasta producción literaria se destacan las obras:
Tacuruses (1936)
En carne viva (1937)
Tierra amarga (1938)
Burbujas (1940)
Barro y Sol (1941)
Asfalto (1944)
Raíz y ala (1949)
Romance de Dionisio Díaz (1949)
Las Aventuras de Juan el Zorro (1950)
Agua Mansa (1952)
Flechillas (1957)
Los partes de Don Menchaca (1957)
El Totoral (Recuerdos de mi infancia) (1966)
Piquín y Chispita (1968)
Leyendas y supersticiones (1968)
Blanquita (Nuevos relatos de "El Totoral") (1969)
La vuelta del camino (1970)
Estampas uruguayas (1971)
Milicos, contrabandistas y otros cuentos (1986)

Reconocimientos

Su obra de literatura infantil "Piquin y Chispita", fue catalogada como una de las diez mejores obras nacionales de este género de las publicadas entre 1967 y 1968. Este reconocimiento le vale a García una Mención de Honor del Premio "Hans Christian Andersen" de Literatura Infantil Universal el 4 de abril de 1970 en Bolonia, Italia.
En el año 1974 fue nominado para ocupar un lugar en la Academia Nacional de Letras, cargo que aceptaría en el año 1983.
En 40 años de actividad literaria, triunfa en numerosos concursos nacionales entre los que se cuentan, cinco premios en el Concurso Anual del Ministerio de Instrucción Publica, el Gran Premio Municipal de Literatura José Enrique Rodó otorgado por la Intendencia Municipal de Montevideo y el de la Trienal de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura entre los años 1981 y 1983, y tres premios de carácter particular.
Su trayectoria en literatura nativa, lo condujo a brindar numerosas conferencias en Uruguay y en países de la región como Brasil, Argentina y Paraguay.
Murió el  29 de abril de 1985, en  Montevideo.

 HOMENAJES


Biblioteca y Museo Serafín J. García - (Vergara)


Liceo Serafín J. García de Treinta y Tres



El escenario principal del Festival a orillas del Olimar “Maestro Ruben Lena” lleva el nombre del gran poeta y escritor nacido en Vergara -Treinta y Tres 


Sello en homenaje a  Serafín J. García propuesto por María Angélica Silva, Coordinadora de Cultura de la Biblioteca Municipal de Vergara, Dpto. de Treinta y Tres y editado por el Correo del Uruguay el 27/10/1998. Dibujante, Diego Massi . Tirada: 35.000.
En el sello aparecen ilustraciones de su libro ˜PIQUIN Y CHISPITA˜. 



Orejano
Serafín J. García

Yo sé qu'en el pago me tienen idea
porque a los que mandan no les cabresteo;
porque dispreciando las güeyas ajenas
sé abrirme caminos pa dir ande quiero.

Porque no me han visto lamber la coyunda
ni andar hocicando p'hacerme de un peso,
y saben de sobra que soy duro'e boca
y no me asujeta ni un freno mulero.

Porque cuando tengo que cantar verdades,
las canto derecho nomás, a lo macho,
aunq'esas verdades amuestren bicheras
ande naide creiba que hubiera gusanos.

Porque al copetudo de riñón cubierto
-pa quien n'usa leyes ningún comisario-
lo trato lo mesmo que al que sólo tiene
chiripá de bolsa pa taparse'l rabo.

Porque no m'enyenan con cuatro mentiras
los maracanases que vienen del pueblo
a elogiar divisas ya desmerecidas
y'hacernos promesas que nunca cumplieron.

Porque cuando truje mi china pal rancho
me olvidé que hay jueces p'hacer casamientos,
y que nada vale la mujer más güena
si su hombre por eya no ha pagao derecho.

Porque a mis gurises los he criao infieles
aunqu'el cura grite qu'irán al infierno,
y digo ande cuadre que pa nada sirven
los que sólo viven pirichando el cielo.

Porque aunque no tengo ni en qué cáirme muerto
soy más rico qu'esos que agrandan sus campos
pagando en sancochos de tumba reseca
al pobre pión, qu'echa los bofes cinchando.

¡Por eso en el pago me tienen idea!
¡Porqu'entre los ceibos estorba un quebracho!
¡Porque a tuitos eyos les han puesto marca
y tienen envidia de verme orejano!

¿Y a mí qué m'importa? ¡Soy chúcaro y libre!
¡No sigo a caudiyos ni en leyes me atraco!
¡Y voy por los rumbos clariados de mi antojo
y a naides preciso pa ser mi baquiano!
Serafín J. García
De "Tacuruses"


UN CUENTO DE SERAFÍN J. GARCÍA

CRISPÍN Y CHISPITA

EN BUSCA DE AVENTURAS

 

Un caluroso día de verano, mientras sus padres dormían la siesta sobre el fragante colchón de pasto seco, en la más honda y fresca galería de su casa subterránea, Piquín se encaminó sigiloso hacia la superficie, ávido por echar un vistazo al desconocido mundo de allá arriba.

Era la primera vez que desobedecía las órdenes paternas, 'y al hacerlo experimentaba una confusa mezcla de vergüenza y miedo. Pero su curiosidad pudo más que sus escrúpulos y lo indujo a seguir adelante, a pesar de la inusitada violencia con que le latía dentro del pecho el corazón.

Apenas se asomó al exterior quedó maravillado. El mundo era mucho más grande y bello de lo que había supuesto. Todo lo que alcanzaban a ver sus asombrados ojos le parecía magnífico: el inmenso y radiante cielo azul; el río anchuroso y de plateadas aguas cuya corriente rumoreaba a lo lejos; el ágil vuelo de las golondrinas que se perseguían alegremente en el aire, cual si estuvieran jugando a la manchita; la ondulada extensión del campo verde, salpicado por graciosas florecillas de vistosos colores; y el buen sol ' que derramaba sobre todas las cosas su franca mirada de oro.

Absorto ante el espectáculo insospechado, ni siquiera advirtió Piquín que alguien se aproximaba a él, deslizándose ágilmente sobre los pastos. Y por eso se asustó muchísimo cuando una voz retozona y jovial le susurró al oído:

-Buenas tardes, simpático Tucutuco. iQué estás haciendo ahí, tan quietecito ?

Se volvió con rapidez y azoro y vio junto a sí una hermosa Lagartija, cuyo vestido verde resplandecía al ser tocado por los rayos del sol, y cuyos vivaces ojillos lo contemplaban con expresión amistosa.

-Y o no me llamo Tucutuco sino Piquín -fue lo único que acertó a responder, aunque tranquilizado ya ante la actitud amable y pacífica de su interlocutora.

La Lagartija no pudo menos que soltar una carcajada al oir aquella ingenua respuesta.

-Te llamarás como dices, amiguito; pero ello no impide que seas un verdadero tucutuco. Como no dejo yo de ser una lagartija, aunque me llame Chispita.

-¿Chispita has dicho? ¡Qué nombre tan bonito!

-El tuyo también lo es. Y tú me gustas mucho, Piquín, pues tienes cara de bueno. ¿Qué te parece si nos hacemos compañeros y nos marchamos juntos por ahí, a ver un poco del mundo?

-i De ese precioso mundo verde, con techo azul, que se extiende alrededor de nosotros!

-Naturalmente. i De cuál otro había de ser! -le respondió Chispita, riéndose otra vez de su ignorancia.

Piquín pensó rápidamente muchas cosas. Pensó que su padre se pondría furioso al enterarse de que él había partido sin permiso; que su madre lloraría desconsoladamente por su ausencia; que acaso en esos remotos y misteriosos sitios que ansiaba descubrir no hubiese ni una sola hierbecilla tierna con qué alimentarse; y que seguramente, cuando llegara la noche, echaría de menos el blando colchón en que dormía, apretujado contra sus hermanitos, y el calor agradable de allá abajo. Pero volvió a contemplar el cielo azul, las raudas golondrinas, el inmenso campo verde salpicado de flores -bibíes y macachines, cardos y borrajas- que relucían al sol, y todos sus temores desaparecieron para dar paso a un entusiasmo incontenible.

-¿Tú sabes trabajar, Chispita? ¿Tienes algún oficio? –le preguntó no obstante a la Lagartija. ·

-i Algún oficio, dices ¡Qué curioso eres, Piquín! ¿Y para qué deseas saber si tengo oficio?

--Porque puede ocurrir que, andando por ahí, lejos de nuestros padres, tengamos necesidad de ganarnos el sustento con nuestro propio trabajo alguna vez, ~no te parece~

-¡Ah, sí! Por lo visto has nacido previsor, ¿eh? Pues, para que lo sepas, soy ilusionista. Sé cambiar de color en un instante. Mira. .

Y uniendo la acción a la palabra, deslizóse zigzagueando Chispita hacia un pequeño matorral de pajas secas que había por allí cerca. De inmediato su hermoso traje verde se convirtió en amarillo.

Piquín la contemplaba boquiabierto de asombro.

·-¿No te ha bastado esta demostración? ¿Quieres que te haga otra? -le interrogó

Chispita, que evidentemente se sentía orgullosa de su hazaña.

Sin aguardar respuesta, pasó del matorral de pajas a otro de grisáceas plantas de marcela, situado un poco más lejos. Y, ante la mirada atónita de Piquín, el flamante vestido amarillo, se hizo gris.

-¡Eres maravillosa Chispita! -exclamó estupefacto el pequeño Tucutuco-.

-¿Quién te concedió la grada de poder cambiar de color con sólo proponértelo?- ¿Acaso fue algún hada o algún mago?

-No seas tan curioso. Se trata de un secreto de familia que me está prohibido revelar -dijo la Lagartija con aire de misterio-. ¿Y tú qué sabes hacer?

-Casitas subterráneas.

Es el oficio de todos los míos.

-¡Magnífico! Así tendremos refugio cuando llueva o cuando haga mucho frío.

-¿No te parece?

-Claro que sí. Las puedo construir en un instante.

-Eres admirable, Piquín. Pero vayámonos pronto, pues ardo en deseos de ver las maravillas que, según me ha contado mi viejo tío el Lagarto, existen en el mundo.

Piquín pensó de nuevo en sus padres, que sin duda continuarían durmiendo allá en el fondo de la oscura galería, y en sus pequeños hermanos, que acaso anduvieran buscándolo por todos los rincones, y tuvo pena de ellos.

Quiso decirle a Chispita que lo esperase un instante, que iba a bajar hasta su habitació y que volvía en seguida; pero ya la impaciente Lagartija lo había tomado de un brazo y lo arrastraba consigo por el campo, entonando una canción que él no tardó en aprender y acompañar, pues eran muy pegadizos y fáciles sus versos y su música:

A cantar me enseñó el viento

 y los juncos a danzar,

el arroyo a estar contento

y el camino a caminar.

Así, alegres y optimistas, iniciaron Piquín y Chispita su peregrinaje por aquel desconocido y misterioso mundo que tanto anhelaban ver, y donde les ocurrieron diversas aventuras que una tras otra habremos de ir narrando.


FUENTES
www.uruguayeduca.edu.uy
www.los-poetas.com


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