una Leyenda
del Folclore
Latino
americano
Braulio López conocido artísticamente como "Braulio López", nació el 26 de marzo de 1942 en el departamento de Treinta y Tres, Uruguay.
Fue un reconocido músico uruguayo que ganó renombre
como uno de los miembros del legendario dúo folclórico "Los
Olimareños".
El padre era rematador, y la madre cuidaba a los doce hijos.
Braulio fue
a la escuela en Pirarajá,
Lavalleja. Le gustaba tropear, y solía entonar canciones de Los Chalchaleros o
de Antonio Tormo en las reuniones familiares.
A los trece años, cuando trabajaba en una panadería,
cantó en el cumpleaños de un compañero.
El dueño de la panadería le
preguntó si se animaba a hacerlo en la radio, con su patrocinio.
Con el trío Libertad junto a
Ruben Aldabe y Néstor Lampe iba a CW 45, y cantaba un repertorio mayormente
compuesto por tangos.
En la década de 1960, conoció a su compañero musical y amigo, Pepe Guerra, con quien fundó Los Olimareños.
Aunque se conocían de vista, con José Luis («Pepe») Guerra, el
primer punto de contacto fue la
audición Bajo el alero de Don Cosme, de Carao
Peralta, donde ambos cantaban.
Luego compartieron el escenario
por primera vez en un festival.
Así cuenta Braulio cómo se conocieron
y se formaron Los Olimareños.
– Ambos somos del mismo departamento, Treinta y Tres, al Este del Uruguay. Ahí pasa el río Olimar y por eso a la gente de ahí se le dice Olimareño. Es una ciudad chica, con 48.000 habitantes, más o menos, pero siempre tuvo una actividad cultural fuerte.
Había tres teatros independientes, muchos cantores y poetas. Siempre fue un lugar muy fructífero y nosotros somos producto de eso. Un día se juntó toda la gente de la cultura y se hizo un festival grande en el Teatro Municipal Treinta y Tres, que aún existe.
A ese encuentro se lo llamó Paisajes del Mundo porque convivían varias formas artísticas, no solo del Uruguay. Hicimos canciones brasileras, otras españolas. Yo tenía mi programa en la CW 42 – Emisora Treinta y Tres, y ahí cantaba de todo. Pepe también tenía su espacio.
Cantaba hasta boleros en su programa, pero cuando nos juntamos, ya teníamos la idea de cantar canciones más folklóricas.
Entonces comenzamos en la misma radio. Un día vino un rematador muy conocido de la zona, una persona que tenía sus vínculos y entonces nos ofreció su patrocinio en la radio para que nosotros, los dos, hiciéramos una audición. Teníamos que conseguir un nombre o una cosa parecida que no fuera López-Guerra, o Guerra-López.
Surgió ahí la idea de los dos: los Olimareños,
como se llama a la gente de ese lugar. Nuestros primeros pasos fueron en
Treinta y Tres y en los pueblos chiquitos de por ahí.
Cuando ya eranalgo conocidos en el departamento se les dio por quemar las naves y se fueron para Montevideo. Ahí se abrió otro panorama. Hicieron contacto con el fenómeno de las murgas y de las llamadas de candombe, entonces empezaron a elaborar el repertorio que albergara todas esas formas de milonga, de canción murguística, de candombe.
Siempre fue como un tercer integrante del grupo, porque cuando empezaron con Los Olimareños, como característica del dúo, para anunciar los días que actuaban, la hora y lo demás, usában una zamba que había hecho Rubén Lena y que se llamaba La uñera, y que dice en su letra que la única tierra propia que tiene el pobre es la que está debajo de sus uñas cuando trabaja. Ese tema se hizo muy conocido y ellos lo tomaron como característico. Cuando se anunciaba el programa de Los Olimareños empezaban cantando esa canción de Lena.
Rubén siempre estuvo vinculado a ellos y ellos a él porque eran de la misma ciudad y siempre nos veíamos. Él era maestro, después fue director del instituto magisterial de Treinta y Tres. Siempre estuvo ligado a la educación.
El dúo se fue formando en una especie emblemática. A partir de la huella que trazaron ellos aparecieron otros dúos como Labarnois y Carrero, por ejemplo, también Los Yucará, todos en esa línea.
Una de las conjunciones más felices en la historia de la música uruguaya se dio en el departamento de Treinta y Tres a comienzo de los años sesenta, cuando Rubén Lena (1925-1995), Víctor Lima (1921-1969), Braulio López y José Luis «Pepe» Guerra entre- lazaron su labor. Por supuesto que el terreno de cultivo de esta contundente combinación es más complejo. Esto se ve en la cantidad de artistas de todos los rubros que existían en el departamento, incluyendo la anónima escuela de los guitarreros locales.
Para los estudiosos de la pedagogía musical
debe dar mucho que pensar el
hecho de que Rubén Lena,
reconocido como uno de los compositores más importantes del
continente, no hubiera pasado la prueba de ningún conservatorio, si de
cantar o tocar la guitarra se tratase. Y también es un «enigma» -al decir de
Lena- la personalidad de un Víctor Lima
que llega a Treinta y Tres desde su Salto natal a dar conferencias sobre poesía
española y empieza a quedarse mientras canta en las escuelas a capela y se
visita con Lena.
Lena observa la dedicación de
Lima para trabajar sus textos y admira la poética de sus zambas «uruguayizadas»
y de sus milongas. Y seguramente también admira sus novedosas búsquedas con el
candombe, su intención de componer canciones para que los niños cantasen en las
escuelas o sus polcas de humor pueblerino.
Más jóvenes que ellos, desde la «vuelta de la esquina» se suman Los
Olimareños, que serán sus traductores musicales, forjadores de su propio perfil
musical y creadores ellos mismos de excelentes canciones.
Las guitarras, precisas, tocan
milonga «meta pulgar», lo que les da una sonoridad absolutamente uruguaya que
lleva a decir al maestro Atilio Rapat, cuando el dúo le pide consejo:
«Muchachos, eso del pulgar es sólo suyo, no lo cambien, porque es de
tierra adentro». Los punteos son
exactos, fáciles de tocar para un
guitarrista «medio», pero siempre con carácter.
Los Olimareños son el gran crisol
de la música popular uruguaya. Aunque criticados al comienzo por
alejarse de lo «folclórico», incorporan el candombe, la murga, el tango, además
de los géneros folclorísticos rurales y algunos ritmos latinoamericanos. Son ellos
quienes por primera vez graban candombe en guitarra, ritmo que van
perfeccionando hasta lograr una manera «socialmente útil» de rasguearlo -ya que la mayoría de los guitarristas la
adopta.
A Rubén Lena lo conocieron a través de Áscar «Laucha» Prieto, que era «una especie de sacerdote para toda la gurisada que se estaba formando, un consultor obligado, un referente ...», según palabras de López en una entrevista con Antonio Dabezies y Memo Reimann (publicada en Guambia en agosto de 2003).
Le dijeron que querían cantar cosas uruguayas y él los conectó con Lena. Quedaron prendados de su personalidad, de su humildad, «con tanta grandeza y tanta belleza en su poesía».
Interpretaban canciones de Lena y de Víctor Lima («el verdadero oficio de poeta, si existe, lo tenía él», apuntaba Guerra en una entrevista con Mauricio Ubal (publicada en Brecha en diciembre de 1986).
Los Olimareños fueron los
principales difusores de la obra de Lena y de Lima.
En 1962 Lena les dio una carta de recomendación para que se presentaran en El Espectador.
Luego de una prueba les
dieron un espacio en la fonoplatea, que en sus presentaciones se llenaba de
asistentes, y de cartas, pasteles y flores de admiradores. Grabaron los
primeros discos, hicieron giras por el interior, se presentaron en la televisión.
Pronto llegó la enorme popularidad.
En 1970, en dos canciones de su disco Cielo del 69 -«Al Paco Bilbao», de Lena, y «A mi gente», de José Carbajal- por primera vez una batería de murga suena en la música uruguaya fuera de Carnaval.
Un año después darán un nuevo
paso con el vanguardista disco temático Todos detrás de Momo - letras de Lena, músicas de Lena y
Olimareños-. Mención aparte merece la «serranera» impulsada por
Lena, quizás la única especie que nuestra historia registra con un creador
concreto.
El prestigio de Lena hace que los músicos la adopten y reproduzcan, dándole permanencia. Como si esto fuera poco, Los Olimareños, a través de contactos personales y opciones musicales, incorporan al repertorio uruguayo canciones de otras regiones, especialmente venezolanas.
En lo local, amplifican la difusión del
repertorio de colegas, haciendo versiones «modelo» de temas de Atan Gómez,
Marcos Velásquez, Pancho Viera, José Carbajal, Aníbal Sampayo, Héctor Numa
Moraes, entre otros.
Y están las voces. La forma de cantar de Braulio López ha sido imitada por cantores de todo el país. La «voz del Pepe Guerra» es mencionada hasta en letras de canciones («Que el letrista no se olvide», de Jaime Roos).
La «química» producida al ensamblarse ha creado una de las sonoridades más identificables de la historia uruguaya. Sorprende la precisión de las entradas, así como la capacidad para, juntas, expresar lo dramático, lo alegre, lo pícaro.
La riqueza de las
«segundas voces» que Pepe le hace a la
voz de la melodía, llevada generalmente por Braulio, darían para una tesis
universitaria.
Con sus guitarras y voces mueven el corazón y la cabeza, y las piernas. Y se podrían sumar innumerables pequeñas e importantes cosas, como el Uruguay cambiando expresiones como el «adentro» de las zambas por el «iah tololo!» de tantos temas. Y como nada fue casualidad, daría para un libro de «arte poética» lo que Rubén Lena fue manifestando sobre su creación en escritos y entrevistas. Dicen que a veces se alinean los planetas; parece que en Treinta y Tres se alinearon los artistas.
Con el golpe de Estado fueron prohibidos. Sobrevino el exilio.
En Uruguay las contradicciones sociales y políticas se desarrollaban en un acelerado proceso de agudización.
En
especial a partir de los años 1967 y 68, con el Presidente Jorge Pacheco Areco,
se acentuó el deterioro de la democracia republicana liberal, con clausura de
medios de prensa, Medidas Prontas de Seguridad, militarización de trabajadores
y un nivel de represión nunca antes visto en el país.
La sociedad uruguaya hervía: manifestaciones políticas, sindicales y estudiantiles, desarrollo de la guerrilla urbana, creciente politización de los militares.
Los Olimareños no
permanecieron ajenos a este contexto y se comprometieron activamente, de
acuerdo con sus convicciones. Participaban desde la canción militante en
importantes actos de masas, tanto en Uruguay como en Argentina, y hay
constancia de que, cuando se les requería su solidaridad, llegaron a cantar
ratuitamente aún en pequeños festivales.
Cuando finalmente se produjo el
golpe de estado, en 1973, el dúo estaba seriamente limitado para actuar y
censurado en la mayor parte de los medios de comunicación. "En Uruguay ya
nos habían prohibido antes del golpe de 1973, y después ya directamente no
pudimos trabajar, entonces empezamos a venir más seguido a la Argentina, hasta
el golpe de 1976, cuando tampoco se pudo hacer más nada", dijo Braulio.
En la madrugada del 27 de junio
de 1973, al producirse el golpe, entró a Radio Montecarlo una delegación de
militares, para anunciar desde la misma, la disolución del Parlamento. Los
recibió el Gerente de Programación, Nissan Sarkissián.
"Bueno, necesitamos música folklórica", le dijo el oficial mientras le extendía los textos. Sarkissián le contestó que tenía unos pocos discos disponibles a esa hora de la madrugada, porque la discoteca estaba cerrada.
"Tengo A Don José", respondió con cierta vacilación el periodista, convencido que era una banda de sonido que no iba a servir a los efectos de los comunicados militares. "Eso está muy bien", le dijo el militar a cargo del operativo. "Pero mire que tengo la versión de Los Olimareños", explicó Sarkissián. El soldado lo miró con aire de satisfacción y le respondió: "Tanto mejor".
Así fue que la cadena de las
Fuerzas Conjuntas irradió en su comunicado la canción de Ruben Lena,
interpretada por el dúo.
En plena dictadura, en 1974, Los
Olimareños pudieron editar aún dos discos: el original "Cantando por el
mundo" y la recopilación "Lo mejor de Los Olimareños";.
Ese año, al volver de su gira por
las islas del Pacífico tenían programadas tres presentaciones en el Teatro El
Galpón.
Actuaron el viernes y sábado, pero el domingo se les impidió cantar y se levantó la función, al parecer con el pretexto formal de que habían interpretado "Hasta siempre".
El 9 de diciembre de 1974 se prohibieron sus actuaciones, la difusión de sus temas en las radios y la tenencia de sus discos.
En Argentina, aún pudieron
grabar, en 1975, el estupendo álbum "Tierra negra", que años más
tarde sería reeditado en CD.
Después de su prohibición definitiva en Uruguay, Los Olimareños (aún residiendo en el país) concretaban algunas actuaciones en el exterior: en 1975 viajaron a Canadá y, hasta el golpe militar de marzo de 1976, continuaron con presentaciones en Argentina, país en el que Braulio fue detenido por un grupo comando del 3er Cuerpo de Ejército.
Así lo relata: "Yo estuve un año preso en Argentina, de marzo de 1976 a marzo de 1977.
Me agarraron en
Córdoba y estuve cinco meses en el Campo de la Ribera, y de ahí fui a la
penitenciaría militar de Córdoba, ya reconocido como preso legal. Después me
pasan a la Unidad 9 de La Plata y luego a Devoto, donde me dan la opción para
salir del país. Me llevaron a Ezeiza, y me embarqué para España".
El "delito" del que se
lo acusaba era divulgar canciones de protesta, como Los dos gallos, Cielo de
1969 y Hasta siempre.
Mientras tanto, Pepe Guerra no quería irse de Uruguay. En 1976 organizó unos recitales en el teatro "El Tinglado", jugando con el supuesto de que lo que estaba formalmente prohibido era el dúo y no sus integrantes por separado.
Pero en esa época sufrió el exilio interno: "En 1976, Braulio estaba preso y yo organicé unos recitales, a los que al principio no vino mucha gente porque había miedo. Pero después empezó a llenarse el teatro y los milicos me prohibieron. Vino uno y me dijo: "Usted no tiene que salir a la calle, porque es un símbolo que no queremos aquí en Uruguay. Usted no puede asistir al cine porque se le va a acercar gente a saludarlo".
Yo, como no sabía de qué iba a vivir y quería seguir en el Uruguay, le dije que podía dar clases de guitarra y el tipo me respondió: "¿Qué? ¿Usted hablando con gente? No señor, usted se queda quietito en su casa. Encima que le damos la libertad usted quiere hacerse ver por ahí". Era ridículo, pero tenían muy claro lo que era un cantor popular.
Ese año, Pepe grabó en los estudios Sondor su primer disco solista, con temas que había interpretado en los recitales en El Tinglado, disco que recién podría editarse en 1983.
Su título era el de uno de sus temas, de su autoría: "Ta'llorando", en el cual recuerda al Treinta y Tres de su infancia con su Olimar y sus montes, a los amigos que ya no están, a los que vagan sin consuelo por el mundo y termina repitiendo amargamente "Ay paisito, mi corazón ta'llorando"
En marzo del 77, apelando a una disposición para ciudadanos extranjeros presos en Argentina que les posibilitaba optar por irse del país, Braulio López es liberado y se marcha a España. Pepe, ante el acoso del régimen, que le impedía actuar y procurarse un medio de vida y también para reconstituir al dúo, debe finalmente optar por el exilio externo. Viaja a España y allí se reencuentra con Braulio. Se asentarían en ese país y al final de su estancia en el exterior en México, donde Pepe ocasionalmente se daría un gusto pendiente desde sus épocas juveniles: cantar con mariachis.
1079 en Sidney
Entre 1978 y 1983, seguidos especialmente por un público de miles de exiliados sudamericanos, Los Olimareños actúan en Alemania, Argelia, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, México, Nicaragua, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza y Venezuela.
Alternaron sus actuaciones profesionales con la participación permanente en
actos sociales y políticos solidarios, especialmente con Uruguay y otros países
latinoamericanos.
Durante el exilio editaron varios
discos en distintos países pero los que resaltaron, por tener temas nuevos,
fueron "Donde arde el fuego nuestro", grabado en Barcelona y editado
por primera vez en 1978 en México y "Araca", grabado en México poco
antes de regresar a Uruguay, donde se editó en el año 1984. Sus veinte años
como dúo se cumplieron estando lejos de su tierra.
En la década de 1980 nuevos aires comenzaban a soplar en Uruguay. Los militares sufrieron una tremenda derrota al ser plebiscitada con resultado negativo una reforma constitucional que institucionalizaba a la dictadura.
La población comenzaba a desafiar al miedo y lentamente las organizaciones sociales se reconstituían bajo otros nombres (PIT por CNT, ASCEEP por las organizaciones estudiantiles, etc.), los partidos políticos se reorganizaban, comenzaron las caceroleadas, resurgió el Canto Popular con nuevos autores e intérpretes, etc. Volvieron al final de la dictadora cívico militar.
A principios de 1984, Los Olimareños fueron los primeros artistas populares en ser desproscriptos para la difusión pública de sus canciones, inaugurando una lista que sería ampliada después con Alfredo Zitarrosa, Aníbal Sampayo, Héctor Numa Moraes, Daniel Viglietti, etc.
El 31 de marzo, Alfredo
Zitarrosa, quien desde hacía meses estaba residiendo en Argentina, había vuelto
a Uruguay.
1972
Los Olimareños también hicieron
escala en Buenos Aires, donde el 11 de mayo actuaron en el miniestadio de Obras
Sanitarias, recibidos apoteósicamente por uruguayos residentes en Argentina,
compatriotas que viajaron especialmente y muchos argentinos (entre los que tuve
la suerte de contarme).
Luego de varios temas, el público
les solicitó muy insistentemente que cantasen "Hasta siempre".
Braulio y Pepe dudaron, porque era un tema muy comprometido para quienes tenían
planeado regresar a Uruguay, donde aún estaban en el poder los militares.
Cuando la presión de la gente se les hizo insostenible, un espectador los
"salvó", pidiendo un tema sin connotaciones políticas directas:
"Angelitos negros". Sonrieron aliviados y comenzaron a ejecutarlo
pero, en medio de los nervios del momento, Pepe se equivocó en el punteo
introductorio y debieron recomenzarlo, hasta que ambos olvidaron la letra y
debieron interrumpirlo. No eran tan sencillas las condiciones del regreso.
Finalmente, el 18 de mayo, se
produjo el hecho largamente anhelado. Aterrizaron en el Aeropuerto
Internacional de Carrasco en Uruguay, donde los esperaban personalidades de
diferentes ámbitos, familiares y amigos, que los levantaron en andas.
Del aeropuerto fueron
directamente al Estadio Centenario, en una caravana de vehículos con un
recorrido emocionante.
A su regreso la lluvia no amedrentó a las miles de personas que el 18 de mayo de 1984 recibieron al dúo en el aeropuerto y en el Estadio Centenario.
La gente estaba volcada en las
calles con banderas y carteles, para acercarse a sus ídolos y trasmitirles su
cariño.
En el estadio brindaron un
recital a 50.000 personas, que bajo la lluvia los escucharon y vitorearon después
de diez años.
Ese recital, donde predominaron
los afectos frente a la calidad artística, se recogió en un disco ("Si
este no es el Pueblo, el Pueblo ¿dónde está?", cuyos derechos Los
Olimareños no aprovecharon. En la contratapa de la primera edición plantearon:
"Como consideramos que este disco es patrimonio del pueblo, todos los
derechos que el mismo produzca serán destinados a las necesidades más urgentes
del pueblo uruguayo ..., al cual pertenecen". Entre otras anécdotas que
muestran la seguidilla de equivocaciones que la emoción produjo en todos, hasta
quien diagramó las tapas "metió la pata" mientras lo hacía y consignó
dos temas en un orden diferente al que tuvieron en la realidad y en el vinilo.
El dúo siguió activo hasta 1990, cuando resolvieron separarse.
Cada uno siguió su propia carrera musical. Los Olimareños se reunieron en el mismo
estadio, en los dos grandes conciertos del 8 y el 9 de mayo de 2009.
Ese mes fueron nombrados ciudadanos
ilustres de Montevideo.
Los Olimareños se convirtieron en una referencia importante dentro del panorama musical uruguayo y latinoamericano.
Su música, influenciada por las tradiciones folclóricas
uruguayas, abordaba temas como la justicia social, los derechos humanos y la
solidaridad, resonando con el público de la época y generando un impacto
duradero en la escena musical.
A lo largo de su carrera, Los
Olimareños lanzaron numerosos álbumes que se convirtieron en clásicos del
folclore latinoamericano. Temas como "La Cumparsita", "A Don
José", "El violinista", entre muchos otros, se convirtieron en
himnos para varias generaciones. La combinación de las voces de Braulio y Pepe,
junto con sus habilidades instrumentales, hizo de Los Olimareños un dúo
inolvidable y querido por el público.
Tras la separación, Braulio López continuó su carrera como solista, pero siempre manteniendo vivo el legado de Los Olimareños a través de su música y sus actuaciones en vivo.
Los Olimareños dejaron un legado perdurable en la música latinoamericana. Su compromiso con las causas sociales y su habilidad para transmitir emociones a través de su música lo convirtieron en una figura venerada tanto por sus colegas como por el público en general.
En el año 2012 en una emotiva actividad, Fundación Fucac, Grupo Planeta y Municipio B presentaron
en La Colmena el primer libro del ex olimareño Braulio López, denominado
"Entre Andanzas y Recuerdos".
En
"Entre andanzas y recuerdos" Braulio intenta compartir con su pueblo
una parte de sus recuerdos de casi cinco décadas de canto y de recorrer los más
diversos escenarios, llevando en su voz y en su guitarra el mensaje y la música
de los grandes creadores de nuestro suelo.
Sus
experiencias con otras reconocidas figuras internacionales, la cárcel, el
exilio, sus reflexiones sobre la creación poética y musical, y hasta un rasgo
de humor vivificante, hacen a este libro indispensable para conocer a uno de
los más representativos artistas uruguayos.
DISCOGRAFÍA
Los Olimareños (1963, Antar)
Los Olimareños en París (1964,
Antar)
De Cojinillo (1965, Gold Laut)
Quiero a la sombra de un ala
(1966)
Canciones con contenido (1967,
Producciones Tucumán)
Estrofas de amor (1968,
EMI-Odeón)
Nuestra razón (1969, Orfeo)
Cielo del 69 (1970, Orfeo)
Todos detrás de Momo (1971,
Orfeo)
¡Qué pena! (1972, Orfeo)
Del templao (1972, Orfeo)
Rumbo (1973, Orfeo)
Los Olimareños (1973)
¿No lo conoce a Juan? (1973)
Cantar opinando (1973)
Cantando por el mundo (1974,
Orfeo)
Tierra negra (1975)
La niña de Guatemala (1976)
Junto al Jagüey (1976)
Los Olimareños de Uruguay (1977)
Donde arde el fuego nuestro
(1978, Foton)
Donde arde el fuego nuestro
(1979, Interdis)
Yacumenza (1981)
20 años (México) (1982)
20 años (Ecuador) (1983)
Los Olimareños (Serie inolvidable
vol. 1 y 2) (1983)
Donde arde el fuego nuestro
(1984, Ceibo)
Araca (1984, Interdis)
Sembrador de abecedario (1984)
Cielito del Olimar (1984, Sondor)
Si éste no es el pueblo (1984,
Ceibo)
Los orientales (1984)
Los Olimareños en Nueva York
(1984)
Orejano (1985)
Los Olimareños en Ecuador (1985)
25 años (1987)
Los Olimareños no Brasil (1987)
Canciones ciudadanas (1988,
Orfeo)
Por siempre Los Olimareños.
Reencuentro Vol. 1 y 2 (2009)
COMO SOLISTA
Pa' alumbrar los corazones (Orfeo
91170-4. 1992)
Por la vuelta (1994)
Un dulce nombre (1996)
Evocación (Ayuí / Tacuabé
op14902. 1997)
Del mismo pago (junto a Ruben
Aldave. Ayuí / Tacuabé ae217cd. 1999)
Solos y juntos (álbum doble,
junto a Julio Victor Gonzalez "El Zucará". Bizarro Records 2587-2.
2001)
Desalojo (junto a Julio Victor
Gonzalez "El Zucará". Bizarro Records 2835-2 2002)
Mundo (Bizarro Records 3135-2.
2004)
El rescoldito (Bizarro Records.
2007)
FUENTES
https://cantopopularsobretodouruguayo.blogspot.com/
https://www.carasycaretas.com.uy/
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