Diego Rodríguez de Silva y Velázquez - conocido como Diego Velázquez - nació según la mayoría de los estudiosos del tema, el 5 de junio de 1599, en Sevilla, España.
Sus padres fueron Juan Rodríguez de Silva, nacido en Sevilla, aunque de origen portugués (sus abuelos paternos Diego Rodríguez y María Rodríguez de Silva se habían establecido en la ciudad procedentes de Oporto) y Jerónima Velázquez, sevillana de nacimiento.
Se habían casado en la misma iglesia de San Pedro el 28 de diciembre de 1597.
Diego, el primogénito, sería el mayor de ocho hermanos.
Velázquez, como su hermano Juan, también «pintor de imaginería», adoptó el apellido de su madre según la costumbre extendida en Andalucía, aunque hacia la mitad de su vida firmó también en ocasiones «Silva Velázquez» utilizando el segundo apellido paterno.
En el año 1611 entra como aprendiz en el taller del pintor Francisco Pacheco.
Diego mostró desde muy pequeño su talento como dibujante y aprendiendo tan vertiginosamente el sutil arte de los colores que Pacheco no osó torcer su genio y lo condujo con suavidad por donde la inspiración del joven lo llevaba.
Las escenas de carácter costumbrista no son muy habituales en el Barroco español. Sevilla era el puerto más importante de la España del siglo XVII y por allí entraba un buen número de obras de arte encargadas por la numerosa colonia flamenca e italiana.
Obra perteneciente a la etapa sevillana de Velázquez en la que la influencia de Caravaggio y el Naturalismo Tenebrista es más marcada.
En el año 1618 se casa con Juana Pacheco, hija de su maestro.
El viejo pintor decidió concederle la mano de su hija Juana a su aventajado alumno de diecinueve años.
Las razones que le decidieron a favorecer este matrimonio después de cinco años de educación y enseñanza fueron que admiraba mucho a Diego por sus virtudes y por la confianza que tenía en su futuro por de su natural y gran genialidad en la pintura.
Juana, tenía apenas 15 años pues había nacido el 1 de junio de 1602.
Pinta La vieja friendo huevos (National Gallery, Edimburgo)
En el año 1619 nace en Sevilla su hija Francisca, bautizada el 18 de mayo.
En 1620 Pintó Dos hombres a la mesa
La escasez de escenas de carácter costumbrista en el Barroco español hace que estas obras velazqueñas adquieran una mayor importancia.
En el año 1621 nace su segunda hija Ignacia, bautizada el 29 de enero.
Ese año pinta El aguador de Sevilla (Colección Wellington, Londres).
En 1622 se traslada a Madrid ya que Sevilla se le hizo pequeña a Velázquez e intentó ganar una colocación en la corte, donde se había instalado recientemente Felipe IV, rey de pocas luces diplomáticas aunque muy aficionado a las artes y que con el tiempo llegaría a sentir por el pintor una gran devoción y hasta una rara necesidad de su compañía.
En el año 1623 poco más tarde, los amigos de Pacheco, principalmente Juan de Fonseca, que era capellán real y había sido canónigo de Sevilla, consiguieron que el conde-duque de Olivares llamase a Velázquez para retratar al rey.
Todo indica que el joven monarca, seis años menor que Velázquez, que había recibido clases de dibujo de Juan Bautista Maíno, supo apreciar de inmediato las dotes artísticas del sevillano.
En el año 1624 pinta Doña Antonia de Ipeñarrieta
Sobre la fecha de realización de este retrato se barajan varias hipótesis: bien podría estar realizado en 1624 - fecha en la que Doña Antonia enviuda por primera vez - o en 1632 - año en el que vuelve a enviudar de Don Diego del Corral y Arellano, al que también retrata Velázquez -.
En el año 1627 el rápido crecimiento de Velázquez provocó el resentimiento de los pintores más veteranos, como Vicente Carducho y Eugenio Cajés, que lo acusaban de ser sólo capaz de pintar cabezas.
El ganador sería elegido para pintar el lienzo principal del Salón Grande del Real Alcázar de Madrid. El motivo del cuadro era La expulsión de los moriscos de España. El jurado, presidido por Juan Bautista Maíno, entre los bocetos presentados declaró vencedor a Velázquez.
Entre los años 1629 y 1631 realiza se primer viaje a Italia. Visita Génova, Milán, Venecia, Florencia y Roma.
El heredero de la corona de España aparenta tener unos cuatro años de edad, existiendo una diferencia de tres años con el retrato en el que aparece con su enano.
En el año 1633 trabaja en la decoración del Salón de los Reinos del Palacio del Buen Retiro. De las distintas obras que preparó para el salón, destaca La rendición de Breda (Museo del Prado, Madrid).
En 1638 se ocupa de la decoración de la torre de la Parada, un pabellón de caza situado en el Pardo, para el que pinta diversos retratos de cortesanos en traje de caza.
Quizá sea éste uno de los retratos femeninos más atractivos de los pintados por Velázquez debido a la sensualidad con la que se representa a la modelo.
En el año 1640 su intensa producción disminuyó drásticamente, y ya no se recuperó en el futuro.
En el año 1643 pinta La Costurera.
El aspecto inacabado de esta brillante imagen provoca que sea una de las más discutidas de Velázquez, especialmente en cuestión de la datación.
1643 Velázquez ocupó el puesto de Ayuda de Cámara, que suponía el máximo reconocimiento de los favores reales, dado que era una de las personas más próximas al monarca.
Después de este nombramiento, se sucedieron una serie de desgracias personales, la muerte de su suegro y maestro Francisco Pacheco, el 27 de noviembre de 1644, sumadas a las acontecidas en la corte: caída del poder del valido del rey, el Conde-Duque de Olivares, que había sido su protector; la muerte de la reina Isabel en 1644; y la defunción del príncipe Baltasar Carlos, a los 17 años de edad; que con las rebeliones de Cataluña y Portugal, y las derrotas de los tercios españoles en la batalla de Rocroi, harían de estos unos años difíciles también para Velázquez.
1649 El 21 de enero se embarca con una pequeña flota en dirección a Génova, permaneciendo en Italia hasta mediados de 1651, con el fin de adquirir pinturas y esculturas antiguas para el rey.
También debía contratar a Pietro da Cortona para pintar al fresco varios techos de estancias que se habían reformado en el Real Alcázar de Madrid.
Al no poder comprar esculturas antiguas tuvo que conformarse con encargar copias en bronce mediante vaciados o moldes obtenidos de originales famosos. Tampoco pudo convencer a Pietro de Cortona para realizar los frescos del Alcázar, y en su lugar contrató a Angelo Michele Colonna y Agostino Mitelli, expertos en la pintura de trampantojo.
Este trabajo de gestión, más que el propiamente creativo, le absorbió mucho tiempo; viajó buscando pinturas de maestros antiguos, seleccionando esculturas antiguas para copiar y obteniendo los permisos para hacerlo. Otra vez realizó un recorrido por los principales estados italianos en dos etapas: la primera le llevó hasta Venecia, donde adquirió obras de Veronés y Tintoretto para el monarca español
La pertenencia a la Congregación de los Virtuosos le daba derecho a exponer en el pórtico del Panteón el 19 de marzo, día de San José, donde expuso su retrato de Juan Pareja (Museo Metropolitano de Arte de Nueva York).
El retrato más importante que pintó en Roma fue el del Papa Inocencio X. Gombrich considera que Velázquez debió sentir el gran reto de tener que pintar al papa, y sería consciente al contemplar los retratos que Tiziano y Rafael realizaron a anteriores papas, considerados obras maestras, que sería recordado y comparado con estos maestros. Velázquez, de igual forma, hizo un gran retrato, interpretando con seguridad la expresión del papa y la calidad de sus ropas (Galleria Doria Pamphili, Roma)
1651 En junio regresó a Madrid con numerosas obras de arte.
Poco después, Felipe IV lo nombró Aposentador Real, lo que le encumbró en la corte y añadió fuertes ingresos que se sumaron a los que ya recibía como pintor, ayuda de cámara, superintendente y en concepto de pensión. Aparte recibía las cantidades estipuladas por los cuadros que realizaba.
Considerado como uno de los mejores entre los realizados por Velázquez, este retrato de la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, se suele fechar hacia 1652-53. Viste la soberana traje de color negro y plata, adornado con lazos rojos en las muñecas y en la peluca. Ese mismo color también aparece en el tocado de plumas, el cortinaje, el tapete de la mesa y el sillón sobre el que apoya su mano derecha, sillón al que Mariana tiene derecho por su categoría de reina. El reloj dorado en forma de torre que vemos detrás de ella subraya dicha categoría real y marca la exactitud en el cumplimiento de sus deberes.La postura de la modelo y la pincelada suelta empleada por el maestro son características de esta etapa velazqueña, obteniéndose un retrato sencillo pero a la vez elegante y majestuoso. El rostro excesivamente maquillado, en el que centra su atención el pintor, marca el gesto triste que acompañaría a esta mujer durante toda su vida, al no sentirse cómoda en la corte española, cuya rígida etiqueta era difícil de soportar para las soberanas. El lienzo formaba pareja con el retrato de Felipe IV con un león a los pies, también en el Museo del Prado.
1656 57 Sus cargos administrativos le absorbieron cada vez más, incluido el de Aposentador Real, que le quitaron gran cantidad de tiempo para desarrollar su labor pictórica. Aun así, a este periodo corresponden algunos de sus mejores retratos y sus obras magistrales Las Meninas (Museo del Prado, Madrid).y Las hilanderas.
1659 Pinta el retrato de la infanta Margarita María.
La infanta Margarita María estaba prometida desde su nacimiento a su primo Leopoldo de Austria, quien llegaría a ser emperador. Ese compromiso motivaría el envió de numerosos retratos de la joven infanta a la corte de Viena para apreciar su crecimiento. Así encontramos uno con dos años, otro con aproximadamente cinco y éste que contemplamos, posiblemente enviado a Viena en 1659, cuando la infanta contaría con 9 años. Margarita ha perdido la gracia y belleza de los primeros retratos para tomar el gesto característico de la familia Habsburgo; viste un traje de raso en tonos azules y platas con el guardainfante característico de la moda y las mangas acuchilladas. Una gruesa cadena de oro que cruza su pecho en bandolera y una delicada gargantilla adornan el conjunto, apreciándose en el fondo un escritorio con un león dorado. El rubio cabello suelto se adorna con un lazo azul, en sintonía con el que encontramos en el pecho y en los laterales del vestido. La pincelada rápida, aparentemente imprecisa, domina la composición, creando insuperables aspectos atmosféricos, cromáticos y lumínicos, aplicando el óleo a través de pequeños toques que le sitúan como el mejor precedente del Impresionismo.
1659 Se le concede la Orden de Santiago. Habiendo sido rechazado anteriormente a instancias del rey, el papa Alejandro VII dictó un breve apostólico el 9 de julio de 1659, ratificado el 1 de octubre, otorgándole el permiso solicitado, y el rey lo nombró la hidalgo el 28 de noviembre, venciendo así la resistencia del Consejo de Órdenes, que en la misma fecha concedió a Velázquez el ansiado título.
En 1660 el rey y la corte acompañaron a la infanta María Teresa a Fuenterrabía, cerca de la frontera francesa, donde se encontró con su nuevo esposo Luis XIV.
CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA
Las características más peculiares y representativas de la pintura de Velázquez son:
Empleo de la perspectiva aérea.
Profundidad.
Pintura "alla prima", es decir, sin realización de bocetos. Por ello, las correcciones las hacía sobre la marcha y se nota en los numerosos "arrepentimientos" en sus cuadros.
La obra de Diego Velázquez es divisible en dos etapas: la sevillana y la madrileña
ETAPA SEVILLANA (1599-1623)
En esta fase, Velázquez tuvo como maestro a Pacheco. Con él aprendió a ser un gran dibujante y a organizar las composiciones. Las primeras obras que realizó pertenecen al tenebrismo (tendencia italiana que procede de Caravaggio). Las características de esta corriente son:
Realismo.
Contrastes de luz.
Composición diagonal.
Los temas que Velázquez pintó en esta primera etapa son religiosos y también populares, extraídos de la vida cotidiana.
Las obras más importantes son:
En esta pintura, gran parte del escenario está oscuro y sólo ilumina la parte del mismo que quiere destacar. Se trata, por tanto, de un cuadro de estilo tenebrista, realista y composición diagonal.
Recuerda a un bodegón (con abundancia de naturaleza muerta). Sorprende su exquisito realismo, sobre todo al representar el material en que están hechos los objetos. También es una obra tenebrista.
El Aguador de Sevilla
Obra de nuevo muy tenebrista y de gran realismo, como se aprecia en las calidades de los objetos.
Bodegón a lo divino
Representa una escena de la vida cotidiana con gran realismo y en el fondo Marta y María con Cristo.
Con estas primeras obras alcanza un gran prestigio entre la nobleza sevillana lo que le permite catapultarse e instalarse en el Madrid de los Austrias.
ETAPA MADRILEÑA (1623- 1660)
Se trata de la etapa más amplia de la vida y obra de Velázquez que a su vez tiene distintas fases.
Inicialmente, desde 1623 a 1629 se emplea como pintor de cámara de Felipe IV y a medida que pasa el tiempo consigue mejores trabajos. En este periodo continúa su formación como pintor, tomando como referencia las galerías pictóricas de la Corte madrileña. Además, en esta etapa conoce al genio flamenco Rubens.
Las obras de esta primera etapa son:
Los Borrachos
se trata de un tema mitológico protagonizado por el dios Bacco. En este cuadro, Velázquez abandona casi totalmente el tenebrismo ya que distribuye la iluminación por todo el escenario.
Bacco está sentado y destaca por su posición, por su desnudo, por la luz, por la corona de hojas de vid...
Se representan las tres etapas de la borrachera gracias a las expresiones de los personajes.
Entre 1629 y 1631 pasa una larga estancia en Italia aconsejado por Rubens. Allí aprende mucho de la obra de los grandes pintores renacentistas y barrocos italianos.
Fruto de este periodo son sus obras:
La túnica de José
Aquí el pintor sevillano trata un tema religioso del Antiguo Testamento en que los hermanos de José muestran su túnica engañando a su padre.
En este cuadro, Velázquez aplica un magnífico estudio de la anatomía humana. Se piensa que tal virtud pudo estar influida por la obra de Miguel Ángel.
Se trata de una escena de interior con una ventana que muestra el paisaje con perspectiva aérea.
La Fragua de Vulcano
Tema mitológico cuyo protagonista es Vulcano, al que representa como dueño de una fragua con sus compañeros, que están confeccionando una armadura para el Dios de la guerra: Marte. El cuadro plasma el momento en que Apolo llega a contarle a Vulcano que su esposa le es infiel con Marte.
Salvo Apolo que es el personaje destacado, el resto es representado de una manera muy cotidiana con un taller artesano de gran realismo. De nuevo, Velázquez da muestras de una completo dominio de la anatomía humana.
En 1631 Diego Velázquez regresa a España permaneciendo hasta 1649. Se trata de una fase prolífica en que realiza numerosas obras.
Las Lanzas o la Rendición de Breda
Relata una victoria real en la guerra de los 30 años en que se elogia a la paz, puesto que los vencedores tratan con respeto y cortesía a los vencidos.
Se trata de una escena al aire libre con gran profundidad, donde aparece ardiendo la ciudad de Breda.
En primer plano aparecen los dos ejércitos (españoles y holandeses) y los caballos actúan como paréntesis de la escena.
Es en estos años cuando realiza muchos retratos en la Corte: el rey, su hijo, su valido... y también de los bufones.
Retrato de Felipe IV
Pinta al rey teniendo como fondo la Sierra de Guadarrama. El caballo está en corbetta, levantando sus patas delanteras y apoyado en las traseras. Emplea perspectiva aérea en el paisaje.
Retrato del Conde Duque de Olivares
De nuevo el fondo es la Sierra de Guadarrama. Lo magistral de esta obra es su captación psicológica excepcional. De nuevo el caballo aparece en corbetta creando una línea diagonal que genera sensación de movimiento.
Retrato del príncipe Baltasar Carlos
Retrata al niño en un paisaje al aire libre con una gran exactitud en la representación del rostro del niño. En este caso, sitúa al caballo de frente.
Representa al príncipe con atuendo de caza acompañado de dos perros.
Don Sebastián de Morra
Velázquez representa al bufón de manera muy realista y con gran riqueza de colorido. El personaje está sentado, rodeado por un espacio muy amplio y mirando de frente al observador.
El Niño de Vallecas
De nuevo es un retrato muy realista. Pinta al niño en gesto perdido y con las pierna en escorzo. Predominan los tonos verdosos.
También hace retratos que hacen referencia al mundo clásico:
Retrato de Esopo
Se representa a un anciano con un libros y vestimentas de color marrón.
Cristo crucificado
Fue una donación real para el Convento de San Plácido. Es una excelente obra, de gran tenebrismo donde aparece muy iluminado Cristo en contraste con la oscuridad del resto. Su cuerpo es bellísimo, idealizado, con belleza clásica.
Velázquez realiza un segundo viaje a Italia en 1649 al encargarle el rey Felipe IV la adquisición de pinturas italianas. Va a permanecer en el país trasalpino durante dos años. Allí realiza varias obras:
Retrato de Juan de Pareja
Velázquez retrató a su esclavo, Juan de Pareja, que luego sería liberado y convertido en un gran pintor discípulo del propio Velázquez. El personaje aparece con expresión inteligente y viva mirando al observador. En el cuadro predominan tonos verdosos y blancos.
Velázquez demuestra un dominio total de la luz, pintando con pinceladas sueltas que anticipan el impresionismo.
Retrato del Papa Inocencio X
Es un encargo del propio Papa donde además de la maestría en el tratamiento de la luz, destaca el estudio psicológico del personaje.
Paisajes de la Villa Medicci
Aparecen dos figuras pequeñas enmarcadas en el paisaje. El maestro emplea aquí una pincelada muy suelta anticipándose en dos siglos al impresionismo.
En 1651 regresa de nuevo a España. Entre las obras que realiza en esta última etapa de su vida, están las más importantes (sus tres grandes obras).
Venus del espejo
es un tema mitológico en que Velázquez pinta a la diosa Venus de espaldas y acostada sobre una cama o diván, percibiéndose el peso de su cuerpo. Venus es representada mirándose en un espejo que sujeta Cupido. Se trata de uno de los desnudos femeninos más bellos de la historia de la pintura.
Las hilanderas
De nuevo se trata de un tema mitológico que representa la disputa entre Atenea y una joven tejedora llamada Aracne.
En primer plano aparecen las hilanderas.
La composición es simétrica, dotada de gran realismo y movimiento, que se aprecia en la sensación de rotación de la rueca. También es una obra maestra en el tratamiento de la luz.
Las Meninas, La Familia de Felipe IV
Autor: Velázquez
Fecha: 1656
Museo: Museo del Prado
Dimensiones: 318 x 276 cm.
Material: Oleo sobre lienzo
Las Meninas es la obra más famosa de Velázquez. Fue pintada por el genial artista sevillano en 1656, según Antonio Palomino, fecha bastante razonable si tenemos en cuenta que la infanta Margarita nació el 12 de julio de 1651 y aparenta unos cinco años de edad. Sin embargo, Velázquez aparece con la Cruz de la Orden de Santiago en su pecho, honor que consiguió en 1659. La mayoría de los expertos coinciden en que la cruz fue pintada por el artista cuando recibió la distinción, apuntándose incluso a que fue el propio Felipe IV quien lo hizo.
La estancia en la que se desarrolla la escena sería el llamado Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid, estancia que tenía una escalera al fondo y que se iluminaba por siete ventanas, aunque Velázquez sólo pinta cinco de ellas al acortar la sala. El Cuarto del Príncipe estaba decorado con pinturas mitológicas, realizadas por Martínez del Mazo copiando originales de Rubens, lienzos que se pueden contemplar al fondo de la estancia.
Las opiniones sobre qué pinta Velázquez son muy diversas. Soehner, con bastante acierto, considera que el pintor nos muestra una escena de la corte. La infanta Margarita llega, acompañada de su corte, al taller de Velázquez para ver como éste trabaja.
Pero el verdadero misterio está en lo que no se ve, en el cuadro que está pintando Velázquez.
Algunos autores piensan que el pintor sevillano está haciendo un retrato del Rey y de su esposa a gran formato, por lo que los monarcas reflejan sus rostros en el espejo.
Carl Justi considera que nos encontramos ante una instantánea de la vida en palacio, una fotografía de cómo se vivía en la corte de Felipe IV.
Ángel del Campo afirma que Velázquez hace en su obra una lectura de la continuidad dinástica. Sus dos conclusiones más interesantes son las siguientes: las cabezas de los personajes de la izquierda y las manchas de los cuadros forman un círculo, símbolo de la perfección.
Jonathan Brown piensa que este cuadro fue pintado para remarcar la importancia de la pintura como arte liberal, concretamente como la más noble de las artes.
La pincelada empleada por Velázquez no puede ser más suelta, trabajando cada uno de los detalles de los vestidos y adornos a base de pinceladas empastadas, que anticipan la pintura impresionista.
Pero lo que verdaderamente nos impacta es la sensación atmosférica creada por el pintor, la llamada perspectiva aérea, que otorga profundidad a la escena a través del aire que rodea a cada uno de los personajes y difumina sus contornos, especialmente las figuras del fondo, que se aprecian con unos perfiles más imprecisos y colores menos intensos.
ARTEHISTORIA
En noviembre de 1659 se
firmaba la Paz de los Pirineos con Francia y por ella se entregaba a Luis XIV
(el Rey Sol) la mano de la infanta María Teresa, hija menor de Felipe IV.
Como aposentador real, Diego Velázquez debía viajar con el séquito de la infanta para preparar sus nupcias en la isla de los Faisanes.
El pintor sevillano se ocupó
de preparar el alojamiento de la comitiva y de decorar con tapices el pabellón
donde se produciría el encuentro diplomático, el 7 de junio de 1660.
Tras jornadas muy duras que
hicieron mella en su salud, y ya en Madrid, el pintor enfermó de lo que
entonces se denominó "fiebre terciana sincopal minuta": posiblemente
viruela.
A las tres de la tarde del día
6 de agosto de 1660, tras recibir los santos sacramentos, Diego Velázquez
fallecía a los sesenta y un años, en la Casa del Tesoro de Madrid. Ocho días
después moría su mujer, Juana Pacheco.
Ambos fueron sepultados en la
desaparecida iglesia de San Juan Bautista, ubicada en la actual Plaza de
Ramales. Se trataba de una de las iglesias más antiguas de Madrid y contaba con
una capilla propiedad de la Orden de Santiago, en la que el matrimonio fue
enterrado.
Más tarde la iglesia sería
demolida para hacer una plaza.
Actualmente, si nos fijamos al
pasear por esta plaza, unas losas incrustadas en el suelo marcan el que debió
ser el perímetro exterior de la desaparecida iglesia. Además, una columna
rematada por una cruz de Santiago nos recuerda que los restos de Velázquez, si
aún existen, descansan bajo su pavimento.
Un siglo y medio después de la muerte de Velázquez, durante la estancia en Madrid de José Bonaparte, el Rey francés ordenó demoler numerosos edificios del centro de la ciudad para abrir plazas.
Una de las
víctimas de su reordenación urbanística fue la iglesia de San Juan Bautista, donde estaban los restos de Velázquez, con cuyo derribo se perdieron hasta hoy los restos del genio sevillano.
Actualmente, si nos fijamos al pasear por esta plaza, unas losas incrustadas en el suelo marcan el que debió ser el perímetro exterior de la desaparecida iglesia. Además, una columna rematada por una cruz de Santiago nos recuerda que los restos de Velázquez, si aún existen, descansan bajo su pavimento.
Fecha emisión: 1936
Tamaño: 21 x 25 milímetros
Valor: 50 céntimos
País: España
Formato: Vertical
Color: Verde oscuro
Valor: 80 cents.
Año: 1959
Formato: Vertical
Valor: 3ptas
Año: 1959
País: España
Formato: Horizontal
Color: verde
Valor: 5c
Año: 1938
El legado de Diego Velázquez
trasciende su época: fue un innovador técnico, un maestro del retrato y la
composición, y una fuente de inspiración inagotable para artistas de todos los
tiempos.
Diego Velázquez es considerado
uno de los más grandes maestros de la pintura universal y un pilar fundamental
del Siglo de Oro español.
Su legado en el arte abarca
tanto su impacto técnico y estilístico como su influencia en generaciones
posteriores de artistas.
Innovaciones técnicas y estilísticas
Realismo y emotividad:
Velázquez revolucionó el arte
con su realismo, logrando captar la esencia y la psicología de sus personajes,
no solo su apariencia física. Sus retratos, como los de la familia real y los bufones
de la corte, muestran una profundidad emocional inédita hasta entonces.
Maestría en el uso de la luz y
el color:
Introdujo el claroscuro en
España, inspirado en Caravaggio, y desarrolló una técnica de pincelada suelta y
visible que anticipó el impresionismo.
Perspectiva y composición:
Obras como Las Meninas son
estudios magistrales de la perspectiva y el espacio, involucrando al espectador
en la escena y cuestionando el rol del artista y del público.
Obras emblemáticas
Las Meninas:
Considerada una de las obras
más importantes del arte occidental, destaca por su complejidad simbólica, su
juego entre la realidad y la ilusión, y la inclusión del propio Velázquez en la
escena.
La rendición de Breda:
Ejemplo de su habilidad para
representar la dignidad y la emoción en escenas históricas.
Venus del espejo, retratos de la familia real y bufones: Demuestran su versatilidad y su capacidad para abordar distintos géneros y temas.
Influencia en el arte
posterior
Inspiración para grandes
maestros:
Artistas como Édouard Manet lo
llamaron el “pintor de pintores” y Salvador Dalí lo calificó como “el más
grande pintor que jamás ha existido”.
Su influencia es palpable en
la obra de Goya, Picasso (quien reinterpretó Las Meninas), Dalí y los
impresionistas franceses.
Precursor del realismo y del
arte moderno:
su manera de tratar la luz, la composición y la psicología de los personajes sentó las bases para el desarrollo de movimientos artísticos posteriores, desde el realismo hasta el surrealismo y el modernismo.
Vigencia y
reconocimiento
Figura central en la historia
del arte:
Sus obras se conservan en los
principales museos del mundo y siguen siendo objeto de estudio,
reinterpretación y admiración.
Legado atemporal:
Velázquez
desafió las normas de su tiempo y su arte sigue provocando reflexión sobre la
condición humana y el papel del artista. Su legado es un testimonio de la
potencia transformadora del arte.
http://www.artehistoria.jcyl.es
http://www.arteespana.com
http://es.wikipedia.org/
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