Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

domingo, 28 de diciembre de 2025

28 DE DICIEMBRE - PÍO BAROJA - CUENTOS

MARI BELCHA
(CUENTO)


Cuando te quedas sola a la puerta del negro caserío con tu hermanillo en brazos, ¿en que piensas, Mari Belcha, al mirar los montes lejanos y el cielo pálido?
Te llaman Mari Belcha, María la Negra, porque naciste el día de los Reyes, no por otra cosa; te llaman Mari Belcha, y eres blanca como los corderillos cuando salen del lavadero, y rubia como las mieses doradas del estío...
Cuando voy por delante de tu casa en mi caballo te escondes al verme, te ocultas de mí, del médico viejo que fue el primero en recibirte en sus brazos, en aquella mañana fina en que naciste.
¡Si supieras cómo la recuerdo! Esperábamos en la cocina, al lado de la lumbre. Tu abuela, con las lágrimas en los ojos, calentaba las ropas que habías de vestir y miraba el fuego pensativa; tus tíos, los de Aristondo, hablaban del tiempo y de las cosechas; yo iba a ver a tu madre a cada paso a la alcoba, una alcoba pequeña, de cuyo techo colgaban trenzadas las mazorcas de maíz, y mientras tu madre gemía y el buenazo de José Ramón, tu padre, la cuidaba, yo veía por las ventanas el monte lleno de nieve y las bandadas de tordos que cruzaban el aire.
Por fin, tras de hacernos esperar a todos, viniste al mundo, llorando desesperadamente. ¿Por qué lloran los hombres cuando nacen? ¿Será que la nada, de donde llegan, es más dulce que la vida que se les presenta?
Como te decía, te presentaste chillando rabiosamente, y los Reyes, advertidos de tu llegada, pusieron una moneda, un duro, en la gorrita que había de cubrir tu cabeza. Quizá era el mismo que me habían dado en tu casa por asistir a tu madre...
Y ahora te escondes cuando paso, cuando paso con mi viejo caballo. ¡Ah! Pero yo también te miro ocultándome entre los árboles; ¿y sabes por qué?... Si te lo dijera, te reirías... Yo, el medicuzarra que podría ser tu abuelo; sí, es verdad. Si te lo dijera, te reirías.
¡Me pareces tan hermosa! Dicen que tu cara está morena por el sol, que tu pecho no tiene relieve; quizá sea cierto; pero en cambio tus ojos tienen la serenidad de las auroras tranquilas del otoño y tus labios el color de las amapolas de los amarillos trigales.
Luego, eres buena y cariñosa. Hace unos días, el martes que hubo feria, ¿te acuerdas?, tus padres habían bajado al pueblo y tú paseabas por la heredad con tu hermanillo en brazos.
El chico tenía mal humor, tú querías distraerle y le enseñabas las vacas, la Gorriya y la Beltza, que pastaban la hierba, resoplando con alegría, corriendo pesadamente de un lado a otro, mientras azotaban las piernas con sus largas colas.
Tú le decías al condenado del chico: «Mira a la Gorriya.., a esa tonta.... con esos cuernos.... pregúntale tú, maitia: ¿por qué cierras los ojos, esos ojos tan grandes y tan tontos?... No muevas la cola.»
Y la Gorriya se acercaba a ti y te miraba con su mirada triste de rumiante, y tendía la cabeza para que acariciaras su rizada testuz.
Luego te acercabas a la otra vaca, y señalándola con el dedo, decías: «Ésta es la Beltza... Hum... qué negra... qué mala... A ésta no la queremos. A la Gorriya sí».
Y el chico repitió contigo: «A la Gorriya sí»; pero luego se acordó de que tenía mal humor y empezó a llorar.
Y yo también empecé a llorar no sé por qué. Verdad es que los viejos tenemos dentro del pecho corazón de niño.
Y para callar a tu hermano recurriste al perrillo alborotador, a las gallinas que picoteaban en el suelo, precedidas del coquetón del gallo a los estúpidos cerdos que corrían de un lado a otro.
Cuando el niño callaba, te quedabas pensativa. Tus ojos miraban los montes azulados de la lejanía, pero sin verlos; miraban las nubes blancas que cruzaban el cielo pálido, las hojas secas que cubrían el monte, las ramas descarnadas de los árboles, y, sin embargo, no veían nada.
Veían algo; pero era en el interior del alma, en esas regiones misteriosas donde brotan los amores y los sueños
Hoy, al pasar, te he visto aún más preocupada. Sentada sobre un tronco de árbol, en actitud de abandono, mascabas nerviosa una hoja de menta.
Dime, Mari Belcha, ¿en qué piensas al mirar los montes lejanos y el cielo pálido?
FIN
Pío Baroja

ANÁLISIS DEL CUENTO

En conjunto, el cuento parece explorar temas como la nostalgia, la atracción, la relación entre la juventud y la vejez, y la conexión con la naturaleza. La ambigüedad y los simbolismos permiten diversas interpretaciones, y el monólogo interno añade una capa de introspección emocional al relato.

Desde el punto de vista de la ambientación y descripciones la historia se desarrolla en un entorno rural, con referencias a un "negro caserío", montañas lejanas, y cielos pálidos. Estas descripciones crean una atmósfera evocadora de la vida en el campo. También hay referencias a la nieve, el fuego en la cocina, y otros elementos que contribuyen a la ambientación.

 Aparecen simbolismos en el nacimiento de Mari Belcha el día de Reyes y la colocación de un duro en su gorrita por los Reyes. El llanto al nacer y la reflexión sobre si la vida es más dura que la nada sugieren una exploración de la existencia y la condición humana.

Explora las relaciones interpersonales que se ven claramente en la relación entre Mari Belcha y el médico viejo que es ambigua. Aunque él la encuentra hermosa, ella se esconde al verlo. Hay un juego de escondite que podría simbolizar la tensión entre la juventud y la vejez, o la atracción y la evasión.

También se emplea la naturaleza y los animales como elementos que conectan a Mari Belcha con su entorno. La interacción con las vacas y otros animales refleja la inocencia y la conexión con la naturaleza.

El uso del diálogo en el cuento sirve para revelar la personalidad de Mari Belcha, su interacción con su hermano y su conexión con los animales. También muestra la simplicidad y la naturalidad en su forma de expresarse.

El autor también usa como recurso el monólogo interno del médico viejo, especialmente al recordar el nacimiento de Mari Belcha, añade profundidad a su personaje y revela sus pensamientos íntimos, incluyendo su nostalgia por el pasado.

El uso de preguntas retóricas, como la que cierra el cuento, invita a la reflexión y sugiere que hay aspectos más profundos en la vida de Mari Belcha que están más allá de la superficie.

EL 28 DE DICIEMBRE - CUENTO DE PÍO BAROJA

NOVELISTA ESPAÑOL DE LA GENERACIÓN DEL 98


Pío Baroja Nessi nació en San Sebastián el 28 de diciembre de 1872.
Fue un escritor español de la llamada Generación del 98 y médico profesión que ejerció por muy breve tiempo.


El reloj
[Cuento. Texto completo]
Pío Baroja

"Porque todos sus días, dolores, y sus ocupaciones,  molestias, aún de noche su corazón no reposa."
-Eclesiastés

Hay en los dominios de la fantasía bellas comarcas en donde los árboles suspiran y los arroyos cristalinos se deslizan cantando por entre orillas esmaltadas de flores a perderse en el azul mar. 
Lejos de estas comarcas, muy lejos de ellas, hay una región terrible y misteriosa en donde los árboles elevan al cielo sus descarnados brazos de espectro y en donde el silencio y la oscuridad proyectan sobre el alma rayos intensos de sombría desolación y de muerte.

Y en lo más siniestro de esa región de sombras, hay un castillo, un castillo negro y grande, con torreones almenados, con su galería ojival ya derruida y un foso lleno de aguas muertas y malsanas.

Yo la conozco, conozco esa región terrible. Una noche, emborrachado por mis tristezas y por el alcohol, iba por el camino tambaleándome como un barco viejo al compás de las notas de una vieja canción marinera. 

Era una canción la mía en tono menor, canción de pueblo salvaje y primitivo, triste como un canto luterano, canción serena de una amargura grande y sombría, de la amargura de la montaña y del bosque. Y era de noche. De repente, sentí un gran terror. Me encontré junto al castillo, y entré en una sala desierta; un alcotán, con un ala rota, se arrastraba por el suelo.

Desde la ventana se veía la luna, que ilumina a con su luz espectral el campo yerto y desnudo; en los fosos se estremecía el agua intranquila y llena de emanaciones. 
Arriba, en el cielo, el brillante Arturus resplandecía y titilaba con un parpadeo misterioso y confidencial. En la lejanía las llamas de una hoguera se agitaban con el viento. 
En el ancho salón, adornado con negras colgaduras, puse mi cama de helechos secos. 
El salón estaba abandonado; un braserillo, donde ardía un montón de teas, lo iluminaba. Junto a una pared del salón había un reloj gigantesco, alto y estrecho como un ataúd, un reloj de caja negra que en las noches llenas de silencio lanzaba su tictac metálico con la energía de una amenaza.

«¡Ah! Soy feliz -me repetía a mí mismo-. Ya no oigo la odiosa voz humana, nunca, nunca.»

Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.

La vida estaba dominada; había encontrado el reposo. Mi espíritu gozaba con el horror de la noche, mejor que con las claridades blancas de la aurora.

¡Oh! Me encontraba tranquilo, nada turbaba mi calma; allí podía pasar mi vida solo, siempre solo, rumiando en silencio el amargo pasto de mis ideas, sin locas esperanzas, sin necias ilusiones, con el espíritu lleno de serenidades grises, como un paisaje de otoño.

Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico. En las noches calladas una nota melancólica, el canto de un sapo me acompañaba.

-Tú también -le decía al cantor de la noche- vives en la soledad. En el fondo de tu escondrijo no tienes quien te responda más que el eco de los latidos de tu corazón.

Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.

Una noche, una noche callada, sentí el terror de algo vago que se cernía sobre mi alma; algo tan vago como la sombra de un sueño en el mar agitado de las ideas. 
Me asomé a la ventana. Allá en el negro cielo se estremecían y palpitaban los astros, en la inmensidad de sus existencias solitarias; ni un grito, ni un estremecimiento de vida en la tierra negra. Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.

Escuché atentamente; nada se oía. ¡El silencio, el silencio por todas partes! Sobrecogido, delirante, supliqué a los árboles que suspiraban en la noche que me acompañaran con suspiros; supliqué al viento que murmurase entre el follaje, y a la lluvia que resonara en las hojas secas del camino; e imploré de las cosas y de los hombres que no me abandonasen, y pedí a la luna que rompiera su negro manto de ébano y acariciara mis ojos, mis pobres ojos, turbios por la angustia de la muerte, con su mirada argentada y casta.

Y los árboles, y la luna, y la lluvia, y el viento permanecieron sordos. Y el reloj sombrío que mide indiferente las horas tristes se había parado para siempre.

FIN

ANALISIS DEL CUENTO

El cuento EL RELOJ presenta una atmósfera única y evocadora, explorando temas profundos y oscuros. La combinación de elementos simbólicos, personificaciones y la evolución emocional del protagonista contribuye a la riqueza y complejidad del relato.

 La historia comienza estableciendo un contraste entre las "bellas comarcas" de fantasía y una región "terrible y misteriosa". La descripción de los árboles suspirando y arroyos cristalinos en las comarcas bellas crea una imagen idílica, mientras que la región terrible se caracteriza por árboles descarnados y un castillo negro.

Esta dicotomía establece un tono oscuro y evocador.

El castillo negro y la región sombría pueden interpretarse simbólicamente como representaciones de la soledad, la muerte o la angustia existencial.

La sala desierta y el reloj gigantesco contribuyen a esta atmósfera ominosa.

La descripción de la canción como "triste como un canto luterano" y la referencia al alcotán arrastrándose por el suelo sugieren una personificación de la melancolía y la decadencia, creando una conexión emocional con el lector.

El tiempo desempeña un papel crucial en el cuento, especialmente a través del reloj sombrío.

El tictac metálico y su eventual detención para siempre simbolizan la percepción del protagonista sobre la eternidad y la inmutabilidad de la desesperación.

La naturaleza se utiliza para intensificar la atmósfera. La luna, los astros, el viento, la lluvia y los árboles contribuyen al escenario oscuro y melancólico.

La súplica del protagonista a estos elementos revela su desesperación y deseo de conexión.

La soledad, el terror existencial, la búsqueda de significado y la desesperación son temas recurrentes en la obra. El protagonista encuentra un extraño consuelo en la sala abandonada del castillo, pero este consuelo se ve amenazado cuando algo vago cierne sobre su alma.

El cuento incorpora elementos surrealistas, como la súplica a los elementos naturales y la sensación de algo vago acechando. Estos elementos contribuyen a la atmósfera onírica y perturbadora de la narrativa.

El protagonista pasa de embriagarse por sus tristezas y el alcohol a encontrar una extraña felicidad en el castillo. Sin embargo, esta tranquilidad se ve amenazada por la sensación vaga de terror, lo que sugiere una evolución emocional compleja.

La repetición del tictac metálico del reloj sombrío subraya el paso inexorable del tiempo y la constante presencia de la melancolía.

 


28 DE DICIEMBRE DE 1872 NACE PÍO BAROJA

 EL MÁS IMPORTANTE NOVELISTA ESPAÑOL CONTEMAPORÁNEO

 


Pío Baroja y Nessi nació en la calle de Oquendo, de San Sebastián, el 28 de diciembre de 1872.

Fue un escritor español de la llamada Generación del 98, hermano del pintor y escritor Ricardo Baroja y tío del antropólogo Julio Caro Baroja y del director de cine y guionista Pío Caro Baroja.

Pío Baroja perteneció a familias siempre muy distinguidas y conocidas en San Sebastián relacionadas con el periodismo y los negocios de imprenta.

Su bisabuelo paterno, Rafael, fue en Oyarzun impresor del periódico La Papeleta de Oyarzun y de otros textos durante la guerra contra Napoleón.

Su abuelo  Pío Baroja, editó en San Sebastián el periódico El Liberal Guipuzcoano (1820–1823) durante el Trienio Liberal e imprimió la Historia de la Revolución francesa de Thiers en doce tomos, con traducción de Sebastián de Miñano y Bedoya.

Su padre Serafín Baroja,fue un hombre inquieto y periodista de ideas liberales, un ingeniero de minas, lo que llevó a la familia a constantes cambios de residencia por toda España.
 
Entre los ascendientes de la madre había una rama italiana lombarda, los Nessi, a la que el escritor debe su segundo apellido.

En Itzea, Pío Baroja con su madre, su hermana Carmen y los hijos de ésta, Julio -sentado en el banco- y Ricardo -fallecido prematuramente

El continuo ir y venir de su familia inculcó al futuro novelista la afición a los viajes y le permitió conocer bien el país, pero lo transformó en un desarraigado.

En el año 1879, a los siete años, marchó con su familia a Madrid, donde el padre obtuvo una plaza en el Instituto Geográfico y Estadístico.

En el año 1881 se mudaron a Pamplona. Estuvieron cinco años en Pamplona, ​​muy importantes en la formación del joven escritor. Allí nació Carmen Baroja, madre de Julio y Pío Caro Baroja.

Pío Baroja, tercera fila, cuarto lugar, en el colegio Huarte de Pamplona

Había asistido con sus hermanos a las clases del Instituto, y sobre todo reñido y correteado por las murallas.

No sabemos si había ya escrito alguna cuartilla, pero sí que había leído el Robinsón Crusoe de Daniel Defoe y las obras de Julio Verne y Thomas Mayne Reid, y había soñado ya con aenturas maravillosas junto al río Arga o subido a un árbol de la Taconera.

Pío Baroja fue, por lo general, un pésimo estudiante, estuvo siempre mucho más interesado en las novelas que en los libros de texto.

Su carácter arisco y rebelde le perjudicó también en gran manera, pues acabó riñendo con algunos de sus profesores y no despertó simpatías en ninguno.

Aparte de esto, pasó toda su juventud entre dudas, nunca supo bien qué carrera le gustaba estudiar, en verdad, no le interesaba ninguna. 

Sólo las letras le atraían, pero tampoco en las letras veía clara su vocación. Antes de ir a Valencia había empezado algunos cuentos, artículos, tal vez una novela, pero lo rompió todo o lo dejó olvidado. 

Sus fracasos de estudiante, como es fácil suponer, se debieron más a falta de interés que de talento. Pocos escritores ha habido de vocación más segura y que se moviese más inseguro, con más dudas sobre su vocación, y aún mucho después, escrita ya buena parte de su obra, se preguntaba si sería verdaderamente escritor.

Cuando abandonó Pamplona, Baroja tenía catorce años cumplidos.

En 1886, en Madrid,  el autor del libro Las inquietudes de Shanti Andía terminó el bachillerato y, al año siguiente, inició sus estudios de medicina en la Universidad Central.

Al trasladarse su familia a Valencia, acabó allí su carrera universitaria en 1891.

Se doctoró en Madrid en 1894 con una tesis sobre el dolor:   El dolor: Estudio Psicofísico .

Ese mismo año asumió el cargo de médico en Cestona. Aunque sólo pasó un año en Cestona, fue decisivo en su vida como escritor. De estas experiencias nacería su primer libro, Vidas sombrías .

Se libró del servicio militar, que le repugnaba.


 Pío Baroja, Vidas sombrías, Madrid, 1900

Se fue de allí asqueado del pueblo, del médico y hasta de los enfermos, cuando menos de algunos de éstos, y se trasladó a San Sebastián, donde estaba en aquel momento la familia. Permaneció algún tiempo en San Sebastián, y de allí salió para Madrid. 

En la capital estaba su hermano Ricardo, que, también sin empleo, se ocupaba en un negocio de pan de una tía de ellos que había quedado viuda. 

Ricardo le había escrito a su hermano que estaba cansado del negocio y que iba a dejarlo. Baroja vio el cielo abierto ante él, y sin vacilar un instante escribió a su hermano que iba a Madrid, con la intención de ocuparse de aquel negocio.

 De este modo se vio convertido en dueño de un comercio de pan, sobre lo cual se le gastarían después tantas bromas que le irritarían de tantas maneras, sin contar los disgustos que se derivarían para él de la marcha del negocio.  «Es un escritor de mucha miga, Baroja» — dijo de él Rubén Darío a un periodista. A lo cual respondió el escritor: «También Darío es escritor de mucha pluma: se nota que es indio». 

En Madrid, no obstante, había algo para él que estaba por encima de la vulgaridad del oficio y de las burlas que se le pudiesen gastar.

Allí podría, en efecto, reanudar los contactos con sus antiguos amigos, frecuentar los medios literarios, ponerse, en realidad, en contacto con su vida, volver de un modo o de otro a aquello que cada vez con mayor certeza sentía que era su vocación.

Volvió a San Sebastián, dispuesto a ser cualquier cosa menos médico, y encontró su oportunidad en Madrid en 1896, donde su hermano Ricardo dirigía una panadería  (Viena Capellanes) que perteneció a su tía Juana Nessi que  les  legó el negocio.




Ruben Darío

Instalado en Madrid, empezó a colaborar en periódicos y revistas, simpatizando con las doctrinas sociales anarquistas, pero sin militar abiertamente en ninguna. Al igual que su conterráneo Miguel de Unamuno, abominó del nacionalismo vasco, contra el que escribió su sátira Momentum catastrophicum.
La tahona, funcionó a los tumbos, porque ninguno de ellos se ocupaba seriamente de ella. 
El pintor no pinta; se pasa la vida ideando máquinas con un amigo suyo; el médico tiene, en ocasiones, accesos de misantropía y entonces se marcha a la buhardilla y se encierra allí para estar solo".

En 1900 publicó su primera obra Vidas sombrías, colección de cuentos, que empezó a darlo a conocer. Eran, en su mayoría, cuentos escritos en Cestona sobre temas de aquella región y de sus experiencias de médico; se trataba de vidas humildes, y reflejaban toda la tristeza de aquel medio, y la tristeza, sobre todo, que reinaba entonces en su alma mezclada con ráfagas de cólera. 
Puede decirse que en su primera obra estaba ya en germen toda su obra futura. 
"Vidas sombrías" constituyó un éxito, un éxito del que el propio autor se sintió sin duda asombrado; de su libro se ocuparon con elogio Azorín, Galdós y sobre todo Unamuno, que se entusiasmó con él, especialmente de uno de los cuentos, "Mary-Belche", y quiso conocer a su autor. 

Miguel de Unamuno

A partir de entonces Baroja fue dedicándose más y más a las letras, y apartándose cada vez más del negocio, hasta dejarlo del todo y consagrarse exclusivamente a su vocación. 

Retrato de Baroja realizado por Ramón Casas, se trata de un dibujo al carboncillo y pastel (ca. 1904) en su periodo inicial como escritor.

En algún momento Baroja llevó a cabo alguna incursión en el campo de la política, arrastrado, por el ambiente de la época y por el ejemplo de algunos de sus compañeros, como por ejemplo, Azorín.
 
Azorín
 
Baroja se presentó para concejal en Madrid, y más adelante para diputado por Fraga.
Estas tentativas, constituyeron dos rotundos fracasos.
Se retiró sin problemas de la política y volvió al camino de las letras del que nunca habría ya de apartarse

En ese tiempo sigue escribiendo, y en su novela Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Parado de1901, pone en boca del protagonista este comentario: "Estos Labartas, así se llaman los panaderos - dijo Silvestre a Ramírez mientras esperaban-, son tipos bastante curiosos: uno es pintor, el otro médico. 


En 1906 viajó a Londres y París, de nuevo, y al año siguiente visitó Suiza (donde tuvo un gran amigo, el filonazi nietzscheano Paul Schmitz) e Italia.

 A Italia, de donde procedía la familia de su madre, volverá un año después. Pío Baroja, que tuvo siempre especial preocupación por los factores étnicos, daba mucha importancia a los antecedentes biológicos familiares en la conformación del carácter. Así, escribe: "Yo soy, por mis antecedentes, una mezcla de vasco y de lombardo: siete octavos de vasco por uno de lombardo. 

Pío Baroja en el balcón de su casa en Itzea
 
Acumuló una impresionante biblioteca especializada en ocultismo, brujería e historia del siglo XIX, que instaló en un viejo caserío que se compró en Vera de Bidasoa y restauró con gran gusto, convirtiéndolo en el famoso caserío de «Itzea», donde pasaba los veranos con su familia. 

Sus viajes por España los hizo casi siempre acompañado por sus hermanos Carmen y Ricardo, pero también por Ramiro de Maeztu, Azorín, Schmitz e incluso José Ortega y Gasset en una ocasión, en la que recorrieron en automóvil gran parte del recorrido realizado por el general Gómez con su famosa expedición durante la Primera Guerra Carlista.

En 1911, después de haber oído hablar en su familia de Eugenio de Aviraneta, pariente de los Baroja, comienza a estudiar su historia, de la que surgirá luego la serie, de veintidós volúmenes, Memorias de un hombre de acción.



Itzea es la casa propiedad de la familia Baroja, situada en Vera (Bera) de Bidasoa (Navarra), que en 1912 fue adquirida por Pío Baroja y donde la familia se establece en diferentes momentos hasta la actualidad. Foto: Javier F. Granda
 

Pío Baroja vivió en el Caserío Itzea en Vera de Bidasoa, Navarra, a partir de 1912. 

La casa fue comprada por Baroja y su familia, y en ella desarrollaron gran parte de su obra. Baroja pasaba los veranos con su familia en este caserío, que había sido restaurado por él mismo, convirtiéndolo en un lugar emblemático para el escritor. 

La casa Itzea es un punto de interés para los seguidores de la obra de Baroja, y se ha convertido en un lugar de peregrinación para los amantes de su literatura

Cuando se encontraba renovando la casa adquirida en Vera de Bidasoa, fallece su padre. 
Baroja escribe y publica constantemente en la editorial de su cuñado, Rafael Caro Raggio.

En 1913  su hermana Carmen  se casa con Rafael Caro Raggio. En este mismo año el novelista viaja nuevamente  a París, donde se le ofrece un banquete, al que concurren Ignacio Zuloaga y Vicente Blasco Ibáñez, entre otros.

En 1914 escribe sus opiniones políticas "Siento, creo que espontáneamente, una fuerte aspiración ética... Esta aspiración, unida a la turbulencia, me ha hecho ser un enemigo fanático del pasado, por lo tanto, un tipo antihistórico, antirretórico y antitradicionalista... He dicho que soy antitradicionalista y enemigo del pasado, y, efectivamente, lo soy, porque todos los pasados, y en particular el español, que es el que más me preocupa, no me parecen espléndidos, sino negros, sombríos, poco humanos". 

Azorín y Pío Baroja en París en el año 1937

En 1914 nace en Madrid su sobrino el antropólogo y etnógrafo Julio Caro Baroja.
En estos años continúa dando conferencias en distintas ciudades (Bilbao, Barcelona, San Sebastián), escribiendo en los periódicos y viajando.

En 1926 visitaría otros tres países de Europa: Alemania, Holanda y Dinamarca.

En el año 1928, nace su sobrino, el cineasta Pío Caro Baroja, su novela Zalacaín el aventurero fue llevada al cine, en cuya obra interpreta un papel el propio novelista, así como su hermano, el pintor Ricardo.

 Familia Baroja en Itzea. Años 30. Fotografía de la revista Estampa. 1. Pío  2. Carmen  3. Carmen Nessi  4. Julio Caro Baroja  5. Ricardo Baroja.

Con la llegada de la República en 1931, el rebelde Baroja no sintió en modo alguno entusiasmo, como no lo sentiría nunca por ninguna de las formas políticas organizadas. Este hecho le distanció de su amigo José Ortega y Gasset, el principal impulsor, junto con Marañón y Pérez de Ayala, de la "Agrupación al Servicio de la República".

Sí expresó en cambio Baroja cierta querencia romántica por el anarquismo, como relata en algunos de sus textos. Acaso nadie haya explicado sus sentimientos como el propio Baroja en estas palabras: "Yo he sido siempre un liberal radical, individualista y anarquista. Primero, enemigo de la Iglesia; después, enemigo del Estado; mientras estos dos grandes poderes estén en lucha, partidario del Estado contra la Iglesia; el día que el Estado prepondere, enemigo del Estado".

En 1935 fallece su madre. Pío Baroja ingresa en la Real Academia de la Lengua con el discurso "La formación psicológica de un escritor", que fue contestado por el Dr. Gregorio Marañón.

Gragorio Marañon, Ramón Menéndez Pidal, Niceto Alcalá Zamora, Pio Baroja, Antonio Royo Villanova y Emilio Cortarelo

En julio de 1936, el comienzo de la guerra civil le sorprende en su casa de "Itzea", en Vera de Bidasoa. Baroja, junto con un amigo médico, salió a ver pasar una partida de requetés que se acercaba al pueblo vecino de Santesteban, siendo reconocido por algún miembro de la partida, que quiso fusilarle, por ser "enemigo de la tradición". Fue detenido y encarcelado. Liberado al día siguiente, tomó la decisión de salir para Francia, ante el cariz que tomaban los acontecimientos.

Pío Barojas se había manifestado muy claramente sus ideas políticas.   El oficial del Ejército que al reconocerle, le liberó de aquel incidente con los requetés, acudiría en 1956, siendo general, y vestido de uniforme militar, al entierro del novelista.
Durante la mayor parte de la guerra vivió en París, en el colegio de España de la Ciudad Universitaria. Escribió en ese tiempo muchos artículos para "La Nación" de Buenos Aires. Las circunstancias de la guerra, con la destrucción de la casa familiar en Madrid, hace que su cuñado, Rafael Caro Raggio, arruinado y enfermo, sufra una grave quiebra de salud.

Última casa donde vivió Pío Baroja en Madrid

Pío Baroja vivió en la casa del Número 12 de la calle Ruiz de Alarcón, en Madrid, desde 1940 hasta su fallecimiento en 1956.

En 1941 comienza a escribir, de nuevo en Itzea, el primer volumen de sus memorias, Desde la última vuelta del camino.

En 1943 fallece su cuñado Caro Raggio.

En 1949 muere  su hermana Carmen

En 1953 muere su hermano Ricardo. 

 Ricardo Baroja
 
La vida de Pío Baroja en este periodo queda reflejada en el mismo título del libro de su sobrino Pío Caro Baroja: La soledad de Pío Baroja, editado en México.
Julio Caro Baroja ha hecho distintos retratos de su tío a su vez, fundamentalmente en su libro Los Baroja.

Tumba de Pío Baroja



Pío Baroja afectado poco a poco por la arterioesclerosis, murió el 30 de octubre de 1956 y fue enterrado en el cementerio civil como ateo, con gran escándalo de la España oficial.
La comitiva fúnebre por las calles madrileñas el 31 de octubre de 1.956, al día siguiente de su muerte.

El entonces ministro de Educación Nacional, Jesús Rubio García-Mina, asistió en su calidad de tal al entierro. Su ataúd fue llevado en hombros entre otros por dos de sus admiradores, Ernest Hemingway ( premio Nobel de literatura) y Camilo José Cela, ( llegaría a serlo años más tarde).
También el escritor norteamericano John Dos Passos declaró su admiración y su deuda con el escritor.

EL ESTILO DE SU OBRA


Barojas tiene una técnica narrativa realista, basada en la observación de ambientes, situaciones y personajes de la vida real, pero siempre mostrando su particular subjetivismo , que la transforma  en una obra de carácter impresionista.

Pío Baroja afirmaba que la novela era una especie de cajón de sastre en el que todo cabía; que no era necesario un planteamiento previo, sino que lo más importante era la naturalidad conseguida mediante la espontaneidad a la hora de escribir.
Esta es la impresión superficial que producen muchas de sus novelas: episodios y acontecimientos puestos unos detrás de otros, anécdotas, divagaciones y digresiones, multitud de personajes ocasionales.
Haciendo un estudio más atento, no era tan espontáneo como él afirmaba; sí se preocupaba de la construcción narrativa y en general sus novelas tienen una sutil línea estructural, de características muy sui generis.
Los personajes, los protagonistas, sobria pero certeramente delineados, suelen ser seres marginales o enfrentados a la sociedad, a veces, cargados de frustración y otras lanzados a la acción.
Las novelas de Baroja cuentan con una multitud de personajes secundarios, apenas caracterizados, que entran y salen sin previo aviso, pero que aportan con su presencia la misma impresión de variedad que se encuentra en la vida.
Se le ha criticado su estilo, a veces desaliñado o descuidado e incluso incorrecto. 
La verdad es que posee - con algún altibajo no significativo - una prosa clara, sencilla y espontánea, antirretórica, como era el ideal de todos los miembros de su generación, con abundancia de frases cortas y muy expresivas. 
Hay que destacar las descripciones líricas con las que Baroja, frecuentemente, remata largos pasajes narrativos y en las que condensa brevemente el ambiente y la impresión de lo narrado.

SUS OBRAS

Pío Baroja con su sobrino Julio Caro Baroja

Pío Baroja fue el más importante novelista contemporáneo por sus extraordinarias dotes de narrador. Su influencia posterior ha sido enorme y los novelistas de la posguerra siempre le reconocieron como su maestro. 
Fue un escritor fecundísimo. Sus novelas son más de sesenta. Él mismo agrupó muchas de sus novelas en trilogías, pero estas clasificaciones, con alguna excepción, frecuentemente carecen de relación entre las obras que las integran.

Hay que destacar las distintas trilogías:
- Tierra Vasca formada por La casa de Aizgorri(1900), el Mayorazgo de Labraz (1903)y Zalacaín el aventurero(1909) Esta última es un ejemplo de la novel de acción de Baroja. Narra, animada y ágilmente, la vida del vasco Martín Zalacaín: su infancia y aprendizaje para la vida, las trepidantes aventuras de contrabandista, su antagonismo con Carlos Ohando, el amor y la muerte trágica, todavía joven, y el halo de héroe popular creado en torno suyo. 


- La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora Roja (1905). 
La primera es para muchos la obra más intensa del autor: Cuenta la historia de un muchacho, Manuel, que, venido de un pueblo a Madrid, va pasando por diversos ambientes y oficios hasta terminar en los suburbios de la ciudad, entre mendigos, golfos y vagos, al borde de la delincuencia. 
Baroja, con intención social testimonial, pinta descarnada y sombríamente, las clases medias bajas y, particularmente, los estratos más miserables de la sociedad madrileña de finales y comienzos de siglo: cuadros de ambiente, tipos de toda calaña - pícaros, prostitutas, criminales, proletarios - , la mendicidad y la miseria; y en medio, Manuel, que por su falta de voluntad y por la total desorganización social, se va degradando cada vez más, aunque no definitivamente, en la difícil lucha por la vida. 


- La raza: A ella pertenece El árbol de la ciencia, La dama errante y La ciudad de la niebla.
El árbol de la ciencia es una novela típicamente noventayochista, en cuanto que refleja la crisis existencialista vital del inadaptado protagonista, Andrés Hurtado, sus disquisiciones pesimistas, las dolorosas experiencias que le conducen al suicidio, le dan pie a Baroja para realizar una feroz crítica de la sociedad española de su tiempo. En esta novela hay abundantes aspectos de la vida del propio Baroja. 

Además escribió cuentos, novelas cortas, libros de viajes, biografías, ensayos, ... Resultan también destacables sus Memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, siete volúmenes que constituyen un importante testimonio de la personalidad del autor y un excepcional panorama de toda una época. 

LEGADO



El legado de Pío Baroja es multifacético, abarcando innovaciones narrativas, reflexiones sociales profundas y una influencia duradera en la literatura española y más allá.

Uno de los más destacados representantes de la Generación del 98, dejó un legado literario y cultural significativo que ha perdurado a lo largo del tiempo.

Su obra abarca una vasta producción que incluye más de 50 novelas, ensayos y obras de teatro, reflejando su visión crítica de la sociedad española y su contexto histórico.

Su capacidad para capturar la esencia del ser humano en un contexto cambiante asegura que sus obras continúen siendo relevantes y estudiadas hoy en día.

 

Contribuciones Literarias

 

Innovación Narrativa:

Baroja fue un innovador en la narrativa española, desafiando las convenciones del realismo naturalista.

Su estilo se caracterizó por un enfoque más libre y personal, lo que le permitió explorar temas complejos como la identidad, el sufrimiento humano y la crítica social.

Esto lo convirtió en un precursor del modernismo en la literatura española.

Obras Destacadas:

Entre sus obras más importantes se encuentran:

La trilogía "La lucha por la vida": Compuesta por La busca, Mala hierba y Aurora roja, esta trilogía explora las dificultades de las clases bajas en una sociedad en transformación.

"El árbol de la ciencia": Una novela autobiográfica que aborda las luchas internas del individuo frente a un mundo indiferente.

"Las inquietudes de Shanti Andía": Una historia de aventuras que refleja su estilo narrativo distintivo.

 

Reflexiones Sociales

 

Baroja fue un observador agudo de su tiempo, mostrando una profunda preocupación por el sufrimiento de las clases trabajadoras y el impacto de la urbanización.

Sus descripciones nostálgicas de ciudades en transformación revelan su melancolía ante la pérdida de lo tradicional y lo humano en el contexto urbano.

Su obra también aborda temas como el desencanto político y social, reflejando su crítica hacia la situación de España tras la pérdida de las últimas colonias.

 

Legado Cultural

 

Influencia en Generaciones Futuras:

La influencia de Baroja se extiende más allá de su tiempo. Autores contemporáneos como Camilo José Cela y Miguel Delibes han reconocido su impacto en la literatura española.

Además, su obra sigue siendo estudiada y leída, lo que subraya su relevancia continua en el panorama literario actual.

Reconocimiento Internacional:

A lo largo de su vida, Baroja fue admirado por escritores internacionales, incluyendo a Ernest Hemingway, quien elogió su contribución a la literatura.

Este reconocimiento resalta su papel como un puente entre tradiciones literarias y su capacidad para resonar con lectores de diversas culturas.


HOMENAJES





Sellos conmemorativos

 Estatua de Pio Baroja en Madrid, situada en la Cuesta de Moyano, enfrente de la puerta del Retiro. 

 Calle Okendo Busto de Pío Baroja (Donostia- San Sebastián

Escultura dedicada a Pío Baroja, en el centro de Aranda de Duero (Burgos). En recuerdo al libro que el escritor dedicó a la ciudad en 1915, "Con la Pluma y con el Sable".


Monumento a Pio Baroja en la Plaza del Ensanche, Irún (España) 

Busto a Pío Baroja en el Museo San Telmo (Donostia -San Sebastián)

Pío Baroja óleo de Joaquín Sorolla



Casa de Pía Baroja

Itzea, la casa familiar de los Baroja en Bera, es uno de los epicentros del mundo barojiano, un viejo caserío que en su biblioteca y algunos de los salones se mantiene tal como lo vivió Pío Baroja. Es como un museo pero lleno de vida. Viven en ella herederos del escritor que permiten las visitas por la finca.

 FUENTES