Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

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lunes, 23 de junio de 2025

23 DE JUNIO DE 1814 SEGUNDO SITIO Y RENDICIÓN DE MONTEVIDEO

 


El 23 de junio Rendición de

 Montevideo





I. Introducción

El Segundo Sitio de Montevideo, desarrollado entre octubre de 1812 y junio de 1814, fue un episodio decisivo en el proceso revolucionario del Río de la Plata.

Constituyó una campaña militar que culminó con la toma de Montevideo por parte de las fuerzas patriotas lideradas por el general Carlos María de Alvear.

Este hecho significó el colapso del poder español en la Banda Oriental y la consolidación del dominio revolucionario en casi todo el territorio oriental.

El Segundo Sitio de Montevideo fue un episodio militar de gran relevancia en la historia del Uruguay y del proceso de independencia en el Río de la Plata.

Se desarrolló durante la Guerra entre el gobierno de Buenos Aires, entre el 20 de octubre de 1812 y el 23 de junio de 1814, y consistió en un cerco prolongado de la ciudad de Montevideo, que en ese entonces era un bastión realista y la capital del Virreinato del Río de la Plata bajo control español.

 

Contexto histórico

La Revolución de Mayo, óleo de Francisco Fortuny.


Tras la Revolución de Mayo de 1810 en Buenos Aires, que desconoció la autoridad española en favor de la Primera Junta, Montevideo y sus autoridades permanecieron leales al Consejo de Regencia español.

La ciudad, fortificada y con una fuerte presencia naval, se convirtió en la principal amenaza para las Provincias Unidas del Río de la Plata, especialmente después de que las fuerzas patriotas lograron importantes avances en otras regiones como Córdoba, el Alto Perú y Paraguay.

 

PRIMER SITIO DE MONTEVIDEO


José Gervasio Artigas se incorporó al Primer Sitio de Montevideo en el invierno de 1811, tras haber comenzado su campaña militar contra los realistas en el interior de la Banda Oriental. Su llegada al sitio marcó un momento crucial en su ascenso como líder revolucionario regional.

En febrero de 1811, Artigas desertó del ejército realista en Colonia del Sacramento y se unió a la causa revolucionaria iniciada en Buenos Aires en mayo de 1810.

En marzo de 1811, recibió el nombramiento oficial de teniente coronel de las milicias patriotas por la Junta de Buenos Aires.

Inmediatamente comenzó a reunir voluntarios en el interior de la Banda Oriental, especialmente en la zona de Mercedes, Santo Domingo Soriano y Paysandú, donde tenía influencia.

La Batalla de Las Piedras ocurrida el 18 de mayo de 1811 fue el hecho decisivo que consolidó la figura de Artigas como líder militar revolucionario.

Con tropas criollas reclutadas en el interior, derrotó al ejército realista dirigido por el capitán de fragata José Posadas.

Esta victoria dejó el camino libre para cercar Montevideo, donde se había refugiado el poder colonial.

La acción de Las Piedras | Autor: Juan Luis Blanes con intervenciones de Juan Manuel Blanes


Poco después de la Batalla de Las Piedras, Artigas y sus fuerzas comenzaron a participar activamente en el cerco terrestre a Montevideo, que estaba siendo organizado en conjunto con tropas enviadas por Buenos Aires.

Su ejército acampó en las inmediaciones de Montevideo, colaborando en el asedio por tierra, cortando comunicaciones y aprovisionamiento desde el interior.



El primer sitio a Montevideo (1811) no logró su objetivo debido a la superioridad naval realista que permitía el abastecimiento de la ciudad.

Montevideo contaba con muros de gran altura y fortificaciones estratégicas, incluyendo la Fortaleza del Cerro y baterías en la bahía, lo que dificultaba su toma por la fuerza terrestre.

José Gervasio Artigas se retiró del Primer Sitio de Montevideo (1811) debido a una combinación de razones políticas, estratégicas y personales, .

Mientras Artigas y las fuerzas patriotas sitiaban Montevideo, el gobierno de Buenos Aires —dirigido por la Junta Grande— firmó en secreto un acuerdo de armisticio con Elío, que establecía:

El levantamiento del sitio de Montevideo.

La retirada de las tropas patriotas.

Un alto el fuego entre ambas partes.

Esta negociación se realizó sin consultar ni informar previamente a Artigas, lo que fue percibido como una traición a la causa de la Banda Oriental y a la lucha armada contra el dominio español.

El armisticio implicaba reconocer formalmente a Elío como autoridad legítima en Montevideo, contradiciendo los principios revolucionarios que tanto Buenos Aires como Artigas decían defender.

Para Artigas, esto fue inaceptable:

Consideraba que la lucha contra el dominio español debía continuar sin concesiones.

Entendía que Buenos Aires anteponía sus intereses políticos a los del conjunto del territorio revolucionario.

Percibía que los orientales estaban siendo utilizados y luego descartados por la Junta porteña.

Este hecho marcó el comienzo del distanciamiento definitivo entre Artigas y Buenos Aires.

Frustrado por el armisticio, Artigas decidió retirarse con sus tropas y con miles de familias orientales que no querían quedar bajo el dominio de Elío.

Guillermo Rodríguez - El Éxodo del Pueblo Oriental


Este retiro masivo es conocido como el Éxodo del Pueblo Oriental (octubre-noviembre de 1811).

 

 

 Segundo Sitio DE MONTEVIDEO



José Gervasio Artigas se incorporó al Segundo Sitio de Montevideo a fines de octubre de 1812, pocos días después de su inicio formal, y lo hizo al frente de las fuerzas orientales que habían permanecido en resistencia contra el dominio español y en tensión constante con el gobierno central de Buenos Aires.

El Segundo Sitio comenzó oficialmente el 20 de octubre de 1812, organizado por el gobierno de Buenos Aires, bajo el mando del general José Rondeau.



Pocos días después, Artigas se incorporó con sus milicias orientales, respondiendo al llamado de colaboración militar y con la intención de reconquistar Montevideo como causa común contra los realistas.

Luego del Éxodo del Pueblo Oriental en 1811 y su exilio en el litoral argentino (especialmente Entre Ríos y Santa Fe), Artigas se mantuvo en contacto con las autoridades de Buenos Aires y reorganizó sus fuerzas.

En 1812, regresó con sus tropas a la Banda Oriental para participar del nuevo cerco a Montevideo.

Aunque colaboró con el ejército porteño, Artigas lo hizo con independencia de criterio.

Su incorporación al sitio no fue una subordinación plena, sino una alianza táctica temporal.

Su papel fue clave en bloquear los accesos terrestres a Montevideo, impidiendo movimientos de tropas y suministros.

Manuel de Sarratea 


José Rondeau

El Segundo Sitio comenzó formalmente el 20 de octubre de 1812, cuando fuerzas del Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, bajo el mando inicial de Manuel de Sarratea y luego de José Rondeau, rodearon Montevideo para cortar sus suministros y aislarla.


Gaspar de Vigodet.

El sitio duró 612 días y fue caracterizado por un bloqueo terrestre y naval que buscaba debilitar a la guarnición realista comandada por Gaspar de Vigodet.

La ciudad resistió inicialmente gracias a su fortificación y a la flota realista que mantenía el control del río, pero con el tiempo el aislamiento y la presión militar fueron minando la capacidad defensiva de Montevideo.

José Gervasio Artigas se retiró del Segundo Sitio de Montevideo a mediados de enero de 1813, debido a profundas diferencias políticas y estratégicas con el gobierno central de Buenos Aires. 

Esta retirada marcó un punto de quiebre definitivo entre Artigas y las autoridades porteñas y dio paso al desarrollo del ideario federal artiguista.

La retirada ocurrió entre el 10 y el 15 de enero de 1813, aunque la decisión ya se venía gestando desde fines de 1812.

En esa fecha, Artigas levantó su campamento y se retiró del cerco de Montevideo con la mayoría de sus fuerzas orientales.

Las causas para esta decisión de Artigas son varios

1. Conflicto político con Buenos Aires

El gobierno porteño (la Segunda Triunvirato) intentaba controlar todo el proceso revolucionario desde una lógica centralista.

Artigas defendía un modelo federal y autonómico para la Banda Oriental y las provincias del interior.

Buenos Aires desconocía el liderazgo político de Artigas y se negaba a aceptar su rol como representante legítimo de los orientales.

 

2. Tensiones con el mando militar de Rondeau

El comandante del sitio, José Rondeau, subordinado a Buenos Aires, trataba a Artigas como un jefe secundario y desconfiaba de su autonomía.

Hubo incidentes concretos, como la retención de armas y víveres destinados a las fuerzas artiguistas, lo que Artigas denunció como discriminación.

Artigas reclamaba un trato igualitario y la defensa de los derechos del pueblo oriental, lo cual no fue atendido.

 

3. Proyecto de Asamblea del Año XIII

En enero de 1813, Buenos Aires convocó a una asamblea constituyente para reorganizar políticamente el territorio revolucionario.

Congreso de Tres Cruces

En abril de 1813, convocó un Congreso de Tres Cruces donde se eligieron los diputados orientales con las famosas Instrucciones del Año XIII.



Artigas exigía que los diputados orientales fueran elegidos en forma autónoma por el pueblo oriental y que llevaran las Instrucciones del Año XIII, con ideas clave como:

Soberanía popular

Libertad civil y religiosa

República federal

Capital fuera de Buenos Aires

 

Buenos Aires no aceptó esas condiciones, lo que terminó de romper el vínculo político.

 

4. Decisión estratégica propia

Ante la imposibilidad de influir políticamente y el trato desigual, Artigas decidió retirarse del sitio para no colaborar más con un gobierno que ignoraba los intereses del pueblo oriental.

Esta retirada fue también una acción simbólica y política de soberanía.

Artigas dictando órdenes a su secretario José Monterroso en

 Purificación. Óleo de Pedro Blanes Viale (c. 1919), Museo

 Histórico Nacional. 

Artigas tras retirarse se trasladó al interior del territorio, instalando su campamento en Purificación, a orillas del río Uruguay.

Desde allí organizó su propio proyecto político con base popular: la Liga de los Pueblos Libres.

 

RENDICIÓN DE MONTEVIDEO

La rendición de Montevideo el 23 de junio de 1814 fue el acto final de un prolongado sitio que duró casi dos años, desde octubre de 1812, en el marco de la Guerra de Independencia de la Argentina y la lucha contra las fuerzas realistas españolas.

Este hecho representó un hito decisivo en la independencia de la región.

El proceso comenzó el 22 de junio, cuando las fuerzas realistas entregaron la Fortaleza del Cerro al Regimiento N.º 2 patriota, izándose la bandera rojigualda según lo estipulado en la capitulación.

Carlos María de Alvear

Al día siguiente, 23 de junio, las llaves de la ciudad fueron entregadas a Nicolás de Vedia en representación del general Carlos María de Alvear, comandante del ejército independentista.

La entrega se realizó frente a las tropas del Regimiento N.º 6 de Pardos y Morenos, bajo el mando de Miguel Estanislao Soler.

Tras la entrega, las tropas realistas comenzaron a evacuar la ciudad por el Portón de San Juan, con honores militares, sus banderas desplegadas y cuatro piezas de artillería.

Simultáneamente, las fuerzas patriotas ingresaron por el Portón de San Pedro, encabezadas por Alvear con su escolta y estado mayor, seguidas por diversos regimientos y cuerpos militares, incluyendo infantería, zapadores, artillería, caballería y dragones, bajo los mandos de oficiales como Juan S. Fernández, Manuel Pagola, Matías de Irigoyen, Matías Zapiola, Francisco Zelada, entre otros.

La rendición significó la captura de aproximadamente 7,000 prisioneros, 500 cañones, 9,000 fusiles y 99 embarcaciones, que fueron incorporados a las fuerzas patriotas.

El comandante realista Gaspar de Vigodet y los oficiales fueron puestos en libertad poco después.

Esta victoria puso fin a la amenaza realista en el Río de la Plata, que había durado cuatro años, y proveyó abundantemente a los ejércitos independentistas de armamento, municiones y vestuario.

Finalmente, la escuadra de guerra patriota, que había sido fundamental para la caída de Montevideo, fue desmantelada para cancelar deudas tras la captura.

La toma de Montevideo consolidó el control de las Provincias Unidas sobre la región y fue un paso decisivo en la independencia del Uruguay y del Río de la Plata

 

CONSECUENCIA

El Segundo Sitio de Montevideo fue un prolongado asedio que culminó con la victoria de las fuerzas patriotas sobre los realistas, marcando un momento clave en la independencia del Uruguay y la región del Río de la Plata, con profundas implicancias políticas y militares para la conformación de los futuros estados sudamericanos.

VI. Evaluación Histórica

El Segundo Sitio de Montevideo fue un triunfo militar y político de gran magnitud para la causa revolucionaria.

Su éxito consolidó la influencia del gobierno porteño pero también profundizó las tensiones internas entre el centralismo de Buenos Aires y las aspiraciones federales del interior, especialmente en la Banda Oriental.

Aunque Artigas y los orientales participaron activamente en la lucha contra los realistas, el triunfo fue capitalizado casi exclusivamente por Buenos Aires, lo que marcó el inicio de una nueva etapa de conflictos internos en la región.

 El Segundo Sitio de Montevideo representa un hito fundamental en la historia uruguaya y rioplatense. Más allá de su relevancia militar, evidenció los desafíos políticos del naciente proceso independentista y las tensiones entre centralismo y federalismo que marcarían las décadas siguientes.

La toma de Montevideo no solo fue el fin del dominio español en el sur del continente, sino también el comienzo de una larga lucha por definir la identidad y soberanía de los pueblos del Río de la Plata.

 La captura de esta plaza fuerte eliminó el último bastión realista en el Río de la Plata, consolidando el control de las Provincias Unidas y fortaleciendo la causa independentista.

Además, el éxito del sitio reforzó la figura de José Artigas como líder de la Revolución Oriental y sentó las bases para la posterior formación del Estado Oriental del Uruguay.

                                        Este episodio también reflejó las complejas relaciones políticas y militares entre Buenos Aires y las fuerzas orientales, así como la influencia de logias y grupos políticos en la conducción de la guerra y la política regional.

 FUENTES

https://uruguayeduca.anep.edu.uy/efemerides/169

https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_Mayo

https://mas-historia.blogspot.com/2018/03/exodo-del-pueblo-oriental.html

https://elarcondelahistoria.com/segundo-sitio-de-montevideo-20101812/

https://www.subrayado.com.uy/las-instrucciones-del-ano-xiii-n1409

https://www.montevideo.com.uy/El-nacimiento-del-Uruguay-moderno/Jose-Artigas-y-un-ejercito-de-andrajosos-en-su-capital-Purificación

https://arte.parlamento.gub.uy/obra/view/184

https://historiauniversal.org/historia-de-uruguay

https://bibliotecapais.ceibal.edu.uy/info/00004020

 


domingo, 18 de mayo de 2025

18 de MAYO 1811 - BATALLA DE LAS PIEDRAS- LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA


LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA EN LA ESCUELA

El Grito de Asencio - óleo de Diógenes Hequet



 "La enseñanza de la Historia contribuye a la construcción de identidad, teniendo en cuenta la historia colectiva de una comunidad, sin olvidar ninguno de los tiempos, ni los aportes que han fraguado en su construcción.
La memoria colectiva de los pueblos resignifica la importancia de las efemérides como acontecimientos constitutivos de su propia identidad.

El tiempo presente no se explica exclusivamente por sí mismo, sino en forma imprescindible a partir del conocimiento del pasado. Todo presente incorpora el pasado.
La enseñanza del pasado reciente no puede ser un mandato, una verdad institucionalizada, simplificada, ritualizada. Por el contrario debería estudiar diferentes interpretaciones de los mismos hechos para poder cuestionar, dudar, pensar y construir su propio modelo interpretativo provisorio.

Debemos tener en cuenta que es una construcción cultural permanente que integra aportes de otras disciplinas para construir su conocimiento. La comprensión del presente y del pasado implica el reconocimiento de la variedad cultural que configura la identidad de los pueblos. Una construcción metodológica desde un paradigma crítico nos permite superar una visión de la enseñanza meramente descriptiva, a una enseñanza que si bien valora el relato como modalidad explicativa y analítica de los hechos históricos, busca problematizar los mismos a partir de diversos marcos interpretativos.

Se trata de incorporar nuevos elementos que apunten a otros enfoques metodológicos desde la historia social como diferentes fuentes históricas, no solamente el documento escrito sino la tradición oral, los vestigios arqueológicos, las representaciones artísticas, el estudio de sujetos; recursos
que nos permiten hacer un abordaje distinto de estos contenidos.

En este marco resulta imprescindible valorar los nuevos enfoques metodológicos y la variedad de las fuentes de estudio de la prehistoria en el Uruguay. Esto significa tener en cuenta los resultados recientes de investigaciones antropológicas y arqueológicas que en la actualidad han hecho aportes relevantes en esta temática. Así se incorpora a nuestra historia un extenso período que abarca nada menos que diez mil años de cultura en nuestro país y aún más a nivel continental."
 Programa de Educación Inicial y Primaria de Uruguay pág. 105.


CÓMO ABORDAR LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA

Ciertamente que el abordaje de la historia es muy difícil. No podemos pensar que el niño tiene el concepto de tiempo igual al adulto (que es un error que muchas veces como docentes hemos cometido al abordar la signatura). Este concepto requiere de una maduración psicológica y un aprendizaje muy bien planificado. 


"La concepción del tiempo es un primer obstáculo fundamental para el logro de los aprendizajes de la Historia. En un principio la extensión del tiempo se confunde con la de su propia existencia. Un acontecimiento solo ha sucedido antes si ese antes se relaciona con un hecho vivido por él.
Y si el niño no puede aprehender el tiempo independientemente de su experiencia personal, tampoco es capaz de distinguir los momentos aislados de su entramado. 

La comprensión del tiempo como algo contínuo es una capacidad de aparición relativamente tardía, pero fundamental en el desarrollo de los conceptos de tiempo, y no solo en relación con la Historia. Sólo después de los 15-16 años aparece en el indivíduo la capacidad de concebir el tiempo, cuando va alcanzando a entender la sucesividad del tiempo y de aplicar la concepción de temporalidad y ritmos en el estudio de hechos y acontecimientos del pasado. "
José Luis Cózar Mata. Psicopedagogía. Facultad de Ciencias de la Educación de Granada.

Debemos a  los estudios de Jean Piaget podemos entender la evolución de las formas de aprehensión del tiempo en la infancia. Según el psicólogo suizo, los niños  perciben el tiempo progresivamente en tres grandes etapas: el estadio del tiempo vivido, el estadio del tiempo percibido y el estadio del tiempo concebido 


         
El primero, el tiempo vivido, corresponde a las experiencias directas de la vida. ¿Cómo es la experiencia del tiempo en el niño? Para la conciencia del niño, según las teorías clásicas, en lo que respecta al tiempo, es inicialmente un mundo confuso y mal organizado que no discierne con nitidez ni el orden temporal (antes, ahora, después) ni las relatividades de las posiciones (simultaneidad, alternancia o sucesión) ni tampoco las duraciones.  

En su aprendizaje inicial, el niño parte de un estado de confusión  para ir luego construyendo poco a poco la idea de tiempo, en contacto con la experiencia de cambios concretos (ritmos biológicos de su cuerpo, desplazamiento de lugar, sufrimientos o bienestar ligados a la satisfacción de los impulsos o de la alimentación, etc.). 

Todo este cúmulo de experiencias, de acuerdo con las teorías clásicas, se le presentan de manera caótica y en consecuencia, el docente ha de procurar una programación de actividades de aprendizaje para ayudar a ir discerniendo estas categorías utilizando siempre la experiencia vivida del alumnado como punto de partida. De esta forma lo llevará en forma didáctica, desde la experiencia vivida  hasta el tiempo percibido en relación a un espacio y, finalmente, le ayudará a construcción del tiempo concebido, desposeído este último de toda referencia concreta.
Hay que tener presente, además, de acuerdo con las teorías clásicas, que el aprendizaje del tiempo es un poco posterior e indisociable del aprendizaje del espacio (ASENSIO, M., CARRETERO, M. y POZO, J:l.; 1989. 

 CÓMO TRABAJAN LOS HISTORIADORES


Los historiadores analizan realidades que son con frecuencia muy complejas. Además, muy pocas veces son contemporáneos de los sucesos que ocupan su atención. La mayoría de las veces están distantes, en el espacio y en el tiempo, y aun cuando no lo están, necesitan comunicarse a través de documentos que les den testimonio acerca de los protagonistas de su estudio.
Obviamente, la naturaleza de los documentos puede ser muy variada. Un hacha de piedra, un cuadro, una carta o un libro; pero también un botón, un tenedor, un pañuelo o una muñeca pueden ser documentos importantes para el historiador. Si encontramos una carta de Artigas y un botón de su uniforme, y estamos estudiando su pensamiento, el botón quedara a un lado. Pero, si estamos estudiando la evolución de la vestimenta en el Río de la Plata, encontrar botones es como hallar un tesoro. El carácter de documento lo concede, pues, el mismo historiador al delimitar el objeto de su estudio (historia de los transportes, de la ganadería, de las ideas, del comercio, etc.).

Cuando decimos que Ia historia se ocupa del hombre, no pensamos en hombres aislados, sino en sociedades (es decir, en conjuntos organizados de hombres). Los historiadores analizan Ia orgíanizaciOn de la sociedad, tratando de comprender y explicar las diferentes relaciones existentes entre sus partes.
Las sociedades que estudia la historia siempre ocupan un espacio sobre Ia tierra.

Cuando un historiador delimita el espacio geográfico que va a estudiar, lo hace siempre atendiendo a un motivo relacionado con su estudio: estudiar una región o un continente o, por el contrario, el territorio ocupado por un determinado pueblo.
Sociedades y espacio no son, sin embargo, los únicos elementos que estudia un historiador. Le es esencial saber en que tiempo se desarrollo o se desarrolla lo que desea estudiar. Los historiadores siempre hablan del tiempo: "Las guerras del siglo XX", "La agricultura en el siglo XVIII", etc.

La observación del transcurso del tiempo les permite describir momentos de estabilidad y momentos de cambio. A partir de esta observación, el historiador introduce sus propios codes en el tiempo (diferentes de los del calendario y el reloj), Ilamados periodos o épocas.

Cuando un historiador elabora conocimientos históricos, usa naturalmente los documentos que ha seleccionado y los organiza dándole una significación particular a cada uno: fundamentales, importan-tes, muy importantes, secundarios, intrascendentes... La importancia de un documento surge de la ayuda que puede prestar al historiador para comprender lo que este estudiando

Las conclusiones que sacan los historiadores a partir de los documentos, es decir el conocimiento histórico, Ilegan hasta nosotros en forma escrita, y les Ilamamos Historiografia. Durante muchos siglos, esta historiografía no albergó conocimientos verdaderamente científicos, brindándonos mas bien descripciones mas o menos prolijas, mas o menos parciales- de las realidades que estudiaban. En este siglo, la historia ha reorganizado su método, sacando mucho mejor partido de sus documentos.



Monumento homenaje a la Batalla de Las Piedras -JUAN MANUEL FERRARI (Ciudad de Las Piedras -Canelones)


FUENTES UTILIZADAS PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIA
Una fuente histórica es todo objeto, documento o evidencia material que contiene o conlleva información útil para el análisis histórico. Las fuentes históricas se clasifican de acuerdo a su origen en fuentes primarias o directas y fuentes secundarias o indirectas.
Las fuentes directas se caracterizan porque en su creación o aparición no hay intervención o participación de los historiadores, algunos ejemplos de este tipo de fuentes son los fósiles, los restos arqueológicos, las crónicas.
Las fuentes indirectas son reelaboraciones procedentes de diversas fuentes primarias por ejemplo los libros de historia o los testimonios de los historiadores son fuentes de este segundo tipo.
Igualmente las fuentes pueden ser clasificadas a partir del soporte material o formato que contiene la información históricamente relevante:

Fuentes documentales: Fuentes escritas narrativas, son por ejemplo las cartas, discursos, documentos primarios conservados o citados secundariamente en alguna otra fuente histórica.

Fuentes audiovisuales, son una fuente documental para el período más reciente de la historia formada por películas, fotografías y otro tipo de información obtenida a partir de imágenes.

Fuentes estadísticas, formadas por gráficos, censos, documentos actuariales

Las evidencias materiales son generalmente objetos creados incialmente con un propósito diferente del de aportar información históricamente relevante, pero cuya existencia permite hacer inferencias sobre los hechos históricos, entre este tipo de fuentes tenemos los restos arqueológicos, los fósiles, las construcciones antiguas, etc.

Las fuentes iconográficas, entre las que se encontrarían los planos, mapas, pinturas, afiches, etc ... estas fuentes pueden considerarse frecuentemente como fuentes documentales.

Fuentes orales, están formados por relatos tradicionales y otro tipo de información transmitida oralmente. 
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 "La Acción de Las Piedras" fue realizada inicialmente por Juan Luis Blanes, interrumpida por su muerte en 1895 y continuada por el padre quien también la dejó inconclusa. Es un óleo sobre tela, sin firma, de 5,02 x 2,845 m. Se exhibe en el Museo Casa de Rivera (Montevideo). 


Batalla de Las Piedras de Manuel Rosé. EL cuadro se encuentra en el Salón de Fiestas del Palacio Legislativo en la ciudad de Montevideo
Batalla de Las Piedras (boceto, óleo sobre tela)Diógenes Hecquet (1866 - 1902)

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FUENTE ICONOGRÁFICA
La observación detallada de los cuadros de tema histórico nos brinda una amplia información de los acontecimientos del pasado.
El análisis del punto de vista social nos permitirá sacar cuatro 

CONCLUSIONES:

a) Toda pintura responde a una época, lugar o artista concreto, esto nos ha de permitir ubicarlo con una CORRIENTE ARTISTICA (que responderá a unas características).

b) Una imagen constituye un OBJETO CULTURAL que tuvo en su tiempo, un determinado papel personal o social, transformado en todo o en parte hasta nuestros dias.

c) Como todo lenguaje artístico la pintura encierra muchos SIGNIFICADOS, derivados de su forma y de su tema, expresa ideas abstractas que es necesarios desentrañar para apreciar su valor)

¿QUÉ PODEMOS APRECIAR EN UN CUADRO ?

1- Investigar a cuántos años de ocurrido el hecho que muestra la obra fue pintado el cuadro. .

2 - Observación del paisaje para la ubicación del lugar (urbano,rural).

3 - Identificar los personajes que aparecen.

4 - Analizar la escena (qué se está representando). Preguntar qué habrá acontecido antes y después de ese momento.

5 - Analizar la vestimenta (permite ubicar en el tiempo) y comparar con la vestimenta actual.

6 - Analizar todos los otros elementos allí presentes ¿cuáles son? ,¿qué hacen con ellos?,
Comparar con los elementos de la actualidad. (En estos cuadros las armas , caballos, etc.).
Como todos sabemos no se puede sacar una conclusión acabada analizando una única fuente, por lo cual el tema en este caso batalla de Las Piedras, se complementará con el estudio de otras fuentes (cartas, partes militares, libro de textos de historia etc.).

Para saber más haz clik aquí  18 DE MAYO BATALLA DE LAS PIEDRAS

18 DE MAYO DE 1811 BATALLA DE LAS PIEDRAS- -LA HISTORIA Y EL ARTE

 

Análisis de la pintura

 Rendición de Posadas de

 Juan Luis Blanes

Batalla de Las Piedras – Rendición de Posadas Juan Luis Blanes

 

Fue una obra realizada inicialmente por Juan Luis Blanes, interrumpida por su muerte en 1895 y continuada por el padre quien también la dejó inconclusa al morir en 1901.

Con un lenguaje pictórico afín a la tradición académica europea, esta pintura nos muestra un episodio histórico compuesto como una escena teatral, en cuyo centro -y no en primer plano- se desarrolla el hecho más importante: la entrega de una espada del Capitán José de Posadas, el jefe español vencido, al delegado del ejército victorioso, el cura Valentín Gómez.

En torno a éstos se agrupan los demás personajes dando lugar a escenas secundarias. Artigas, el personaje histórico más importante, aparece a un lado, en la mitad izquierda del cuadro.

Es un cuadro apaisado, propio de las pinturas de tema bélico, organizado en base a grandes líneas horizontales y verticales, destacándose el horizonte en la mitad superior de la composición.

Si bien esta línea está ubicada a una altura importante, se destaca el cielo claro en la superficie del cuadro. Interceptando rítmicamente y desdibujando el horizonte, se destacan, recortadas en el cielo, las cabezas de Artigas y otros personajes a caballo, así como sus manos en alto, con sombreros y sables desenvainados.

La escena pretende ser simple, narrando literalmente un hecho, sin obligar al observador a recorrerla con la vista en diversas direcciones. Aunque hay figuras inclinadas, predominan las de posturas erguidas y actitudes poco dinámicas.

Los personajes, en distintos planos de profundidad, se ubican en dos grandes grupos que tienden a dejar libre la zona central.

El más voluminoso, aparece a la izquierda del observador, pero visualmente no pesa más que el otro. La figura de Artigas funciona como un mojón donde se detiene la vista y posterga su desplazamiento hacia la derecha. De este modo, oficia como eje vertical, que al no estar en la mitad del cuadro ve compensado el desequilibrio visual al estar acompañado por más formas que en el resto de la superficie.

En cuanto al color, se debe tener en cuenta que el cuadro está sin terminar, por lo que hay zonas que no fueron pintadas y es visible el dibujo sobre la tela. Por lo tanto, es posible que las zonas de color no tienen su distribución y combinación definitivas.

Aunque el cielo abarca una superficie muy grande, llaman la atención los rojos que contrastan con el verde complementario de algunas vestimentas y del suelo. Los rojos son intensos, que pueden resultar poco creíbles en una propuesta que trata de ser fiel lo que el ojo ve, salvo por recibir el conjunto la fuerte luz lateral de un atardecer o porque faltó terminación en el tratamiento de este color.

No se puede reconocer expresión de sentimientos ni simbolismos en la elección de los colores, sino que fueron representados con la intención de ser fieles a la realidad visible. Con la prolijidad aprendida de su padre y de la academia florentina, Juan Luis Blanes limita el cromatismo en formas de contornos definidos por líneas o claroscuros.

El pintor se detiene, con meticulosidad arqueológica, en los objetos y en distintos tipos humanos: El caudillo, el sacerdote, en la diversidad de las tropas revolucionarias, integradas tanto por patricios como por gauchos y mujeres. Artigas, el sacerdote Valentín Gómez y el Capitán Posadas se identifican claramente, y los demás personajes presentan rasgos tan individuales que son verdaderos retratos.

En un aspecto como éste cabe preguntarse si es posible distinguir entre las cualidades del hijo y la intervención del padre en la ejecución de la obra. Por ejemplo, la imagen del prócer está basada en la reconstrucción hipotética que muchos años atrás realizara Juan Manuel Blanes. Varios son los detalles que diferencian esta pintura con el boceto que se conserva, por ejemplo, en el uniforme y la postura de Posadas. Tanto el consejo como la mano paterna debieron influir en la modificación de esos elementos.

 Ernesto Laroche dice reconocer la participación del viejo maestro en el grupo de Artigas, “en el estudio de la figura del gaucho con chiripá rojo que avanza llevando un caballo de la brida, el suelo que lo circunda, parte del caballo que monta Artigas, el soldado herido al que atiende una mujer: esta misma y la otra que está de pie a la izquierda, y algunos toques aislados, cual colores de  o puntos de referencia para establecer la perspectiva aérea, dando vigor plástico al ambiente general de la tela.”

El acontecimiento se desarrolla en el campo, con perspectiva aérea que desdibuja formas en el horizonte, como el no muy lejano pueblo de Las Piedras. Esta última imagen tiene similitud con las que hicieran décadas atrás, de éste y otros centros poblados del interior del país, artistas extranjeros como Besnes e Irigoyen. El propio artista había pintado también un paisaje del pueblo de Las Piedras, posiblemente como estudio previo, pintura que también pertenece al Museo Histórico Nacional.

Si bien el título de la obra alude a la batalla, la escena representada no es el combate mismo, sino un hecho posterior a su desenlace. El acontecimiento principal es la entrega de la espada por parte del jefe derrotado. Esto se ve reafirmado por su ubicación en el centro de la pintura y las miradas convergen hacia él.

No representa un clímax, sino más bien lo contrario; las actitudes de los personajes son muy controladas, no hay pathos, salvo en algunas expresiones individuales. El carácter trágico del hecho lo aportan los pocos muertos y heridos, dispuestos en escorzo, siguiendo la tradición inaugurada en el Renacimiento por las pinturas de batallas del pintor renacentista Paolo Ucello (S. XV).

Los caídos en combate fueron frecuentes en la obra de Juan Manuel Blanes; aluden a la muerte heroica, pero su presencia no tiene peso en relación con la de los personajes vivos; más bien están reducidos a una expresión mínima y presentados con pudor, quizá porque en su época ya no está bien visto representar la muerte en forma demasiado directa, de acuerdo a una cultura cada vez menos "bárbara" y más "civilizada", como podría decir José Pedro Barrán. También debe ser resultado de esa cultura la prolijidad y limpieza de los personajes, nada más lejano a quienes acababan de terminar una batalla en el que, como escribe Ana Ribeiro, “corajes, cobardías, heroísmos, sangres y heridas de dos ejércitos enfrentados, se mezclaron en el barro. Porque llovió durante días en aquel mes de mayo.”

Esta pintura relata un episodio de paz posterior a la violencia, que destaca virtudes de Artigas como el respeto por los vencidos. Podríamos especular sobre los motivos para la elección del tema. Pudo ser la evocación de la célebre frase atribuida a Artigas de "Clemencia para los vencidos" como virtud digna de ser recordada y difundida en la sociedad de fines del siglo XIX.

 Pero la ausencia de combate ¿pudo ser reflejo del hastío de las interminables guerras civiles que aun asolaban al Uruguay y en las que el trato a los derrotados era completamente distinto? ¿El fin de una batalla puede expresar un deseo pacifista? ¿Es una visión "civilizada" que aborrece la representación explícita de la guerra?

Las cualidades formativas del sentimiento nacional y el valor ilustrativo de esta pintura respecto a la gesta heroica fueron exaltados ya en la época de su realización. Un memorándum elaborado por la comisión presidida por Diógenes Héquet, creada luego de la inesperada muerte de Juan Luis Blanes para vender esta obra al Estado, nos aporta muchas pistas sobre el valor de la obra en su contexto cultural: “La Batalla de Las Piedras es, como ha dicho uno de nuestros historiadores la más justamente sonada de los comienzos de la lucha emancipadora y la de mayor influencia moral porque acreditaba el denuedo de los bisoños héroes, en tal proporción que para los dominadores debía ser motivo de desaliento y temor, y para los nativos ansiosos de independencia, fuerza y estímulo eficacísimo.

La Batalla de Las Piedras es alto título de gloria para el ilustre caudillo, vindicación para su memoria y testimonio honroso para los guerreros que lo acompañaban. Nuestro pintor ha sabido revelar todo esto en su cuadro, que por tales condiciones contiene la más elocuente y persuasiva lección de aquel episodio inmortal de nuestra historia.” En ese mismo documento se destaca “la virtud ejemplar del caudillo al demostrar un rasgo cortés y caballeresco de Artigas con el vencido, y que está más acentuado por la actitud respetuosa de los vencedores, descubiertos en aquel instante en presencia del enemigo, que ha defendido su causa valiente y noblemente.”

Igualmente, se extiende la cualidad humanitaria del jefe a sus huestes, y por ende, a sus descendientes los uruguayos, lo que se puede apreciar en las escenas secundarias: “No menos ciertas que honrosas y enaltecedoras de la humanidad y clemencia de los nativos.

Las mujeres que acompañan al ejército, en las que alentaba el espíritu generoso y caritativo que es carácter distintivo de nuestra raza, atienden y curan a los heridos españoles a la par que en los criollos y aun con preferencia; que no es menos valiosa porque éstos, acostumbrados a la dureza de la vida de campaña, en la que cada hombre debe bastarse a sí mismo, se curaran con sus propias manos, sin pedir ajena ayuda. Por tal manera, el pintor, ajustándose a la historia, ahondando con agudeza filosófica en los sucesos, en los hombres y en la época, ha revelado perfectamente en su cuadro el episodio glorioso."

 

Finalmente, el memorándum reclama del gobierno una actitud comprometida con la actividad de los artistas, dada la importancia política que sus redactores reconocen en esta tarea: “Los pueblos, como los hombres no viven sólo la vida material, y la civilización y la cultura de una nación no se pueden revelar más brillantemente, que con las producciones intelectuales de sus hijos. En el presente caso y para nosotros, existen además las circunstancias de que estando las artes en sus comienzos, hay mayor obligación de estimular en los artistas que, como Blanes, buscan su inspiración en temas gloriosos de nuestra tierra y, a la vez que una obra artística hacen una obra patriótica, tal como en el cuadro La Batalla de Las Piedras”

En respuesta al Memorándum, el Poder Ejecutivo decidió comprar del cuadro el 30 de marzo de 1896, acusando recibo de los argumentos de los promotores y manifestando que “Al adoptar esta resolución ha tenido en cuenta el gobierno, además del propósito de rendir homenaje a la memoria de aquel distinguido artista, el mérito intrínseco de la obra, su alta significación patriótica, desde que representa uno de los hechos más gloriosos en la epopeya de nuestra independencia nacional, y finalmente la propiedad y perfección con que está tratada la indumentaria de la época, tanto en lo que respecta a la heroica legión libertadora, en cuanto al aguerrido ejército dominador.”

La Batalla de Las Piedras –recordada por el propio Artigas como una de sus más importantes triunfos militares- fue considerada a fines del siglo XIX como un capítulo digno de evocar en la narración ilustrada de nuestra historia.

 A través de este cuadro, Juan Luis Blanes puso en valor un hecho que en sí no fue un acto independentista, cuando aún no había madurado la idea emancipadora en la revolución rioplatense; lo presenta como un hito en la formación de la nacionalidad oriental cuando esa nacionalidad todavía estaba lejos de existir. Es una pieza de gran porte que exalta la imagen heroica de Artigas más como hombre de paz que de guerra.

El jefe no aparece todopoderoso y temible, matando enemigos como en las pinturas y relieves de la Antigüedad, ni dirigiendo el combate en actitud heroica como fue usual en el género militar durante siglos en Europa. El Jefe de los Orientales manifiesta su dignidad caballeresca a través de un gesto que no lo diferencia demasiado en el conjunto donde lo ubicó el pintor, aludiendo, posiblemente, a su vocación democrática.

 

 



 Juan Luis Blanes

 Dibujo realizado por Juan Bellver bajo el seudónimo Juan Sanuy (1856 - 1908) 

Juan Luis Blanes nació en el 21 de mayo e 1856.

Hijo primogénito del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes. Tuvo como maestro a su padre y posteriormente perfeccionó sus estudios en la Academia de Arte de Florencia con los profesores Giuseppe Ciaranfi, Ribalta, Emilio Gallori, y Amós Cassioli (quien fuera Director de la Academia de Siena), en el período 1879-83.

Juan Manuel Blanes

Después de una estadía en el Uruguay, retornó a Italia y junto con su padre Juan Manuel Blanes y su hermano Nicanor, realizaron un viaje por el Cercano Oriente (1890). Regresó a Montevideo, vivió por espacio de dos años en Buenos Aires, y se reintegró a la actividad artística en su ciudad natal a partir de 1893.

 Falleció en un accidente de tránsito el 18 de marzo de 1895, cuando proyectaba un nuevo viaje a Europa para vigilar la fundición de la estatua de Artigas a erigirse en la ciudad de San José.

Como pintor dejó cuadros con temas criollos, de la costa platense, varios temas de composición y dibujos de academia. En el Museo Nacional de Bellas Artes se encuentran: Venecia, Una toldería, Marina, Ruinas de Pompeya, Paisaje (óleos). Es autor del óleo Batalla de las Piedras (quedó inconcluso a su muerte), y de Paisaje del pueblo de las Piedras, (óleo sobre cartón).

Cronológicamente fue el primer escultor uruguayo. Modeló el cacique charrúa Abayuba (1887) que fue vertido al bronce en 1930; en esa misma época el escultor Edmundo Prati realizó una versión monumental en bronce de esta obra.

De su ya mencionado Monumento a Artigas se han hecho numerosas reproducciones que se encuentran en muchas ciudades de nuestro país y de América.

Dejó terminado el boceto de la estatua de Joaquín Suárez encargándose su padre de terminar la ejecución. Otras obras: La cebadora de mate, El baqueano de los Treinta y Tres, y con su hermano Nicanor, el Monumento a Francisco Vidiella en Colón.

 FUENTE

(Fuente: Tomo I: Plásticos uruguayos, compilado por la Biblioteca del Poder Legislativo, 1975, pág. 140)

 

 

Foto del modelo del que se sirvió el artista Juan Luis Blanes para pintar a Artigas en el cuadro La Batalla de Las Piedras. El modelo se ve sobre una armazón que sustituye al caballo y en la actitud respetuosa y digna que Blanes con excelente inspiración atribuyo a Artigas en el momento de saludar al jefe español Posadas que entrega su espada al presbítero Gómez.

 Pero hay algo más interesante todavía en el modelo que sirvió para aquel cuadro. Bien sabido es que Blanes (don Juan Manuel) poseía una preciosa colección de prendas y armas históricas, entre ellas un poncho del general Artigas. Pues bien, para el equipo y traje de Artigas, Juan Luis, aprovecho un conjunto de prendas históricas que aparecen en el modelo fotograbado y son las siguientes:

 Casaquilla del general Manuel Oribe, pantalón del general Villagran, estribos, lomillo, riendas y freno del general Rivera, pistoleras de Posadas, carona de Lavalleja, espada del general Freire, tiros de la espada del coronel Marcelino Sosa y cojinillo bordado del general Máximo Santos cuando era comisario de Minas.

FUENTE                                                                                      https://parquebatalladelaspiedras.imcanelones.gub.uy/