“Al final de mi trayectoria lo que deseo es que mis pasión no se apague y terminar mi obra con la misma convicción y exigencia de siempre”.
María Freire estuvo conectada
con la figura de Joaquín Torres García, uno de los maestros fundamentales del
arte moderno en Uruguay y América Latina.
Como muchos artistas contemporáneos en Uruguay, María Freire mantuvo contacto con el legado y los discípulos de este gran artista, tanto directa como indirectamente.
Ella desarrolló una obra
personal muy marcada por la abstracción y la exploración de la forma y el
color, se vio inevitablemente influida por ese ambiente estimulante que
promovía la experimentación y el diálogo sobre la modernidad desde una perspectiva
regional.
Su relación con este círculo
se manifestó en el intercambio de ideas, exposiciones y redes de artistas que
compartían el interés por renovar el lenguaje visual en Uruguay.
Además, el contacto con la generación de Torres García enriqueció la formación de María Freire al ofrecerle un marco teórico-significativo para el abordaje de la abstracción con profundidad conceptual.
Ella, a su vez, aportó a este entorno con su
sensibilidad hacia el color, la textura y sus búsquedas expresivas, contribuyendo
a diversificar la escena artística local.
Este vínculo fue clave para que su obra alcanzara reconocimiento tanto nacional como internacional, siendo parte de una corriente artísticamente vigorosa y unida, pero a la vez abierta a la innovación personal.
También tuvo contacto con las
agrupaciones abstracto-concretas incentivadas por Aldo Pellegrini en la
Argentina y con los artistas concretos y neoconcretos brasileños, como Amílcar
de Castro, Lygia Pape, Lygia Clark y Hélio Oiticica, pero mantuvo su propio estilo
dentro de la abstracción.
La artista trabajó en series, tomando como tema el color, los ritmos y las formas puras en sí mismos.
Cabeza- 1948
En la década del 50 se volcó a la abstracción geométrica tanto en
pintura como en escultura. En el caso de la escultura, ella estuvo a
la cabeza de la abstracción en el Uruguay y del uso de los nuevos materiales no
tradicionales.
María Freire dejó un legado artístico fundamental en el arte abstracto y geométrico de Uruguay y del Río de la Plata.
Fue una pionera en el arte no figurativo, combinando formas geométricas con colores brillantes y vibrantes, que reflejan una preocupación por la pureza y el refinamiento en sus obras.
Su arte se
caracteriza por la repetición seriada de motivos que crean una "constante
icónica", con contornos nítidos y colores planos, uniendo lo sensible con
lo racional.
Sus obras forman parte de colecciones de museos emblemáticos de Uruguay, Brasil, España y otros países, consolidándola como una figura emblemática del arte geométrico y la abstracción pictórica en Sudamérica.


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