EL PINTOR DE LOS PINTORES
Diego Velázquez: Autorretrato, 1640, óleo sobre lienzo, 45,8 cm × 38 cm, Museo de Bellas Artes de Valencia.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, mejor conocido como
Diego Velázquez, nació en Sevilla el 6 de junio de 1599.
Es considerado el pintor más importante del período barroco
español.
Su servicio como pintor de cámara de Felipe IV le permitió
estudiar a los grandes maestros del arte nacional e internacional y, con ello,
logró un estilo personalísimo que dejaría una huella indeleble en la historia
de la pintura.
De abuelos portugueses, fue hijo de Juan Rodríguez de
Silva, y de la sevillana Jerónima Velázquez.
Desde muy temprano se inclinó por la pintura tomando clases en el taller de Francisco Pacheco.
En esa época debió absorber el arte que se hacía en Italia,
ya que Sevilla estaba llena de italianos y flamencos, y con esa nueva forma de
pintar realizó no pocas pinturas de género con bodegones, como esta, una de las
primeras obras conservadas de Velázquez.
En 1616 pintó los tres músicos.
En una oscura habitación, tres músicos (y un mono) se
disponen alrededor de una mesa. Uno de ellos, el más joven, sonríe y nos mira.
También lo hace el simio. Es un recurso barroco para meternos en el cuadro.
Barroca es también la estimulación de los sentidos que hay
en el lienzo: oído, tacto, gusto y olfato se unen a la vista para hacer una
especie de representación alegórica de los sentidos.
Velázquez todavía estaba aprendiendo. La luz es extraña, la
composición titubeante. Pero ya podemos hacernos una idea de que este joven de
17 años daría mucho que hablar en el futuro.
La formación artística de Diego Velázquez transcurrió
mayormente en su ciudad natal, Sevilla. Allí recibió clases de dos importantes
maestros. Aparentemente, el primero fue Francisco de Herrera. Después, ingresó
al taller del maestro Francisco Pacheco, quien fue una figura fundamental en su
vida y posterior desempeño.
Diego Velázquez: Vieja friendo huevos, 1618, Galería nacional de Escocia, Edimburgo.
Diego Velázquez: Inmaculada Concepción, National Gallery,
Londres.
En 1618 se casó con la hija de su maestro, Juana
Pacheco, cuando aún no cumplía los 19 años de edad. Con ella tuvo dos hijas,
Francisca e Ignacia, también nacidas en la ciudad de Sevilla.
El aguador de Sevilla, c. 1620, Apsley House, Londres, Reino Unido.
Durante su etapa sevillana, Diego Velázquez desarrolló ampliamente los bodegones, así como escenas de taberna o escenas de cocina y cuadros religiosos. En todo, Velázquez hacía gala de un naturalismo tenebrista de gran factura que le mereció amplio reconocimiento.
De esta etapa, de hecho, es su lienzo El aguador de Sevilla, que le dio una importante
proyección profesional. Este naturalismo de Velázquez dialogaba con los grandes
maestros Caravaggio y Ribera, representantes de esta tendencia de la pintura
que alcanzaba niveles nunca antes explorados.
Retrato
del poeta y escritor español Luis de Góngora y Argote
Alentado por su maestro y suegro, Velázquez viaja a Madrid
en 1622 con la idea de obtener algún cargo al servicio de la monarquía
española. Aunque no logra su objetivo y regresa a Sevilla, pinta en ese tiempo
un retrato de Luis de Góngora que atrapa la atención de la élite capitalina.
Diego Velázquez: Retrato ecuestre del rey Felipe IV, h. 1635, óleo
sobre lienzo, 301 cm × 314 cm, Museo del Prado, Madrid.
Un año después, en 1623, es llamado a Madrid por el conde duque de Olivares para elaborar un retrato del rey Felipe IV. Gustó tanto que obtuvo el cargo de maestro de cámara de la corte. Una vez instalado, pudo estudiar a los maestros de la colección del palacio, como Tiziano, a quien Velázquez consideraba su pintor favorito.
Bajo la protección real, Velázquez produjo gran parte de su obra. Dadas las condiciones de ese momento, su producción se circunscribía mayormente a retratos de la familia real, retratos cortesanos y personalidades destacadas.
Velázquez contaba con el reconocimiento de importantes sus pares en el mundo de la pintura europea. Fue el caso de Pedro Pablo Rubens, quien estuvo en Madrid por esos años y con quien llegó a colaborar.
Fue el mismo Rubens quien le recomendó viajar a Italia para estudiar a los grandes maestros. Bajo su influjo, Velázquez produjo el famoso lienzo El triunfo de Baco, pero a diferencia de los pintores convencionales, su franco naturalismo lo aproximaba más a la escena de un bodegón que a una escena mitológica.
En 1626, Velázquez viaja con destino a Italia a fin de estudiar a los grandes maestros y perfeccionar su técnica artística.
Durante
este período, estudia consecuentemente la obra de Tintoretto, Miguel Ángel
Buonarroti y Rafael Sanzio. Amparado por tales estudios, perfecciona su modelo
de perspectiva.
La rendición de Breda -. En esta obra encontró una nueva forma de captar la luz. Velázquez ya no emplea el modo «caravaggista» de iluminar los volúmenes con luz intensa y dirigida, como había hecho en su etapa sevillana. La técnica se ha vuelto muy fluida. Sobre la marcha modificó varias veces la composición borrando lo que no le gustaba con ligeras superposiciones de color. Así las lanzas de los soldados españoles se añadieron en una fase posterior.
La obra representa la coronación de la Virgen María, madre
de Jesucristo, por los tres miembros de la Santísima Trinidad.
Velázquez regresó a Madrid en el año de 1631. Su obra, ya
madura y sometida a un cambio de estilo perceptible, fue sumamente prolífica a
partir de entonces, y colaboró con muchos proyectos reales, entre los que
podemos mencionar la decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro y de la Torre
de la Parada. Es también la época de sus grandes lienzos La rendición de Breda
y la Coronación de la Virgen.
La costurera- 1640
El bufón don Sebastián de Morra (1645). Obsérvense la
luminosidad del rostro, su mirada concentrada, la representación de sus ropas y
el tratamiento del fondo neutro.
En 1649, Velázquez viajaría una segunda y última vez a Italia con el propósito de adquirir nuevas piezas para la colección real, tanto pictóricas como escultóricas. El viaje fue también una oportunidad para profundizar sus estudios.
Retrato de Juan Pareja
En ese período, Velázquez tiene un hijo fuera del
matrimonio, llamado Antonio. También le da la libertad a su esclavo Juan de
Pareja, retratado por él en uno de sus trabajos más conocidos.
Venus en el espejo.Venus del espejo (1650). El reducido cromatismo del cuadro, limitado a un rojo brillante, un cálido marrón, un suave azul y un blanco, hace resaltar el cuerpo de Venus, que domina sobre lo demás, y que en realidad está pintado por mezcla de esos cuatro colores. Venus aparece en una postura sensual y a la vez pudorosa.
Inocencio X (1649-51). Se inspiró en anteriores retratos
papales de Rafael y de Tiziano, a los que rindió homenaje. Sobre una
combinación de distintos tonos de rojos, amarillos y blancos, la figura del
pontífice erguida en el sillón tiene mucha fuerza resaltando el vigor de su
rostro y su mirada severa.
Influenciado por la técnica, la composición y el
sensualismo de los grandes maestros italianos, el artista hizo en Roma su único
desnudo femenino: Venus en el espejo. El prestigio del pintor era tal que, tras
su insistencia, logró que el papa Inocencio X le concediera hacerle un retrato.
En dicho retrato, Velázquez haría gala de un nuevo trazo artístico acrisolado
en Italia, el cual le garantizaría su consagración definitiva de regreso a
España.
Como se puede ver, Velázquez ganaba en técnica y ampliaba
el espectro de temas y géneros pictóricos que ejecutaba con igual maestría:
bodegones, retratos, cuadros de historia, escenas de género, escena religiosas
y escenas mitológicas. El ascenso de su prestigio era indetenible.
Al regresar a Madrid, Velázquez llevó una dotación de 300
piezas nuevas para la colección de la casa real. Tras esto, fue nombrado
aposentador del palacio y continuó trabajando para el rey hasta el final de sus
días. En esta etapa, Velázquez obtuvo el tan anhelado nombramiento como
caballero de la Orden de Santiago.
Las meninas, (1656). 318 x 276 cm. Este complejo lienzo es
la cima de su pintura. La maestría de su luz hace sentir como verdadero el aire
de la habitación.
Será este el período en que pinte su más afamada obra, Las meninas, que revela el interés conceptual del artista por dignificar la pintura a la par de las artes liberales, al tiempo que deja entrever las preocupaciones de la monarquía por la sucesión real.
Las hilanderas (1658). La composición se organiza en
distintos planos de luz y de sombra muy contrastados entre ellos. Para
López-Rey es en este cuadro donde alcanzó mayor dominio de la luz. La mayoría
de las figuras están difuminadas, definidas con toques rápidos que provocan esa
borrosidad.
Diego Velázquez muere el 6 de agosto de 1660 con todos los honores que podría recibir un artista talentoso y consagrado como él.
FUENTES
https://es.m.wikipedia.org/
https://www.culturagenial.com/
https://www.arteespana.com/
https://www.todocuadros.es/
https://totenart.com/
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