PARA SER leído, ESCUCHADO, comprendido y meditado
María Elena Walsh nació en Ramos Mejía, Buenos Aires, el 1 de febrero de 1930. Fue una poeta, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora argentina, considerada un clásico de la literatura infantil.
Su padre era un irlandés, llamado Alan Sarmiento Walsh. Trabajó como empleado del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires y tocaba muy bien el piano.
Su madre, Lucía Elena Monsalvo, era argentina, hija de padre argentino y madre andaluza. Se había casado con su padre, en su segundo matrimonio, y juntos tuvieron dos hijas, Susana y María Elena.
Del primer matrimonio, su padre María Elena Walsh tuvo cuatro hermanos.
Su padre era un irlandés, llamado Alan Sarmiento Walsh. Trabajó como empleado del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires y tocaba muy bien el piano.
Su madre, Lucía Elena Monsalvo, era argentina, hija de padre argentino y madre andaluza. Se había casado con su padre, en su segundo matrimonio, y juntos tuvieron dos hijas, Susana y María Elena.
Del primer matrimonio, su padre María Elena Walsh tuvo cuatro hermanos.
En 1947 mirando por la ventana de su casa en Ramos Mejía.
Creció en una casa de Ramos Mejía, en el Gran Buenos Aires, donde había un hermoso patio, rosales, limoneros, naranjos y una higuera. En esos espacios paseaban gatos y había un gallinero.
Ese ambiente emanaba mayor libertad en comparación con la educación tradicional de clase media de la época. La canción Fideos finos "Voy a contarles qué había/entonces en Ramos Mejía" y su primera novela, "Novios de antaño", 1990, de raíz autobiográfica, reflejan los recuerdos de su infancia.
De la cultura popular inglesa, María Elena tomaría canciones infantiles, canciones tradicionales para niños, como "Baa Baa oveja negra" o "Humpty Dumpty", que le cantaba su padre cuando era niña, así como la costumbre de expresarse verbalmente. construcciones. que caracterizan a los británicos, como una de las principales fuentes de inspiración en su obra.
De la cultura popular inglesa, María Elena tomaría canciones infantiles, canciones tradicionales para niños, como "Baa Baa oveja negra" o "Humpty Dumpty", que le cantaba su padre cuando era niña, así como la costumbre de expresarse verbalmente. construcciones. que caracterizan a los británicos, como una de las principales fuentes de inspiración en su obra.
A los 12 años decidió ingresar a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, Barracas, donde se instaló su familia. Allí trabaría amistad con Sara Facio, que luego se convertiría en una destacada fotógrafa y compañera de María Elena, Carmen Córdova, que se convertiría en arquitecta, y Juan Carlos Distéfano, que se convertiría en un escultor de fama mundial.
Juan Carlos Distéfano amigo de Ma. elena
Sara Facio- Amiga de mamá. elena
María Elena era una niña tímida y rebelde, en su adolescencia leía mucho.
En 1945, con 15 años, publicó su primer poema en la revista "El Hogar", titulado "Elegía" e ilustrado por su compañera de colegio Elba Fábregas.
Ese mismo año también escribió en el diario La Nación.
En 1947, cuando tenía 17 años, sufrió la muerte de su padre y publicó su primer libro, un poemario titulado "Otoño imperdonable" que recibió el segundo Premio Municipal de Poesía, aunque el jurado se disculpó diciendo que no lo habían hecho. le concedió el primero porque era demasiado joven. A pesar de su juventud, este es un libro notable, que inmediatamente llamó la atención sobre ella en el mundo literario hispanoamericano. Reúne poemas escritos entre los 14 y 17 años, que sorprenden por su madurez expresiva y estilo natural, llenos de descubrimientos y juegos líricos, como en "Término", donde se define como "un lugar donde florecerá la muerte".
Otoño imperdonable
El libro fue elogiado por la crítica y por algunos de los escritores hispanoamericanos más importantes, como Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo, Eduardo González Lanuza y Pablo Neruda.
Tras finalizar sus estudios secundarios en 1948, fue aceptada como profesora de Dibujo y Pintura.
Aceptó la invitación de Juan Ramón Jiménez para visitarlo en su casa de Maryland (Estados Unidos), donde permanecería durante seis meses en 1949. Fue una experiencia compleja, porque Jiménez la trató sin piedad, sin ninguna consideración por sus necesidades e inclinaciones personales. . La propia María Elena describiría aquella experiencia unos años después en estos términos:
"Cada día tuve que encontrar el coraje para afrontarlo, revisar mi insignificancia, cubrirme de una desgracia que hoy se rebela contra mí. Me sentí investigada y condenada. Suelo evocar con rencor a personas que, el más grande del mundo, tenía en sus manos mi destino verde y no hizo más que paralizarlo. Con intenciones generosas, con conciencia protectora, Juan Ramón me estaba destruyendo, y no tenía derecho a equivocarse. porque él era Juan Ramón, y yo, nadie. ¿En nombre de qué debemos perdonarlo? En nombre de lo que él es y significa, más allá del fracaso de una relación”.
"Cada día tuve que encontrar el coraje para afrontarlo, revisar mi insignificancia, cubrirme de una desgracia que hoy se rebela contra mí. Me sentí investigada y condenada. Suelo evocar con rencor a personas que, el más grande del mundo, tenía en sus manos mi destino verde y no hizo más que paralizarlo. Con intenciones generosas, con conciencia protectora, Juan Ramón me estaba destruyendo, y no tenía derecho a equivocarse. porque él era Juan Ramón, y yo, nadie. ¿En nombre de qué debemos perdonarlo? En nombre de lo que él es y significa, más allá del fracaso de una relación”.
De regreso a Buenos Aires y en los años cincuenta, María Elena frecuentó círculos literarios e intelectuales y escribió ensayos en diversas publicaciones.
En 1951 publicó su segundo libro de poemas, "Baladas con Ángel". El libro fue publicado en el mismo volumen que Argumento del enamorado, del igualmente joven escritor Ángel Bonomini, quien en ese momento era novio de María Elena. El volumen constituye un todo en el que dos amantes intercambian sus emociones expresadas en versos.
En esta oportunidad, Walsh recurre a la balada para construir su obra poética, una forma lírica construida a partir de la musicalidad de su estructura, reflejando probablemente la influencia de Jiménez.
Muestran al poeta en un momento de optimismo y alegría inducido por el amor, pero al mismo tiempo revelan una insatisfacción subyacente que pronto estallaría.
Estas emociones se pueden encontrar en "Balada del tiempo perdido", donde la escritora exterioriza la angustia que la perseguía, ahora calmada por la llegada del amor:
María Elena y Leda
En 1952 se radicaron en París y comenzaron a cantar canciones folclóricas de la tradición oral de la región andina de Argentina, como carnavalitos, bagualas y vidalas. Después de cantar en cafés y discotecas, el dúo consiguió un contrato en el famoso cabaret Crazy Horse.
En ese momento comenzaron a aparecer las diferencias entre ambas que llevarían a su separación: mientras Leda Valladares reivindicaba el valor del indigenismo y el folklore puro, en el sentido de la creación anónima, María Elena Walsh se inclinaba por la creación de nuevas expresiones, alimentándose de las raíces folclóricas, pero sin restringirse estrictamente a ellas, guiándose por los valores de la justicia social, el feminismo y el pacifismo.
En 1958 lanzan su quinto disco "Canciones del tiempo de Maricastaña", donde se presentan canciones del folklore español con un título lúdico e informal que anticipa las nuevas tendencias que se estaban incubando en el dúo. El disco incluye temas como "El Turururú", "En qué nos parecems" o "Romance del enamorado y la Muerte".Al año siguiente, Leda y María publican el EP "Leda y María cantan villancicos", que incluye cuatro villancicos anónimos, uno del norte argentino, otro de Bolivia y dos de España. La portada del álbum es una foto de un niño pequeño sonriendo mientras mira un dibujo de Papá Noel, la primera aparición de un tema infantil.
En 1956 el dúo había ganado un concurso para cantar en el espectáculo de Edith Piaf en el Teatro Olympia, pero la famosa cantante finalmente los excluyó, aparentemente por motivos emocionales, y ambos decidieron entonces regresar a Buenos Aires.
En 1958 María Herminia Avellaneda le ofreció a Walsh escribir guiones de televisión para programas infantiles. Entre ellos destacó “Buenos días Pinky”, protagonizada por Pinky (Lidia Satragno) y Osvaldo Pacheco, quien interpretó a un abuelo. El programa duró sólo tres meses, pero cosechó un notable éxito, que le valió dos premios Martín Fierro (mejor programa infantil y revelación masculina para Osvaldo Pacheco) y el premio Argentores para la propia María Elena como guionista, otorgado en 1965. Aquella experiencia
hizo ¡Qué posibilidad de crear un género parecido a un "cabaret de chicos" o una "variedad infantil" madura, que revolucionaría el mundo del espectáculo, el folklore y la música infantil!
En 1958 María Herminia Avellaneda le ofreció a Walsh escribir guiones de televisión para programas infantiles. Entre ellos destacó “Buenos días Pinky”, protagonizada por Pinky (Lidia Satragno) y Osvaldo Pacheco, quien interpretó a un abuelo. El programa duró sólo tres meses, pero cosechó un notable éxito, que le valió dos premios Martín Fierro (mejor programa infantil y revelación masculina para Osvaldo Pacheco) y el premio Argentores para la propia María Elena como guionista, otorgado en 1965. Aquella experiencia
hizo ¡Qué posibilidad de crear un género parecido a un "cabaret de chicos" o una "variedad infantil" madura, que revolucionaría el mundo del espectáculo, el folklore y la música infantil!
Buenos días Pinky
La obra estuvo compuesta por doce canciones de Walsh, que fueron interpretadas por Leda y María vestidas de juglares, mientras las mimetizaban los actores Alberto Fernández de Rosa y Laura Saniez: "La familia Polillal", "El Reino del Revés", "Milonga de la panadero", "La vaca estudiosa", "El pájaro pintado", "Canción del estornudo", "La mona Jacinta", "Canción del jardinero", "Canción de la vaca", "Canción de Titina", "Canción para vestirse" y "Canción del Pescador".
En los intervalos entre canciones, los dos personajes, Agapito y la Señora de Morón Danga, decían monólogos cómicos, una estructura dramática que Leda y María habían tomado de Crazy Horse, combinándola con el humor, los ritmos tradicionales, la jovialidad y el público infantil.
"Doña Disparate y Bambuco" fue la última presentación de Leda y María. El nuevo espectáculo contó con un presupuesto mucho mayor, siendo dirigido por María Herminia Avellaneda, y protagonizado por Lydia Lamaison (Disparate) y Osvaldo Pacheco (Bambuco), además de Teresa Blasco y Pepe Soriano, interpretando diversos papeles de personajes secundarios y excéntricos. En esta obra aparece el Mono Liso, y sobre todo la tortuga Manuelita, el personaje más paradigmático y conocido del universo infantil creado por María Elena Walsh. La obra tenía una similitud con el clima onírico de Alicia en el país de las maravillas.
"Doña Disparate y Bambuco" fue la última presentación de Leda y María. El nuevo espectáculo contó con un presupuesto mucho mayor, siendo dirigido por María Herminia Avellaneda, y protagonizado por Lydia Lamaison (Disparate) y Osvaldo Pacheco (Bambuco), además de Teresa Blasco y Pepe Soriano, interpretando diversos papeles de personajes secundarios y excéntricos. En esta obra aparece el Mono Liso, y sobre todo la tortuga Manuelita, el personaje más paradigmático y conocido del universo infantil creado por María Elena Walsh. La obra tenía una similitud con el clima onírico de Alicia en el país de las maravillas.
En 1990, la obra fue revivida bajo la dirección de José María Paolantonio, y el elenco incluía a Georgina Barbarossa, Adrián Juliá, Gustavo Monje, Debora Kepel, Ivanna Padula y Jorge Luis Freire. Realizando tres temporadas. De 1990 a 1992.
Para entonces Leda y María ya habían decidido que querían seguir caminos diferentes. Antes de separarse en 1963, grabaron un último EP, "Navidad para los chicos", que reúne cuatro canciones navideñas de Walsh, en las que ambos cantan con Roberto Aulés.
Para entonces Leda y María ya habían decidido que querían seguir caminos diferentes. Antes de separarse en 1963, grabaron un último EP, "Navidad para los chicos", que reúne cuatro canciones navideñas de Walsh, en las que ambos cantan con Roberto Aulés.
En 1965 publicó Hecho a mano, su cuarto libro de poemas para adultos.
El espectáculo incluyó Serenata para la tierra de uno, una de sus creaciones más destacadas, que rozando la canción protesta sin serlo, se construye como una canción de amor a su país.
El espectáculo estuvo acompañado del lanzamiento de un disco también titulado "Juguemos en el mundo", que tuvo un éxito extraordinario y al año siguiente siguió "Juguemos en el mundo II".
En 1971 María Herminia Avellaneda la dirigió en la película "Juguemos en el mundo".
Asfixiada por la censura impuesta por la dictadura militar, en julio de 1978, en pleno Mundial de Fútbol, decidió "no seguir componiendo ni cantando más en público". Paradójicamente, varias de sus canciones se convirtieron en símbolos de la lucha por la democracia, como "Como la cicarra", "Canción de cuna para un gobernador", "Oración a la justicia", "Dame la mano y vamos ya", "Balada del Comudus Viscach". ", "Postal de guerra" o su versión de "Venceremos", la clásica marcha del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.
Fragmento de la película "Juguemos en el mundo" de María Herminia Avellaneda, año 1971
Canciones de María Elena Walsh interpretadas por Mercedes Sosa
En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y en 1990, Doctora Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y en 1997, Manuelita ¿dónde vas?
Por primera vez las canciones de María Elena Walsh fueron editadas en 3D, interpretadas por Katie Viqueira. Esta es la versión animada de la popular Canción de Manuelita.
Como articulista, su artículo La eñe es gente en defensa del uso de esta letra tan característica de la lengua española en Internet tuvo una gran repercusión a nivel mundial.
María Eugenia Walsh falleció en Buenos Aires el 10 de enero de 2011, tras sufrir durante muchos años un cáncer de huesos.
María Eugenia Walsh falleció en Buenos Aires el 10 de enero de 2011, tras sufrir durante muchos años un cáncer de huesos.
Entrevista de Bernardo Neustadt a María Elena Walsh en Tiempo Nuevo, 1995. Fuente: CD ROM Bernardo Neustadt 60 años. Editado por Lucas Lanza y Analía Sivak Oyhanarte.
LA PLAPLA
María Elena Walsh
Felipito Tacatún, estaba haciendo su tarea. Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poco la lengua, escribió "emes" rizadas, "eles" de orejas y "zetas" elegantes.
De repente vio algo muy extraño en el papel.
- ¿Qué es esto? - preguntó Felipito, que era un poco miope y se puso unas gafas.
Una de las cartas que había escrito se desmoronó y empezó a caminar alrededor del cuaderno.
Felipito no lo podía creer y, sin embargo, era verdad: la carta, como una araña de tinta, patinaba muy feliz por la página.
Felipito se puso otro par de lentes para mirarla mejor.
Una de las cartas que había escrito se desmoronó y empezó a caminar alrededor del cuaderno.
Felipito no lo podía creer y, sin embargo, era verdad: la carta, como una araña de tinta, patinaba muy feliz por la página.
Felipito se puso otro par de lentes para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía:
- ¡Ay!
Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos y ya van tres.
Pegando la nariz al papel preguntó:
- ¿Quién es usted señorita?
Y la letra caminadora contestó:
- Soy una Plapla.
- ¿Una Plapla?, preguntó Felipito asustadísimo, ¿qué es eso?
- ¿No acabo de decirte? Una Plapla soy yo.
- Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
- Ahora ya lo sabes. Has escrito una Plapla.
- ¿Y qué hago con la Plapla?
- Mirarla.
- Sí, la estoy mirando pero... ¿y después?
- Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta.
Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a la maestra, gritando entusiasmado:
- ¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco.
Pero no.
Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones.
Como podrán imaginarse, la Plapla causó mucho revuelo en el colegio.
Ese día nadie estudió.
Todo el mundo, por riguroso turno, desde el portero hasta los nenes de primer grado, se dedicaron a contemplar a la Plapla.
Tan grande fue el bochinche y la falta de estudio, que desde ese día la Plapla no figura en el Abecedario.
Cada vez que un chico, por casualidad, igual que Felipito, escribe una Plapla cantante y patinadora la maestra la guarda en una cajita y cuida muy bien de que nadie se entere.
Qué le vamos a hacer, así es la vida.
Las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra, ¿no?
HISTORIA DE UNA PRINCESA, SU PAPÁ Y EL PRÍNCIPE KINOTO FUKASUKA
Esta es la historia de una princesa, su papá, una mariposa y el Príncipe Kinoto Fukasuka.
Sukimuki era una princesa japonesa. Vivió en la ciudad de Siu Kiu, hace unos dos mil años, tres meses y media hora. En ese momento, todo lo que las princesas tenían que hacer era guardar silencio. Nada como ayudar a mamá a secar los platos. Sin recados. No bailar con un fan. Nada de beber zumo de naranja con pajita. Ni siquiera vayas a la escuela. Ni siquiera te suenes la nariz. Ni siquiera pelar una ciruela. Ni siquiera cazar un gusano. Nada, nada, nada. Los sirvientes de palacio hacían de todo: vestirla, peinarla, estornudar para... -atchís-, para ella, abanicarla, pelarle las ciruelas. ¡Qué aburrido estaba el pobre Sukimuki!
Una tarde estaba, como de costumbre, sentada en el jardín espantando moscas, cuando apareció una mariposa enorme de todos los colores. Y la Mariposa revoloteaba y la pobre Sukimuki la miraba de reojo porque no le permitían mover la cabeza.
- ¡Qué hermosa mariposa! Sukimuki finalmente murmuró, en japonés correcto.
Y la Mariposa respondió, también en japonés muy correcto:
-¡Qué hermosa princesa! ¡Cómo me gustaría jugar al spot contigo, princesa! - Nopo puepedopo - respondió la Princesa en japonés.
- ¡Cómo me gustaría jugar al escondite, entonces!
- Nopo puepedopo - respondió la Princesa nuevamente haciendo pucheros.
- ¡Cómo me gustaría bailar contigo, princesa! - insistió la Mariposa.
"Eso tampoco es bueno", respondió la pobre princesa.
Y la Mariposa, ya un poco impaciente, le preguntó:
- ¿Por qué no puedes hacer nada?
- Porque mi papá, el Emperador, dice que si una Princesa no se queda quieta, quieta, quieta como una galleta, habrá problemas en el imperio.
-¿Y por qué? preguntó la Mariposa.
- Porque sí - respondió la Princesa - porque las Princesas de Japón deben estar calladas y no hacer nada. Si no, no seríamos princesas. Seríamos criadas, colegialas, bailarinas o dentistas, ¿entiendes?
- Entiendo - dijo la Mariposa - pero escapa un rato y juguemos. He venido volando desde muy lejos sólo para jugar contigo. En mi isla todos me hablaban de su belleza.
A la princesa le gustó la idea y decidió, por una vez, desobedecer a su padre.
Corrió y bailó por el jardín con la Mariposa.
Ante esto, el Emperador se asomó al balcón y, al no ver a su hija, armó un escándalo de mil demonios.
- ¿Dónde está la princesa? - gritó
Y todos sus criados, sus soldados, sus vigilantes, sus cocineros, sus lustrabotas y sus tías vinieron a ver qué le pasaba.
- ¡Todos vayan a buscar a la Princesa! Rugió el Emperador con voz de trueno y ojos de relámpago. Y allí corrieron todos y el Emperador se quedó solo en el salón.
- ¡Dónde estará la Princesa! el Repitió
Y escuchó una voz que respondió detrás de él:
- La princesa está en la jarana donde quiere.
El Emperador se volvió furioso y no vio a nadie. Se veía un poco mejor y no vio a nadie. Se puso tres pares de gafas y sí, vio a alguien. Vio una mariposa sentada en su propio trono.
-¿Quién eres? Rugió el Emperador con voz de trueno y ojos de relámpago.
Y agarró un matamoscas, dispuesto a aplastar a la insolente Mariposa.
Pero no pudo.
¿Por qué?
Porque la Mariposa tuvo la idea de transformarse inmediatamente en Príncipe. Un Príncipe joven y bueno, simpático, inteligente, gordito, estudioso, valiente y con bigote.
El Emperador casi se desmaya de rabia y miedo.
- ¿Qué deseas? - preguntó al Príncipe con voz de trueno y ojos de relámpago.
"Cásate con la princesa", dijo el Príncipe con valentía.
- ¿Pero de dónde diablos sacaste esas pretensiones?
- Entré en tu jardín en forma de mariposa - dijo el Príncipe - y la Princesa jugó y bailó conmigo. Fue feliz por primera vez en su vida y ahora queremos casarnos.
- ¡No lo permitiré! Rugió el Emperador con voz de trueno y ojos de relámpago.
- Si no lo permites, te declaro la guerra - dijo el Príncipe, desenvainando su espada.
-¡Siervos, vigilantes, tías! - llamó el Emperador.
Y todos entraron corriendo, pero cuando vieron al Príncipe blandiendo la espada se llevaron un susto terrible.
En todo esto, la princesa Sukimuki estaba espiando por la ventana.
- ¡Echen a este príncipe insolente de mi palacio! - ordenó el Emperador con voz de trueno y ojos de relámpago.
Pero el Príncipe no iba a dejarse arrojar así.
Luchó valientemente contra todos. Y los guardias escaparon por una ventana. Y las tías se escondieron aterrorizadas debajo de la alfombra. Y los cocineros subieron a la lámpara.
Cuando el Príncipe los hubo derrotado a todos, preguntó al Emperador:
- ¿Me dejará casarme con su hija, sí o no?
- Está bien - dijo el Emperador con voz de laucha y ojos de lauchita. Cásate, siempre y cuando la Princesa no se oponga.
El Príncipe se acercó a la ventana y le preguntó a la Princesa:
- ¿Quieres casarte conmigo, Princesa Sukimuki?
- Sípi - respondió la Princesa entusiasmada.
Y así fue como la Princesa dejó de callarse y se casó con el Príncipe Kinoto Fukasuka. Los dos llegaron al templo en patinetas y luego hicieron una fiesta en el jardín. Una fiesta que duró diez días y una piruleta enorme. Así termina este cuento japonés, como puedes comprobar.
ÉL ES
María Elena Walsh
La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser gnomos. La culpa la tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos son evasores. ¡Damas, caballeros, compañeros, amados hijos! ¡No nos dejemos llevar!
Ya hemos recibido las primeras señales de cuestionamiento y admiración.
Ya nos han reducido al apócope.
Ya nos han traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la abuela TI dio a luz a un monstruoso # en lugar de ella con su peluca graciosa, él ~.
¿Quieres decirme qué haremos con nuestros sueños? ¿Están los ñandúes y los ñacurutuces entre la fauna en peligro de extinción? ¿Cómo cantará Añoranzas en los pagos de Añatuya? ¿Qué pobre panza le haremos al ñudo? ¿Qué pasará con el Año Nuevo, la época de la ñaupa, que se cubre de armiño y nata montada contra el cristal? ¿Y cómo graficaremos la consonante más dulce de la lengua guaraní?
Ñacurutú y Ñandú
"La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa. Y, como las personas, sufre diversas discriminaciones. Hay carteles y carteles, algunos blancos, altos y con ojos azules, como la W o la K.
Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la segunda carta, la eñe, nunca considerada por los monóculos británicos, que corren el riesgo de pasar al lado de los desempleados después de prestar tantos servicios y no ser precisamente una carta de ñoquis.
Barrerlo, borrarlo, reemplazarlo, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, simplemente porque no requiere un poco de trabajo.
Pereza ideológica, habríamos dicho en los años setenta. Una carta en español es otro defecto de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también por pereza y conveniencia. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños. ¡Nativos impronunciables!
Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra mayúscula, algo muy pequeño, pero menos tonto de lo que parece.
Algo importante, algo de gente, algo de alma y lengua, algo indispensable, algo propio y compartido porque así nos canta. No faltarán quienes ofrezcan soluciones absurdas: escribiendo con nuestro inolvidable César Bruto, amigo del Maestro Oski. Ninio, Suenio, Otónio. Una fantasía inexplicable que ya pasó y preferimos no retomarla, salvo que la Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania.
La supervivencia de esta carta nos concierne, sin distinción de sexos, credos o programas informáticos. Luchemos para no echar más leña al fuego donde se debate nuestro signo discriminado.
Letra es sinónimo de carácter. ¡Anunciémoslo al mundo entero en Internet! La eñe es también gente.
Fuente:
Wikipedia
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