Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

sábado, 5 de octubre de 2024

5 y 6 DE OCTUBRE DE 2024 DIA DEL PATRIMONIO EN URUGUAY





 Consigna de la 30ª edición:

«El Vino como Tradición: Inmigración, Trabajo e Innovación»

 

El Día del Patrimonio de 2024 se celebrará durante el fin de semana del 5 y 6 de octubre de 2024

La trigésima edición del Día del Patrimonio en Uruguay se centrará en la destacada temática de la industria vitivinícola, rindiendo homenaje a las significativas contribuciones de dos distinguidas personalidades: Francisco Vidiella y Pascual Harriague.

Con el propósito de realzar el valor y el reconocimiento de esta gran industria, el Ministerio de Educación y Cultura, a través de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, se embarcará en una labor dedicada durante el dia del patrimonio 2024. Este esfuerzo busca subrayar la importancia cultural y económica de la vitivinicultura en nuestra nación.




Historia DEL VINO

 


El vino es una bebida procedente de la fermentación del jugo de uva, que se produce gracias a la acción de las levaduras presentes en el hollejo de las uvas, y su historia ha transitado, casi, los mismos caminos que la propia humanidad.

Algunos historiadores sitúan su origen entre los años 6.000 y 5.000 aC, pero las primeras cosechas datan de dos mil años después en las tierras de la antigua Mesopotamia.

Detalle de algunas de las tinajas de gran tamaño encontradas por la misión arqueológica en la tumba de la reina Merneith.- Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto


De allí viajó a Egipto, encontrando en las riberas del Nilo terreno fértil para el cultivo y desarrollando, entonces, una actividad productiva e industrial.

Los egipcios fermentaban el mosto en grandes vasijas de barro y producían un vino tinto que se convirtió en un símbolo de estatus social.

Tanto, que los faraones eran enterrados con vasijas de barro que contenían vino en su interior.

Y ya desde esa época, la bebida se guardaba en ánforas donde los alfareros grababan la fecha de elaboración y la calidad del mosto.

La adaptabilidad de la vid ( vitis vinifera ) favoreció su expansión por Europa Occidental a través de las rutas comerciales.

“Baco” (c.1596-1598) es una pintura del maestro barroco italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610).

La elaboración de vino se introduce en Italia en el año 200 a.C., donde los romanos lo bautizan como Baco y, en su nombre, celebran por lo alto.

Fueron ellos mismos los primeros en experimentar con injertos, en incluir hierbas maceradas para su elaboración y en utilizar recipientes de madera para su transporte.

Desde Italia, el cultivo de la vid se extiende hacia tierras gala y a resto de Europa, haciendo del vino un producto de trascendente valor comercial.

Monasterio Eberbach en Rheingau. Alemania

Durante la Edad Media, las tierras pasan a ser propiedad de la Iglesia y los reyes.

Así, la elaboración del vino queda reservada a monasterios y castillos.

En este periodo se hace extensivo el uso de las barricas de madera para almacenar el vino y, de forma casual, aparecen las primeras bodegas, en los sótanos de monasterios y castillos, como reductos donde guardar las barricas y protegerlas de los saqueos, por lo que se guardaban en los sótanos de monasterios y castillos.

Llega entonces el perfeccionamiento de las técnicas de vinificación, se empiezan a utilizar botellas de vidrio para conservar el vino, se inventa el tapón de corcho, y el monje Dom Pérignon descubre cómo elaborar el vino espumoso en la región de Champagne.

 



LA VID EN AMÉRICA



Ya en la época de la conquista, los colonizadores españoles llevaron la vid al Nuevo Mundo y cambiaban el vino por las materias primas que encontraban en las nuevas tierras.

Los primeros cultivos de la vid en América datan del Siglo XVI en las zonas de influencia de los Virreinatos de México y Perú. Desde Perú se fueron expandiendo hacia Chile, Bolivia y con menor éxito a Ecuador.

Los conquistadores españoles consideraban al vino un elemento indispensable para la alimentación, al igual que el trigo, el aceite y otros vegetales.

Según testimonios del año 1536, del misionero español fray Toribio de Benavente, conocido como Motolinía, en su "Historia de los indios de Nueva España", relata como la ausencia de vino fabricado a partir de la vid, que existía en Latinoamérica antes de la llegada de los españoles, se debía a la enorme facilidad con que el vino podía elaborarse a partir de otras plantas como la pita,  el maguey o del propio maíz (chicha).

Y asegura además que el vínculo que se fuera estableciendo entre el vino y la población americana, fue un fenómeno iniciado por los colonizadores europeos .

..."En muchos lugares  existen enormes cepas silvestres, y nadie sabe quién las plantó.

Echan unos pámpanos muy largos, llevan muchos racimos y  producen uvas que se comen verdes.

Algunos españoles hacen vinagre con ellas y otros hay que han hecho vino, pero sólo en pequeñas cantidades".

Queda claro, entonces según testimonio de la época, que el vino elaborado con variedades autóctonas no satisfacía el gusto de los españoles.

Es tal el peso que se le atribuye a los jesuitas en la historia del vino en América que la variedad de uva recibió, en Norteamérica, el nombre de «uva de la misión».


Ésa fue una de las razones fundamentales por las que comenzó a llegar vino de España.

Y así fue, durante muchos años, el vino que se consumía -según las leyes de Indias- sólo se podía traer de España.

A pesar de que en el proceso colonizador fueron traídas a América variedades de origen europeo.

Las duras condiciones de vida y la lejanía de sus tierras, hacían necesaria -para los colonizadores europeos- la producción de vino americano, y otros productos como el olivo y el nogal, que los acercaran -al menos en parte- a las costumbres de su tierra natal.

Otra razón que contribuyó a la producción de vino en América, fue económica, ya que el vino transportado desde la península ibérica, debía soportar largos y costosos viajes, en  condiciones climáticas desfavorables, llegando el vino a América, muchas veces en mal estado y a un costo elevado.

El vino era transportado desde España y muchas veces se echaba a perder por el tiempo que demoraban las travesías, condiciones del transporte y la calidad del vino que en general no era buena.

Por el alto costo de los vinos y las dificultades de conservación, los primeros grupos de misioneros vieron la necesidad de comenzar a plantar vides, pues el vino les era indispensable para atender las necesidades del culto y religiosas.

A diferencia del resto de los países de habla hispana de Latinoamérica en los que la viticultura, fue introducida por los colonizadores españoles, ya a partir del siglo XVI, a través del Virreinato de Perú.

Y de allí al resto de Sudamérica, fundamentalmente hacia el sur, a Chile y luego a Argentina.

En La Banda Oriental (hoy territorio de Uruguay), las primeras variedades de uvas fueron introducidas a mediados del siglo XVII, unos cien años después que en el resto de los países latinoamericanos.

Las cepas habrían llegado de Canarias, junto con las primeras familias que poblaron el nuevo territorio.

Procedentes de Perú y Chile llegaron a Argentina las primeras plantas de vid a mediados del Siglo XVI.

Conociéndose los primeros viñedos en la zona de San Juan y Mendoza. Años más tarde el cultivo llegó a Buenos Aires.


El desembarco en Uruguay

 


A pesar de la cercanía con Buenos Aires fueron los colonizadores españoles quienes a mediados del Siglo XVII introdujeron las primeras vides cultivadas en parral, en esta primera etapa con destino a uva de mesa y elaboración de vino para consumo familiar.

Hasta comienzos del Siglo XVIII nuestra región fue carente de todo interés para los conquistadores, ya que eran consideradas tierras desprovistas de metales preciosos y extendidas hacia el lejano sur muy distante de un mundo que tenía como centro a España, Francia, Inglaterra y Portugal.

Los afanes expansionistas de las potencias rivales preocuparon al gobierno español decidiendo realizar la fundación de Montevideo en 1726.

Las primeras cepas llegaron a la Banda Oriental de la mano de los colonizadores españoles.

Ellos plantaron la vid, junto al olivo y al nogal a mediados del siglo XVII, dando comienzo a la historia del vino en el país.

Estas primeras vides fueron uvas de mesa, probablemente moscateles, que se cultivaron en parral, exclusivamente para el consumo de la familia.

Los primeros años del Siglo XIX transcurrieron llenos de luchas y revoluciones independentistas, primero contra el gobierno español y luego las guerras contra el Imperio de Brasil.

1825, fue el año en el que Uruguay es declarado estado independiente. Entre las primeras políticas se favorece a hombres con espíritu innovador a hacerse intérpretes de las demandas del mercado mundial, marcando el comienzo de la primera modernización y dando inicio a la industria.

En aquel escenario, el cultivo de la vid en Uruguay se empezó a encarar en mayor escala, decididamente con fines de producción comercial.

A partir de 1828 una vez constituido como Estado independiente se generó un clima adecuado que ayudó para los primeros desarrollos agrícolas y comenzó a difundirse la viticultura.

Poco duró la paz y estas pocas experiencias no llegarían a buen término y configuraron un fracaso debido a las luchas internas (Guerra Grande de 1839 a 1851).

Fueron años muy críticos para la agricultura y en especial para la viticultura que requería cuidados permanentes, mano de obra capacitada, poblaciones estables y mercado interno adecuado.

La segunda mitad del siglo XIX, de la mano de familias inmigrantes que traían su saber desde el Mediterráneo.

A partir de 1870 comenzaron a darse en el país las condiciones necesarias para el cultivo de la vid en mayor escala y con fines de producción comercial.

Luego de muchos fracasos y sinsabores, hombres de gran inteligencia y espíritu de lucha, probando variedades que pudieran adaptarse a nuestro medio alcanzaron la meta: nace la viticultura nacional.

Hacia 1870 se establecen dos viñedos en suelo uruguayo: el del vasco francés Pascual Harriague en San Antonio Chico (Salto), y la granja del catalán Francisco Vidiella en Colón (Montevideo).

Emprendedores, autodidactas en la materia como Francisco Vidiella y Pascual Harriague, luego de numerosos viajes a Europa, forjaron el nacimiento de la viticultura nacional, importando variedades que pudieron adaptarse al nuevo medio.

En el departamento de Salto, paraje Saladero de La Caballada, Pascual Harriague luego de varios fracasos en 1860, logró en 1874 formar los primeros viñedos con la cepa francesa Tannat, traída de Concordia (Argentina).

Es así que esta variedad en Argentina llamada Lorda en honor del vasco que la introdujo, aquí en Uruguay, lleva el nombre Harriague por el mismo motivo.

Este viñedo alcanzó una superficie de 200 hectáreas.

Pascual Harriague, el inmigrante vascofrancés proveniente de Hasparren, el otro distinguido exponente en los comienzos de la industria vitivinícola uruguaya, plantó en la región de La Caballada ubicada en el norte del país, unas 200 hectáreas de uvas Tannat provenientes del territorio argentino de Concordia.

Fue entonces cuando nació el vino con mayor tradición de Uruguay, conocido en aquel momento como “Harriague”, un vino criollo de color oscuro, casi negro y robusto.

En el sur, en su granja Francisco Vidiella en 1876 comenzó a cultivar variedades que había traído de Europa.

Era una viña de 36 hectáreas ubicada en Colón, Montevideo, la francesa Folle Noire, conocida como «viña de Peñarol».

Vidiella ya había adaptado la primera variedad de vid, de procedencia europea, al clima uruguayo.

En 1878 seleccionó una que le llamó Peñarol y luego pasaría a llamarse Vidiella.

Esta uva presenta las características de la cepa francesa Folle Noire.

 La primera cosecha se realizó el 25 de febrero de 1883 y motivó la celebración de la primera fiesta nacional de la vendimia en la granja de Francisco Vidiella.

Allí Don Francisco Vidiella en su discurso manifestó: «por el momento, basta con que podamos decir al mundo civilizado que la viticultura nacional está ya vinculada y sellada en el rico y sagrado suelo de la República Oriental del Uruguay. ¿Hay algo más hermoso señores que brindar por la patria con sus propios vinos?».

Vieja pulpería de la bodega Los Cerros de San Juan en Colonia, declarada Patrimonio Histórico Nacional- Fundada en 1875


Con la experiencia de estos pioneros como estandarte, más el trabajo de otros tantos que los siguieron, la vitivinicultura se afianzó en Uruguay y alcanzó un crecimiento que logró sustituir buena parte de la producción extranjera.

Antigua Bodega de Varzi en la zona de Colón (Montevideo), actualmente propiedad de la familia Carrau

Los establecimientos se multiplican y la actividad se vuelve próspera.

Estas dos variedades de uva para vino, Harriague y Vidiella, constituyeron la base de la viticultura uruguaya a las que siguieron muchas otras como Cabernet, Merlot y Malbec, procedentes de España, Francia, Italia, y otros.

En 1893, cuando los viñedos uruguayos habían alcanzado entre las 700 y 1000 hectáreas y la vid era el cultivo de moda, se declaró oficialmente la presencia de la filoxera(1) en el país, lo que obligó a hacer un alto en ese camino de la expansión vitícola.

(1) Filoxera: Insecto hemíptero parecido al pulgón. Parásito de la vid que se desarrolla en las nudosidades y tuberosidades de las raíces. Se alimenta de los jugos que deberían llegar a los órganos aéreos, provocando sequía interna en las plantas y escases de nutrientes que junto con la entrada posterior de hongos o bacterias parásitas provocan la muerte de la planta. Se combate replantando el viñedo con raíces de ciertas vides americanas resistentes al insecto, sobre las que se injertan las variedades que se desean cultivar.


Originaria de Norteamérica, apareció en Gran Bretaña alrededor de 1863 y en pocos años se extendió a toda Europa.

Esto hizo que cambiara para siempre el modelo productivo.

Extinguir con fuego todas las cepas atacadas por la plaga fue la disposición del gobierno para hacer frente a la crisis, además de obligar a sustituirlas por plantas injertadas sobre pie americano.

La recuperación fue lenta, pero efectiva.

Y en el último año del siglo XIX, la producción comenzó a retomar su senda de crecimiento.

En los comienzos del Siglo XX se produce la primera reconversión de los viñedos del país, transformándose la plantación directa por planta injertada.

 Esta transformación vino de la mano de la migración europea, principalmente italiana, que con gran empeño se dedicaron al cultivo de la vid, apareciendo una nueva modalidad de productor vitícola que trajo como consecuencia la expansión de los viñedos del tipo familiar.

Lo novedoso de este proceso fue que la vid injertada resultó ser sensiblemente más productiva que la de plantación directa.

Ello, junto a la adopción de fertilizantes orgánicos, creó una nueva vitivinicultura.

Fue así que el vertiginoso crecimiento de esta industria logró que se la considerara como un auténtico símbolo de civilización y progreso.

Comienza con la instrumentación de la primera regulación vitivinícola.

El 17 de julio de 1903 se reglamenta la producción y comercialización del “vino natural”. Un año más tarde comienzan los controles de calidad y se censa la producción.

En 1904 los primeros datos oficiales indicaban que había alrededor de 3.600 hectáreas de viñas y 445 bodegas.

En 1905 el número de bodegas era de 559 y en 1910 las plantaciones de uva alcanzaban las 6.100 hectáreas.

La gran expansión de los viñedos uruguayos fue acompañado por la creación de institutos que ayudaron en la investigación, enseñanza, competitividad y tecnología que le dieron vitalidad a la producción vitivinícola:

En 1906 se crea la Facultad de Agronomía dependiente de la Universidad de la República.

En 1940 se funda la Escuela Industrial de Enología.

Este crecimiento fue constante hasta 1950 donde alcanza el récord histórico de 19.000 hectáreas y más de 80 millones de plantas.

En 1957 se creó el primer Sistema de Advertencia para enfermedades de la vid.

Luego de permanecer estable por alrededor de 20 años se produce un descenso.

En la década del 50 el constante crecimiento de la industria vitivinícola uruguaya 

Dos décadas más tarde, por el impulso de los vitivinicultores, se modernizan los viñedos y las bodegas con el objetivo de trabajar con cepas de mayor calidad enológica.

En 1987 se creó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) dirigido por organizaciones privadas y presidido por el Poder Ejecutivo del gobierno nacional, catapultando el sector en el mercado internacional para la exportación de vinos finos.

A partir de 1889 se produce una transformación muy profunda en las estructuras productivas, industriales y comerciales de la vitivinicultura uruguaya.

Se consolidan las plantaciones de nuevos viñedos sobre la base de variedades de verdadera y reconocida calidad y por consiguiente la producción creciente de vinos de calidad.

Con la creación del MERCOSUR (1991) se producen cambios políticos, socio- culturales y económicos en la economía uruguaya lo que trajo como consecuencia la necesidad de cambiar las estructuras de producción y comercialización.

En 1995 Uruguay organiza la 75ª Asamblea Mundial.

Esta asamblea fue de vital importancia ya que abrió las puertas al mercado mundial para la exportación de vinos finos uruguayos.

A partir del año 2000 al estar llegando a su madurez las nuevas plantaciones efectuadas en los años 80 y 90 comenzaron a dar sus frutos.

En su orden los años 2000, 2004 y 2002 han sido los mejores. Esto se debe a la aplicación de nuevas técnicas de elaboración, un clima favorable (caluroso), a la calidad y cantidad de uvas cosechadas.

En el año 2000 se contabilizan alrededor de 30,2 millones de plantas.

En el año 2004 (según datos de INAVI) existen 2.389 viñedos, con una superficie total de 8.583 hectáreas y 29.275.742 plantas.

El prolífero devenir de la historia del vino en Uruguay condujo a que en 2014 se lo reconociera en todas sus gamas, características y tipos, como bebida nacional.



Actualmente se producen, entre las distintas variedades de vinos, más de 90 millones de litros, de los cuales el 80% corresponden a vino de mesa o vino común y el resto, menos de un 20%, a vinos finos (V.C.P.).

El consumo interno está calculado en 30 litros por persona al año. Solo un 3% de la producción es con destino a la exportación.

 FUENTES

https://www.gub.uy/ministerio-educacion-cultura/patrimonio-uruguay/dia-patrimonio-2024-uruguay/guia-dia-del-patrimonio-2024-el

https://acordesdevino.com/2020/02/18/baco-el-dios-del-vino-de-caravaggio/

https://bodegagarzon.com/es/blog/uruguay-la-historia-del-vino-en-el-pais/

https://vino-pasion.blogspot.com/2010/11/historia-de-la-vitivinicultura-en_20.html

https://www.nationalgeographic.es/viaje-y-aventuras/2023/07/boom-turistico-industria-vino-uruguay-explicacion

https://www.csic.edu.uy/sites/csic/files/publicacion5b896ee9734a89.17701635.pdf

https://www.inavi.com.uy/el-vino/

 


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