lunes, 16 de junio de 2025

16 DE JUNIO DE 1921 NACE VÍCTOR LIMA

 

La tragedia y el talento de

 Víctor Lima, el gran olvidado

 de la poesía uruguaya




Víctor Rolando Lima Santana nació el 16 de junio de 1921 en Salto, Uruguay.

Fue un poeta errante, sensible y rebelde, cuya obra abarca tanto la poesía escrita como la canción popular.

Su vida estuvo signada por la soledad, la pobreza y la incomprensión, pero su legado artístico ha ido creciendo con el tiempo, consolidándose como una figura clave de la cultura uruguaya.

Víctor Lima fue hijo de Francisco Lima Onetti y de Mercedes Rodríguez Santana.

Su padre, Francisco, era aficionado al canto y la guitarra, y desempeñó diversos oficios públicos.

Víctor Lima nació en Salto en 1921.


El matrimonio tuvo diez hijos, de los cuales solo cinco sobrevivieron a la infancia: Raúl, Nilda, Rodolfo, Renée y Víctor, el menor.

 Los otros cinco fallecieron antes de los tres años.

Su padre Francisco fue escribiente en la seccional primera de policía, comisario en la localidad de Valentín y juez de menores en Belén.

Sin embargo, en algún momento cometió un error grave en su función (del que no se tienen detalles precisos) y fue condenado a varios años de cárcel en Montevideo, lo que llevó a la disolución del matrimonio cuando Víctor aún no había comenzado la escuela.

Mercedes Rodríguez Santana, la madre de Víctor, decidió entonces mudarse con sus hijos más pequeños a la estancia de su padre, don Estanislao Rodríguez, en la zona rural del río Arapey Chico, buscando mitigar los dolores de la separación.

Crece en el entorno rural del departamento de Salto, especialmente en la zona del río Arapey Chico, lo que marcará profundamente su sensibilidad y su obra.

 Esta experiencia en el campo marcó profundamente la infancia y la sensibilidad poética de Víctor Lima.

Víctor Lima realizó sus estudios elementales en la ciudad de Salto.

 Durante su infancia, mientras vivía en el campo con su madre y hermanos, no asistió a ningún centro educativo.

Recién en mayo de 1928, próximo a cumplir siete años, ingresó a la Escuela N° 1 de Salto, cuando la familia regresó a la ciudad.

Su hermana Renée recordaba que la directora solía llamar a su madre para comentarle que Víctor era muy inteligente, pero que no estudiaba y prefería pasar el tiempo haciendo versos.

Víctor Lima 

En cuanto a la educación secundaria, Lima inició sus estudios en el Instituto Politécnico Osimani y Llerena, también en Salto.

Adolescente introvertido y solitario, se siente atraído por la lectura y la escritura desde temprana edad.

Sin embargo, pronto tuvo dificultades para adaptarse a la disciplina y las rutinas académicas, y a los 15 años decidió abandonar el liceo, a pesar de la oposición de su madre.

 Esta decisión marcó el inicio de su vida nómada y su desapego por las formalidades, dedicándose desde entonces principalmente a la escritura y la poesía.

No completó el liceo.

Sin embargo, vecino de la familia de Quiroga, pariente cercano de Onetti, amigo de la familia de Marosa Di Giorgio, empezó a pesarle, en las muy intelectuales tertulias familiares, servir solo para cebar mate y decidió autoinstruirse.

Se convirtió en un lector voraz, tanto así que se vio apto para circular por distintas localidades del país dando conferencias sobre grandes poetas de idioma español (Lorca, Machado, Miguel Hernández) y desempeñó cargos docentes interinos.

En esos viajes, tenía afición por reunirse con los niños de las escuelas y enseñarles algunas de sus canciones, que cantaba a capela. Uno de esos niños fue Braulio López, de Treinta y Tres, futuro integrante de Los Olimareños.

En su libro de memorias Entre andanzas y recuerdos describe aquellas instancias como experiencias magnéticas, que la clase atendía con total compenetración.

A los 16 años, en 1937, Víctor Lima se trasladó a Montevideo e ingresó al Ejército, impulsado en parte por el padre del escritor Juan Carlos Onetti, quien era primo de su propio padre.

Sin embargo, la rigidez y disciplina de la vida militar chocaron con su espíritu rebelde y libertario, característico de su personalidad y visión de la vida.

Esta incompatibilidad lo llevó a desertar al poco tiempo de haber ingresado, abandonando la carrera militar para dedicarse plenamente a su vocación artística y poética

Entre finales de la década de 1930 y principios de la de 1940, tras desertar del Ejército, Víctor Lima se trasladó a Buenos Aires, donde residió aproximadamente cinco años.

Durante ese período, se dedicó intensamente a la lectura y a la escritura, entregándose a una vida bohemia que reflejaba su espíritu inquieto y su búsqueda artística.

En Buenos Aires, aunque enfrentó dificultades económicas y no logró publicar formalmente sus obras, mantuvo contacto con círculos culturales y amigos que compartían sus inquietudes literarias.

Una carta fechada en noviembre de 1946 dirigida a su amiga Camila Lulú Valega revela que Lima trabajaba en proyectos poéticos, como la idea de una "Geografía Poética de Salto", y que, a pesar de las adversidades, mantenía un optimismo creativo.

Sin embargo, también se percibe en sus palabras cierta nostalgia y sufrimiento por la distancia y la soledad en la gran ciudad.

Este período porteño fue fundamental para su formación como poeta y para consolidar su vocación artística, aunque la precariedad y el aislamiento marcaron su experiencia.

Posteriormente, Lima retornó a Uruguay, donde continuó su actividad literaria y cultural, integrándose a asociaciones como la "Horacio Quiroga" en Salto y colaborando con músicos y artistas populares

En el año1948 publica su primer libro de poemas, Canto del Salto Oriental, editado por Ediciones Pueblos Unidos.

En este libro aparecen sus primeras canciones y poemas emblemáticos como “Aire Salteño”, “La Naranja” y “Canción del Jangador”.

Tras regresar a Uruguay, Víctor Lima se integró activamente a la vida cultural de su ciudad natal, Salto, durante la década de 1950.

Fue miembro destacado de la Asociación Cultural “Horacio Quiroga”, una entidad dedicada a fomentar y difundir las diversas expresiones artísticas en la región.

En esta asociación compartió espacio con importantes escritores locales, entre ellos Enrique Amorim, con quien mantuvo una relación cercana y participó en reuniones, exposiciones y conferencias organizadas por el grupo.

La Asociación “Horacio Quiroga” tuvo un papel fundamental en la promoción de las artes plásticas y literarias en Salto, contando con la presencia de reconocidos artistas como los pintores José Cúneo, José Cziffery y Juan Carlos Castagnino, quienes también entablaron amistad con Lima.

Este entorno cultural enriqueció su producción poética y le permitió establecer vínculos con otros creadores.

Durante este período, Lima también tuvo breves experiencias laborales, como informativista en Radio Cultural y actor en radioteatros, donde interpretó papeles que reflejaban su propia personalidad, como el de un hombre dominado por el alcohol en la obra Los muertos de Florencio Sánchez.

Además, en esos años comenzó a colaborar con músicos y artistas populares, especialmente en el río Olimar, donde conoció a Rubén Lena y Los Olimareños, con quienes trabajó hasta sus últimos días.

Víctor Lima tuvo una juventud y madurez complicada por los vicios y la vida errante.


Entre 1950 y mediados de la década, Víctor Lima llevó una vida errante, recorriendo diversas ciudades del Uruguay como Montevideo, Paysandú, Treinta y Tres y su ciudad natal, Salto.

Esta movilidad formó parte de su estilo de vida bohemio y su búsqueda constante de inspiración y compañía en ambientes culturales y populares.

Víctor Lima nunca se casó.

Se conoce que tuvo una única relación formal, una novia llamada Guiomar, con quien convivió durante un tiempo en Paysandú a mediados de la década de 1950, pero no hay registros de que haya contraído matrimonio

En particular, en la ciudad de Treinta y Tres, Lima estableció un vínculo decisivo con el maestro Rubén Lena y el dúo Los Olimareños, que en ese momento comenzaban a consolidarse como referentes del canto popular uruguayo.

Lima participó en charlas y encuentros culturales, como la que dio sobre poetas españoles Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández en el Ateneo local.

Tras esa conferencia, entabló amistad con Rubén Lena y Los Olimareños, quienes valoraron su obra y sensibilidad.

 

Esta relación marcó el inicio de una fructífera colaboración artística que duraría hasta la muerte de Lima. Sus letras, cargadas de sensibilidad social y popular, renovaron el cancionero folclórico uruguayo, aportando una voz auténtica y profunda. Lima componía a puro oído e intuición, sin formación musical formal, y cantaba a capella con una voz rasposa, producto de años de vida dura y vicios, pero con gran expresividad.

 

Además de Treinta y Tres, en Paysandú vivió más de un año, donde tuvo su única relación amorosa formal, y en Montevideo y Salto continuó participando en círculos culturales y colaborando con músicos y artistas populares.

Su vida errante y su constante andar fueron un leitmotiv de su obra poética, reflejando el camino como metáfora de la memoria y la existencia.

 

En suma, la etapa itinerante de Víctor Lima entre 1950 y 1960 fue clave para su desarrollo artístico, la consolidación de sus colaboraciones con figuras emblemáticas del folklore nacional y la renovación de la canción popular uruguaya.

 

En 1958, Víctor Lima publicó su segundo libro de poemas titulado Elegía por Elías Savchuk, obra que tuvo escasa repercusión tanto en la crítica literaria como en el público de la época. Este libro, impreso en los talleres gráficos de Tribuna Libre en Treinta y Tres, lleva como subtítulo “Premonición”, ya que fue escrito dos años antes de la trágica muerte del poeta.

 La obra está dedicada a Elías Savchuk, un sanducero que murió aplastado por un árbol y que compartía con Lima ideales de vida y una sensibilidad similar; ambos formaron parte de la publicación literaria La Veleta y tuvieron inquietudes comunes.


En Elegía por Elías Savchuk, Lima presenta una geografía sentimental de la tierra donde nació y vivió su infancia y adolescencia, pero no desde la nostalgia idealizada, sino desde un conocimiento profundo y una compenetración con la vida y las personas de ese entorno rural. Su poesía refleja una sensibilidad social y moral, captando el sentir de la gente en relación con su paisaje y su realidad, especialmente la de los sectores populares y rurales. En varios poemas aparecen tensiones internas entre fuerzas que lo atraen y repelen, expresando su lucha interior y su inquietud vital.

 A pesar de la calidad y profundidad de esta obra, en su momento no logró mayor difusión ni reconocimiento, quedando eclipsada por su faceta más conocida como autor de canciones populares. Fue recién décadas después, gracias a la labor de investigadores como Leonardo Garet, que se revaloró esta y otras facetas de su producción poética, mostrando a Víctor Lima como un poeta de relevancia en la literatura uruguaya.

En la década de 1960, Víctor Lima compuso numerosas letras para el dúo Los Olimareños, conformado por Pepe Guerra y Braulio López, que se convirtieron en piezas fundamentales para el folklore nacional uruguayo.

Su autoría fue clave en la renovación del cancionero popular, aportando letras que reflejaban el sentir y la realidad de la gente común, especialmente del ámbito rural y posteriormente urbano.

Canciones como “Adiós a Salto”, “La Sanducera”, “Sembrador de Abecedario” y “Candombe Mulato” (esta última incluida en el LP Nuestra razón de 1969) forman parte del repertorio emblemático del dúo y de la música popular uruguaya en general.

A pesar de esta influencia decisiva, la autoría de Lima quedó muchas veces eclipsada por la fama y el reconocimiento público de los intérpretes, quienes se llevaron la mayor parte del crédito y la popularidad.

Lima, por su parte, mantuvo un perfil bajo y no buscó protagonismo personal, lo que contribuyó a que su figura permaneciera en las sombras durante mucho tiempo.

En lo personal, Víctor Lima vivió en condiciones precarias durante esos años.

Enfrentó pobreza, soledad y problemas de salud, agravados por el alcoholismo y el uso de psicofármacos.

Su vida fue difícil y marginal, a pesar de la trascendencia de su obra. Se sabe que cantaba a capella con una voz rasposa, producto de su dura existencia, y que su estilo de composición era intuitivo, sin formación musical formal.

 Esta combinación de talento artístico y dificultades personales marca la paradoja de su vida: creador fundamental y renovador de la canción popular uruguaya, pero relegado a la marginalidad y el anonimato en su tiempo.

 

En 1964, Víctor Lima escribió una carta a un amigo en la que dejó al descubierto su situación económica desesperada y su desencanto político.

En ese momento, Lima vivía en la pobreza y la marginalidad, enfrentando dificultades para sostenerse y mantener su obra.

La carta refleja un profundo abatimiento por las condiciones materiales en las que se encontraba, así como un desencanto con el contexto político y social del Uruguay, que comenzaba a mostrar signos de crisis y autoritarismo.

Este desencanto político se enmarca en un período complejo de la historia uruguaya, caracterizado por la crisis económica que comenzó a manifestarse a partir de mediados de los años 50 y que llevó a tensiones sociales crecientes en la década de 1960.

 La falta de respuestas efectivas del gobierno a los reclamos populares y sindicales, junto con un clima de represión y censura, generaron desilusión en muchos sectores, incluyendo a artistas e intelectuales como Lima.

La carta de 1964 es un testimonio íntimo que revela no solo la precariedad material del poeta, sino también su sensibilidad crítica ante la realidad política y social, lo que se traduce en una visión desencantada y melancólica de su tiempo.

Esta situación personal y social influyó en la tonalidad de su obra y en su vida, marcada por la soledad, el alcoholismo y la enfermedad.

En 1967, Víctor Lima regresó definitivamente a su ciudad natal, Salto, en un estado de salud deteriorado y con una situación personal muy precaria.

A su vuelta, lejos de ser reconocido y apoyado por la sociedad y los círculos culturales, tuvo que vivir en la indigencia, llegando incluso a dormir en el hospital local debido a la falta de un hogar estable.

Esta etapa final de su vida estuvo marcada por el agravamiento de sus problemas de salud, especialmente relacionados con el alcoholismo y el consumo de psicofármacos, que lo llevaron a un estado de vulnerabilidad física y mental.

A pesar de su enfermedad y pobreza, Lima continuó escribiendo, llegando a reunir un cuaderno con alrededor de 120 poesías inéditas.

Sin embargo, su fragilidad lo llevó a ser internado en el hospital de Salto en varias ocasiones, aunque solía escaparse porque no soportaba la quietud y el encierro.

La sociedad salteña, en ese momento, no le brindó el apoyo que necesitaba, y su figura permaneció en la marginalidad.

Como recordó Carlos Ardaix, amigo y testigo de su vida, Lima fue “el poeta que mi gente dejó morir en el camino”, reflejando la indiferencia y el abandono que sufrió.

Su madre había fallecido apenas un mes antes, lo que sumó un dolor profundo a su ya difícil existencia.

A pesar de su enfermedad, sigue escribiendo y llega a reunir 120 poesías inéditas en un cuaderno.

 El 6 de diciembre de 1969 se suicida arrojándose al río Uruguay, apenas un mes después de la muerte de su madre.

Tenía apenas tenía 48 años.

Obras principales

Canto del Salto Oriental (1948)

 Elegía por Elías Savchuk (1958)

 Milongas de Peñaflor (1969, póstumo)

 Víctor Lima – Con guitarra y sin guitarra (antología, 2009)

 Víctor Lima, obras completas (2010, edición de Roberto Lucero)

 Colaboraciones y reconocimiento

Fue un renovador del cancionero popular uruguayo, colaborando con Rubén Lena y Los Olimareños.

 HOMENAJES


Víctor Lima  poeta errante, sensible y rebelde, cuya obra abarca tanto la poesía escrita como la canción popular.

 Su vida estuvo signada por la soledad, la pobreza y la incomprensión, pero su obra artística ha ido creciendo con el tiempo, consolidándose como una figura clave de la cultura uruguaya aunque debiera dársele el inmenso valor que tiene con más énfasis.



El 12 de diciembre de 1969 se publica póstumamente Milongas de Peñaflor, su tercer libro de poemas.




Tras su muerte, su obra permanece parcialmente desconocida hasta que, en 2009, Leonardo Garet publica la antología Víctor Lima – Con guitarra y sin guitarra, revelando una producción mucho más amplia y rica de lo que se creía.



 En 2010, se editan sus obras completas, compiladas por su sobrino Roberto Lucero.

  

Espacios Públicos

 

Plazoleta en homenaje a Víctor Lima en su ciudad natal, Salto.

Detalle del monumento, creado por el artista Juan Martínez (Salto)

Hoy, su nombre es reivindicado en Salto, donde varios espacios públicos llevan su nombre, y es considerado una figura fundamental de la lírica y la música popular uruguaya.

Legado

El legado de Víctor Lima en la música uruguaya es fundamental y renovador, especialmente en el ámbito del canto popular y el folklore nacional.

 Lima fue un creador prolífico de letras y músicas que, aunque en su tiempo no siempre recibieron el reconocimiento merecido, se convirtieron en piezas emblemáticas del repertorio folclórico uruguayo.

 

Renovación del cancionero popular

Lima fue uno de los principales alimentadores del repertorio de Los Olimareños, dúo clave en la música popular uruguaya.

Compositor de letras y música, aportó canciones que hacen referencia a paisajes, personajes y hechos históricos del Uruguay, como “Adiós a Salto”, “Sembrador de abecedario”, “A orillas del Olimar”, “Las dos querencias” y “Cosas de Artigas”.

 Estas canciones han sido grabadas no solo por Los Olimareños, sino también por artistas nacionales como Fernando Cabrera, Jorge Lazaroff y Numa Moraes, y por grupos internacionales emblemáticos como Inti Illimani y Quilapayún de Chile.

 

Innovación rítmica y estilística

Aunque la zamba no es un ritmo tradicional del folklore uruguayo, Lima la adoptó como base para muchas de sus canciones, integrando así influencias del folclore argentino que predominaba en la región en ese momento.

Su uso de la zamba, junto con otros ritmos como la polca, el candombe y la milonga, permitió expresar con naturalidad el apego a la tierra y la nostalgia por lugares como el río Olimar, Salto o Paysandú.

Su estilo fue una mezcla original que aportó una impronta oriental distintiva al panorama musical.

 

Compromiso social y poético

Las letras de Lima tienen una fuerte carga poética y social, reflejando la realidad de los sectores populares y rurales, así como una visión crítica y comprometida con su tiempo.

 Fue un creador intuitivo y sensible, que escribió con fervor sobre los paisajes y las gentes de su tierra, aportando contenido y profundidad al canto popular.

 

Reconocimiento tardío y legado duradero

Aunque en vida su figura permaneció en un segundo plano y su autoría a menudo fue eclipsada por la fama de los intérpretes, con el tiempo su obra ha sido revalorada y reivindicada como parte esencial de la cultura uruguaya. Investigaciones recientes y homenajes han puesto en evidencia su importancia como uno de los grandes renovadores del folklore y la canción popular de Uruguay.

FUENTES

https://www.gub.uy/ministerio-educacion-cultura/comunicacion/noticias/homenaje-victor-lima

https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctor_Lima

https://www.elpais.com.uy/domingo/victor-lima-al-rescate-de-su-legado-y-memoria

https://www.gub.uy/ministerio-educacion-cultura/comunicacion/noticias/ciclo-huella-camino-100-anos-victor-lima

https://uruguayeduca.anep.edu.uy/efemerides/6386

https://escaramuza.com.uy/victor-lima/118671/122014

https://mediospublicos.uy/victor-lima-100-anos-del-juglar-errante-2/

https://azulfm.com.uy/la-pecera/el-submarino-azul/submarino-azul-victor-lima

 


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