La Sensibilidad Poética Plasmada en
el lienzo
Josep de Togores i Llach nació en Sardañola del Vallés, Barcelona, el 19 de julio de 1893
Fue un destacado pintor español
perteneciente al movimiento del noucentisme, que surgió en Cataluña a
principios del siglo XX como una reacción al modernismo.
Después de una primera etapa
realista, con predominio del desnudo, derivó hacia un estilo de temática
religiosa. Trabajó también la pintura mural y la ilustración de libros.
Hijo de Josep de Togores i
Muntades, presidente de la Asociación de Clubs de Fútbol de Barcelona y
cofundador del diario El Mundo Deportivo.
Nacido en el seno de una familia
acomodada y con inquietudes intelectuales y artísticas, no tardó en revelar una
gran sensibilidad para el dibujo.
En el año 1906 a los trece años
de edad quedó sordo debido a una meningitis, lo que le lleva a interesarse por
la pintura.
En esos años era alumno de dibujo
de Joan Llaverias, quien aconsejó al padre que dejara desarrollar al máximo el
potencial artístico de su hijo.
Entre 1906 y 1911, estudió en la
Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde recibió una formación académica en
técnicas de dibujo, pintura y composición.
Padre e hijo viajaron a París y luego a Bélgica con la esperanza de curar la sordera del muchacho.
En el año 1907 estimulado por la
impresión que le causó la pintura de Monet que vio en la Exposición
Internacional de Barcelona, Josep de Togores empezó a pintar sus primeros
lienzos al óleo.
El loco de Cerdanyola (1909),
mostrado en la sala Parés de la Ciudad Condal antes de que fuera premiado en la
Exposición Universal de Bruselas (Bélgica) y adquirido por el Gobierno belga.
En 1911, con tan solo 18 años, se trasladó a París, que en esa época era el epicentro del arte vanguardista europeo. En la capital francesa, Togores pudo empaparse de las corrientes artísticas más innovadoras del momento, como el cubismo y el fauvismo.
En 1911 consiguió una tercera medalla en la Exposición de Bellas Artes de Barcelona.
En el año 1913 animado por su familia, pasó a Madrid durante unos meses para sumergirse en la pintura del Museo del Prado, y ese mismo año regresó a París con una beca del Ayuntamiento de Barcelona. En la capital francesa descubrió a pintores que iban a ser decisivos en los rumbos del gusto estético, principalmente Cézanne y Matisse, de quienes extrajo lecciones fundamentales de clasicismo.
Con el
estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Togores decidió abandonar
París y volver a Barcelona.
Fue entonces cuando, al contacto con algunos representantes del Noucentisme pictórico catalán (Sunyer, Nogués, Casanovas o J. M. Junoy) y con la lección aprendida en Francia, empezó a abandonar los procedimientos impresionistas para prestar mayor atención a la línea, el volumen y la materialidad de los objetos.
Una vez superado el drama de la
muerte de su madre (1915) y la quiebra de la fortuna familiar, el arte de Josep
de Togores empezó a dar lo mejor de sí.
En 1919 se instaló de nuevo en la ciudad del Sena, en esta ocasión por espacio de once años. Allí frecuentó a Picasso, Gris, Utrillo, Modigliani y otros artistas, aunque permaneció en una situación precaria hasta conseguir un contrato con el galerista Kahnweiler, gracias al cual expuso con éxito en diversas capitales europeas.
Retrato de Madame Claire (1922), de Josep de Togores
En el catálogo de su primera exposición individual (1922), Max Jacob habló de “vigor cubístico”, “composición lineal”, “analismo constructivo”, etc., características que emparentaban su arte con la nueva objetividad alemana y con la corriente valori plastici italiana.
Mujer y sus hijos 1923
En 1926 realizó una exposición triunfal en Barcelona, pero los museos oficiales de la ciudad seguían considerando su arte demasiado escandaloso.
Niños durmiendo (1927), de Josep de Togores
Entre 1928 y 1930 su obra cambió: los cuerpos se desrealizaron y
se transformaron en figuras casi abstractas, que fueron derivando hacia una
suerte de caligrafía antropomorfa próxima a la estética del surrealismo
automático francés.
Tras unos años de práctica de este tipo de surrealismo, bastante extraño en España, Togores volvió al clasicismo y a una figuración convencional, un poco estandarizada, pero casi siempre de excelente factura técnica.
En su última etapa creativa se interesó por la temática religiosa, alentado por sus actividades como restaurador de retablos antiguos. Es también de gran interés su obra gráfica destinada a ediciones de bibliófilo. Desde mediados de la década de 1940 presentó sus obras en la sala Parés y también en galerías y museos de Madrid. Está representado, entre otros, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid) y en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona).
De vuelta en Cataluña, Togores
entra a formar parte de la Agrupación Courbet de Barcelona, y una vez
finalizada la Primera Guerra Mundial vuelve a París, donde entra en contacto
con el surrealismo gracias a su relación con artistas como Georges Braque,
Arístides Maillol, Max Jacob o Picasso, llegando a firmar un contrato de
exclusividad con el marchante de este, Daniel-Henri Kahnweiler, hasta 1931.
Este será su período más
surrealista y experimental.
Durante los años 1920 comienza a
ser conocido en Europa, y durante los años siguientes explora diferentes
estilos como el cubismo o el academicismo, dejándose influir por las
vanguardias de la época y llegando a tener influencias del clasicismo.
Josep de Togores.
Printània, 1922
Josep de Togores Llach - Une famille 1931
En 1932, de nuevo en Barcelona, cambia de marchante, comenzando su relación con Francesc Cambó y empezando a pintar retratos de la alta sociedad catalana.
En los años siguientes Josep de
Togores continuó desarrollando su carrera como pintor y participó activamente
en la vida artística y cultural de España.
Durante estas décadas, Togores
continuó produciendo obras significativas en diversos géneros como el retrato,
el paisaje y la naturaleza muerta.
Su estilo evolucionó hacia una
mayor simplificación formal y una paleta de colores más matizada y sofisticada.
Togores exhibió su obra en
numerosas exposiciones tanto en España como en el extranjero. Participó en
exposiciones colectivas e individuales que le permitieron consolidar su
reputación como uno de los pintores destacados de su generación.
Además de su carrera como
artista, Togores también tuvo una faceta como docente. Enseñó en varias
instituciones académicas y fue profesor en la Escuela de Bellas Artes de
Barcelona, donde transmitió sus conocimientos y experiencias a las nuevas
generaciones de artistas.
A lo largo de su carrera, recibió
varios reconocimientos y premios por su obra artística, que contribuyeron a su prestigio
y reconocimiento tanto nacional como internacional.
Togores fue un personaje activo
en la vida cultural de Barcelona y España, participando en debates y eventos
relacionados con el arte y la cultura. Su influencia se extendió no solo en el
ámbito artístico, sino también en el contexto más amplio de la sociedad y la
cultura española.
Murió en 1970 a causa de un
accidente de tráfico: fue atropellado por un automóvil en el barcelonés Paseo
de Gracia.
HOMENAJE
Tras
la muerte de Josep de Togores en 1970, su figura y obra han sido recordadas y
reivindicadas tanto en el ámbito expositivo como en publicaciones
especializadas y esfuerzos institucionales, aunque no es uno de los artistas
con una presencia masiva en la cultura popular ni en los grandes museos
internacionales.
Homenajes
expositivos
Exposiciones
retrospectivas:
Josep
de Togores ha sido objeto de exposiciones retrospectivas y monográficas en
España, especialmente en Barcelona, ciudad donde desarrolló gran parte de su
carrera.
Por ejemplo, una importante exposición sobre su
obra se presentó hace años en el Centro Nacional de Arte Reina Sofía (Madrid) y
en el Museo de Arte Moderno de Barcelona, comisariada por Josep Casamartina.
Estas muestras han permitido acercar su trabajo al público y renovar el interés
por su figura.
Participación
en exposiciones colectivas:
Su obra ha formado parte de muestras dedicadas
al arte catalán moderno y a la recuperación de artistas “injustamente
olvidados” del siglo XX, como las del ciclo Memoria de la Sala Parés de
Barcelona, que busca dar visibilidad a creadores que han quedado fuera del
canon oficial.
Presencia
en colecciones permanentes:
Obras
de Togores se conservan en colecciones institucionales clave para el arte
catalán, como el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), donde Printània
(1922) es una de las piezas destacadas, y la Fundació Vila Casas.
Publicaciones
y estudios
Edición
de correspondencia e investigación:
En
1998, la Fundació La Mirada de Sabadell publicó las cartas que el poeta Max
Jacob escribió a Togores en los años 1920, con un apéndice que incluye un texto
autobiográfico del propio pintor.
Esta
publicación rescata la relación de Togores con la vanguardia parisina y aporta
valioso material para la investigación de su legado.
Artículos
y monografías:
Aunque
la bibliografía sobre Togores no es tan extensa como la de otros modernistas,
existen estudios, artículos especializados y entradas en enciclopedias de arte
que analizan su trayectoria y relevancia histórica.
Reconocimiento
institucional y académico
Inclusión
en historias del arte español:
La
figura de Togores aparece en publicaciones y manuales de historia del arte, así
como en sitios especializados, donde se le reconoce como un renovador del
clasicismo y un puente entre la tradición y la vanguardia.
Legado
para la historiografía catalana:
Su
obra es estudiada como ejemplo de la modernidad catalana de entreguerras y como
parte del esfuerzo por recuperar la memoria de artistas que contribuyeron a la
renovación plástica en España.
Josep
de Togores ha sido recordado principalmente a través de exposiciones
retrospectivas en museos, publicaciones especializadas sobre su obra y su
relación con las vanguardias, y la inclusión en colecciones públicas y muestras
colectivas que buscan rescatar figuras del arte catalán moderno.
Aunque
no ha recibido el mismo nivel de homenajes masivos que otros contemporáneos, su
presencia en la historiografía y en las colecciones institucionales garantiza
que su obra siga viva en la memoria del arte español del siglo XX.
Legado
Josep de Togores (Cerdanyola
del Vallès, 1893–Barcelona, 1970) fue un pintor catalán cuyo legado reside en
la síntesis de vanguardia y clasicismo, así como en su papel como puente entre
la modernidad europea y la tradición española. A pesar de no alcanzar la fama
de algunos de sus contemporáneos, su obra es reconocida por la diversidad de
estilos y la constante renovación formal, lo que lo convierte en una figura
clave para entender la evolución del arte español en la primera mitad del siglo
XX.
Principales aportaciones y
etapas
Apertura a la vanguardia: Tras
una formación clásica, Togores se empapó del impresionismo y postimpresionismo
en París, donde conoció a Picasso y Braque, y absorbió la influencia de Cézanne
y Matisse. Esta etapa temprana lo situó en el mapa de la renovación plástica
europea, pero siempre mantuvo un clasicismo de base, incluso en sus momentos
más experimentales.
Cubismo y clasicismo renovado:
Defendió el cubismo como “una pintura pro norma y forma”, pero lo aplicó con un
sentido de orden y estructura heredado del noucentismo catalán. Su obra
Paisatge (1917) es ejemplo de cómo integra la búsqueda formal cubista con la
sobriedad y la luminosidad mediterránea, influido por Cézanne y Torres García.
Realismo mágico: Togores es
considerado el principal representante del realismo mágico en España durante
los años 20, anterior incluso a Dalí. En esta etapa, combinó la precisión
figurativa con una atmósfera onírica y misteriosa, creando escuela e influyendo
en artistas posteriores.
Surrealismo y abstracción:
Entre 1928 y 1930, experimentó con el surrealismo, practicando el automatismo y
la abstracción, algo poco común en el panorama español de la época. Sin
embargo, su paso por este movimiento fue breve y marcó una fase de crisis y
búsqueda.
Retorno a la figuración y
retrato de sociedad: En los años 30, retomó la figuración y se especializó en
retratos de la alta sociedad catalana, trabajos técnicamente impecables pero
más conservadores, que le dieron reconocimiento social y profesional.
Temática religiosa y obra
gráfica: En sus últimos años, abordó temas religiosos y realizó ilustraciones
para ediciones de bibliófilo, mostrando versatilidad y dominio técnico.
Reconocimiento e influencia
Precursor y renovador: Togores
fue un precursor del modernismo catalán y un renovador que transitó entre el
clasicismo, el cubismo, el realismo mágico y el surrealismo, siempre con una
sólida base técnica y un sentido de la composición heredado de la tradición.
Influencia en otros artistas:
Su obra, especialmente en la línea del realismo mágico, influyó en la
generación posterior, incluyendo a Salvador Dalí y otros jóvenes artistas
ibéricos.
Presencia institucional: Está
representado en museos clave como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
y el Museo Nacional de Arte de Cataluña, lo que subraya su relevancia en la
historia del arte español.
Síntesis
Josep de Togores dejó un
legado de síntesis entre vanguardia y tradición, destacando como uno de los
artistas más versátiles y técnicamente solventes de su generación. Su capacidad
para absorber y reelaborar lenguajes modernos, sin perder el arraigo en la
disciplina clásica, lo sitúa como una figura fundamental para entender la
transición del arte español hacia la modernidad. Aunque su obra posterior fue más
convencional, su etapa de experimentación vanguardista —especialmente en
realismo mágico y cubismo— sigue siendo valorada como una contribución esencial
al arte del siglo XX en España.
FUENTES
https://historia-arte.com/artistas/josep-de-togores
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/togores.htm
https://www.museunacional.cat/es/josep-de-togores-printania-1922
https://www.colnaghi.com/artist/josep-de-togores
https://www.coleccionbancosabadell.com/artist/josep-de-togores-llach/
https://www.miradorarts.com/tag/josep-de-togores/
https://drouot.com/es/l/23957689-josep-de-togores-llach-cerdanyola-del-valles-barcelona-1893
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